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– Abordaje integral de la persona somatizadora.
La somatización se suele dar en personas que no toleren los cambios y sufren más el estrés y la frustración. La forma en que se viven las situaciones y las emociones que las desencadenan depende, en buena parte, de cómo hemos aprendido a manejarlas. La persona que sabe expresar sus sentimientos y reconocer el origen de esas emociones va a manejar mejor las adversidades y no acabará tragándose ese malestar emocional que desencadenará un problema físico.
Sin embargo, aquellos que toleran mal los cambios y sufren más el estrés y la frustración pueden acabar traduciéndolos con mayor facilidad en problemas de salud, un fenómeno conocido como somatización. Hay estudios comparativos que demuestran que personas que han padecido un infarto y que físicamente se recuperan de forma excelente vuelven a padecer otro si su personalidad no propicia una respuesta adaptativa ante la nueva situación.
La somatización también puede hacer que el curso de algunos pacientes ya enfermos empeore. Reducir el estrés no es fácil en la sociedad en la que vivimos, ya que casi no dejamos a nuestro cerebro descansar, pero sí hay algunos consejos: apartarse de personas tóxicas, desechar los problemas del pasado o cuidar nuestras emociones son claves, pero también lo es expresar nuestras emociones.