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Resumen – Módulo VI

Resumen Modulo VI

INTRODUCCIÓN

Horowitz (1980) define el duelo complicado como aquel cuya intensificación llega al nivel en el que “la persona está desbordada, recurre a conductas desadaptativas, o permanece inacabablemente en este estado sin avanzar en el proceso de duelo hacia su resolución”.

Podemos definir el duelo complicado o patológico en cuatro apartados:

 Duelo crónico

 Duelo retrasado

 Duelo exagerado

 Duelo enmascarado

Duelo complicado o patológico en las clasificaciones psiquiátricas

En el DSM IV no se diagnosticaba trastorno depresivo mayor si existían síntomas

depresivos que duraban menos de dos meses tras la muerte de un ser querido. Se ha quitado esta exclusión por duelo del DSM V por varios motivos. Primero para eliminar la idea de que el duelo dura solo dos meses, cuando la mayor parte de profesionales reconocen que la duración del duelo suele ser de 1-2 años.

Segundo, porque se reconoce que el duelo es un estresor psicosocial grave

Tercero, la depresión mayor relacionada con el duelo es más probable que ocurra en individuos con historial personal o familiar de episodios depresivos.

Factores de vulnerabilidad para el duelo patológico

Acinas (2011) destaca los siguientes factores de vulnerabilidad para padecer un duelo o complicado:

 Circunstancias específicas de la muerte.

 Tipo de relación o vínculo con el fallecido.

 Necesidades y dependencias con el fallecido.

 Convivencia con el fallecido.

 Pérdidas acumuladas.

 Variables de Personalidad e Historia de Salud Mental Previa.

 Familia y Apoyo Social.

 Situación económica.

Predictores de duelo patológico

De Miguel y López (2007) estudian los predictores de riesgo que nos permitirían identificar a las personas que con mayor probabilidad puedan necesitar apoyo tras la pérdida de un ser querido

Los predictores de riesgo de duelo patológico son los relacionados con los siguientes aspectos:

A) Personales:

 Ancianidad o juventud del doliente.

 Trastorno psiquiátrico previo: ansiedad, depresión, intentos de suicidio,

trastornos de personalidad.

 Abuso de sustancias psicotrópicas legales o ilegales.

 Duelos anteriores no resueltos.

 Escasez de aficiones o intereses.

 Reacciones de rabia, amargura y culpabilidad muy intensas.

 Autoconcepto y papel familiar de “persona fuerte”: actitud de negación de necesidades afectivas.

 Valoración subjetiva de falta de recursos para hacer frente a la situación.

 Escasez de recursos para el manejo del estrés.

 Baja autoestima y baja confianza en sí misma.

B) Relacionales:

 Pérdida del hijo/a, cónyuge, padre o madre en edad temprana y/o hermano en la adolescencia.

 Relación dependiente del superviviente respecto del fallecido: física, psicológica, social, económica. Adaptación complicada al cambio de papel.

 Relación conflictiva o ambivalente. Sentimientos encontrados de amor/odio no expresados.

C) Circunstanciales:

 Juventud del fallecido.

 Muerte súbita, accidente, homicidio, suicidio.

 Muerte incierta: desaparecidos.

 Pérdida múltiple: varios miembros de la familia y/o varias pérdidas juntas, el trabajo, la casa, etc.

 Acumulación de acontecimientos vitales estresantes en el sujeto.

 Duración de la enfermedad y la agonía.

 No recuperación del cadáver. Cadáver con aspecto dañado o deformado.

 Imposibilidad de ver el cuerpo.

 Recuerdo doloroso del proceso: dificultades diagnósticas, mal control de síntomas, relaciones inadecuadas con el personal sanitario.

 Muerte estigmatizada: sida, pareja homosexual o no aceptada.

D) Sociales:

 Personas que viven solas.

 Ausencia de red de apoyo social/ familiar.

 Disfunción familiar.

 Recursos socioeconómicos escasos.

 Responsabilidad de hijos pequeños.

 No poder hablar socialmente de la pérdida.

 Otros factores estresantes: conflictividad laboral, tipo de proyecto vital interrumpido.

Duelo por muerte traumática

Según Acinas (2012), las muertes traumáticas se pueden producir por múltiples circunstancias: asesinatos, homicidios, ajustes de cuentas, accidentes de tráfico o laborales, y en cualquier otra circunstancia en la que haya violencia o intención de matar a las personas.

Tiene unas características definitorias propias (Worden, 1997):

• Deja al superviviente con la sensación de irrealidad e incredulidad

• Se produce una exacerbación de los sentimientos de culpa.

• Necesidad de culpar a alguien

• Las autoridades médicas y legales tienen una fuerte implicación, porque a veces no es posible comenzar a elaborar algunos aspectos del duelo

• Sensación de impotencia en el superviviente.

• El superviviente presenta una agitación manifiesta, sensación de lucha- huida.

• Los asuntos no resueltos: son una fuente de preocupación importante, porque generan remordimientos.

• Aumento de la necesidad de entender lo sucedido

Duelo desautorizado o silente

Para Pérez (2014), ciertas normas sociales tácticas orientan sobre quién puede y debe hacer el duelo, cómo, por quién y por cuanto tiempo, salirse de esos condicionamientos, hace que algunos dolientes sufran en soledad y sin apoyos al no verse autorizados para expresar lo que sienten sin encontrar una escucha a su malestar ya que los familiares y amigos evitan hablar del tema.

Los duelos silentes o prohibidos desencadenan procesos complejos y dolorosos. Se forma una sensación de soledad agónica en la cual la persona transita por un recorrido lleno de emociones, representaciones mentales, frustración, dolor intenso y conductas que están vinculadas con la pérdida de un ser querido o algo importante para el doliente.

Duelo ante la muerte por homicidio

Según Corredor (2002), el duelo de los allegados a las víctimas de homicidio suele verse como duelo complicado o como conjunción de las características del duelo normal y trauma

El homicidio constituye un grave problema social que genera miles de víctimas secundarias.

Según los planteamientos acerca del duelo por homicidio, las reacciones a la ausencia de castigo dificultan la adaptación a la pérdida fijando a los dolientes a emociones como la ira e impidiendo que surjan nuevos intereses y que la muerte sea asimilada.

Desconocer quién asesinó al ser querido y pensar que el responsable no ha recibido “su merecido” son problemáticas que atormentan y suelen estar acompañadas de un intenso deseo de hacer justicia.

Uno de los temas principales para los dolientes es la ira contra las personas a quienes se les atribuye algo de responsabilidad por la muerte.

La ira es una emoción que puede cumplir una función autoprotectora en el duelo. Evita la confrontación con el dolor y otras emociones negativas provocadas por la pérdida, impidiendo aceptar la pérdida y comprender sus implicaciones.

Duelo por familiares desaparecidos

Incrementa la sensación de vulnerabilidad y tristeza de los supervivientes (tanto de los familiares y allegados, como de otros posibles compañeros que pudieron compartir con él la situación: se salvaron pero se vieron impotentes para ayudar).

Se pueden producir enfrentamientos entre los que quieren continuar la búsqueda y los que defienden la postura de abandonar y cerrar el dispositivo, lo que acrecienta el dolor de las personas y puede reabrir viejas heridas.

Algo que distingue a los familiares de las personas que han desaparecido es la perseverancia, la insistencia en buscar sin descanso, algún signo de vida o de no- vida.

La elaboración del duelo tarda más en iniciarse y es más costosa de elaborar.

Hasta que no hay constancia real de que el cuerpo ha aparecido sin vida, no hay un “permiso” personal y social para empezar a elaborar el duelo

En algunos casos, aunque no haya aparecido el cuerpo y dadas las circunstancias de la muerte y la presencia de ningún otro indicio de vida, se puede considerar que la persona ha muerto; pero a pesar de ello la incertidumbre continúa, y con rumiaciones cognitivas en cuanto a lo que pasó.

Duelo ante muerte por suicidio

El suicidio es definido por la (OMS, 1976) como “todo acto por el que un individuo se causa a sí mismo una lesión, o un daño, con un grado variable de la intención de morir, cualquiera que sea el grado de la intención letal o de conocimiento del verdadero móvil”.

Las conductas suicidas abarcan un amplio espectro: desde la ideación suicida, la elaboración de un plan, la obtención de los medios para hacerlo, hasta la posible consumación del acto.

Aspectos psicológicos del suicida

• Infelicidad

• Dependencia

•Ausencia de sentido de la vida, desesperanza

• Depresión

• Perfeccionismo

• Soledad

• Impulsividad

• Expectativas irreales

Suicidio en la familia

Todos se preguntan si el suicidio es una expresión de una enfermedad individual o si es una expresión de una disfuncionalidad familiar; es difícil no sentirse en algún sentido responsable por la muerte por suicidio de un ser querido.

Las familias son directamente afectadas, así como los amigos, conocidos y sin duda los médicos, de manera que en los familiares de personas que han cometido suicidio aumenta el riesgo de sufrir trastornos de ansiedad y depresión

Es vivido en la familia como un verdadero ataque a su equilibrio, que afecta la estructura y la organización.

Uno de los aspectos más complejos del fenómeno del suicidio en la familia es que con frecuencia se convierte en un secreto familiar. Adicionalmente, el secreto se transforma en un consenso compartido, cuya naturaleza adquiere la dimensión de un tema tabú, no dialogable, lo que es preciso ocultar a los otros que no forman parte de la familia.

Para Pérez y Mosquera (2006), la muerte por suicidio genera una más intensa estigmatización, con más frecuencia sentimientos de culpa, muy pocos deseos de hablar sobre la muerte y fuertes cuestionamientos en relación con lo que se pudo o se debió hacer.

El estigma del suicidio incorpora el juicio moral sobre el suicida, pero, especialmente, sobre quienes lo sobreviven y fueron cercanos a él.

El suicidio frente a cualquier otro tipo de muerte tiene la particularidad de que no solo trae, como toda muerte, el sentimiento de pérdida, sino que, más allá de ello, ya de por sí doloroso, incorpora en la vida de las personas sentimientos de vergüenza, miedo, rechazo, enfado y culpa.

Secuelas psicológicas en la familia

Piña Martínez (2014) recoge una serie de secuelas psicológicas que se producen tras el suicidio de un familiar:

• Tristeza y rabia

• Fracaso de rol

• Miedo

• Culpa

• Sentimientos de traición y abandono

• Vergüenza

• Pensamiento distorsionado

Duelo en niños por suicidio de sus padres

García-Viniegras y Pérez Cernuda (2013) exponen que, si el suicidio lo ha realizado uno de los padres, los niños tienen una reacción típica que consiste en negar lo ocurrido, mostrarse llorones e irritables, con cambios anímicos bruscos y dificultades con el sueño y el apetito e intenciones suicidas que adquieren el significado de reunión.

Debe prestarse soporte emocional por parte de una figura sustitutiva, como puede ser un hermano mayor, un tío o tía, según sea el caso.

Es difícil decidir el momento adecuado para hablarle al niño sobre el suicidio.

El mejor momento para hacerlo puede ser el de la muerte misma, antes de que otros niños lo comenten. El concepto de muerte y su proceso en el niño, se relacionan con su edad. En general, los niños comprenden mejor el asesinato que el suicidio, porque conocen y están familiarizados con sus sentimientos agresivos. Si el padre superviviente opta por mantener el secreto o deformar la realidad de los hechos, el niño se dará cuenta de que hay algo que se le oculta o es incongruente con la realidad que aprecia, lo cual levantará una barrera en la comunicación entre padre e hijo, precisamente en un momento en que el niño necesita expresar sus ambivalentes y conflictivas emociones.

El sentimiento dominante originado por el suicidio de uno de sus padres es el de culpabilidad y su origen puede ser diverso.

Las implicaciones del suicidio paterno y sus graves consecuencias a largo plazo sobre la estructura psíquica del niño, exigen una cuidadosa y continuada vigilancia a todo lo largo del duelo desde una perspectiva multidimensional y multidisciplinaria.

El duelo por suicidio

Según exponen García-Viniegras y Pérez Cernuda (2013), el suicidio de un ser querido es una tragedia devastadora que deja despedazada la vida de los supervivientes y produce un duelo muy traumatizante.

Además, este tipo de muertes inesperadas no permite realizar un cierre en la relación, es decir, despedirse o resolver algún asunto pendiente.

El doliente reconstruye obsesivamente los eventos y el escenario en que sucedieron, buscando entender esa muerte y obtener control sobre ella.

Los dolientes de un suicidio tienen una mayor necesidad de entender por qué su ser querido decidió quitarse la vida. Se experimenta una larga búsqueda de los motivos que tuvo la víctima para adoptar tal decisión, muchas veces se niega la causa de la muerte, se hacen preguntas religiosas sobre la vida después de la muerte de la víctima.

Pueden presentarse sensaciones de impotencia y rabia, así como preocupaciones por algún suceso que se interpreta como causa de la decisión del suicida.

Sensaciones como la traición y abandono aparecen constantemente.

Los síntomas agudos del duelo y choque emocional físico duran más tiempo. Sin embargo, algunos estudios no demuestran con claridad que en las personas que sufren un duelo por suicidio, los síntomas sean más graves que en otros casos de duelo.

Dado que el proceso de duelo no se produce en una tabula rasa, sino en un contexto de vida ya instalado, varios factores y elementos ejercen influencia. El duelo adquirirá formas diferentes no sólo en función de lo que ha ocurrido a partir del fallecimiento, sino también en función de qué persona vive qué tipo de duelo, en qué momento de su vida.

Y por último, el miedo sobre el futuro tanto de la persona perdida (por ejemplo, condenación, infierno o sufrimiento) como de la propia (sensación de destino o herencia a cometer otro suicidio, tanto él como un familiar) es otro punto que frecuentemente aparece en el duelo por suicidio.

Cuando se comete suicidio porque la persona tenía una enfermedad crónica, una enfermedad muy dolorosa, parálisis cerebral o alguna enfermedad degenerativa, la recuperación de la familia es menos complicada y llega más pronto, es decir, es más aceptable. Cuando el suicida tenía problemas de estabilidad emocional, problemas como el alcoholismo, la depresión crónica, la drogadicción o trastornos de personalidad, es decir, que se deba a problemas en la familia, es cuando los supervivientes experimentan sentimientos encontrados, les cuesta trabajo identificar el sufrimiento.

Sobre la intervención a realizar, se plantea entre uno a dos años de seguimiento, no obstante, la duración del tratamiento y el tipo de intervención pertinente se evaluará con el diagnóstico de cada caso en particular. Estas intervenciones pueden ser de seguimiento individual (psicológico y/o psiquiátrico), internación, trabajo grupal, trabajo familiar o grupos de auto-ayuda.

Es muy importante en esta primera etapa evaluar el riesgo suicida, teniendo en cuenta los factores de riesgo suicida y los factores protectores, así como los signos de la conducta suicida.

Remarcar la importancia de poder hablar del suicidio y contar con un lugar seguro para expresar sus sentimientos.

Tendremos que prestar atención al trauma

La escucha analítica, la escucha de lo irrepresentable, de lo que escapa a la representación del sujeto, permitirá la palabra del sujeto, y por ende que la simbolización, desviándolo del acto. Ayudar a respetar la elección del familiar que se suicidó ya que no se pudo elegir por este, el dolor que siente no es una enfermedad.

Confrontar con la culpabilidad

Eso implica reservarse un tiempo cada día para trabajar con el dolor y las emociones, y de lo posible motivar a escribir esas emociones y pensamientos, lo que va ayudar a tener un cierto control sobre esas emociones.

Duelo por muerte perinatal

Según García y Yague (1999) las últimas semanas de embarazo son consideradas como un periodo psicológicamente difícil, con un conflicto progresivo del binomio atracción-rechazo (ilusión por ver al hijo/ miedo al parto y a lo que pueda suceder a ambos).

Se define la “mortalidad perinatal” como la suma de la mortalidad fetal tardía (muertes fetales que se producen a partir de las 28 semanas de gestación, incluyendo los fetos de más de 1000 g y/o con una longitud de más de 35 cm) y la neonatal precoz (recién nacidos muertos dentro de los primeros 7 días de vida).

El proceso de duelo por muerte perinatal

Se observa la aparición de cansancio físico severo, posiblemente agravado por un parto difícil, y la presencia de otros síntomas como presión en el pecho, necesidad de respirar profundamente, palpitaciones, molestias gástricas, pérdida de apetito y trastornos del sueño asociados a insomnio y pesadillas.

Considera que los puntos más significativos en este proceso son:

1) Incremento de la sensación de irrealidad, debido a que su relación con la persona que fallece no se basa ya en experiencias ni recuerdos de una persona real

2) la disminución notable de la autoestima materna, como consecuencia de la incapacidad que percibe la mujer para confiar en su cuerpo para lograr satisfactoriamente el nacimiento de un hijo vivo y sano

La diferencia más notable es que la relación con la persona muerta no se basa en la experiencia ni en los recuerdos, sino que está constituida por las expectativas y las fantasías que los padres desarrollan respecto al futuro hijo. El manejo mal orientado del duelo en la madre puede derivar en enfermedad

Factores que influyen en el duelo

Entre todas las circunstancias que rodean a la muerte perinatal, y que van a condicionar un mayor o menor ajuste al proceso del duelo, García y Yagüe (1999) destacan las siguientes:

 Edad gestacional

 Momento de la muerte

 Nacidos con malformaciones

 Nacimiento múltiple

Los hermanos olvidados

Como dice Alvarado García (2003), un punto que generalmente se olvida es el de los hermanos de los niños que fallecen. Los padres, agobiados en su duelo, no se dan cuenta de los efectos de la muerte en su otro hijo.

Es fundamental que los padres comuniquen a su(s) hijo(s) lo sucedido, como parte que son de la familia. La explicación debe ser acorde con la etapa del desarrollo en la que se encuentre el niño. No se deben usar frases como “se durmió”, o “se fue” o “Dios se lo llevó”, pues provocan temor al dormir, odio o resentimiento innecesario. Este aspecto depende del grupo sociocultural y religioso al que pertenece la familia.

Grupos de autoayuda o de apoyo al duelo

Es más fácil abordar el duelo materno al compartir la madre las vivencias que ha experimentado, con otros padres que han estado en una situación semejante

Planificación de la nueva gestación

Los antecedentes de pérdida perinatal conllevan que el nuevo embarazo se considere de riesgo elevado, motivo que implica un seguimiento y unos cuidados más exhaustivos.

Conducta de la pareja en la nueva gestación

Como dicen Rozas y Francés (2001), los rasgos de la personalidad de los miembros de la pareja y, en particular de la mujer, influirán en gran medida en las repercusiones psicológicas de la experiencia traumática que supone la pérdida y en la vivencia de la nueva gestación.

La respuesta emocional de la mujer será más intensa si la gestación se produce antes de los doce meses desde la pérdida y se acompaña con frecuencia de síntomas de depresión. Ante la noticia del embarazo pueden producirse diversas reacciones emocionales: algunas mujeres muestran alegría y júbilo, mientras que otras no manifiestan su satisfacción ni lo comunican a sus allegados hasta una edad gestacional avanzada.

En ocasiones, solicitan un mayor número de controles clínicos para confirmar el bienestar fetal.

El nivel de ansiedad va a aumentar o disminuir en función de determinados acontecimientos durante el embarazo.

También es característico que utilice una ropa distinta a la que usó en la gestación anterior.

Su intranquilidad va aumentando progresivamente a medida que se acerca la fecha en la que se produjo la pérdida.

Parto

La proximidad del nacimiento del nuevo hijo puede convertirse en otro momento de angustia para la pareja, puesto que, durante este periodo, continúa el temor a la aparición de complicaciones. Los padres manifiestan ilusión ante el nacimiento del nuevo hijo, aunque, por otra parte, aparecen inquietudes y preocupaciones ante la posibilidad de recurrencia de la pérdida.

Cuidado de un hijo posterior a la pérdida perinatal

Rozas y Francés (2001) recuerdan que no hay que olvidar que el nacimiento del nuevo bebé provoca la aparición de recuerdos de la pérdida anterior. En ocasiones, constituye un medio para la resolución del duelo perinatal, mientras que en otras, representa una forma de evitar el dolor de la pérdida.

También puede aparecer el denominado síndrome del niño vulnerable, que se caracteriza por una percepción distorsionada del hijo por parte de los padres y que conduce a una sobreprotección.

Abordaje terapéutico del duelo patológico Rubio Espindola propone el siguiente abordaje terapéutico:

 Facilitar el que el paciente hable sobre el fallecido y las circunstancias de su muerte.

 Propiciar la expresión emocional del paciente

 Explicación al enfermo de que los síntomas que padece como: ansiedad, sentimientos de culpa, preocupación por la imagen del difunto, son reacciones normales y que desaparecerán con el paso del tiempo.

 Asegurar que aunque inicialmente puede ser necesario que reduzca sus compromisos laborales o sociales, se debe facilitar el retorno a sus actividades habituales en un plazo de 3-6 semanas.

 Recomendar el acompañamiento de familiares y amigos y facilitar la realización de las tareas domésticas durante el período inicial.

 En las reacciones agudas de duelo, la contemplación del cuerpo de la persona fallecida, evita la cristalización de fantasías

 Tratamiento farmacológico.

DEPRESIÓN Y DUELO ANTICIPATORIO EN EL PACIENTE ONCOLÓGICO

INTRODUCCIÓN

Desde la perspectiva médica oncológica la asistencia al paciente con cáncer requiere cada vez con mayor claridad un cambio de modelo que aborde la enfermedad desde un planteamiento integral y de integración de los diferentes niveles asistenciales

Una de las percepciones más habituales en el contexto de enfermedad oncológica es su relación con el dolor, pero no es la única, de forma que como postula David Le Bretón probablemente no podremos encontrar una persona con dolor sin sufrimiento (sin significado afectivo), pero podemos fácilmente encontrar sufrimiento en quien no presenta dolor.

CÁNCER Y RESPUESTA EMOCIONAL

Así, aunque el punto de partida para entender los cambios psicológicos sigue siendo hoy necesariamente el diagnóstico, ya no podemos obviar las más que probables repercusiones que durante todo el proceso de desarrollo del cáncer se producen en el Sistema Inmunológico y su influencia a menudo poco sutil en el estado de ánimo antes de la comunicación del diagnóstico.

Desde la perspectiva psicológica en este mismo sentido, se han desarrollado también diferentes modelos para tratar de explicar e identificar las respuestas personales y los procesos de adaptación que se siguen, en referencia al padecimiento de estas enfermedades graves que pueden terminar con el propio fallecimiento.

El modelo más popular y más citado sigue siendo sin duda el de las etapas (negación, rabia, negociación, depresión y aceptación) en especial el planteado por la Dra. Kübler-Ross.

PERIODOS Y TAREAS EN CÁNCER

• El periodo del Prediagnóstico comprende el tiempo sea cual fuere este antes del diagnóstico de la enfermedad.

Durante el prediagnóstico, especialmente cuando la persona se somete a diversos exámenes y pruebas de creciente complejidad, aunque para el personal sanitario sean considerados rutinarios, se observa la aparición de un nivel creciente de preocupación y estrés. La tarea fundamental en este periodo es la acomodación al riesgo de padecer una enfermedad grave.

• El periodo Agudo, se centra alrededor de la comunicación del diagnóstico cuando la persona se ve forzada a aceptar el diagnóstico y a tomar una serie de decisiones sobre su tratamiento.

Desde la perspectiva psicológica, la respuesta inicial, comprende la incredulidad, el rechazo y el impacto de que la noticia pueda ser verdad, acompañada a menudo de un cierto sentimiento de anestesia emocional.

A medida que se ofrece más información sobre opciones de tratamiento, y que esta información se procesa y entiende correctamente, comienzan a surgir en esta etapa algunos sentimientos de esperanza y optimismo. La tarea fundamental de este periodo es pues la Aceptación de la nueva realidad.

• El periodo Crónico de una enfermedad, se define como el ciclo de tiempo que transcurre entre el periodo agudo del diagnóstico y el periodo del resultado. A nivel psicológico puede ser entendido propiamente como el del proceso de adaptación y esa será la tarea más importante. Este período se puede extender durante semanas, meses o años, dependiendo de la evolución de la enfermedad.

La adaptación al padecimiento de un cáncer, se ha definido como un proceso continuo en el cual el paciente tiene que manejar su propio sufrimiento emocional, solucionar problemas específicos relativos a la enfermedad, y “recuperar” el control sobre los acontecimientos de su vida.

Desde esta perspectiva se ha desplazado la importancia desde la respuesta emocional hacia el estilo de adaptación, y se han descrito tres amplias categorías de estilos:

1. Centradas en los problemas

2. Centradas en las emociones

3. Centradas en el significado.

•. Por último, el periodo final de una enfermedad grave ocurre tanto cuando se produce la curación como cuando la muerte deja de ser una posibilidad y se convierte en algo inminente (periodo terminal).

Las tareas durante esta fase final reflejan esta transición y se enfocan en lo espiritual y existencial.

El Duelo (del latín Dolos) significa Dolor, Pena, Aflicción, Pesar, por la pérdida de algo. Duelo recoge por tanto en sí los diferentes matices que genera cualquier pérdida, y engloba todos y cada uno de los conceptos anteriormente explicados: La pérdida nos golpea y nos aflige, nos genera pena, nos supone una fuerte carga o pesar, y lo sufrimos, lo sobrellevamos o aguantamos con fortaleza o debilidad, con resignación o con rabia.

Creemos que el Duelo Imaginado es un síndrome multidimensional que sucede en situaciones reversibles anticipando una pérdida, que no se puede elaborar de ninguna manera (al no ser real), y que se caracteriza por:

1. Sentimientos de intensos de Rabia y de Hostilidad contra el mundo

2. Sentimientos de Culpa

3. Tensión interna exacerbada, como si necesitaran estar en un estado de permanente alerta.

4. Humor deprimido, pena, pesar, aflicción o sufrimiento y ante todo una profunda desesperanza y desconsuelo.

5. Anhedonia

Este duelo se observa clínicamente de forma relativamente habitualmente en el propio paciente y raramente entre los familiares.

Es un duelo que se encuentra descrito, pero sobre el que se pasa de puntillas en los libros, tal vez por su carácter esquivo o por su analogía con otros procesos emocionales con los que se puede confundir.

Podríamos hipotetizar que los pacientes que presentan el Duelo Anticipatorio tienen algún tipo de problema con el mecanismo de la introspectibilidad de la Conciencia dado que el cuadro que presentan refleja una incapacidad para poner límites a la fuerza emotiva de lo imaginado (la pérdida irremediable de sí mismo). En tanto que no pueden tomar conciencia de que la idea (emocional) misma de su muerte inminente, es un producto mental (fantasía propia) y no una parte integrante de su realidad presente.

Esta hipótesis además podría justificar dos cuestiones claves observadas clínicamente en los pacientes:

• La reacción emocional que se origina en el sujeto (duelo) es real, evaluable y capaz de producir cambios fisiológicos, respuestas comportamentales y cogniciones coherentes con la inminente muerte fantaseada

• La desesperanza es fruto de la “convicción racional” de la inexistencia de futuro

De alguna forma, el duelo anticipatorio o imaginado, es una huida de la realidad presente, una realidad dolorosa e injusta que nos enfrenta a nuestros propios fantasmas culturales.

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