Adolescencia – Módulo II

UNIDAD II

DIVERSIDAD SEXUAL

Introducción

Hoy en día nos vemos enfrentados cada vez con mayor frecuencia a consultas en relación con la conducta u orientación sexual provenientes de los mismos jóvenes, de sus padres o de otros conocidos o familiares. Es por eso por lo que es necesario tener conocimientos que nos permitan otorgarles la información adecuada, responder a sus inquietudes u orientarlos hacia donde puedan recibirla de manera confidencial, sin juzgarlos/as ni estigmatizarlos/as.

Aunque la homosexualidad no es en sí misma un trastorno, los y las adolescentes y jóvenes que se consideran homosexuales o bisexuales o que presentan conducta homosexual o bisexual o que se encuentran confundidos/as en relación con su orientación sexual, pueden presentar necesidades especiales de atención, tanto en el sistema educativo como en salud, derivadas principalmente de la homofobia y discriminación que existe en nuestra sociedad.

Definiciones: Para poder entender la formación de la identidad sexual en el ser humano es importante tener en cuenta algunas definiciones.

Prevalencia de gays y lesbianismo.

La homosexualidad existe y ha existido en la mayoría de las sociedades. La prevalencia de la orientación homosexual varía según si se pregunta por conducta homosexual o por identificación homosexual. Además, la estimación de la prevalencia suele ser imprecisa, dado el estigma que representa el reconocer esta condición. En Estados Unidos, los porcentajes varían entre un 3 % y un 10 % de población adulta homosexual.

Probablemente la prevalencia real de homosexualidad no ha aumentado, sin embargo, puede ser que los adolescentes se estén identificando más precozmente con la orientación homosexual.

Mecanismos explicativos. Los mecanismos de desarrollo de la orientación sexual no están todavía completamente aclarados. Sin embargo, existe cierto consenso en que la orientación sexual no es una opción, es decir, no se elige entre ser homosexual, bisexual o heterosexual. Por otro lado, la orientación sexual probablemente está determinada por varios factores. Existe fuerte evidencia sobre la influencia biológica en su conformación, ya que se ha determinado que hay una alta concordancia en la orientación sexual de gemelos idénticos; hay evidencia de que la exposición hormonal prenatal influiría en la orientación sexual y se han encontrado diferencias neuroanatómicas en algunas regiones cerebrales entre las personas homosexuales y heterosexuales. Un estudio en hombres homosexuales que provenían de familias con otros parientes hombres homosexuales encontró diferencias en el cromosoma X. Por otro lado, no hay evidencia científica de que formas de crianza, tipo de colegio, abuso sexual u otros eventos vitales causen homosexualidad. En el caso de hombres homosexuales que han sido abusados sexualmente cuando niños por otros hombres, pareciera corresponder más bien a niños vulnerables que son detectados por los abusadores. Es importante, en el caso de quienes han sido abusados sexualmente, diferenciar la homosexualidad de una confusión en la orientación sexual. Esto puede ocurrir, por ejemplo, cuando las víctimas han experimentado placer sexual en un abuso homosexual. Otro ejemplo es la evitación de relaciones heterosexuales producto de un trastorno por estrés postraumático, secundario a un abuso heterosexual. Hablar del tema de la homosexualidad y estar expuestos/as a ver conductas homosexuales, ya sea a través de los distintos medios de comunicación o en distintos ambientes como discotecas, familia, colegio, etc., podrían influir en la conducta sexual, pero no hay evidencias de que influyan en la orientación sexual. Es decir, podrían por imitación o por moda aumentar las conductas homosexuales, pero no la orientación homosexual. También podría influir en que los jóvenes homosexuales puedan identificarse con su orientación sexual más precozmente y en la medida en que el estigma disminuye, puedan con más frecuencia asumirlo públicamente.

Necesidades especiales de adolescentes y jóvenes no heterosexuales. Los resultados de un estudio muestra que son los padres los primeros generadores de consulta al descubrir la orientación sexual no heterosexual de su hijo/a. Este descubrimiento por lo general ocurre por haber encontrado una carta o haberlos sorprendido comunicándose a través de internet o por teléfono con personas homosexuales. El segundo grupo en orientar a los/las adolescentes a consultar son los/las profesores/as u orientadores de colegio, ya sea porque los/las adolescentes se los comunicaron o porque las conductas generan preocupación en el ambiente escolar.

El objetivo general es el mismo para todos/as los/as jóvenes: promover un desarrollo normal, un bienestar social y emocional y una adecuada salud física.

La principal tarea de la adolescencia es la búsqueda de la identidad, esto suele no ser muy fácil y en el caso de los adolescentes y jóvenes que no son heterosexuales, o se muestran confundidos con respecto a su orientación sexual, se hace aún más difícil.

Pueden aislarse o ser rechazados por sus familias, pares o profesores y ser víctimas de burlas o violencia física o psicológica. Como consecuencia, pueden incurrir en conductas de riesgo como deserción escolar o abandono de estudios, abuso de alcohol y drogas y conductas sexuales de riesgo. Además, tienen más riesgo de presentar trastornos del ánimo, trastornos ansiosos e intentos de suicidio.

Otro grupo que puede también presentar necesidades especiales son quienes presentan alteración a nivel del rol o papel de género, esto es, varones afeminados o mujeres masculinas que son víctimas de burlas y discriminación.

Al atender consultas de adolescentes y jóvenes es importante asegurarles la confidencialidad. Se debe crear un ambiente de confianza en el que él o ella no se sientan juzgados. No se debe dar por hecho que todos los y las adolescentes y jóvenes son heterosexuales y, por lo tanto, las preguntas que se hacen debieran tener eso en cuenta.

Por ejemplo, preguntar si ha tenido pareja o si le atrae o le gusta alguien, dando a entender que pudiera ser de su mismo o del otro sexo y preguntar con naturalidad tanto por conductas homosexuales como heterosexuales. Tampoco se debiera bromear acerca de la homosexualidad o bisexualidad, o realizar comentarios homofóbicos que desalienten a un o una joven como a la o el adolescente a plantear sus inquietudes.

Las terapias dirigidas a cambiar la orientación homosexual a heterosexual están desaconsejadas por la mayoría de las sociedades científicas internacionales que trabajan con adolescentes y jóvenes, ya que no solo no son efectivas, sino que además podrían ser perjudiciales. Sin embargo, un profesional puede ayudar a un adolescente o joven a aclarar su orientación sexual cuando está confundido o cuando está en riesgo de presentar o está presentando alguna sintomatología o conductas de riesgo.

Muchas veces sus necesidades se derivan del hecho de cómo enfrentar el tema con sus padres o cuando hay dificultades para la aceptación de esta situación.

Necesidades especiales de los padres y las madres de adolescentes y jóvenes no heterosexuales. Cuando un padre o una madre se entera de que su hijo o hija tiene o ha tenido conductas homosexuales o se siente atraído por alguien de su mismo sexo o se identifica como homosexual o bisexual, suele vivir un proceso difícil y doloroso.

Muchas veces, los padres pasan por un verdadero proceso de duelo. Buscan argumentos que contradigan la posibilidad de la homosexualidad o bisexualidad de su hijo o hija. Les dicen que probablemente es una confusión propia de la edad, que no pueden estar seguros de su orientación sexual si no han probado el tener relaciones heterosexuales, o que tal vez esa idea es producto de una mala experiencia heterosexual. A veces buscan la posibilidad de algún “tratamiento o cura” y consultan con distintas personas, pudiendo recibir una información u orientación inadecuada. También pueden negar la situación y evitar hablar del tema, pero a la vez les restringen los permisos a sus hijos o hijas y les prohíben las amistades con la esperanza de que “cambie”.

Otras veces, buscan explicaciones o se culpan o comienzan a presentar sintomatología ansiosa o depresiva. Para los padres, muchas veces es también un problema el decidir a quién contar y cómo contar lo que les está pasando.

Lo que se puede hacer en el sistema escolar.

Se han propuesto algunas medidas que se pueden implementar en la escuela para asegurar que se enseñe a respetar a las personas que no son heterosexuales.

Garantizar la igualdad: protección en contra de la discriminación hacia los homosexuales.

Crear un ambiente de seguridad: crear políticas claras en contra del hostigamiento hacia los homosexuales.

Presentar modelos o referencias sociales: dar a conocer modelos adecuados homosexuales que sirvan como referentes como por ejemplo celebridades.

Dar apoyo a las y los estudiantes: realizar alianzas “gay/bi/hétero” que acojan a las y los estudiantes que estén preocupados/as por los temas de orientación sexual y homofobia.

Dar entrenamiento al personal docente y administrativo: capacitación para que puedan detectar las necesidades y brindar apoyo a los estudiantes homosexuales.

Reformular el programa escolar: incorporar el tema de la homosexualidad y bisexualidad en las distintas materias.

Proveer atención y educación de salud adecuadas: en especial, sobre la prevención de enfermedades de transmisión sexual.

Diversificar el contenido de la biblioteca, los medios audiovisuales y la informática: incluir la temática homosexual y bisexual.

Ampliar los programas de entretenimiento: actividades extracurriculares que tomen en cuenta a los homosexuales y bisexuales.

No debe darse por sentada la heterosexualidad: recordar que puede haber homosexuales y bisexuales entre las y los que nos rodean.

Lo que puede hacer el personal de Salud.

El personal de Salud debiera tener en cuenta los siguientes puntos al atender a adolescentes que no son heterosexuales:

1. Derivar a otro profesional si hay dificultades personales para atenderlos.

2. Asegurar al paciente que su confidencialidad está protegida. Discutir con ellos si es apropiado que sus padres se enteren y si quieren que esa información se registre en la ficha.

3. Ayudarlos/as a pensar acerca de sus sentimientos cuidadosamente, para clarificar si hay o no confusión con respecto a su orientación sexual.

4. Identificar conductas de riesgo (conductas sexuales, consumo de alcohol y drogas) y ofrecer consejería o tratamiento si está indicado.

5. Ofrecer apoyo ante los conflictos que se pueden presentar con sus familias en el proceso de “salir del clóset”.

Actividad: Lección 5 (PDF)

Ejercicios Comodines

Los siguientes ejercicios constituyen técnicas alternativas, son “comodines” que pueden adaptarse para trabajar cualquier tema. Están divididos para ser utilizados en los distintos momentos de un taller: inicio, desarrollo o cierre.

Ejercicios comodines (PDF)

—————————————————————————————

Trastornos Psicológicos Introducción El duelo Depresión Ansiedad de separación Estrés Agresividad Manías y Obsesiones Amistades Trastornos Alimentarios Anorexia Bulimia Obesidad Adicciones Drogodependencia Abuso de sustancias psicoactivas Proceso Terapéutico Violencia Bullying Violencia Juvenil Violencia de Género e intergénero Violencia al hombre. Violencia contra sí mismo    

Trastornos Psicológicos  

INTRODUCCIÓN

El trastorno psicológico más frecuente del mundo actual es, sin lugar a dudas, la depresión. Los problemas de falta de recursos económicos y las cada vez mayores exigencias sociales para ir al ritmo de la vida «moderna», unidos a la soledad y a frecuentes dificultades para establecer relaciones afectivas duraderas y gratificantes son algunas de las causas del trastorno depresivo. Sin embargo, de toda la población, los adolescentes y ancianos son actualmente los grupos más vulnerables a padecer este tipo de trastorno, junto depresión. A otros como la ansiedad, el alcoholismo y la demencia. Los expertos insisten en que, en la mayoría de los casos, un adecuado diagnóstico y un manejo terapéutico oportunos pueden ser la clave para el correcto abordaje de este tipo de alteraciones. 

La adolescencia, es un periodo de transición, una etapa del ciclo de crecimiento que marca el final de la niñez y prenuncia la adultez, para muchos jóvenes la adolescencia es un periodo de incertidumbre e inclusive de desesperación; para otros, es una etapa de amistades internas, de aflojamiento de ligaduras con los padres, y de sueños acerca del futuro.

Muchos autores han caído en la tentación de describir esta edad con generalizaciones deslumbrantes, o al contrario, la califican como un una etapa de amenazas y peligros, para descubrir, al analizar objetivamente todos los datos que las generalizaciones, de cualquier tipo que sean, no responden a la realidad. Si hay algo que podamos afirmar con toda certeza, podemos decir que, esta edad es igual de variable, y tal vez además que cualquier otra edad. No hay teorías fáciles con que podamos definir a todos los adolescentes, ni las explicaciones que se dan de su comportamiento nos bastaran para comprenderlos.

Para la persona que quiera comprender la conducta del adolescente se dice que es una etapa de transición ya que es la línea divisoria entre la seguridad de la niñez y el mundo desconocido del adulto, en cierto sentido, la adolescencia ha venido a ser una etapa del desarrollo humano con naturaleza propia, distinta de las demás, un periodo de transición entre la niñez y adultez, sin embargo, si solo se define como la terminación de la niñez por un lado y el principio de la edad adulta por otro, el concepto adolescencia y para el adolescente mismo.

El término adolescente se usa generalmente para referirse a una persona que se encuentra entre los 11 y 19 años de edad, periodo típico entre la niñez y la adultez. Este periodo empieza con los cambios fisiológicos de la pubertad y termina cuando se llega al pleno status sociológico del adulto. Sin que esto tome el curso de un estudio minucioso de la adolescencia mencionaremos sólo los rasgos o características de ésta.

En general, el adolescente atraviesa por tres duelos importantes que son:

1. El duelo por el cuerpo infantil, aquel cuerpo que ya no tiene y que está siendo sustituido por uno que todavía no conoce y que le genera sentimientos encontrados de vergüenza y aceptación, lo que es claramente un signo de crecimiento.

2. El duelo por la personalidad infantil, que enfrenta al adolescente a pensar y ver la vida de forma distinta.

3. El duelo por los padres infantiles, que ya no son aquellos héroes o ídolos perfectos que uno miraba hacia arriba, sino que ahora se convierten en seres humanos con defectos, virtudes, aciertos y equivocaciones. El adolescente en general atraviesa una búsqueda de sí mismo y de su identidad; va de tendencias individuales a tendencias grupales, un comportamiento en el que busca uniformidad y una contención a tantos cambios; tiene necesidad de intelectualizar y fantasear, sufre crisis de actitudes sociales reivindicatorias y religiosas; presenta una clara denunciación temporal en la que lo importante aparece siempre más cercano en el tiempo que lo que no tiene interés; atraviesa por una evolución sexual que va desde el autoerotismo hasta la sexualidad adulta, pasando por todas las formas de sexualidad polimorfa ; vive una separación progresiva de los padres; tiene muchas contradicciones en todas las manifestaciones de la conducta y del pensamiento y sufre de constantes fluctuaciones del estado de ánimo y del humor.

Está en un proceso de adaptación a cambios físicos, intelectuales, sociales y emocionales, intentando desarrollar un concepto positivo de sí mismo, así como experimentar y crecer hasta conseguir su independencia. También está concentrado en desarrollar un concepto de identidad y de valores personales y sociales, así como en experimentar la aceptación social, la identificación y el afecto entre sus pares. El desarrollar enfoques positivos respecto de la sexualidad, que incluyan valores, consideración, placer, emoción y deseo dentro del contexto de unas relaciones cariñosas y responsables es otra de sus tareas en esta etapa de la vida, para finalmente llegar a ser plenamente conscientes del mundo social y político que les rodea, así como de su habilidad para afrontarlo y de su capacidad para responder de forma constructiva al mismo y poder establecer relaciones con adultos, en las que puedan tener lugar dichos procesos de crecimiento.

Desarrollo

La adolescencia es quizás la época más complicada en todo el ciclo de la vida humana. No sabemos porque la maduración comienza cuando lo hace, ni podemos explicar tampoco cuál es el mecanismo exacto en la que la desencadena, solo sabemos que a cierta edad determinada por factores biológicos esto ocurre. Todos estos factores ayudan de una manera u otra a crear responsabilidad en cada joven, lo que hace temprana o tardíamente que este obtenga una maduración intelectual que le hará abrir la memoria y pensar mejor las cosas antes de actuar.

Suspender un examen o recibir “calabazas” de “él” o de “ella” puede conducir a estar un poco “depre” un día o dos. Esto no es “depresión” auténtica, que es el estado de infelicidad permanente sin causa conocida razonable.

Otra cosa es cuando hay estados patológicos permanentes y graves, ante los que debemos actuar. En primer lugar, consultar con un profesional, que podemos encontrar en el mismo centro de estudios. Ayudarles a crecer sanos y felices es nuestro cometido.

Prevenir antes que curar, y para ello algunos consejos:

1. Transmitir cariño y seguridad a los hijos.

2. Ayudarles a desahogarse.

3. Hablar con ellos de sus emociones y sentimientos.

4. Evitar el ruido y el jaleo en la casa.

5. Preguntarles frecuentemente y escucharles.

6. Acostumbrarles a retrasar la satisfacción inmediata de sus deseos, y no buscar la gratificación inmediata en todo lo que hacen.

7. Acostumbrarles a pensar bien de los otros y ver el lado positivo de las cosas.

8. Enseñarles a hacerle frente a los problemas con sentido del humor.

9. Reforzar su optimismo.

10. Estimular su creatividad.

La depresión

Puede ser una respuesta temporal a muchas situaciones y factores de estrés. En adolescentes, el estado anímico depresivo es común, debido al proceso normal de maduración, al estrés asociado con éste, a la influencia de las hormonas sexuales y a los conflictos de independencia con los padres. A menudo es difícil diagnosticar la verdadera depresión en adolescentes, debido a que su comportamiento normal se caracteriza por altibajos en el estado anímico Estos estados de ánimo pueden alternar en períodos de horas o días.

La depresión anímica persistente, el rendimiento escolar inestable, las relaciones caóticas con familiares y amigos, la drogadicción y otros comportamientos negativos pueden indicar un episodio depresivo serio. Estos síntomas pueden ser fáciles de reconocer, pero la depresión en los adolescentes, con frecuencia, comienza de manera muy diferente a estos síntomas clásicos.

Para entrar en materia, es importante señalar que toda definición de la depresión debería asentarse sobre un doble pilar: el del afecto y el de las ideas. La depresión puede ser un síndrome, es decir, un conjunto de síntomas, o bien, puede aparecer como síntoma asociado en otra entidad o trastorno, por ejemplo, como consecuencia de una enfermedad. Desde una perspectiva clínica, la depresión consiste en un estado de ánimo bajo, con pérdida del interés en casi todas las áreas y actividades, lo que representa un cambio drástico en la manera de ser de la persona, previo a la aparición de estos síntomas, y con características agregadas como la alteración del apetito, alteraciones del sueño, agitación o enlentecimiento psicomotriz, disminución de energía, sentimientos excesivos o inadecuados de inutilidad, sentimientos de culpa, dificultades de pensamiento o de concentración e ideas de muerte o suicidio recurrentes.

También se presentan, sentimientos de tristeza, de desamparo, amor propio disminuido, sentimientos de que la seguridad está amenazada debido a la pérdida de algo o alguien que la garantizaba e incapacidad de enfrentarse solo a las diferentes exigencias de la vida. Desde una perspectiva psicoanalítica, la depresión es básicamente la elaboración de un duelo. Un duelo por algo que se perdió, algo que se tenía y que ya no se tiene. En todas las situaciones algo se está viviendo como inalcanzable, algo se desea tener y no se ha conseguido. Sin embargo, a diferencia de otros trastornos, la depresión no se puede definir fácilmente por su génesis, por lo que pone en marcha, ya que puede estar relacionada con la historia del paciente y no ser una causa directamente relacionada en tiempo y espacio con la presentación de los síntomas.

De lo anterior se concluye que el núcleo de la depresión, en tanto estado, no lo podemos buscar ni en el llanto, ni en la tristeza, ni en la inhibición psicomotriz, pues todos estos estados pueden o no estar presentes en una persona deprimida. Sin embargo, algo que sí está presente es el tipo de ideas que poseen en común todos aquellos cuadros en los cuales por lo menos una de estas manifestaciones está presente.

La no realizabilidad de un deseo mediante el cual alcanzaría un ideal, o la consecución de un logro menor que provoca que se sienta arruinado, fracasado, inferior, culpable. Es decir, el núcleo de la depresión lo van a constituir estas ideas de inferioridad, autorreproche, fracaso, e incluso, en algunos casos, ideas de muerte.

Otra característica de la depresión es que los afectos están entrecruzados con las ideas, aunque se trata de entidades separables. Tal entrecruzamiento es muy visible en los casos de pacientes tratados con antidepresivos, en los cuales queda expuesto que el químico trabaja sólo en los niveles que modifican la conducta y, por lo tanto, en las sensaciones afectivas; pero donde también, como consecuencia, se modifican los sistemas de ideas (auto reproches, desvalorización, pesimismo, temas hipocondríacos, ideas de suicidio, etc.), que asimismo se ven afectados por este tipo de tratamiento psicofármaco lógico. Es decir, las drogas actúan sobre los afectos, sobre las emociones, y estas a su vez actúan sobre las ideas, modificándolas. Es importante señalar que, por todo lo anterior, la depresión forma parte de los trastornos del humor o de la afectividad. Lo complicado es que no todos los síntomas deben o pueden estar presente para que se realice el diagnóstico; es decir, puede haber una depresión sin que haya auto reproches. Al igual que, por ejemplo, la tristeza, puede estar detonada por los auto reproches, pero tampoco se puede explicar sólo por esta causa.

Dentro de las conceptualizaciones psicoanalíticas existen varios factores importantes en la detonación de la depresión. Es importante resaltar algunos de estos.

En primer lugar, está el papel que juega el narcisismo, en el cual se entiende que el individuo se ha tomado a sí mismo como objeto de amor, por lo que se ve a sí mismo como un ideal, sin embargo, este ideal no es como se quería y por lo tanto no se pude amar a sí mismo, por lo que se vuelve inalcanzable ese deseo. Esto puede ocurrir cuando el sujeto en cuestión triunfa ante otros, pero ese triunfo no es reconocido por sí mismo debido a ataduras inconscientes internas. Esto se llama colapso narcisista.

Por otro lado, la depresión se puede dar ante los triunfos o éxitos logrados por otra persona que funciona como un espejo ante lo que el sujeto no puede lograr.

Otro tipo es el de la depresión relacionada a la culpa y a la agresión. Esta última, aunque es un tema muy complejo y ligado a varios factores, podría simplificarse de la siguiente forma: la agresión, considerada como la intencionalidad de provocar daño o sufrimiento (físico o moral), sólo por el placer que ello implica y que trae como consecuencia una culpa depresiva de haber dañado al otro.

De todo lo anterior se puede desprender que otra manera de clasificar la depresión depende del tipo de ideal en juego que se encuentre perdido o lejos de lo alcanzable. Así, si el ideal es la perfección narcisista, cuando esta no se cumple y se da lo que llamamos anteriormente un colapso, estaríamos hablando de una depresión narcisista. Si el ideal hace referencia a no hacer daño, y algo se daña, entonces hablamos de una depresión culposa. Esta culpa es consecuencia del sentimiento de que se ha atacado al objeto y se lo ha dañado. Se da también el hecho de que se sienta perdido al objeto de amor -por estar dañado- y que además de la culpa, se dé una depresión por la pérdida de este objeto

También está la depresión por pérdida de objeto donde no se cumplen las dos condiciones anteriores y estamos ante una situación de duelo por muerte de un ser querido. Es importante señalar que además se pueden dar los casos mixtos donde en ocasiones se presentan diferentes patrones al mismo tiempo, así como subclases en cada tipo particular.

De todo lo anterior podemos decir lo siguiente acerca de la depresión: sabemos que en primer lugar se tiene un deseo que se mantiene; en segundo lugar, ese deseo tiene la característica de inalcanzable o irrealizable, y en tercer lugar, se da una fijación de ese deseo, es decir, la imposibilidad de pasar a otro.

También sabemos que, aunque la tristeza puede ser un síntoma de la depresión, no es lo mismo, y además no siempre está presente. Entonces, para afinar un poco, la sintomatología de la depresión puede incluir una inhibición motriz, lentificada o agitada, pero en ambos casos se ve inhibido el poder de acción (es decir, no se puede concluir ninguna actividad); asimismo se presentan auto reproches y visión pesimista de la vida. (Es importante señalar que la tristeza, a diferencia de los demás rasgos, es una identidad por sí misma y que se define como tal, por caracteres propios.)

Es importante recordar también que entre los principales procesos emocionales involucrados en comportamientos autodestructivos pueden citarse: internalización de sentimientos agresivos, identificación con personas que han muerto, auto devaluación, percepciones ilógicas e irreales de sí mismo, auto atribuciones negativas, fijación de metas personales de vida poco reales con expectativas ilusorias de éxito. Las situaciones de estrés, el abuso sexual familiar, conflictos familiares, problemas matrimoniales en familias muy inestables, aislamiento social, el deterioro en las habilidades sociales, la existencia de problemas serios en los vínculos con el grupo de pares y amigos son otros factores de peso en los procesos depresivos.

Los síntomas de depresión en los adolescentes

Los síntomas depresivos en los adolescentes son tomados con frecuencia como «comportamiento normal del adolescente», y se considera que son el producto de los cambios hormonales normales, lo que, en muchos casos, dificulta el diagnóstico, negando o retardando la ayuda que necesitan. El mayor número de adolescentes deprimidos está entre los 13 y los 15 años de edad, rango que coincide con las épocas de más baja autoestima de este particular período del crecimiento. Los adolescentes no necesitan «razones de peso» para deprimirse. En apariencia son invencibles e invulnerables, pero en el fondo pueden estar profundamente cuestionados y dolidos, no tienen consolidada su identidad y son severos críticos de sí mismos.

La depresión parece presentarse con mayor frecuencia en familias con problemas maritales, en las que el adolescente tiene más dificultad de establecer su identidad, aunque es importante recordar que cada adolescente es único en la forma que responde al ambiente que lo rodea, no sólo al ambiente familiar sino al escolar y con los amigos. La sensibilidad del adolescente se altera por el manejo de las emociones en conflicto junto con el despertar de la sexualidad.

Los cambios que ocurren en el cuerpo de los adolescentes no son asimilados en forma adecuada por algunos de ellos, lo cual les genera depresión. Adolescentes sometidos a abuso sexual y/o con problemas de orientación sexual (homosexualidad) pueden presentar también un cuadro depresivo. Cerca de los 14 años, las adolescentes tienen el doble de probabilidades de entrar en un cuadro depresivo. El adolescente promedio manifiesta aburrimiento, pérdida de interés, desmotivación y/o tendencias a actuaciones antisociales o apatía (poco interés) ante situaciones que de lo contrario serían atractivas. Es muy factible encontrar comportamientos más bien agresivos, descalificadores y desafiantes que de tristeza o abatimiento como tales.

Los padres con frecuencia notan en ellos bajo rendimiento académico, irritación constante y problemas para dormir. En los casos más severos de depresión, los jóvenes pueden comenzar a pensar en el suicidio. Muchos de los intentos suicidas de la juventud se enmascaran como «accidentes» de severidad considerable, como en las muertes que ocurren como resultado de conducir vehículos automotores a exceso de velocidad, en ocasiones bajo el efecto de drogas o por el consumo de bebidas alcohólicas en adolescentes deprimidos, tal como se comentó anteriormente.

Es importante tener siempre presente el tiempo en el que se han presentado los síntomas. Si el adolescente presenta ideas suicidas, falta de apetito y falta de interés en toda actividad social durante más de 2 semanas, se debe estar muy alerta. Tienden a aislarse y a tener ideas suicidas por los sentimientos de culpa y de incapacidad para afrontar la vida diaria.

La depresión en el adolescente envuelve más problemas interpersonales y de baja estima que la depresión en el adulto. En algunos casos se puede confundir este comportamiento alterado con el síndrome de falta de atención, agresividad, hiperactividad, desórdenes de la alimentación, problemas del sueño, cuando en realidad la enfermedad de fondo es la depresión.

Es parte de nuestra labor el estar con los ojos muy abiertos para detectar este tipo de sintomatología en nuestros adolescentes, para poder brindarles la mejor y más pronta orientación y que así puedan recibir la atención adecuada.

La conducta abúlica de los adolescentes muchas veces no obedece a que no encuentran algo de su interés y estén aburridos sino a que están deprimidos. La etapa adolescente conlleva una serie de situaciones de cambio que hay que afrontar y que no todos pueden lograr con éxito. El hecho de tener un comportamiento retraído en exceso, de mostrarse preocupado, de sentirse temeroso al extremo y aislado pueden ser los síntomas que enciendan la señal de alarma.

Porque la ansiedad está asociada a la depresión, que es una enfermedad, y como tal hay que tratarla convenientemente lo antes posible, para evitar la caída en las adicciones y hasta frecuentemente en el suicidio.

El adolescente afectado está preocupado e invadido de pensamientos pesimistas que no tienen fundamento y la razón no es tanto externa sino interna; un mundo interno con un conflicto sin resolver que se vuelve día a día más amenazante. El adolescente es una persona nerviosa por naturaleza. Y no es para menos, con tantos cambios en su cuerpo y en su entorno. Sin embargo, la ansiedad ha de permanecer siempre entre unos límites, para no interferir de manera negativa en la vida del adolescente. A mayor ansiedad, por ejemplo, peores resultados académicos.

Los adolescentes con niveles altos de ansiedad, suelen mostrarse inseguros, perfeccionistas, con gran necesidad de recibir la aprobación de los demás para que les aseguren la calidad de lo que hacen. Confían poco en sí mismos, les da miedo cualquier situación y requieren la constante presencia del adulto para enfrentarse a sus temores.

Ansiedad de separación

Un tipo concreto de ansiedad, que experimentan algunos adolescentes ante la posibilidad de tener que separarse de sus padres, o de aquellas personas queridas. Sienten un gran temor a los ladrones, a que les pase algo a sus padres… Antes de admitir el verdadero motivo (no querer separarse de sus seres queridos) dan mil justificaciones, incluso pueden presentar un cuadro físico muy espectacular con vértigos, desmayos, dolores de barriga o palpitaciones.

Crisis de ansiedad (ataque de pánico)

Ansiedad en su grado máximo, aparece de forma brusca y suele ser de corta duración (30 minutos). La forma más dramática es la sensación de muerte inminente, el adolescente se pone blanco y presenta un cuadro de lo más llamativo, semejante a patologías físicas muy graves, aunque, lógicamente, sin las secuelas de éstas.

• Palpitaciones, ritmo cardiaco acelerado.

• Sudoración.

• Temblores o sacudidas corporales.

• Sensación de ahogo.

• Dolor en el pecho, molestias alrededor del corazón.

• Náuseas, molestias abdominales.

• Mareo, sensación de pérdida de conciencia.

• Miedo a volverse loco o a perder el control.

• Miedo a morir.

• Sensación de hormigueo en diversas partes del cuerpo.

• Sofocos o escalofríos.

Al adolescente le queda, durante bastante tiempo, el temor a que se repita este episodio, por lo mal que lo pasa; con lo que no es de extrañar que por un tiempo no quieran salir solos, o incluso que no quieran salir de casa.

Tratamiento

• Medicación ansiolítica de acción rápida para controlar el ataque de pánico. • Psicoterapia individual.

• Algunas sesiones de terapia familiar

Video

El estrés adolescente

Según muchos estudios psicológicos, una de las épocas en la vida de los humanos en las que más estamos sometidos a situaciones de estrés es durante la adolescencia, y es que la transición desde la infancia al ser adulto es muy complicada. Sobre todo, porque empiezan a vivir situaciones propias de una persona mayor, sin tener todavía los recursos necesarios para superarlas con éxito.

Según un estudio, una tercera parte de los adolescentes norteamericanos experimentan estrés motivado por “las enormes expectativas de sus padres y la sociedad” y dos tercios experimentan síntomas del estrés al menos una vez a la semana.

La vida surte abundantes factores de estrés en la etapa de mayor fragilidad de la personalidad. Algunos Adolescentes saben encajar bien la llegada del estrés y se sobreponen con facilidad; otros se sienten incapaces de superar estas situaciones, manifestando una serie de conductas desproporcionadas.

Estos son los adolescentes con problemas de adaptación. No se trata de conductas normales ante una situación determinada, como, por ejemplo, la lógica reacción de dolor ante la pérdida de un ser querido. Se trata de reacciones, normalmente, con una mezcla de depresión y ansiedad.

También pueden manifestarse por alteraciones severas de la conducta, como vandalismo, conducción irresponsable, peleas o incumplimiento de las normas sociales propias de su edad. Caso de existir una causa de estrés, concreta y conocida por el adolescente y su entorno, las reacciones desadaptativas suelen aparecer a los tres meses de tener lugar dicho acontecimiento estresante; aunque normalmente son un conjunto de factores los que están influyendo sobre el joven.

¿Hay situaciones especialmente estresantes?

• Terminación brusca de un noviazgo.

• Dificultades de integración escolar.

• Aislamiento social, falta de amigos.

• Problemas de relación con los padres.

Síntomas de estrés

Cansancio, dolores de cabeza, dolores de espalda u otras molestias; Comer, beber o fumar en exceso; Actitud depresiva, tristeza, llanto y desesperanza; Nerviosismo, inquietud y ánimo preocupado; Dificultad para concentrarse; Brotes de mal genio (rabietas); Repentinas fugas del hogar; o por el contrario, retraimiento social.

Tratamiento

El tratamiento de estos adolescentes, debe ser llevado a cabo por psicólogos del ámbito infantil y juvenil, que determinarán la línea terapéutica a seguir, con las debidas sesiones de terapia familiar o psicoterapia individual con el joven.

Normalmente, al intervenir en los factores desencadenantes del estrés, se consigue limitar la mayoría de los síntomas que muestran los chavales. Y aunque, como digo, la evolución suele ser buena, algunos pueden llegar a presentar patologías como son trastornos de la personalidad, o del estado de ánimo (episodio depresivos).

En todo comportamiento humano existe un componente químico y otro aprendido. En situaciones parecidas, dos personas pueden reaccionar de maneras muy diferentes. ¿Debido a los genes? quizá. Es bien sabido, que los niños humillados y maltratados tienden a volverse emocionalmente insensibles a estas situaciones, y aprenden que la agresión, es la respuesta automática ante las contrariedades. Con lo que, de adultos, repetirán este tipo de escenas, siendo ahora ellos los agresores.

¿Es la adolescencia una etapa de especial tendencia a la agresividad?

Es una etapa donde se van dejando atrás los valores de la infancia, y hay una necesidad de encontrar nuevos valores más acordes con los cambios que empiezan a percibir. Puede existir decepción con la sociedad que encuentran, y querer cambiarlo absolutamente todo. Pueden culpabilizar a la familia por lo que no les gusta. Y en definitiva pueden sentirse tremendamente solos, con lo que desarrollarán unos mecanismos de defensa que fácilmente se convierten en agresivos.

Causas de la agresividad

• Factores neurofisiológicos, biológicos y endocrinos.

• Algunas enfermedades mentales.

• La situación económica: pobreza, desempleo, discriminación, marcadas desigualdades económicas, desequilibrio entre las aspiraciones y las oportunidades.

• Las tensiones de una sociedad competitiva, donde se valora la acumulación de bienes exclusivamente materiales.

• La ausencia de proyectos o puntos de referencia.

• Ambiente familiar deteriorado.

• Un sistema escolar ineficaz

La posesión de armas, es un gran factor de riesgo; ya que en cualquier altercado se puede pasar, con más facilidad, de una agresión a un homicidio. ¿Qué hacer? Dependiendo de la causa que esté provocando los comportamientos agresivos, las medidas a tomar serán completamente diferentes. Por ejemplo, si existen alteraciones en el metabolismo de la serotonina cerebral, habrá de ser tratado médicamente, y cuanto antes. Una enfermedad mental, habrá de ser tratada de manera adecuada, también cuanto antes. En cuanto a los factores ambientales, y desde un punto de vista práctico, la familia puede tomar la iniciativa, para evitar o neutralizar conductas de riesgo en los adolescentes.

• Tratar de negociar con el adolescente cualquier situación; evitando, en la medida de lo posible, las imposiciones.

• Escuchar e informar abiertamente sobre determinados riesgos. • Promover actitudes positivas de respeto a los demás.

• Motivar en la línea de la constancia y el trabajo bien hecho.

Manías y obsesiones

Numerosas y variadas en esta edad. No pisar las líneas de las baldosas cuando pasean por la calle, llevar determinadas prendas, decir determinadas palabras…Son ideas que vienen a la cabeza rodeadas de cierta magia. Por ejemplo, “Si digo tal palabra, me traerá suerte” “Si me pongo esta camiseta, hoy me encontraré con fulanito” “Si piso la línea de una baldosa tendré una racha de mala suerte” etc. Pequeñas manías que, como siempre, llevadas a un extremo pueden convertirse en problemas serios, conductas compulsivas donde existe la necesidad imperiosa de realizar una acción que no puede pararse.

La obsesión más frecuente en los adolescentes es su salud física. Dolores de cabeza, palpitaciones inexplicables, sensación de no poder respirar, de tener un nudo en el pecho, imposibilidad de tragar sólidos, sensación de tener un cuerpo extraño dentro del cuello… Se trata, siempre, de órganos percibidos de manera inmediata como vitales.

Algunas conductas obsesivo – compulsivas.

• Excesiva pulcritud en el arreglo del material escolar, la habitación.

• Temor a contaminaciones, lavados prolongados.

• Limpieza repetitiva de los utensilios de comer.

• Evitar tocar determinadas cosas que haya podido tocar cualquiera.

Es habitual, que el adolescente guarde en secreto estas pequeñas manías durante mucho tiempo. Algunos padres, sólo llegan a conocer estas manías cuando interfieren en las actividades cotidianas del adolescente, que es realmente cuando se convierten en un problema.

Tratamiento.

Sólo cuando estas conductas son claramente evidentes e interfieren en la vida del adolescente, haciéndole sufrir es cuando se requiere asistencia psiquiátrica. Creen que están a punto de perder la razón ante la irrupción de estos pensamientos y acciones que no pueden controlar.

Una adecuada medicación antiobsesiva y un apoyo de psicoterapia puede hacer desaparecer estas agobiantes manías y obsesiones.

———————————————————————————————————-

Amigos del adolescente

Al nacer, el bebé es el centro del universo. A medida que avanza la edad, van apareciendo otras personas. Se aprende que los demás, también son importantes. Y que la relación con otras personas es necesaria. El adolescente, necesita a alguien de su misma edad y sexo, para compartir la pesada carga, de todas las dudas que le surgen constantemente. Ha de ser alguien que él vea como “un igual”, con sus mismos problemas e inquietudes. Por eso no vale como amigo un padre o profesor, ya que éstos están investidos de autoridad, aunque no lo pretendan. Además (padres, profesores…) tienen otro papel muy importante y necesario en la vida del adolescente.

¿A quién se escoge como amigo?

• A aquella persona con la que el adolescente puede identificarse. No es importante que el amigo sea igual a uno mismo, es suficiente con que sea percibido así.

• También se escoge o desea como amigo, a las personas populares dentro del grupo.

• En alguna ocasión (las menos), se escoge como amigo a aquella persona que tiene valores complementarios. Por ejemplo, un joven dominante puede buscar un amigo sumiso y viceversa.

Características de la amistad adolescente

• Lealtad.

• Intimidad: el diálogo confidencial es fundamental para que se consolide una amistad en esta etapa.

• Apasionada, por tanto, llena de tormentas, riñas y perdones. El adolescente va aprendiendo que el otro es alguien distinto a él.

• Inestabilidad, propia de la personalidad adolescente. Una amistad íntima puede enfriarse por el simple hecho de cambiar de domicilio o de clase en el colegio, uno de los amigos.

Algunas sugerencias

• Fomentar en el hijo las relaciones sociales, enseñar cómo conocer gente y hacer amigos. Se ha demostrado que aquellos jóvenes que no saben relacionarse con sus iguales en edades tempranas, suelen tener dificultades serias en la edad adulta.

• Facilita el que el hijo vaya a casa con sus amigos, y así podrás conocerlos. Ese muchacho encantador, organizado y trabajador, cuando vienen visitas a casa, no sabe dónde meterse.

Utiliza mil excusas para no salir a saludar y cuando no le queda más remedio que hacerlo, tiembla como un flan, actúa torpemente, y se queda parado en un rincón sin abrir la boca. En el colegio, le ocurre lo mismo, incluso llega a no decir la lección al profesor, por vergüenza. Otros chicos hablan entre sí, en el recreo, él prefiere observar, sin atreverse a participar, aunque confiesa que le gustaría hacerlo.

Síntomas, que aparecen cuando el adolescente tiene que hablar con otras personas: Enrojecimiento facial; Temblor de manos; Palpitaciones; Sudores; Sequedad de boca; Tartamudeo; Sale corriendo en cuanto puede. Causas de la Timidez: falta de confianza en uno mismo; puede proceder también de un complejo de inferioridad, debido a un defecto real o imaginario; Puede aprenderse de los padres; En ocasiones es un papel que se adopta en determinados contextos (colegio, casa…) y no en otros.

¿Qué hacer?

• Los adolescentes, (un 80% de los cuales confiesan ser tímidos) intentan superarlo por sí mismos. Y en la mayoría de las ocasiones, el tiempo acaba ayudando en esta labor.

• Sólo cuando la timidez tenga importantes repercusiones en la vida del joven, se recurrirá a la ayuda de un especialista, que utilizará técnicas de psicoterapia de apoyo.

Trastornos Alimentarios – Cuando la dieta enferma

Realizar un programa de vida sana incluye moderación en el comer y el beber, disminuir las calorías en exceso y las grasas de origen animal, aumentar la alimentación vegetal y con esto las fibras que esas llevan. Atendiendo estás indicaciones se previene el exceso de peso y disminuir el colesterol. Este programa de vida sana también incluye realizar en forma habitual una actividad física que resulte agradable.

Lo descripto en el párrafo anterior es bueno y necesario, pero, aunque parezca paradójico, también puede conducir hacia conductas negativas. Esto ocurre cuando la sociedad en qué se vive sobrevalora la imagen y el cuidado corporal. Existe en cada época de la historia un tipo de figura, biotipo social qué es aceptado cómo bello, pero cuando esto se vivencia en forma neurótica, se transforma en lo contrario de lo que se busca. Se siente como una obsesión impuesta desde afuera que luego se internaliza.

En los mensajes que se reciben a través de los distintos medios de comunicación se encuentra una clara dicotomía.

La obsesión sociocultural por la imagen crea prejuicios contra las formas corporales que no responden al requerimiento social. Esto repercute mucho en los adolescentes, especialmente en las mujeres. Este prejuicio puede comenzar en la niñez, profundizarse en la adolescencia y perpetuarse a lo largo de la vida, lo que conduce a un problema permanente con la alimentación. Está problemática, hoy generalizada en la sociedad, se transforma en una epidemia difícil de desarraigar, que, en lo individual, puede llevar alteraciones y trastornos de la conducta alimentaria.

La anorexia y la bulimia son desordenes de la alimentación que presentan una serie de actitudes conflictivas relacionadas con la comida, el peso y el esquema corporal y una característica muy común en la iniciación del padecimiento de esas enfermedades, es que no se dan a partir de una gordura, sino de una dieta para adelgazamiento sin verdadero sobrepeso o aún con peso considerado normal.

Anorexia

Anorexia es una palabra de origen griego qué significa: sin hambre, sin deseo. La anorexia nerviosa manifiesta una tendencia creciente a la desnutrición, acompañada por un intenso e irracional temor a la comida ir a engordar.

Definiendo en pocas palabras, anorexia es dejar de comer por voluntad propia, aun disponiendo de abundantes alimentos. Al ingerir menos alimentación que la necesaria para mantenerse saludable, la persona pierde peso progresivamente y camina hacia la desnutrición. En principio, las personas anoréxicas tienen peso normal, sin embargo, comienzan a hacer dieta porque se sienten gordas o gordos o porque alguien le dijo al pasar: tienes un kilito de más.

La preocupación por el peso no es un hecho aislado, sino que se produce, en la mayoría de los casos, cuando las personas enfrentan situaciones nuevas en su vida, fundamentalmente relacionadas con el aspecto y la sexualidad.

Quienes padecen esta enfermedad traducen la preocupación por la comida de varias maneras. Pero, por, sobre todo, en las personas anoréxicas hay un exagerado temor a la obesidad que no disminuye ante la pérdida de peso. La alteración del esquema corporal está tan marcada que se sienten obesas a pesar de estar muy delgadas.

Las características más importantes de un cuadro anoréxico son:

  1. rechazo a ingerir alimentos por miedo engordar
  2. disminución importante de peso (más del 15 % del peso mínimo normal para la edad y la estatura).
  3. distorsión de la imagen de su cuerpo. Se ven gordas o gordos.
  4. Disminución de la frecuencia cardiaca y de la tensión arterial.
  5. Intolerancia al frío.
  6. vómitos.
  7. constipación.
  8. piel seca y amarillenta.
  9. trastornos del sueño.
  10. caída del cabello.

Es importante que padres y familiares consulten ante la percepción de varios de estos síntomas. Una consulta a tiempo evita muchos problemas.

Acompañamiento terapéutico

La ajenidad es un posicionamiento propio de patologías con fallas significativas en la simbolización. Es un rasgo que encontramos en los relatos de pacientes anoréxicos, adictos y con ataques de pánico. Suelen ser pacientes traídos a la consulta desentendidos de su patología.

En el caso del ataque de pánico, el miedo súbito a morir es el rasgo principal, el pánico está exacerbado, a diferencia de los pacientes anoréxicos o adictos que, aún con alto riesgo de vida, niegan la muerte.

Ellos exageran, dice María, una paciente de 38 años, anoréxica, traída a la consulta por su hermano, quién se encuentra sumamente angustiado por temor a que se muera. María se niega a comer, aduciendo que está llena. La paciente abusa de anfetaminas indicadas por un médico dietólogo. El hermano enfurecido insiste para que le diga el nombre del médico que María guarda celosamente. El deterioro físico es notable, ella dice sentirse bien, sólo un poco cansada al terminar el día. Se niega a dejar las anfetaminas, argumenta que “esas son las que me sostienen”, si cómo me siento llena y no puedo trabajar. María vive con su madre y su padre enfermo. Ha roto todo vínculo social, sólo sostiene trato mínimo necesario con las compañeras de oficina. Por el cariño hacia su hermano y para darle el gusto, acepta un tratamiento ambulatorio de abordaje múltiple qué incluye acompañante terapéutico.

El abordaje se inicia con entrevistas lo más exhaustivas posibles que permitieron captar la demanda formulada por el paciente, y la de su entorno. Se indago el sentido que poseía el síntoma para ella, y para sus familiares. Se ubicó el tiempo que lleva la crisis y el grado en qué se ha ido perjudicando el lazo social. En la primera visita a la casa, el acompañante terapéutico quedó impactado por qué de los 5 ambientes solo está habitado uno, el living, donde duermen los 3 miembros de la familia.

En los otros cuartos, dice María, hay cosas guardadas, están llenos, mi madre parece de TOC y no quiere tirar nada. La paciente está acostumbrada a este hábito de la madre y lo ha incluido en la rutina de su vida sin cuestionarlo. El hermano recuerda un episodio que aterró a María de pequeña, relata que el hermano mayor se fue a vivir al extranjero después de haber amenazado a la madre con un cuchillo obligándola a tirar las bolsas de basura que comenzaban acumularse en el lavadero. El trabajo que el acompañante terapéutico desarrollo a partir de este descubrimiento estuvo vinculado con el tema de la vivienda. Los espacios llenos y vacíos se conectaron con el vaciamiento del cuerpo. El discurso empobrecido, rasgo característico de las pacientes anoréxicas, fue estimulado y enriquecido, pudiéndose desplazar de la escena la imagen del cuerpo, que suele ocupar un lugar protagónico. En el equipo se elaboró la estrategia a seguir, ideando un dispositivo donde lo familiar no representará un obstáculo para el hacer clínico.

La construcción del abordaje en la singularidad del caso, permitió orientar ese silencio con el que llegó la paciente en su plenitud de goce, hacia nuevos diálogos dentro de la dinámica familiar.

El acompañante busco modular la intervención, teniendo en cuenta la ansiedad que despertaba en la madre de la paciente la amenaza de ruptura de un equilibrio sostenido durante años. Con el objetivo de no agravar la crisis, el acompañante debe saber que no conviene hacer, y tomar con cautela situaciones que pueden llegar a intervenciones inoportunas, cuándo la posibilidad de contención está quebrantada.

Es fundamental contar con un espacio dentro del equipo tratante dónde esos inconvenientes sean dialectizados, y orientados en la dirección que otorga el dispositivo de tratamiento.

Bulimia

La característica principal de esta enfermedad es la irresistible tentación de comer, sin detenerse, grandes porciones de alimentos, especialmente dulces o ricos en calorías. Luego, ante el menor temor a engordar, estos atracones son seguidos por vómitos, abuso de laxantes, ejercicios físicos enérgicos o ayuno riguroso, que derivan en alteraciones del esquema corporal, trastornos menstruales y bruscos aumentos y descensos de peso.

Por lo general, las personas que padecen bulimia manifiestan poca distorsión de su esquema corporal, aunque experimentan un fuerte deseo de adelgazar y una marcada tendencia a sobreestimar las medidas corporales. Y los pacientes suelen ser conscientes de que su alimentación compulsiva es anormal y temen ser incapaces de interrumpir en forma voluntaria el acto de comer.

A posteriori de estos episodios de comilona y purga suelen experimentar animo deprimido y sentimientos de autodesprecio. En forma semejante a los individuos que tienen adicción a las drogas, al alcohol, al tabaco y al juego, las personas bulímicas tratan de convencerse a sí mismas de que el episodio más reciente será el último.

Generalmente la persona enferma de bulimia es una persona que ha intentado compensar una variedad de déficit personales de autorregulación y de autoestima obteniendo delgadez. Y cuando está delgadez reduce el peso más allá del nivel mínimo establecido, aparecen una serie de efectos secundarios fisiológicos y psicológicos que no sólo aumentan la inestabilidad afectiva original, sino que amenazan la autoestima obtenida a través del logro de delgadez.

Lamentablemente en este punto la persona se encuentra en lo que podría denominarse una encrucijada psicobiológica. Esencialmente, la adaptación psicológica desarrollada durante el esfuerzo por adelgazar se halla en pugna con las necesidades biológicas. De hecho, es probable que la persona sienta un impulso implacable de alimentarse.

En esta etapa suele surgir una creencia por la cual la persona interpreta la vivencia interna de hambre cómo señal de pérdida de control y fracaso en su misión. Varias veces al día la persona tiene hambre, hecho que ella interpreta como evidencia de su ineficiencia. Paradójicamente entonces, este esfuerzo termina produciendo un aumento de los déficits de autorregulación y de autoestima originales.

Conducta de la persona bulímica

  1. muestran una preocupación excesiva por el peso y la comida.
  2. son pacientes que se ven obesos no coincidiendo consulta ya y silueta real.
  3. sufren trastornos menstruales.
  4. padecen depresión o cambios de carácter.
  5. tienen atracones de comida asociadas a estrés o ansiedad.
  6. tienen sensación de culpa asociada al acto de comer.
  7. comen en secreto o a escondidas.
  8. esconden alimentos.
  9. roban alimentos.
  10. usan el baño después de comer.
  11. abusan de laxantes y diuréticos.

Ambas enfermedades, anorexia y bulimia, pueden llevar a cambios metabólicos cómo hipotermia (cambios de la temperatura normal del cuerpo), bradicardia (ritmo lento del corazón), hipotensión (tensión insuficiente), y además trastornos dentales.

La familia cumple un rol fundamental para la detección, prevención y tratamiento de esta enfermedad, ya que estos adolescentes no consultan por sí solos.

Se aconseja a los padres que ante la presencia de algunos de estos signos y/o conductas en sus hijos acudan a un facultativo para abordar el tratamiento multidisciplinario de la enfermedad que construye una amenaza seria para la salud y el bienestar del adolescente.

¿Qué hacer y qué no hacer?

A menudo los familiares y amigos de los pacientes con anorexia o bulimia nerviosa consultan porque acaban de descubrir el problema. No saben cómo deben enfocarse, donde deben acudir o cómo convencer al paciente para que se deje ayudar.

Se ha elaborado, con el fin de dar respuesta a las cuestiones que más frecuentemente plantean los familiares, un pequeño decálogo que nos orienta sobre qué hacer y qué no debemos hacer, en una situación de este tipo.

¿Qué hacer?

  • Pensar que es una enfermedad psíquica: ¡Todavía hay personas que piensan que son “manías!», Y que se puede resolver con «mano dura». De ninguna manera son manías, trastornos de la conducta alimentaria son enfermedades mentales en las que la persona sufre mucho a nivel psicológico y que necesita ayuda profesional para salir adelante.
  • Hablar con el familiar afectado: Tenemos que hablar con el afectado con serenidad, pero de forma convincente, que quede claro que sólo queremos ayudarle.
  • Contactar con el médico de cabecera o psiquiatra: Este tipo de problemas deben ser atendidos por un especialista. Pero, si no estamos seguros de lo que pasa, o el paciente se niega a acudir de entrada al psiquiatra, el médico de cabecera le puede orientar y ayudar.
  • Actitud y conducta más normal posible: Tenemos que intentar que el ritmo de vida de la familia se altere lo menos posible. Evidentemente, nunca podrá ser absolutamente normal, pero intentaremos respetar al máximo. De esta manera evitaremos que otros miembros de la familia (hermanos, etc) puedan problemas psicológicos secundarios. También le haremos las cosas más fáciles al paciente.
  • Tener paciencia y constancia: El tratamiento es largo, y hay que mantenga una serie de pautas bastante tiempo, no gastamos todas las energías al principio.

¿Qué no hacer?

  • No tomar decisiones precipitadamente: No debemos correr, el problema no se resuelve en dos días. Es una situación difícil y por lo tanto quiere serenidad y pensar antes de actuar.
  • No «castigar» al paciente: A veces, y con el fin de ayudar al paciente, los familiares pueden tener conductas precipitadas, que el paciente vivirá como castigos. Pueden ser cosas como prohibirle salir de casa, obligarle a comer ciertas cosas o no poder ir al baño solo. Otras veces puede ser por el tono de voz con que le decimos las cosas. Tenemos que esperar a que el especialista nos marque las pautas de actuación.

Video

Obesidad

Existe entre los adolescentes de hoy en día, una preocupación excesiva por el peso. En muchos casos, solicitan hacer dieta, chicas que no lo necesitan en absoluto. O se confunde un sobrepeso, que es fácilmente controlable, con una

obesidad mórbida. Parece que estar delgado sea la solución a muchos problemas de timidez, de relación, incluso familiares. Si uno consigue

estar delgado todo se arreglará.

En cualquier caso, y dejando a un lado exageraciones muy de moda, hay que hablar de obesidad, porque es un problema que existe, y afecta a muchas personas. En estos casos, conviene acudir a un médico para que sea él quien evalúe la necesidad de realizar una dieta, e indique cómo hacerlo. Desconfiar siempre de las dietas milagrosas o de moda entre las amistades.

Causas de la obesidad:

• Enfermedades médicas: hipotiroidismo, enfermedad de Cushing y una variedad de síndromes genéticos, que conviene descartar antes de iniciar una dieta para adelgazar.

• Herencia: los hijos de padres obesos, tienen grandes posibilidades de serlo ellos también.

• Hábitos inadecuados: elevado consumo de alimentos, escasa actividad física.

Efectos de la obesidad:

La obesidad interfiere de varias maneras en los adolescentes, pudiendo incluso acelerar la maduración sexual y el curso del crecimiento.

Las adolescentes obesas, por ejemplo, acostumbran a tener antes su primera regla, y luego sufren trastornos menstruales, (como reglas irregulares

o sangrado importante) con mayor frecuencia que las chicas de peso normal.

La obesidad también puede hacer cesar la regla. Pero aquí quiero destacar la importancia de los efectos psicológicos, que la obesidad tiene, para los

adolescentes que la padecen:

• Autoestima dañada, por bromas crueles de otros adolescentes.

• Preocupación constante por lo que otros adolescentes puedan pensar de ellos.

• Tristeza y aislamiento, que encuentran consuelo en la comida, constituyendo así un círculo vicioso del que es difícil salir.

¿Qué hacer?

Reducir la ingesta de calorías y aumentar el ejercicio físico.

Para conseguir llevar a cabo estas dos pautas, lo más importante es la motivación del adolescente.

Si él no ve los beneficios de perder peso y siente una apatía total hacia el régimen dietético, no tiene sentido insistir, simplemente no funcionará.

Por esto, el apoyo emocional para el paciente obeso, es fundamental.

• Restar importancia al peso.

• No forzar la realización de una dieta, avergonzándose o criticando su peso.

• Organizar las comidas con más tiempo, donde tengan lugar conversaciones agradables.

• Incluir en la nevera frutas, en lugar de helados, para toda la familia.

• Ocasionalmente, puede ser útil recibir tratamiento psicológico, para trabajar adecuadamente los aspectos que pueden estar saboteando sus esfuerzos.

Conclusiones

Los adolescentes son muy conscientes y están seguros de que todo el mundo los observa, entre tanto, su cuerpo continuamente los traicionan; sin embargo la adolescencia también ofrece nuevas oportunidades que los jóvenes abandonan de diferentes maneras.

Depresión, ansiedad, estrés, fobias, complejos, neurosis, anorexia, bulimia… son todos en gran parte los factores psicológicos de los adolescentes.

Debido a los cambios rápidos y profundos que sufren, y a la falta de seguridad para afrontar los problemas que se les presentan, también pueden ser objeto de estas enfermedades.

—————————————————————————————————–

Adicciones

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la adicción es una enfermedad cerebral, igual que otros trastornos neurológicos o psiquiátricos reconocidos, como son la enfermedad de Alzheimer o la esquizofrenia. Además, la equipara a otras enfermedades crónicas, como la diabetes, la hipertensión arterial, el asma o el cáncer.

Para la Asociación Americana de Medicina de la Adicción (ASAM), la adicción es una enfermedad primaria y crónica de recompensa cerebral, motivación, memoria y circuitos relacionados. La adicción afecta la neurotransmisión y las interacciones dentro de las estructuras de recompensa del cerebro, incluidos el núcleo accumbens, la corteza cingulada anterior, el cerebro anterior basal y la amígdala, de manera tal que se alteran las jerarquías motivacionales y las conductas adictivas, que pueden incluir o no el consumo de alcohol y otras drogas.

La adicción se caracteriza por:

> Incapacidad para mantener la abstinencia
> Pérdida del control de los impulsos
> Deseo intenso o ansia de consumo de sustancias (craving)
> Dificultad para reconocer las consecuencias derivadas del consumo
> Respuestas emocionales disfuncionales en las relaciones interpersonales

Al igual que otras enfermedades crónicas, la adicción cursa a menudo con recaídas. Sin el tratamiento adecuado, la enfermedad es progresiva y puede derivar en discapacidad irreversible y/o muerte prematura. Es una enfermedad neurológica y necesita ser tratada por profesionales. Los pacientes adictos son enfermos recuperables y tras un tratamiento adecuado puede rehabilitarse completamente.

Causas

La adicción es una patología compleja de origen biopsicosocial, es decir, las causas son múltiples y actúan de forma compleja para producir el desorden adictivo. Quizás sea esta etiología multifactorial y compuesta la que hace tan difícil la comprensión de la enfermedad.

Que una persona desarrolle la enfermedad de adicción no depende de su entorno ni de factores educativos ni sociales, sino de que tenga una predisposición neurológica que le hace vulnerable a ciertas sustancias y, al entrar en contacto con ellas, desarrolle un trastorno por dependencia.

Es decir, la enfermedad no se desarrolla sobre un vacío, sino que existe una base especial sobre la que asienta la enfermedad: hay vulnerabilidades psicológicas, predisposición genética y mecanismos cerebrales alterados. No obstante, una persona normal, sin ninguna vulnerabilidad aparente puede desarrollar la enfermedad si está expuesta a factores ambientales, consumo crónico y estrés.

Diagnóstico para adictos

El adicto es una persona que bebe o consume drogas, tiene problemas por ello y a pesar de dichos problemas, continúa con el consumo.

Cuando la persona adicta acude a buscar ayuda, la mayoría de las veces no lo hace de forma voluntaria, sino forzada por sus circunstancias o por personas de su entorno más cercano.

A pesar de todos los daños que presenta (problemas familiares, laborales, sociales, legales, graves daños físicos y emocionales), el paciente adicto no dispone ni de la iniciativa, ni de los recursos necesarios para salir de la situación en la que se encuentra y que las drogas no hacen más que empeorar.

Comorbilidad: La enfermedad de adicción con frecuencia se presenta junto a otras patologías psiquiátricas (trastornos afectivos, de la personalidad, etc.). En estos casos, es primordial tratar en primer lugar la adicción, es decir, es necesario abandonar el consumo de sustancias psicoactivas y mantener la abstinencia. Solo así, podrá realizarse tanto un diagnóstico preciso como un tratamiento adecuado a dicha patología asociada.

Estos pacientes siguen el mismo tratamiento que los exclusivamente adictos, aunque en ocasiones son necesarias psicoterapias individuales y consultas psiquiátricas.

Criterios para el diagnóstico de una adicción

A veces es difícil explicar cuáles son los criterios o síntomas que utilizan los profesionales para detectar una posible adicción en una persona que nos viene a ver por primera vez.

Para ello explicamos a continuación los síntomas que sirven de guía de dos ópticas distintas.

Según el DSM-5, para diagnosticar el trastorno por consumo de sustancias debe cumplirse dos criterios de los siguientes, durante 12 meses:

  • Uso peligroso.
  • Problemas sociales o interpersonales relacionados con el consumo.
  • Incumplimiento de los principales roles por su consumo.
  • Síndrome de abstinencia (también para el cannabis).
  • Tolerancia, uso de mayor cantidad de sustancia o más tiempo.
  • Intentos repetidos de dejarlo o controlar el consumo.
  • Emplear más tiempo del que se pensaba en actividades relacionadas con el consumo.
  • Tener problemas físicos o psicológicos relacionados con el consumo.
  • Dejar de hacer otras actividades debido al consumo.

Se clasifica en tres grados de severidad, según el número de criterios que cumpla: leve (2-3), moderado (4-5) y grave (6 o más).

En la 5ª edición de la DSM se incluye dentro del mismo trastorno la conducta adictiva al juego, ya que las conductas adictivas presentan características comportamentales y alteraciones de los sistemas de recompensa cerebrales similares a los de la adicción al consumo de sustancias

Para Griffiths (1998) cualquier comportamiento que cumpla estos seis criterios será definido operacionalmente como adicción.

  1. Saliencia: Se refiere a cuando una actividad particular se convierte en la más importante en la vida del individuo y domina sus pensamientos, sentimientos y conducta.
  2. Modificación del humor: Experiencias subjetivas que la gente experimenta como consecuencia de implicarse en la actividad.
  3. Tolerancia: Proceso por el cual se requiere incrementar la cantidad de una actividad particular para lograr los efectos anteriores.
  4. Síndrome de abstinencia: Estados emocionales desagradables y/o efectos físicos que ocurren cuando una actividad particular es interrumpida o repentinamente reducida.
  5. Conflicto: Se refiere a los conflictos que se desarrollan entre el adicto y aquellos que le rodean (conflicto interpersonal), conflictos con otras actividades (trabajo, vida social, intereses, aficiones), o dentro de los propios individuos (conflicto intrapsíquico) que están involucrados con la actividad particular.
  6. Recaída: Es la tendencia a volver los patrones tempranos de la actividad que vuelven a repetirse, restaurando los patrones más extremos de la adicción tras muchos años de abstinencia o control.

Por lo tanto, lo importante en la adicción no es la actividad concreta que genera la dependencia, sino la relación que se establece con ella. Es una relación negativa, incluso destructiva que el sujeto se muestra incapaz de controlar.

Esto nos puede ayudar a verificar si un amigo o familiar puede estar sufriendo una adicción, pero no podemos asegurarlo hasta que un profesional del campo de las adicciones tiene una consulta y ratifica el diagnóstico.

El modelo de Prochaska y Diclemente: un modelo de cambio

A  partir de la pregunta: “¿Qué es lo que hace cambiar a las personas cuando pretenden modificar alguna situación indeseable o problemática?, James Prochaska y Carlo Diclemente crearon un modelo para intentar comprender qué, cómo, cuándo y por qué cambian las personas. A través de investigaciones enfocadas en estudiar el fenómeno del cambio intencional, desarrollaron su modelo transteórico, compuesto por estadios, procesos y niveles.

LOS ESTADIOS DEL CAMBIO

Los estadios representan la dimensión temporal, es decir, cuándo cambia la gente. Al ayudar a alguien se debe considerar el momento particular en el que se encuentra. Se postula que, para lograr el cambio, una persona debe pasar por etapas bien definidas y predecibles, las cuales deben ser respetadas para facilitar el proceso.

Para alcanzar el éxito en el cambio, resulta fundamental saber en qué etapa se encuentra la persona con relación a su problema, con el fin de diseñar procedimientos específicos que se adecuen a cada sujeto. En otras palabras, lo que se busca es la relación terapéutica y el tipo de intervención adecuados para cada persona dependiendo del estadio en que se encuentre.

1. Precontemplación: es probable que el paciente concurra por constricción externa (orden judicial, familiares, etc.), manifestando negación del problema y sin considerar realmente el cambio.  El riesgo de abandono aquí varía entre un 40% y un 60%, e incluso a un 80% en casos relacionados con el consumo de sustancias.

2. Contemplación: el sujeto reconoce tener un problema, se muestra más receptivo a la información en cuanto a su problema y las posibles soluciones, aunque vacila en cuanto al momento de iniciar el cambio, dudando aún sobre sus beneficios.

3. Preparación: en esta etapa la persona se halla lista para la actuación, habiendo dado algunos pasos en pos del objetivo.

4. Acción: se refiere al momento en que se hacen más evidentes los pasos que se toman para lograr el cambio. Su duración es de 6 meses.

5. Mantenimiento: sigue a la acción y dura otros 6 meses, el propósito en este estadio radica en sostener los cambios logrados a través de la modificación del estilo de vida y la prevención de recaídas.

6. Finalización: el cliente ya no necesita de la utilización de ningún proceso de cambio a fin de impedir la recaída o el regreso al problema.

Es importante destacar que, al intentar cambiar un problema, gran parte de los sujetos recaen al menos una vez en el proceso, pero la mayoría de ellos suele volver a empezarlo desde la etapa de contemplación o preparación, para luego pasar a la acción. Es por esto que se dice que el cambio no sigue un patrón lineal, sino más bien uno en espiral. La mayoría de los sujetos incorporan nuevas estrategias y conocimientos a partir de los experimentado en las recaídas.

También es primordial que el terapeuta recuerde que los estadios del cambio son específicos para cada conducta-problema.

LOS PROCESOS DEL CAMBIO

Se refieren a la dimensión procesal (cómo cambian las personas). En otras, son las herramientas utilizadas por cada individuo en su propósito de solucionar determinados problemas.

Los procesos de cambio que podemos encontrar con más frecuencia, son:

1. Concientización: se refiere a las actividades que procuran incrementar el grado de información que trae un estímulo a la persona, de modo tal que pueda obtener respuestas efectivas. El objetivo es la toma de conciencia sobre las experiencias tanto cognitivas como afectivas. Cualquier aumento de conocimiento, sea de la fuente que sea, también incrementa la conciencia. Algunos procedimientos terapéuticos para aumentar la conciencia sobre el individuo o la naturaleza de su problema son: la psicoeducación, la reestructuración cognitiva, la interpretación y la confrontación.

2. Autoreevaluación: es un proceso desencadenado por algunas actividades que la persona realiza luego de reevaluar aspectos cognitivos y afectivos. Consiste en la reflexión sobre la necesidad de cambiar o no las cosas, el conflicto con su sistema de valores y los posibles beneficios y desventajas. Es común que el sujeto sienta que, si bien las cosas mejorarían con el cambio, este tendría un costo.

3. Autoreevaluación social: el individuo considera que, si el cambio sucede, su entorno sería más saludable.

4. Autoliberación: luego de hacer una retasación de su situación, la persona toma la decisión de cambiar la conducta problemática.

5. Liberación social: consiste en actividades que ayuden a que el individuo tenga más alternativas para elegir; al modificar el entorno de la persona también se puede ayudar a que otros cambien.

6. Relieve dramático: es cuando se experimentan y expresan emociones producidas por las consecuencias negativas que conlleva la conducta problema.

7. Contracondicionamiento: es un proceso conductual que consiste en la modificación de una respuesta (ya sea motora, fisiológica o cognitiva) que son provocados por estímulos condicionados a una conducta específica; con dicho proceso se logra favorecer y desarrollar más opciones de conducta (ejemplo de esto son las técnicas de control de ansiedad, como los ejercicios de relajación y respiración).

8. Control de estímulo: esta técnica implica una reestructuración del ambiente con el objetivo de reducir la probabilidad de que el estímulo se presente.

9. Manejo de lo eventual: el objetivo central de este proceso es utilizar una serie de actividades para cambiar las consecuencias que siguen al comportamiento problemático mediante un sistema de refuerzos y castigos. Este último no sólo es cuestionable desde un punto de vista ético sino que tampoco es usado con frecuencia por terapeutas y por las personas que consiguen cambiar exitosamente solas. Una forma de refuerzo que es muy simple y eficaz es la autovaloración.

10. Relaciones de ayuda: es esencial para lograr el cambio y se refiere simplemente, al apoyo social que pueden proveer los familiares, amigos, etc.

NIVELES DEL CAMBIO

Estos niveles constituyen la dimensión objetal o lo que debe ser cambiado. Y se representa por varios niveles interrelacionados que engloba los problemas psicológicos susceptibles de tratamiento, a saber:

  1. Síntoma/Situación.
  2. Cogniciones desadaptativas.
  3. Conflictos actuales interpersonales.
  4. Conflictos familiares/sistemas.
  5. Conflictos intrapersonales.

Es muy importante que, al momento de la intervención, el terapeuta pueda definir a cuál nivel demanda ser ayudado el sujeto porque suelen variar aún en pacientes que presentan síntomas similares.

Prochaska y Diclemente recomiendan comenzar con el primer nivel debido a que:

a) Las personas que intentan cambiar solas tienden a utilizarlo más.
b) Es el nivel que menos resistencia ofrece y es más accesible a la conciencia.
c) Por último, suele representar el motivo de consulta.

Si el cambio no se concreta se puede recurrir a la estrategia de cambio de nivel. Aunque si el paciente reclama desde la primera entrevista, ser ayudado desde cierto nivel, se utiliza la estrategia del nivel clave. Por último, puede suceder que el sujeto llegue demandando al mismo tiempo problemas en varios niveles, la estrategia que se utiliza aquí es la de impacto múltiple.

Video

¿Se puede tratar la drogadicción?

Sí, pero no es simple. Como la adicción es una enfermedad crónica, una persona no puede simplemente dejar de consumir drogas unos pocos días y curarse. La mayoría de los pacientes necesitan atención a largo plazo o repetida para poder dejar completamente las drogas y recuperar su vida.

El tratamiento de la adicción puede ayudar a una persona a:

  • dejar de consumir drogas
  • mantenerse alejada de las drogas
  • ser productiva en la familia, el trabajo y la sociedad

Principios de un tratamiento eficaz

De acuerdo con la investigación científica realizada desde mediados de la década de 1970, todo programa eficaz de tratamiento debería tener como base los siguientes principios fundamentales:

  • La adicción es una enfermedad compleja pero tratable que afecta el funcionamiento cerebral y el comportamiento.
  • No existe un tratamiento único que sirva para todos.
  • Las personas necesitan tener acceso rápido al tratamiento.
  • El tratamiento eficaz abarca todas las necesidades del paciente, no solo el consumo de drogas.
  • Continuar con el tratamiento durante todo el tiempo que sea necesario es un factor clave.
  • La orientación psicológica y otras terapias conductuales son las formas más comunes de tratamiento.
  • Los medicamentos son a menudo una parte importante del tratamiento, especialmente cuando se combinan con terapias conductuales.
  • Los planes de tratamiento se deben evaluar con frecuencia y se deben modificar como sea necesario para adaptarlos a las necesidades cambiantes del paciente.
  • El tratamiento debe abordar también otros posibles trastornos mentales.
  • La desintoxicación con ayuda clínica es solo la primera etapa del tratamiento.
  • No es necesario que el tratamiento sea voluntario para que sea eficaz.
  • El consumo de drogas durante el tratamiento se debe vigilar constantemente.
  • En los programas de tratamiento se hacen pruebas de VIH/sida, hepatitis B y C, tuberculosis y otras enfermedades infecciosas y los pacientes aprenden las medidas que pueden tomar para reducir el riesgo de contraer esas enfermedades.

¿Cuáles son los tratamientos para la drogadicción?

Son varias las opciones de tratamiento para la drogadicción que han dado buenos resultados. Entre ellas se cuentan:

  • orientación conductual
  • medicación
  • aplicaciones y dispositivos médicos que se usan para tratar los síntomas de abstinencia o instruir al paciente sobre el desarrollo de nuevas aptitudes
  • evaluación y tratamiento de problemas concurrentes de salud mental, como la depresión y la ansiedad
  • seguimiento a largo plazo para evitar la recaída

Contar con una gama de servicios asistenciales en un programa personalizado de tratamiento y tener opciones para el seguimiento pueden ser cruciales para el éxito del programa. El tratamiento debe incluir servicios médicos y de salud mental como sea necesario.

El seguimiento puede incluir sistemas de apoyo para la rehabilitación basados en la comunidad o en la familia.

Como reconocer un trastorno por consumo de drogas

Preguntas para personas adultas:

  1. ¿Consumes la droga en mayor cantidad o durante más tiempo de lo previsto?
  2. ¿Deseas consumir menos o dejar completamente la droga pero no puedes?
  3. ¿Pasas mucho tiempo buscando, consumiendo o recuperándote de la droga?
  4. ¿Sientes deseos intensos y urgencia de consumir la droga?
  5. ¿Eres incapaz de manejar tus responsabilidades en el trabajo, el hogar o la escuela por el consumo de la droga?
  6. ¿Continúas consumiendo la droga incluso si te causa problemas en tus relaciones?
  7. ¿Renuncias a importantes actividades sociales, recreativas o relacionadas con el trabajo por el consumo de la droga?
  8. ¿Consumes drogas una y otra vez, aun cuando el hacerlo te pone en peligro?
  9. ¿Continúas consumiendo, aun cuando sabes que un problema físico o mental que tienes podría ser consecuencia de la droga o haber empeorado por ella?
  10. ¿Consumes mayor cantidad de droga para obtener el efecto que buscas?
  11. ¿Tienes síntomas de abstinencia que se alivian cuando consumes más droga? (Algunos síntomas de abstinencia son evidentes, pero otros pueden ser más sutiles, como sentirse irritable o nervioso.)

Preguntas sobre adolescentes o adultos jóvenes que todavía viven en el hogar familiar:

  1. ¿El adolescente/joven pasa tiempo con amigos diferentes?
  2. ¿Ha dejado de preocuparle su apariencia?
  3. ¿Sus calificaciones y desempeño en la escuela están empeorando?
  4. ¿Falta a clase o a la escuela o quiere dejar de estudiar?
  5. ¿Está perdiendo interés en sus actividades favoritas?
  6. ¿Tiene problemas de conducta en la escuela o problemas con la policía?
  7. ¿Ha cambiado sus hábitos de sueño o de comida?
  8. ¿Tiene más problemas con la familia y los amigos?

Si la respuesta a todas o algunas de estas preguntas es sí, tu amigo o ser querido podría tener un problema por consumo de drogas. En los casos más graves, ese problema se llama adicción. Le puede suceder a cualquiera, a personas de todo tipo y nivel, a ricos y pobres, y puede suceder a cualquier edad.

Acompañamiento terapéutico

La clínica con pacientes adictos permite rastrear cómo la sustancia cumple la función de borrar, anular todo posible intervalo, no hay lugar para el encuentro con la falta, hay placer inmediato.

El mundo pulsional para los toxicómanos es insoportable. El toxicómano no puede hacer otra cosa con la pulsión que ponerla en acto. El problema surge cuando se le invita a hablar y en el hablar también se infiltra la pulsión. La pulsión “quiere la ejecución, funciona en silencio en el interior de lo que se dice.

Es la palabra la qué hace del tiempo una instancia. Se trata de no someterse al tiempo de la pulsión, y poder pasar del sin tiempo de la sustancia, al propio tiempo. En el paciente adicto, el súperyo no está ubicado cómo prohibición sino como mandato a gozar, frente a lo cual solo queda obedecer. El tóxico aparece cómo el modo de escape al imperativo caprichoso, pero finalmente termina siendo lo mismo, porque la sustancia empuja aún más y más fuera de todo límite, el adicto lo nombra cómo la experiencia de empuje a consumir donde ya no se encuentra dimensión placentera y todo queda reducido a la condición de objeto. La obediencia aparece sin pensamiento, ni mediación que ubique una dimensión de falta, de duda.

En las adicciones hay un enmudecimiento del sujeto que por su acto silencia su palabra.

La reiteración del acto está al servicio de ocultar los interrogantes. Las intervenciones en un principio tienen el sentido de instalar un NO, un no al goce. Desde lo real se trata de impedir lesiones sobre el propio cuerpo e intoxicaciones y desde lo simbólico se opera con la ley, que no es caprichosa ni arbitraria, sino en relación a un reglamento. Un funcionamiento que opera cómo normativizante. Lo que se pretende producir en la admisión de la urgencia es que el sujeto se responsabilice de las condiciones de su goce.

Drogodependencia

Existen múltiples definiciones del término drogadependencia, siendo una de las primeras la formulada por la Organización Mundial de la salud en 1964:estado psíquico, y a veces físico, resultante de la interacción de un organismo vivo y una droga, caracterizado por un conjunto de respuestas comportamentales que incluyen la compulsión a consumir la sustancia de forma continuada con el fin de experimentar sus efectos psíquicos o, en ocasiones, de evitar la sensación desagradable que su falta ocasiona.

Los fenómenos de tolerancia pueden estar o no presentes. Un individuo puede ser dependiente de más de una droga. El 1981, la misma OMS completa está definición indicando que debe contemplarse la dependencia cómo un conjunto de fenómenos cognitivos, comportamentales y fisiológicos que exigen la utilización de una serie de criterios de referencia para su delimitación y diagnóstico.

El manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) contempla la drogodependencia cómo una categoría diagnostica caracterizada por la presencia de signos y síntomas cognitivos, conductuales y fisiológicos qué indican que el individuo ha perdido el control sobre el uso de sustancias psicoactivas y las sigue consumiendo, a pesar de sus consecuencias adversas.

Los criterios que propone el DSM-IV para establecer el diagnóstico de dependencia de sustancias psicotrópicas son:

*Patrón desadaptativo qué conserva un deterioro o malestar clínicamente significativos, expresado por 3, o más,  de los ítems siguientes en algún momento de un periodo continuado de 12 meses:

1.Tolerancia.

2.Abstinencia.

3.La sustancia es consumida con frecuencia en cantidades mayores o durante un periodo más largo de lo que inicialmente se pretendía.

4.Existe un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o interrumpir el consumo de la sustancia.

5.Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la sustancia.

6.Reducción de importantes actividades sociales, laborales o recreativas debido al consumo de la sustancia.

7.Se continúa tomando la sustancia, a pesar de tener conciencia de problemas psicológicos o físicos recidivantes o persistentes, que parecen causados o exacerbados por su consumo.

Es solamente necesaria la presencia de tres de estos síntomas durante un periodo mínimo de un mes o que se hayan presentado repetidamente durante un periodo largo de tiempo para poder efectuar su diagnóstico.

En el DSM-IV, la gravedad de la dependencia no se valora en función del tipo de droga, la cantidad consumida o la presentación del síndrome de abstinencia, sino a partir de la presencia de los síntomas citdos, del deterioro conductual y del grado de interferencia que estos síntomas producen en la vida laboral y social del individuo, excepto en el caso de la dependencia del tabaco que no conserva tales consecuencias.

La tolerancia y/o abstinencia solo participan en el diagnóstico cómo dos síntomas más del conjunto de criterios que se utilizan para el diagnóstico de dependencia.

Progresivamente se empieza a delimitar otro tipo de dependencia, la social, consistente en la necesidad de consumir tóxicos cómo signo de pertenencia a un grupo social qué proporciona claros signos de identidad. La abstinencia puedes generar en los drogodependientes graves crisis relacionales capaces de provocar la reanudación del consumo con el fin de restablecer el equilibrio social en el que se encontraban confortables.

Abuso de sustancias psicoactivas.

El DSM-IV mantiene el concepto de abuso de sustancias psicoactivas como una categoría diagnostica residual qué se aplicara a aquellos modelos desadaptativos del uso de estas sustancias que no lleguen a cumplir los criterios de dependencia. Para el diagnostico se requiere que el consumo de la sustancia haya sido efectuado repetidamente durante un periodo de 12 meses.

El Real Colegio de psiquiatras británico formula el 1987 una definición extraordinariamente operativa: Se entiende por abuso cualquier consumo de droga que dañe, o amenacé con dañar, la salud física, mental o el bienestar social de un individuo, de diversos individuos o de la sociedad en general. Asimismo, se considera abuso el consumo de cualquier sustancia clasificada cómo ilegal. Quedan claramente incluidos en esta definición el uso peligroso de drogas legales como el alcohol y el tabaco, el empleo incorrecto de indiscriminado de medicamentos y el consumo de sustancias ilegales.

Trastorno por uso de múltiples sustancias psicoactivas.

El DSM-IV lo define como el consumo repetido, durante un periodo de seis meses, de un mínimo de 3 sustancias psicoactivas, excluyendo nicotina y cafeína, sin que el consumo de ninguna de ellas predomine sobre el de las demás. Sí exige que se cumplan los criterios para efectuar el diagnóstico de dependencia considerando el conjunto de todas las distintas sustancias consumidas por el individuo o un grupo y sin que este diagnóstico pueda hacerse para ninguna de ellas en particular.

Tolerancia

Proceso farmacocinéticos y farmacodinámicos que obliga aumentar progresivamente la cantidad de sustancia consumida con el fin de conseguir un determinado efecto psicoactivo.

Ello puede traducirse en fenómenos de intoxicación o, incluso, muerte por sobredosis.

Síndrome de abstinencia

Se denomina síndrome de abstinencia al conjunto de signos y síntomas que aparecen al dejar de consumir una droga de la que un sujeto es dependiente. Se describen el síndrome de abstinencia agudo, el síndrome de abstinencia tardío y el síndrome de abstinencia condicionado.

  • El síndrome de abstinencia agudo es un conjunto de signos y síntomas orgánicos y psíquicos que aparecen inmediatamente después de interrumpir el consumo de una sustancia psicoactiva de la qué un sujeto es dependiente. Cada grupo de sustancias psicoactivas produce un característico síndrome de abstinencia agudo fácilmente diferenciable del de los restantes grupos. La intensidad y gravedad de este síndrome depende del tipo y de la cantidad de sustancia habitualmente consumida.

Sí bien los síndromes de abstinencia agudos producidos por el alcohol y los barbitúricos son extremadamente peligrosos debido a las desregulaciones orgánicas que generan, el síndrome de abstinencia agudo inducido por los opiáceos, a pesar de ser muy espectacular, no acostumbra poner en peligro la vida del paciente, distinguiéndose claramente un componente orgánico no controlable y un componente psicológico fácilmente modificable.

  • El síndrome de abstinencia tardío puede describirse como un conjunto de desregulaciones del sistema nervioso neurovegetativo y de las funciones psíquicas básicas, que persisten durante un largo periodo de tiempo, meses o años, después de conseguir la abstinencia. Este cuadro causa múltiples trastornos físicos y psíquicos al paciente, le dificulta enormemente el desarrollo de una vida saludable y autónoma, y contribuya a precipitar los procesos de recaída en los hábitos tóxicos.
  • El síndrome de abstinencia acondicionado consiste en la aparición de sintomatología típica de un síndrome de abstinencia aguda en un individuo, qué ya no consume, al ser reexpuesto a los estímulos ambientales que fueron condicionados, a través de un proceso de aprendizaje de tipo pavloviano, al consumo de la sustancia de la que era dependiente. El síndrome de abstinencia condicionado acostumbrara crear un gran desconcierto en el paciente, provocándole cuadros de gran ansiedad y miedo que pueden propiciar un nuevo consumo de tóxico cómo forma de evitar la situación displacentera en qué se encuentra.

Síndrome amotivacional

Descripto, en un principio, exclusivamente para la Cannabis, actualmente se acepta que el alcohol y todas las sustancias ilegales que crean dependencia pueden generar, con su uso continuado, un cuadro caracterizado por astenia, apatía, falta de interés por prácticamente todo lo que no sea conseguir el tóxico, reducción generalizada de cualquier actividad y déficit en las funciones psíquicas básicas.

El síndrome amotivacional suele persistir durante largo tiempo después de que se ha dejado de consumir el tóxico y dificulta enormemente todo el proceso de deshabituación y reinserción social del paciente.

Proceso terapéutico

El tratamiento se inicia con la valoración de la compleja problemática personal, familiar y social, qué representan la mayoría de los pacientes toxicómanos y estableciendo con ellos un plan terapéutico que comprender a la siguiente fase:

Desintoxicación. Proceso a través del cual se consigue que el paciente cese de consumir el tóxico del qué es dependiente y pueda permanecer abstinente sin experimentar un síndrome de abstinencia agudo.

Los abordajes terapéuticos oscilan entre los tratamientos de tipo religioso o naturistas y los más estrictamente farmacológicos -comportamentales. La desintoxicación de la mayoría de las sustancias consumidas actualmente puede llevarse a cabo en un periodo de 7 a 14 días y no acostumbra a comportar ningún riesgo para el paciente. Deben destacarse, sin embargo, las frecuentes complicaciones que aparecen durante este proceso cuando el tóxico es alcohol o barbitúricos.

Es absolutamente imprescindible efectuar una correcta desintoxicación para iniciar el proceso de abstinencia del paciente drogodependiente. La desintoxicación no soluciona el síndrome de abstinencia tardío, el síndrome de abstinencia acondicionado ni la dependencia psíquica.

Deshabituación. Proceso largo y complejo con el que se pretenden que desaparezcan el síndrome de abstinencia tardío y el de abstinencia acondicionado, mientras el paciente efectúa un aprendizaje de estrategias terapéuticas que le permitirán enfrentarse, con posibilidad de éxito, a los factores adversos, internos y externos, que normalmente tenderían a abocarle a un nuevo consumo de tóxicos.

La forma práctica de efectuar este proceso depende, de la escuela o grupo ideológico a que pertenezca el equipo terapéutico.

Se distinguen, sin embargo, dos grandes corrientes: Una, que propugna el alejamiento del paciente del medio ambiente en el que ha desarrollado la adicción mediante la estancia, durante un periodo indeterminado de tiempo, en un centro dónde será ha cogido, cuidado y reeducado; otra, que sostiene exactamente lo contrario, es decir, el paciente debe enfrentarse lo más rápidamente posible, y de forma continuada, a los estímulos externos que precipitan su recaída, intentando poder controlar su efecto nocivo con las armas terapéuticas, normalmente de tipo comportamental, que se le proporcionan.

Reinserción: El proceso de deshabituación debe, necesariamente, solaparse con la progresiva integración del individuo en el medio familiar y social que le corresponde. Esta fase acostumbra ser especialmente difícil, larga y plagada de fracasos.

Rehabilitación: Termino ambiguo que algunas veces, se utiliza para designar todo el proceso tendiente a conseguir que un individuo abandone el consumo de un tóxico y pueda reintegrarse a una vida personal y social plena y satisfactoria.

Éxito terapéutico.

La mayoría de las drogodependencias son consideradas actualmente cómo enfermedades crónicas recidivantes. Eso implica que no se emplea habitualmente el criterio de curación al no poder, prácticamente nunca, asegurar que el paciente ha abandonado total y definitivamente la toxicomanía. Debe evitarse el error de considerar como un fracaso, que invalida todo el proceso anterior, la aparición de recaídas esporádicas, a pesar de que desesperan y angustian al paciente, desconciertan a la familia y cuestionan directamente el trabajo del equipo terapéutico.

Recaída. Proceso por el cual un paciente abstinente reanuda el consumo del tóxico del que anteriormente había sido dependiente. Una recaída no implica forzosamente la reanudación de la dependencia. Son múltiples los factores que tienden aceptarse cómo factores determinantes el síndrome de abstinencia tardío, la aparición de un síndrome de abstinencia acondicionado antes una reexposición no controlado del paciente a un medio ambiente o a una situación intensamente relacionados con el consumo del tóxico.

——————————————————————————————————–

YouTube
YouTube
Set Youtube Channel ID
LinkedIn
LinkedIn
Share
Instagram
error:
Ir al contenido