Un poco de historia
Una de las principales contribuciones de la Terapia Gestalt en el campo de la psicoterapia ha sido su método de trabajo con sueños, el cual se ha distinguido por reemplazar la técnica psicoanalítica de interpretación de los sueños por un método fenomenológico, en el cual el terapeuta suspende sus interpretaciones a fin de que el cliente sea quien “comprenda” el significado del sueño a través de la representación de cada una de las partes del mismo; del diálogo emergente entre cliente y terapeuta; y del uso de otros recursos técnicos como el movimiento, la atención al lenguaje verbal y no verbal, la toma de consciencia, etcétera.
Sin embargo, la aportación teorética a la psicología del sueño ha sido minúscula, lo cual ha quedado de manifiesto en la exposición escueta que ha caracterizado los diversos intentos de articulación de – lo que algunos han llamado – la teoría Gestalt del sueño. En este sentido, cabe señalar que hasta la fecha todavía no existe una exposición sistemática de una teoría de la experiencia onírica en la Terapia Gestalt. En su mayoría, la literatura gestáltica existente sobre este tema padece de una falta de rigor en el tratamiento del fenómeno onírico producto de las inconsistencias teóricas, entre otros problemas, en el abordamiento perlziano del sueño.
Una de las cuestiones más importantes dentro de las diferentes teorías del sueño, el cual en la Terapia Gestalt ha sido tratado de manera fugaz, inconsistente e inclusive equívoca, es el referente a la función del sueño, es decir, cuál es el propósito del sueño. A fin de presentar una panorámica sobre
el estado de la cuestión de la función del sueño en la teoría Gestalt del sueño, en las próximas páginas se llevará a cabo una exposición comprensiva, sucinta y crítica sobre este tema.
La función del sueño en la terapia Gestalt
En la actualidad, la teoría del sueño imperante en el contexto de la Terapia Gestalt continúa siendo la enseñada por Perls durante la década de los sesentas. Con todo, en el pensamiento perlsiano se puede observar un cambio progresivo en su concepción sobre el fenómeno onírico a lo largo de su obra escrita.
Sin embargo, esta evolución en la hipótesis perlsiana del sueño es más un camino sinuoso lleno de problemas e inconsistencia teóricas, el cual en muchos aspectos terminó por representar más que un avance, una involución (Ceballos, 2019). En lo tocante a la función del sueño, ésta no es la excepción. Perls, a través de sus distintas conceptualizaciones sobre lo onírico, le confirió al proceso del sueño, implícitamente, varias funciones. De manera concreta, tres son las funciones atribuidas al sueño:
• Una doble función de compromiso entre:
A1. Una función compensatoria y
A2. Una función adaptativa a nivel fisiológico.
• Función de resolución de problemas.
• Función comunicativa.
Si bien, estos supuestos funcionales se circunscriben, exclusivamente, a los diferentes posicionamientos perlsianos sobre lo onírico, cabe destacar que éstos aún permanecen vigentes en los nuevos métodos de trabajo con sueños desarrollados durante las últimas décadas. En su forma actualizada, estas teorías funcionales suponen que el sueño tiene:
(a) una función asimilativa o integrativa de las experiencias del soñante (A1); o bien que
(b) el sueño es una comunicación de las dificultades presentes en la situación terapéutica
A continuación, se revisarán cada una de las hipótesis funcionalistas subyacentes en la teoría Gestalt del sueño.
Compensar y dar descanso
La noción original sobre el fenómeno onírico trazada por Perls (1947) en Ego, Hunger & Aggression es mucho más compleja de lo que denota su formulación ordinaria, esto es, que el sueño es una proyección. Si bien, el modelo original del sueño representa una integración de las teorías freudiana y junguiana del sueño, expresada relativamente en términos de la Psicología Gestalt, también entraña una concepción que rompe con dichas teorizaciones. En lo que se refiere a la función del sueño delineada por Perls, en ese entonces también constituyó una síntesis de las teorías funcionales del sueño reivindicadas por Freud y Jung.
En este sentido, Perls, en primer lugar, le otorgó al sueño una función adaptativa a nivel fisiológico, que tiene como propósito mantener dormido al organismo a fin de que éste pueda descansar:
“El sueño es un compromiso entre el dormir y la situación incompleta” (Perls, 1947, p. 261). Es decir, mediante la actividad onírica desplegada mientras el organismo se encuentra dormido se compensan las necesidades insatisfechas; se proyectan los deseos, así como los aspectos indeseados de la personalidad; se agotan las energías de las pulsiones propioceptivas, etcétera. Este corolario no es más que la premisa freudiana según la cual el sueño es “el guardián del dormir” (Freud, 1917/1957, p. 171). Como se recordará, Freud había señalado que, a través de la proyección, se externalizaban los estímulos en el drama onírico que perturbaban el dormir; de manera que, por este medio, el sueño preservaba el dormir. En consonancia con Freud, Perls consideró que la actividad onírica permitía al organismo, en primera instancia, cumplir con la función del dormir, esto es: “dar descanso y frescura” (p. 258) y, a la vez, alcanzar un balance psicológico a través de la compensación.
Por otra parte, Perls también le asignó al sueño una función compensatoria a nivel psicológico.
Ésta es quizá la hipótesis que tiene más importancia, no tanto porque es a la que Perls le prestó más atención en su opera prima (aunque esto de manera velada), sino porque en ésta es que se fundamentó el método de trabajo con sueños propuesto originalmente.
La hipótesis de que los sueños tienen una función compensatoria no es una idea de la autoría de Perls; ésta fue expuesta inicialmente por Carl Jung. Si bien se le puede imputar a Perls el haberla tomado de Jung sin siquiera darle crédito, no obstante, cabe señalar que él la articuló de una manera un tanto diferente. Mientras que Jung no les dio gran importancia a los mecanismos de elaboración onírica en la formación e interpretación del sueño, en contraste, Perls construyó toda su hipótesis y método de trabajo con sueños (al igual que de interpretación) sobre la base del mecanismo de proyección. Por tanto, Perls comprendió que la compensación por el sueño se daba por vía de la proyección de los deseos, de la compleción de situaciones inacabadas, ya sea que se tratara de necesidades fisiológicas o psicológicas. En este modelo, si bien la compensación algunas veces fallaba en resguardar el estado del dormir, no obstante, cumplía con su función psicológica al mostrar las partes de la personalidad que se hallaban desbalanceadas. Tal es el caso de las pesadillas, en las que se encuentran proyecciones de las partes alienadas e indeseadas de la personalidad, los falsos ideales, las actitudes morales, etcétera; representadas en la trama onírica.
Según se infiere, es a partir de esta condición de falibilidad en el compromiso dual entre las funciones oníricas (A1 y A2) que Perls (1947) propuso su clasificación de sueños desde un punto de vista funcional, tal como se ilustra en el siguiente párrafo:
Hay una esfera en la que no es difícil descubrir las proyecciones: el mundo de los sueños.
Hay al menos dos tipos de sueños, agradables y desagradables. Los sueños agradables son compleciones directas o indirectas de situaciones incompletas: coinciden con la realización de los deseos en la terminología de Freud. Los sueños desagradables contienen invariablemente proyecciones, su prototipo mejor conocido es la pesadilla. La persona o animal que domina la pesadilla es siempre una parte no deseada de ti mismo.
Así, tenemos los sueños agradables en los cuales se completan situaciones inconclusas y, por tanto, compensan y mantienen dormido al organismo. Y, por otro lado, las pesadillas, que a pesar de que fallan en mantener dormido al soñante, cumplen con la función de compensación al manifestar en su contenido las partes alienadas de la personalidad. Estas particularidades inherentes a las pesadillas justifican por qué Perls dirigió su atención e intervención hacia esta clase de sueños, lo cual se pone de manifiesto en los muchos ejemplos de pesadillas presentados a lo largo de las páginas de Ego, Hunger & Aggression. En este sentido, la teoría del sueño trazada por Perls constituye más bien una hipótesis sobre los sueños perturbados, una visión clínica de lo onírico. Ésta es una cuestión que, por lo general, no ha sido comprendida por la mayoría de los profesionales de la Gestalt a pesar de que Perls se decantó desde un inicio y, especialmente,cerca del final de su vida, a tratar los sueños desde una perspectiva psicopatológica; de ahí que su foco de intervención hayan sido las pesadillas y los sueños recurrentes.
Este asunto será tratado más adelante, no sin antes examinar la segunda noción sobre la función del sueño.
Cerrar la Gestalt
La hipótesis que le confiere al sueño una función de resolución de problemas es quizá la más extendida dentro de las múltiples teorías del sueño después de las teorías freudiana y junguiana del sueño (Domhoff, 2003). En el mundo de la Terapia Gestalt ha ocurrido algo similar, ya que ésta ha gozado de una amplia aceptación sólo después de la teoría que sostiene que el sueño tiene una función comunicativa. En este contexto, esta perspectiva funcional ha sido articulada bajo el supuesto de que el sueño tiene como propósito integrar o asimilar aspectos alienados del self y, recientemente, de asimilar las experiencias de la vida del soñante; dicho en otros términos, de cerrar una Gestalt inconclusa.
Perls (1973/1981) formuló esto de la siguiente manera:
El sueño parece ser en su lugar (y esto se aplica no sólo a la pesadilla, sino a todos los sueños), más bien un intento por encontrar una solución a una paradoja aparente. El sueño es una creación artística en la que dos fuerzas aparentemente incompatibles se enfrentan. En la pesadilla, la paradoja no está integrada; en la vida cotidiana de los neuróticos, sus paradojas también permanecen desintegradas. Harry Stack Sullivan ha señalado que si pudiéramos resolver nuestros problemas durante el día no tendríamos necesidad de soñar en la noche.
En esta época, Perls tuvo una fuerte influencia de la escuela culturalista – específicamente de Sullivan – en el desarrollo de la hipótesis del sueño defendida hacia finales de la década de los cuarentas y mediados de los cincuentas. En este sentido, Sullivan (1953) ya había señalado que el estado del “dormir es un período de la vida durante el cual las operaciones encubiertas
se ocupan de las necesidades insatisfechas que en la vigilia no se atendieron”.
Perls, naturalmente, articuló estas intuiciones desde el punto de vista de la Psicología de la Gestalt. En este contexto, Perls supuso que el sueño, por una parte, derivaba de las situaciones inconclusas que en la vigilia permanecieron inacabadas, las cuales después en el drama onírico se buscaban solucionar, esto es, completar. A este respecto Perls (1948) dijo:
El insomnio es un síntoma frecuente de una situación inacabada; también lo son los sueños.
Probablemente la parte más importante del sueño es su final. A menudo, el sueño trabaja hacia la solución de un problema, pero el soñador ni siquiera puede soportar la toma de consciencia durante el sueño y prefiere despertarse en lugar de terminar el sueño.
Por otro lado, Perls también encontró en la Gestaltpsychologie el fundamento científico para la función resolutiva del sueño; en concreto, en el efecto Zeigarnik que, equívocamente, tanto Koffka como Lewin interpretaron y traspusieron como correlato del principio o factor de cierre propuesto por Wertheimer. Perls halló, supuestamente, en estos descubrimientos no sólo la evidencia que justificaba la función resolutiva del sueño, sino también un principio que respaldaba el concepto de la compulsión a la repetición y, por extensión, una explicación para las pesadillas repetitivas y los sueños recurrentes. En este sentido Perls (1973/1981) señaló:
Los sueños [recurrentes son los] más importantes y aquí adopto una postura completamente diferente de Freud. Freud vio la repetición compulsiva, tener que repetir algo una y otra vez, y concluyó que esta era la función del instinto de muerte. Creo que estos sueños repetitivos son un intento de llegar a una solución, de llegar a un cierre. Tenemos que eliminar el obstáculo para que la persona pueda terminar la situación, cerrar la gestalt y luego continuar con el desarrollo. Y puedes estar seguro de que, si hay un sueño repetitivo, un tema existencial muy importante está en juego.
Por tanto, el supuesto de que los sueños cumplen con una función de resolución de problemas en la teoría Gestalt del sueño vino a tomar la forma de una función de cierre de las gestalten abiertas.
Evidentemente, esta proposición ya estaba presente en las teorizaciones del primer Perls y, si bien continuó figurando en las enseñanzas del Perls californiano, ésta terminó por ser desechada para dar paso a la última visión perlsiana de la función del sueño: la función comunicativa.
Enviar el mensaje
La aproximación perlsiana de los sueños – sostenida en la década de los sesentas y principios de los setentas del siglo pasado – según la cual el sueño es un mensaje existencial, es por mucho la más conocida dentro y fuera del dispositivo de la Terapia Gestalt. Si bien en este enfoque sobre lo onírico, Perls conservó muchos de los elementos presentes en sus modelos precedentes (por ejemplo, la noción de proyección), el cierre de asuntos inconclusos, etcétera; no obstante, acabó negando varias de sus concepciones previas, para después afirmar, categóricamente, que el “sueño es un mensaje existencial. Es más que una situación inacabada; es más que un deseo incumplido; es más que una profecía. Es un mensaje de ti mismo para ti mismo, para cualquier parte de ti que esté escuchando”.
Esta conceptualización funcional del sueño representa un ejemplo claro de lo que en el psicoanálisis se ha designado como función comunicativa del sueño. En este campo del saber, se considera que el sueño cumple una función comunicativa en dos formas:
(a) de manera directa, expresando un mensaje simbólico a través de las imágenes oníricas; y
(b) en forma indirecta, en relación con el mundo exterior a través del impulso por comunicar el sueño al otro, lo cual podría ser visto como una continuación de una necesidad del soñante por establecer contacto con el entorno (Kanzer, 1955).
Estas dos dimensiones de la función comunicativa están presentes en la teoría Gestalt del sueño.
La primera de ellas subyace a la hipótesis perlsiana del mensaje existencial; y la segunda, a la noción fromiana del sueño como una retroflexión, las cuales se analizarán en seguida.
El heraldo existencial.
En este contexto, la actividad onírica delineada en el modelo clásico del
sueño cumple una función comunicativa, es decir, tiene como propósito presentar al soñante un mensaje críptico, el cual le dice algo sobre su existencia. Es decir, el sueño desempeña una comunicación intrapsíquica. Fantz (1978) formuló esto de la siguiente forma:
Una función muy importante del mensaje existencial del sueño es presentarle al soñador los ‘hoyos’ en su personalidad. Estos se presentan en el sueño como vacíos o espacios vacíos. Se presentan como evitaciones o como objetos o personas con quienes es imposible identificarse o que provocan miedo” .
Perls expuso esto de la siguiente manera: “Para mí, un sueño es un mensaje existencial de qué parte de tu personalidad está perdida, y en el sueño puedes ver claramente cómo tú evitas”. Más adelante también dijo: [En los sueños] encuentras intentos por llenar los hoyos en la personalidad, de lidiar directa
e inmediatamente con situaciones inacabadas. Mientras más fragmentada está la persona, sus sueños tienen más un carácter de pesadilla. Siempre es buena idea mirar lo que se evita en el sueño. Después se pueden llenar los hoyos
De lo anterior se sigue que en esta época Perls no consideraba que en los sueños se cerraran situaciones inconclusas, o que se solucionaran conflictos internos, sino que más bien el sueño presentaba y representaba un mensaje de las cosas que el soñante estaba proyectando, evitando; de cuáles eran los asuntos pendientes en su vida, o cuáles eran los hoyos en su personalidad.
En pocas palabras, de sus problemas existenciales. Éstos, por supuesto, serían asimilados, re-apropiados, cerrados y llenados, respectivamente, a través del trabajo con sueños. Este principio es algo que Perls (1969a) dejó claro cuando dijo:
En los sueños, sin embargo, vemos un intento de sobreponerse a estas frustraciones.
Probablemente sepan que la mayoría de los sueños son pesadillas. La pesadilla es un sueño en el que te frustras a ti mismo y luego intentas sobreponerte a eso. No tienes éxito, pero a medida que avanzas, especialmente con el trabajo sobre esos sueños, eres capaz de superar estas auto-frustraciones y aprendes a lidiar con ellas.
Esta distinción entre la función comunicativa intrapsíquica del sueño y la función del trabajo con sueños es importante tenerla en cuenta, ya que justifica la razón del trabajo con sueños. Sin embargo, este asunto es algo que usualmente no ha sido tenido en consideración por algunos de los profesionales de la Terapia Gestalt y ha conducido a confusiones entre la función del sueño y lo que Simkin (1972) designó como la función terapéutica del sueño o, mejor dicho, del trabajo con sueños.
La comunicación retroflectada.
La hipótesis del fenómeno onírico trazada por Isadore Fromm es, actualmente, la contribución más significativa a la teoría Gestalt del sueño; esto tan sólo
después de la teoría perlsiana. De manera sucinta, desde este enfoque se postula que el sueño constituye una retroflexión inconsciente que tiene como función decirle al paciente algo que no pudo expresarle al terapeuta durante la vigilia. En este contexto, el sueño representa una comunicación retroflectada. Por otro lado, dado que Fromm consideró el sueño desde el punto de vista
del relato del sueño en la situación terapéutica, él supuso que, en la medida en que el sueño era algo que guardaba relación con el terapeuta, contarle el sueño a éste representaba una forma menos ansiosa de decir lo que no se dijo, de deshacer la retroflexión onírica. Es decir, en el marco de la situación terapéutica, el acto de contar el sueño también adquiere una función comunicativa. Es así que, para Fromm, el soñar (comunicación intrapsíquica) y, mayormente, el contar el sueño (impulso por comunicar), poseen una función de comunicación.
A esta altura se han examinado brevemente, por un lado, las diferentes conceptualizaciones que Perls postuló alrededor de la función del sueño; y, por otra parte, la contribución frommiana a la teoría del sueño y su función.
Habitualmente, en la Terapia Gestalt la idea de que los sueños sirven para la solución de los problemas se sustenta en la creencia de que el origen del fenómeno onírico se encuentra en una situación inconclusa que, en el sueño, especialmente los recurrentes, se intenta resolver.
Perls (1975/1994) explicó este punto de la siguiente manera:
Quisiera hacer una pequeña digresión, para mencionar las pesadillas recurrentes. Me parece que son sumamente importantes. No sé si ya mencioné esto, pero opino que el error de Freud acerca del instinto de la muerte en estos sueños que se repiten consiste en que no vio que un sueño repetitivo es el resultado de una Gestalt incompleta. El sueño es un intento, que se hace una y otra vez, de resolver un problema. Si no estamos dispuestos a salir de ese atolladero, el sueño se repite. Esos sueños mostrarán la forma de ayudar a los
pacientes a poner fin a la situación.
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INTRODUCCIÓN
Los sueños, en cuya producción no interviene la consciencia, son quizás
los elementos que más información aportan a los seres humanos sobre
sí mismos. Esta información es actual y pertenece al presente.
Por otro lado, los sueños son la pantalla sobre la que podemos proyectar
nuestros conflictos, nuestras alegrías, nuestra personalidad y nuestros
asuntos pendientes, entre otros temas de nuestra existencia.
La comprensión de los mecanismos oníricos y de los mensajes que nos
aportan los sueños nos permite conocernos mejor y, por lo tanto, cerrar
situaciones inconclusas y ejercer las acciones pertinentes para resolver
asuntos pendientes y determinar las conductas necesarias para su resolución.
Durante las etapas en que soñamos (fases MOR), las neuronas especializadas en fijar los aprendizajes en nuestra memoria trabajan en este sentido. Por tanto, los sueños son fundamentales para la adquisición de conocimiento, porque, sin esta función,
gran parte de la información y del aprendizaje que obtenemos durante el día podría reducirse significativamente.
Esta función aparece en el primer año de vida; incluso antes del nacimiento
hay vestigios de que el feto, de forma rudimentaria, tendría periodos
MOR o fases en las que se producen sueños.
Este proceso de acompañamiento en el soñar se origina de forma
natural; incluso las madres desconocen este hecho. Al año aproximadamente,
la madre ha ido recuperando sus porcentajes de sueños en la
medida que su hijo disminuye progresivamente el tiempo que emplea
también en soñar. Cuando el hijo comienza a necesitar menos tiempo de
sueño para las funciones de maduración del sistema nervioso, también la
madre disminuye su tiempo de producir sueños. Esto demuestra la
intensa intercomunicación que existe entre las madres y sus hijos durante
los primeros años de vida del niño, no sólo en las cuestiones relacionadas
con la satisfacción de las necesidades fisiológicas, sino también respecto
a las psicológicas, sociales y emocionales en su más amplio sentido.
La importancia de los sueños durante toda la vida y especialmente
durante el primer año de vida del infante hace necesario que el niño
duerma el tiempo suficiente para que esa función primordial de desarrollo
de las terminaciones nerviosas y de las conexiones cerebrales se realice
sin interferencias, se produzca sin grandes traumas que interfieran en
su maduración sana y completa.
El lenguaje y las diversas formas en que se expresan los distintos elementos
reflejan gran parte de nuestra personalidad, su aceptación o
rechazo, los intercambios que mantenemos con nuestro entorno y nuestras
dificultades con los demás e incluso con nosotros mismos.
Observamos que los enemigos externos son los mismos que tenemos dentro y que aquello que rechazamos afuera es lo mismo que no aceptamos dentro de nosotros.
Que nuestro empeño en hacer desaparecer aspectos de nuestra personalidad por ser considerados no aceptables es el mismo que mantenemos para luchar contra las personas que ostentan esos mismos rasgos, desvalorizados, ridículos y vergonzosos. Y esto es así para poder ser queridos por nuestro entorno de acuerdo a nuestras creencias de lo que está bien y de lo que está mal. En definitiva, de nuestros introyectos y de la idiosincrasia individual y personal.
Estas creencias tienen su origen en la más tierna infancia, cuando aprendimos que la única forma de ser queridos y aceptados era siendo de una manera determinada.
Aprendimos a ser de determinada manera porque creímos que ésa era
la mejor forma de ser vistos y aceptados por los adultos.
MIEDO, ANSIEDAD Y REPRESIÓN
El miedo es un potente inhibidor de conductas o, por el contrario, un
acicate que empuja a la acción, pero, casi siempre, como las reacciones se
producen de forma instintiva, se transforman en irreflexivas e impulsivas
y su expresión se parece más a una descarga que a una acción con
sentido.
Nuestro inconsciente tiene sus propios conocimientos y es capaz de reprimir y también de exteriorizar los conflictos.
Evidentemente la represión tiene una función supresora de angustia.
Cuando el individuo no sabe cómo encarar una situación, o no se siente
con fuerzas para hacerlo, recurre a este mecanismo, que, al menos
momentáneamente, lo tranquiliza y, por supuesto, le permite ahorrar
una energía que de otra manera se dispersaría y sería utilizada muy probablemente
en aumentar su miedo.
El sueño exterioriza estos contenidos, aunque de forma críptica y
encubierta. Freud decía que los sueños se presentaban de esta manera
críptica como consecuencia de la censura.
Los sueños son los grandes informadores de lo que está pasando dentro
de nosotros. Descifrarlos y comprenderlos es tarea nuestra.
Su valor no estriba exclusivamente en su función primordial –fijar el
aprendizaje en nuestro cerebro–, sino en toda la información que nos
proporcionan acerca de nosotros mismos: preocupaciones, carácter, personalidad,
formas que tenemos de ser y actuar, de expresarnos y de relacionarnos, y también nos enseñan cómo es el mundo exterior, cuáles son los valores sociales y cuáles son los nuestros, y un amplio etcétera.
A través de los sueños tenemos a nuestra disposición información y mensajes que podemos descifrar mediante diversas técnicas gestálticas.
De todas formas, el mero hecho de soñar, aunque no recordemos los sueños
ni podamos descubrir su sentido, ya es bueno, porque es una manera
de exteriorizar nuestros sentimientos, preocupaciones, anhelos… Son
considerados valiosos y sanadores en sí mismos porque permiten la salida
de lo que nos preocupa en el aquí y ahora; son positivos porque impiden
que se quede atascado, como el humo de la chimenea si ésta se mantiene
cerrada, que acaba contaminando todo el interior de la casa. El sueño
despeja.
LAS PESADILLAS
El sueño exterioriza contenidos más o menos inconscientes, aunque a
menudo de forma críptica y encubierta. A lo sumo, aparecen en forma de
pesadillas, pero, en general, a los pocos minutos de despertar, la ansiedad
que les acompaña y que destapan desaparece. Otras veces inundan
nuestra mente y pueden interferir nuestra vida a lo largo del día.
Muchos de estos sueños en forma de pesadilla están expresando
meros rasgos de nuestra personalidad y aspectos de la misma que no nos
gustan. Eso aparece constantemente en ellos cada noche. Las pesadillas
expresan situaciones, sentimientos y emociones más profundos, más
decisivos, más coyunturales en la vida del soñante. Las pesadillas aparecen
en momentos de encrucijada existencial, en situaciones en que la
vida reclama profundos cambios en nosotros y nos resistimos a hacerlos.
Cuando hemos perdido algún ser querido o tenemos que abandonar a
personas cuya ausencia nos parece insoportable. ¡Cuántas relaciones
nefastas se mantienen no por amor sino por miedo a la soledad, por la
incapacidad de hacer frente a la vida sin alguien al lado, aunque ese alguien sea un ser dañino! ¡Cuántas relaciones se mantienen sin ningún tipo de entrega y las personas se están simplemente utilizando para mantener un estatus o para seguir en una relación de dependencia que lo único que proporciona es frustración y soledad! ¡Cuántas relaciones se mantienen con la creencia de que la otra persona es lo mejor que se puede
conseguir, debido al sentimiento de inferioridad!
Fisiología del Sueño
El término sueño deriva del latín somnus. El Diccionario de la Real
Academia Española de la Lengua lo define como el «acto de dormir», y el
dormir lo define como «ese estado en que los sentidos y los movimientos
voluntarios quedan suspendidos». Pero, según se ha podido observar,
esto no es totalmente cierto. Ocurre que algunas funciones quedan desactivadas, pero otras entran en actividad o aumentan la misma, como,
por ejemplo, la función de la representación de imágenes, es decir, los
sueños.
Conceptos más modernos incluyen la noción de vigilia para representar el sueño como un ciclo, como una polaridad, ya que el sueño no deja de ser un ritmo más, que marca el funcionamiento del ser humano.
Ambos estados de vigilia y sueño se suceden alternativamente en función
de la activación o inhibición de unas determinadas zonas del cerebro o más bien de las necesidades del sistema nervioso.
Actualmente el sueño es concebido como un proceso vital cíclico tremendamente
complejo y activo, que se compone de varias fases, con una estructura específica y con interrelaciones con otros sistemas, como el nervioso o el hormonal.
Para dormir tiene que darse un entorno y un estado en que lo principal sea la ausencia de estrés y donde la quietud y la tranquilidad predominen.
Tenemos que abandonarnos para dormir y descansar y para que el sueño
sea lo más reparador posible.
Lo sueños se producen fundamentalmente en la fase MOR, iniciales de
«fase de los movimientos oculares rápidos» o, más bien, movimiento rápido
de los ojos, llamada así porque en esta fase los ojos se mueven muy
deprisa, de un lado a otro, como si estuviéramos contemplando un partido
de tenis. Lo que ocurre es que estamos viendo las imágenes de nuestros
sueños, y de ahí todos esos movimientos de los ojos.
Video Fisiología del Sueño
FASES DEL SUEÑO
El estado de vigilia se caracteriza por un ritmo cerebral llamado alfa y
por una actividad de bajo voltaje y frecuencias mixtas. En algunas personas
el ritmo alfa es continuo y regular, en cambio, en otras, está casi ausente.
Por otro lado, se da una alta actividad electromiográfica y oculográfica
en el estado de vigilia, debido a que los sentidos están despiertos y abiertos
a los estímulos.
Fase I: el paso del estado de vigilia al de sueño va precedido de movimientos
oculares lentos (MOL). Según vamos entrando en la primera fase
del sueño (fase 1) las ondas alfa disminuyen. Este estado se caracteriza por
la somnolencia y `porque las imágenes visuales e impresiones corporales
se hacen más difusas, apareciendo las llamadas ondas THETA. Este ciclo
se repite 4 o 5 veces a lo largo de la noche.
Fase II: se entra en un estado de liviandad corporal que dura entre 10 y
40 minutos. Se producen giros lentos de los ojos y breves pausas respiratorias.
Se conoce a esta fase por Husos del sueño y complejos K.
Fase III: aparece el sueño profundo, que dura entre 10 y 20 minutos, se
reduce el pulso, la respiración y la presión arterial, y las ondas que aparecen
son las ondas DELTA.
Fase IV: el sueño se hace muy profundo durante 10 a 20 minutos y
todas las funciones vitales se reducen al mínimo y aparece una relajación
muscular importante. Las ondas que se dan en esta fase también son de
tipo DELTA.
Fase V: en ella el sueño es paradójico, y dura entre 15 y 20 minutos. Las
funciones corporales se hacen irregulares, hay una fuerte relajación muscular
y rápidos movimientos oculares, y en esta fase, llamada de ondas
rápidas o MOR, aparecen los sueños.
Este ciclo de 5 fases se repite alrededor de 4 a 5 veces por noche. El
número de sueños que tenemos a lo largo de la noche está entre 3 y 5 y a
veces más.
El número de horas de sueño que necesitan los seres humanos varía
según la edad, las necesidades del sujeto y su capacidad de recuperación.
Durante la infancia predomina la fase IV y las ondas MOR. El tiempo
que dedica el bebé a soñar ocupa gran parte del tiempo que pasa dormido,
hasta un 80 por ciento. Lo cual es razonable, teniendo en cuenta que está en
la tarea de concluir el proceso de maduración de su sistema nervioso y es en esta fase cuando se produce de forma más intensa y continuada.
CÓMO FUNCIONA NUESTRO CEREBRO
El cerebro está situado en la parte superior del cráneo, encima del tronco
cerebral y el cerebelo, y está recubierto por unas membranas que reciben
el nombre de meninges.
Como sabemos, el cerebro está lateralizado, esto quiere decir que cada
uno de sus dos hemisferios rige el lado opuesto del cuerpo, y ambos están
conectados por fibras nerviosas y unidos por el cuerpo calloso. El cerebro
recibe toda la información del cuerpo a través de miles de millones de
células nerviosas que forman la materia gris. A través de éstas se recibe no
sólo todo lo que nos llega del mundo exterior a través de los sentidos sino
también cualquier estímulo interno. El cerebro procesa toda esta información
y envía las respuestas oportunas y consecuentes a todo el organismo.
El hemisferio derecho coordina el lado izquierdo del cuerpo y el
hemisferio izquierdo el lado derecho. Por eso, cuando una zona de uno
de los hemisferios se lesiona por cualquier circunstancia, quien sufre las
dificultades o la enfermedad es el lado contrario del cuerpo. En la mayoría
de las personas el hemisferio izquierdo es el dominante. No así en los
zurdos o ambidextros con predominio zurdo. El hemisferio izquierdo
gobierna el lenguaje y tiene a su cargo el funcionamiento simbólico y
lógico. En cambio el hemisferio derecho trabaja con imágenes y percibe el
mundo tridimensional, y es el centro de los sentimientos y valores estéticos.
Por eso, algo tan sencillo y cotidiano para el hemisferio derecho como
reconocer un rostro, resulta para el izquierdo algo casi imposible de realizar.
En este sentido los zurdos tienen más facilidad para recordar y reconocer
los rostros y las imágenes y los diestros más facultades para utilizar
el lenguaje.
De todas formas, aunque hay una distribución de funciones en los dos
hemisferios, en general existe un intercambio de información a través del
cuerpo calloso que se encuentra en la parte central e inferior del cerebro.
Así pues, cada parte se encarga de aquellas funciones que cada una de ellas puede realizar mejor y para las que está específicamente mejor dotada,
sin menoscabo de actuar conjuntamente cuando es necesario.
Con respecto a los diestros, en sus EEG, al comienzo de la fase MOR, la
actividad eléctrica del cerebro que hasta ese momento había sido superior
en el hemisferio izquierdo.
Sabemos también que el hemisferio izquierdo sueña, aunque no lo
haga mediante imágenes. En la etapa de sueño NOMOR (ausencia de
movimientos rápidos de los ojos) la actividad se desplaza al lado derecho
del cerebro. Este paso de un hemisferio al otro explicaría por qué los sueños
producidos por el hemisferio derecho son tan semejantes al pensamiento
y en cambio en la fase MOR son tan coloristas, llenos de aventuras,
de imágenes y de actividad.
En consecuencia, si un sueño se trasforma y pasa de tener estas características coloristas, activas y llenas de imaginería, a una forma más mental o intelectual podríamos decir que ha dejado de ser producido por el lado
izquierdo del cerebro y ha pasado a serlo por el derecho.
El sueño MOR aparece cuando un grupo de neuronas, también llamadas
«grandes neuronas», que se encuentran en la parte superior del tronco
encefálico, producen un fenómeno parecido a un chisporroteo. Desde el
punto de vista fisiológico, se produce un estado similar al de la vigilia,
excepto porque sobreviene una paralización del movimiento del cuerpo,
debido a lo cual aunque una persona se despertara en ese momento y tratara
de levantarse no podría. Este mecanismo, que a veces sólo dura unos
segundos, tiene una función claramente defensiva para el individuo. Al
mantenerlo paralizado, evita que se levante dormido (en los sonámbulos
este mecanismo no funciona y no se sabe por qué) y cometa cualquier
imprudencia, dado que su estado no es el de vigilia. Si alguna persona se
despierta antes de que este mecanismo deje de funcionar, experimenta un
estado de paralización aterrador, pues tiene sus sentidos funcionando pero
su cuerpo no puede moverse. No obstante, va desapareciendo progresivamente.
Estos tres instintos básicos: la ansiedad o miedo, el impulso sexual o
alegría y la ira o agresión fueron elegidos los tres primeros –de una lista
de 7– por estudiantes que se sometieron a unas pruebas. La ansiedad es
una respuesta de supervivencia, es decir, aparece cuando advertimos la proximidad de un peligro. La ira o la agresión nos preparan para luchar
contra un enemigo. En tanto que la sexualidad es esencial para la conservación
de la especie, es el instinto que aparece cuando se despiertan los
afectos y el deseo. Por tanto, las emociones que aparecen en los sueños no
sólo reflejan nuestra personalidad –al dar un valor y una categoría emocional
a los contenidos oníricos–, sino que ayudan a la memoria fijando
mejor todo lo aprendido durante el día.
Las conductas o respuestas innatas o instintivas son aquellas que no
han necesitado de un aprendizaje para adquirirlas, tienen una cualidad
de todo o nada y una vez que aparecen suelen realizarse hasta su finalización.
Tienen una energía y una fuerza que inundan al ser humano de
forma total y absoluta y evidentemente han tenido y tienen un papel
esencial para la supervivencia de la especie.
FUNCIONES DEL SUEÑO
Para A. Vela (1991), el sueño ejerce diversas funciones, entre las que
destacan las siguientes:

Todas estas funciones del sueño y otras de las que se hablará posteriormente
no se dan aisladamente sino que son complementarias, coexistentes
y esenciales para la adaptación y la homeostasis de los seres humanos
y en general de todos los animales que duermen y sueñan, como los
mamíferos, las aves y los peces.
Video Funciones del sueño
PARA QUÉ SIRVEN LOS SUEÑOS
1. Hacen consciente lo que es inconsciente. Esto nos permite hacer
cambios que nos faciliten llevar una vida más integrada. Cuando dejamos
de percibir características o aspectos de nuestra personalidad por
considerarlos negativos o estar mal vistos socialmente, tendemos a reprimirlos
o negarlos en detrimento de los opuestos, que consideramos más
aceptables tanto por nosotros como por nuestro entorno. La negación y la
represión nos alienan, nos desposeen de esas características y van creando
vacíos en nuestra personalidad. Cuando este proceso se va convirtiendo
en algo constante para adecuarnos a las necesidades y expectativas
que los demás tienen sobre nosotros, toda nuestra personalidad queda
afectada, incluida nuestra identidad. Perdemos el centro y ya no sabemos
qué queremos o qué necesitamos. Nuestra capacidad de autorregulación
emocional y psíquica se ve afectada, y ésta, a su vez, también afecta
a la autorregulación orgánica y a la salud.
2. Cuando nos olvidamos de nuestras propias necesidades, los sueños
vienen a recordárnoslas. Uno de los grandes enemigos de los seres humanos
es la dependencia patológica. El apego excesivo a una persona pone en
peligro nuestra independencia y nuestra capacidad de tomar conciencia de
nuestras necesidades. En el caso de la dependencia patológica, hay mujeres
que si pierden un hijo o son abandonadas por sus parejas, por fallecimiento
o simple separación, sienten que pierden el sentido de su vida. Estas personas
están tan apegadas a alguien –a aquellos a los que aman o de los que
dependen– que se olvidan de sus propias necesidades, lo que causa que
pongan en peligro su salud y su equilibrio psico-emocional.
3. Nos informan acerca de cómo estamos en el momento actual. Si la
manera de encarar nuestra vida nos hace sentir bien o, por el contrario, no
estamos contentos con ella y necesitamos hacer cambios que la reestructuren
para que sea más gratificante.
4. En situaciones en que se ha perdido el rumbo, cuando poco a poco
se experimenta que la vida ha perdido sentido y que ya no hay nada que
hacer con ella, como ocurre en las depresiones severas y en las melancolías,
nos avisan de cómo estamos y cómo nos sentimos. En estas situaciones
los sueños pueden tener un sentido estructurador y ofrecernos salidas
a la desorganización, el desconcierto y el caos.
Los sueños son un auténtico libro de instrucciones para nuestro consciente en
cualquier momento de nuestra vida.
5. En lo que en gestalt llamamos asuntos pendientes. Cuando, por las
diversas razones que sean, no hemos podido expresar nuestros sentimientos
negativos o resentimientos hacia una persona que ha desaparecido, nuestros sueños nos la traen en un intento de cerrar esa situación que nos
quedó inconclusa y a través de ellos tratamos de sacar lo que se quedó
dentro. Mediante la técnica de la silla caliente, podemos cerrar estas situaciones para no quedar atascados en ellas.
Los sueños siempre están íntimamente relacionados con el individuo
que los sufre. Son los mensajes que nuestro inconsciente escribe a nuestra
parte consciente con la intención de que sean leídas y comprendidas, para
que el sujeto aprenda algo de sí mismo: en definitiva, de cómo actúa, de
cómo se relaciona, de lo que hace o deja de hacer…
Si se utilizan para aumentar nuestro bagaje y nuestras herramientas
en la vida y para mejorar y enriquecer nuestra personalidad, no dejan de
ser una nueva capacidad para desenvolvernos en lo cotidiano. Pero si se
utilizan para rechazar o negar partes nuestras, se convertirán en mecanismos
neuróticos.
Para crecer y vivir de una manera sana, los niños tienen que sentir
que son vistos, queridos y aceptados por los adultos tal como ellos son. Si
sienten que no son amados por sus padres tal como son, tratarán de mostrarse
de otras formas diferentes, buscando su mirada y aceptación de
maneras diversas hasta conseguirlo, aunque sea llamando la atención de
los adultos de forma auto-agresiva o de cualquier otra.

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Lección 3
EN QUÉ MOMENTO SOÑAMOS
Los estudios que se vienen realizando desde hace años muestran que
los sueños se producen durante la fase MOR (es decir, durante la fase de
movimientos oculares rápidos).
Durante esta fase los sueños son vívidos, llenos de movimiento y
coloristas. A veces es posible tener sueños plenos de acción al poco tiempo
de quedarnos dormidos. Igualmente la actividad mental no sólo aparece
durante esta fase, sino que se da en cualquier momento de la noche.
Se ha observado que el cerebro no interrumpe su actividad durante el
sueño y que, por el contrario, se muestra muy activo.
En muchas personas, antes de que surja la fase MOR, aparece un tipo
de ondas llamadas de «diente de serrucho» que la preludian. No se sabe
qué es lo que sucede en el cerebro, pero sí que el sujeto va a entrar en la fase
de los sueños. Se cree que el movimiento rápido de los ojos se debe a que el
soñante, al ser observador de las imágenes que produce su cerebro, mueve
rápidamente los ojos de un lado al otro a medida que éstas se suceden.
Un investigador alemán trató de demostrar la teoría de que la fase
MOR tenía que ver con que el soñante miraba las imágenes que se producían
en su cerebro mientras soñaba. Para ello hizo experimentos con ciegos
de nacimientos y ciegos que perdieron la vista a lo largo de sus vidas.
Encontró que los ciegos que en algún momento habían visto conservaban
imágenes en sus sueños más o menos nítidas y coloridas en función
del tiempo que hacía que habían perdido la vista y la edad que tenían
cuando esto ocurrió. Cuanto más tiempo disfrutaron de la vista, mejor
conservaban las imágenes en sus sueños. Si nacieron ciegos o la pérdida de
visión había ocurrido cuando eran pequeños, y habían transcurrido
muchos años, esas imágenes se diluían, y los movimientos rápidos de los
ojos, también. Sus sueños o las fases del sueño no iban acompañados del
movimiento rápido de los ojos. Por tanto, la hipótesis de que la fase MOR o
de movimientos oculares rápidos se produce porque el soñante está observando y mirando las imágenes de sus sueños era correcta.

POR QUÉ NECESITAMOS SOÑAR
Por multitud de estudios sabemos que no se puede vivir sin soñar. Es
una necesidad biológica y psicológica. Muchas personas se han sometido a
experimentos de privación de la posibilidad de soñar durante la noche. Es
decir, cada vez que sus cerebros entraban en una fase MOR, que es cuando
se producen los sueños, se les despertaba, y así durante varias noches.
Después de varios días, los soñantes comenzaban a sufrir alteraciones de
la conducta, se ponían nerviosos e irritables en situaciones que en otro momento no les producían ninguna reacción negativa. A medida que la
privación iba siendo mayor, aumentando el número de noches sin poder
soñar, aparecían rasgos extraños y neuróticos en los sujetos. Se podía asegurar que de prolongarse en el tiempo este estudio, los soñantes presentarían conductas paranoicas y escindidas de tipo psicótico.
Por tanto, se dedujo que los sueños tienen también una función equilibradora de la psique.
Que son beneficiosos para nuestro sistema emocional. Y que son de
una gran importancia para nuestra salud psíquica y emocional. Evidentemente,
el soñar no es garantía de salud psíquica y emocional, pero su inhibición
produce trastornos en la personalidad de los individuos.
Por otro lado, los sueños son una fuente inagotable de conocimiento.
A través de ellos podemos acceder a los substratos más inconscientes de
la personalidad del soñante. Vehiculan información, recursos, aptitudes
y actitudes que creemos no poseer. Nos indican cómo actuar, nos muestran
lo que nos está aconteciendo, nos dicen lo que nosotros no podemos
ver porque es una información que está en lo más profundo de nuestro
ser. Los seres humanos a menudo tenemos la gran dificultad de no ver lo
obvio, o, lo que es lo mismo, somos capaces de «ver la paja en el ojo ajeno
y no la viga en el propio».
Al inconsciente accedemos a través de los sueños, de la creatividad,
de las fantasías dirigidas, de la escritura automática, de los procesos
intuitivos que se producen de forma natural cuando se juntan informaciones
diversas ante una situación y también con técnicas psicológicas,
entre otras, «la silla caliente» que utilizamos en la terapia gestalt y que es
la mejor herramienta que yo conozco para comprender el mensaje de los
sueños.
Asimismo las células cerebrales segregan durante el sueño la hormona
del crecimiento, por esta razón los niños y los adolescentes necesitan
dormir más horas. Esta hormona también facilita una más rápida curación
de las heridas, la renovación de la piel, la regeneración de fibras
musculares y mejora la salud de los órganos. Y una característica importantísima
del sueño es que las células inmunitarias trabajan de forma
incansable para producir anticuerpos que nos permiten estar mejor protegidos
ante las enfermedades. Por eso el sueño es tan reparador cuando
nos encontramos enfermos.
Sabemos que durante las fases del sueño se producen una serie de
procesos a nivel cerebral que afectan a todo el organismo. Pero la primera
y principal función de los sueños consiste en fijar toda la información
que hemos ido almacenando durante el día y que por la noche, mientras
soñamos, se estructura y asimila dando lugar posteriormente al aprendizaje.
Sin esta cualidad de los sueños mucha información que obtenemos
y amontonamos durante la vigilia, desaparecería. En cambio, mediante
esta función, toda esa información permanecerá almacenada en las células
de nuestro cerebro y podremos acceder a ella en el momento oportuno
a través de la memoria.
Mediante este proceso de fijación y almacenamiento, conservamos
nuestras experiencias del día: temores, alegrías, creencias, inseguridades,
en definitiva, todo lo que hemos experimentado y aprendido a lo
largo de cada jornada.
Nuestro cerebro es como una especie de ordenador donde quedan
gravados los acontecimientos del día; allí, en las células nerviosas –no se
sabe en qué lugar de las mismas– toda la información diurna es fijada de
forma totalmente inconsciente. Después podemos acceder a casi toda
ella a través de otra función del cerebro, la memoria, que nos permitirá
traerla a la conciencia cuando la necesitemos. Su disponibilidad o no a
ese acceso va a depender de diversos factores relacionados con el estado
del sujeto. No obstante, casi siempre estará ahí para ser utilizada en el
momento necesario.
Pero todas las experiencias, conocimientos, acontecimientos y demás vivencias diurnas están a nuestro alcance a través de la memoria y los
sueños (hay otras técnicas que también permiten este acceso, como la
sofrología).
Es evidente que bastante a menudo no nos prestamos atención, no
nos escuchamos, estamos bastante alejados de nuestras necesidades, de
las señales de nuestro cuerpo que nos están indicando y avisando de que
estamos pasando por alto informaciones importantes para nuestra salud o evitando ejercer acciones necesarias para nuestro bienestar, para evitar
un daño o cualquier incidencia negativa.
Nuestro cuerpo emite constantemente multitud de señales que emergen
del fondo. Pero no las tomamos en cuenta porque estamos demasiado
ocupados para mirarlas y escucharlas y comprender qué nos quieren
decir. Los sueños son una de estas señales. Otras veces no las queremos ver
para evitar situaciones que nos angustian, nos incomodan o creemos que
nos pueden producir conflictos que no sabemos cómo manejar en ese
momento.
Cuando no hacemos caso a estas señales psico-fisiológicas, dejamos
que se hagan crónicas, y acaban produciendo desajustes en nuestra psique
y enfermedades en nuestro cuerpo. Es conveniente tener en cuenta que
son una llamada de atención que nos avisa de que algo está ocurriendo. Si
permitimos que se cronifiquen, haciendo caso omiso de ellas, pueden acabar
produciéndonos enfermedades o situaciones de angustia y depresión,
o acabar en paralización, colapso, depresión o cualquier otro trastorno más
o menos severo. Si no las escuchamos y tomamos las medidas oportunas,
las consecuencias siempre son negativas.
Los sueños surgen durante la noche para recordarnos lo que estamos
olvidando hacer o lo que no debemos hacer. Nos indican caminos a seguir
y conductas a realizar, aunque sean por omisión. Los sueños pueden llegar
a ser angustiosos, y en ese caso se les denomina pesadillas. Cuando nos hacemos sordos, ciegos y mudos a todas las expresiones que emite nuestro
cuerpo, los sueños se transforman en historias que nos llenan de miedo,
que nos despiertan a media noche con el grito en la garganta o el sudor del
terror en nuestro cuerpo.
Los sueños siempre nos trasmiten un mensaje que nos conviene descifrar,
como que olvidamos nuestras necesidades, que estamos atascados en
alguna situación que no sabemos resolver, que no queremos arriesgarnos a
actuar, que estamos dando demasiada prioridad a una polaridad5 en detrimento
de otra, que no miramos donde tenemos que mirar. Nos muestran
el tipo de contacto que estamos teniendo con el entorno y si éste es deficiente,
aceptable o negativo. Es necesario mirar de frente aspectos de nuestra
realidad que nos están haciendo daño y no evadirnos con cosas o actividades
superfluas que nos dejan vacíos. Es necesario no olvidar lo que es
prioritario para nuestra supervivencia y equilibrio psico-corporal y aquellos
aspectos importantes para nosotros. También nos muestran que tenemos
asuntos pendientes sin resolver con personas de nuestro entorno:
padres, hijos, pareja, amigos, jefes… y que deben ser resueltos porque nos
consumen demasiada energía que podemos utilizar en otros asuntos más
gratificantes.
Los sueños son los grandes informadores de cómo nos sentimos internamente
cuando no queremos escuchar las señales de nuestro cuerpo. Las
señales de peligro o necesidad no satisfecha.
Estas señales se presentan en una amplia gama, que va de lo muy simple
a lo muy complicado y persistente.
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DE LOS SUEÑOS
1. Los sueños se recuerdan mejor si al despertarnos estamos soñando.
En ese momento es cuando mejor podemos acceder a ellos. Por otro lado,
la profundidad e inmediatez que se está produciendo mientras se sueña
nos permite recordarlos más fácilmente.
2. El sentido y significado del sueño está en función de la personalidad
y características del soñante, de su experiencia vital y de la situación que
está viviendo en el momento actual.
3. Todas las personas soñamos un promedio de 3 a 5 sueños por noche.
El que no los recordemos se debe, la mayoría de las veces, a que no les prestamos atención y que los procesos que están representando no son tan perturbadores como para producir pesadillas. La mayoría de las veces, la intención de recordarlos no es suficiente para lograrlo, ya que hay defensas que lo impiden. Y esto sucede de esta manera porque los sueños, muy frecuentemente, no nos están diciendo cosas agradables acerca de nosotros mismos.
4. En los sueños lo que más predomina son las impresiones visuales.
Éstas hacen que se recuerden mejor. Sin embargo, también intervienen
otros sentidos, tales como el olfato y el tacto, y, como todos sabemos, también
aparecen emociones.
5. También aparecen colores casi siempre en los sueños. Sólo aquellas
personas abotargadas, o que son menos sensibles a ellos, o que están deprimidas o al inicio de una depresión, producen sueños en blanco y negro
durante grandes temporadas. Incluso alguna persona ha relatado que sus
sueños son siempre en blanco y negro.
6. En algunas personas se producen sueños recurrentes o repetitivos,
en los que unas veces cambian algunos aspectos y algunos elementos y otras permanecen intactos a lo largo de grandes o pequeños periodos de
tiempo. Estos sueños recurrentes son los que Perls califica de síntoma de
un asunto pendiente, de situación inacabada que se repite una y otra vez
en un intento de solucionarse. Estos sueños, una vez trabajados, tienden
a desaparecer. Una vez que el soñante descubre el significado de su sueño,
se cierra la situación pendiente y dicho sueño deja de aparecer dejando
su lugar a otros nuevos.
7. Las pesadillas son sueños que provocan angustia y desazón en el
sujeto, y son vividos con tanta intensidad y las imágenes suelen ser tan
amenazadoras que suele despertarse en medio de ellos. Los mensajes de
las pesadillas suelen tener un significado muy valioso para el sujeto y
aparecer en situaciones de crisis. Otras veces se producen en momentos
en que padecemos una enfermedad y tenemos fiebre.
8. A menudo, cuando se producen ruidos o cualquier otro estímulo
exterior –tales como olores u otras percepciones–, los incorporamos mezclándolos con los sueños. De todas formas, lo que ocurre más a menudo
es que no los tomemos en cuenta.
9. Hay personas que son capaces de influir en la producción de sus sueños, agregarles elementos, introducir determinados temas o despertarse dándose cuenta de que están soñando y continuar el sueño metiéndose nuevamente en él. También hay personas que son conscientes de que están soñando mientras sueñan, como si se produjera una especie de disociación. Con la hipnosis se pueden inducir sueños relacionados con problemas presentes y pasados. De todas formas, se desconoce el mecanismo que lo lleva a producir ese sueño, aunque está bastante relacionado con la inducción de cualquier tipo de conductas mediante órdenes hipnóticas.
10. Los sueños, junto con algunas facetas artísticas, tales como la pintura,
son las partes más simbólicas que producen los seres humanos.
Tampoco se sabe porqué son así.
Es probable que por la forma en que aparecen, tan crípticos y la mayoría
de las veces tan estrambóticos y aparentemente sin sentido, se acepten mejor los mensajes que nos traen que si los contenidos fueran más
explícitos y directos.
La censura procura mitigar el dolor y la crítica que a menudo les
acompaña.
11. Si privamos de soñar a una persona, despertándola cada vez que
comienza a hacerlo, después de varios días (de 3 a 6) aparecen síntomas
de irritabilidad y diversas perturbaciones emocionales, como ansiedad,
angustia, desazón, etc. De todo esto se deduce que el soñar no solamente
es natural sino imprescindible para los seres humanos. Si la privación del
sueño es más prolongada se pueden provocar trastornos más graves.
12. Hay gemelos univitelinos que han tenido el mismo sueño a la vez.
Este tipo de sueños podemos decir que entran dentro de la parapsicología y de lo inexplicable, por el momento.
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La Gestalt, desde esta perspectiva, propone una forma específica de trabajar con los sueños, donde el enfoque de los recuerdos, los sentimientos, los símbolos, las acciones y los síntomas, es no interpretativo.
Consideramos a los sueños como un mensaje existencial que eventualmente puede ser entendido y sin embargo no buscamos alcanzar tal comprensión pensando acerca de ellos; comprender o entender se refiere a la experiencia directa de los contenidos simbólicos del sueño, más que a una inferencia intelectual, de la misma manera que el percatarse es lo opuesto a una introspección intelectual.
Tanto en el trabajo de sueños, como en otros aspectos de la terapia Gestalt, el camino al darse cuenta (awareness) es permitir que el sueño se exprese en lugar de traerlo a la mente. Según esto, es fundamental que el sueño no solo sea recordado sino traído de vuelta a la vida.
Únicamente revivenciándolo aquí y ahora podemos ganar conciencia de lo que está transmitiendo, Identificándose el soñante al relatar el sueño consigo mismo y eventualmente con cada uno de los elementos simbólicos de su sueño donde algunos de ellos pueden manifestar aspectos de su persona alienados, opuestos o sencillamente tenerlos rechazados de su autoconcepto.
Perls dice (1989) que el sueño es un mensaje existencial. Es más que una situación inconclusa, es más que un deseo insatisfecho, es más que una profecía. Es un mensaje de ti para ti mismo. El sueño es posiblemente la expresión más espontánea del ser humano, una obra de arte que nosotros cincelamos en nuestra vida.
Cada parte, cada situación en el sueño es una creación del soñante mismo. Por supuesto algunos trozos provienen de la memoria o de la realidad, pero la pregunta importante es: ¿Qué es lo que hace que el soñante escoja esa parte específica? Ninguna elección en el sueño es coincidencia… cada aspecto del sueño es una parte del soñador, pero una parte que hasta cierto punto es repudiada y proyectada hacia otros objetos que aparecen como símbolos.
Desde la Terapia Gestalt la posibilidad de comprender los significados oníricos se centran en el soñante y en su propia capacidad de darse cuenta. El contacto directo con la imagen nos coloca en su propio lugar y le da una oportunidad a nuestra mente de volver a contactar con la sabiduría de ese sueño.
Los sueños son manifestaciones de nuestra existencia. Somos nosotros mismos expresandonos de una manera particular. Todo los elementos, vínculos y características de nuestros sueños expresan detalles de nuestra existencia. Algunos de ellos son desconocidos y otros expresan situaciones conflictivas o irresueltas.
El enfoque gestáltico de los sueños nos da la oportunidad de reencontrarnos con lo más profundo de nosotros. En los sueños nos encontramos con distintas capas de la conciencia.
Tipos de Sueños
Otra clasificación según el Lic. Eduardo Carabelli es:
Sueños claros: el soñante comienza a contactar con sus propios planos transpersonales de la conciencia. Se manifiesta como apertura de la identidad. Permite ver los distintos yoes representados en los objetos oníricos del sueño. Nace la capacidad de contemplar todas las partes y alcanzar un mayor estado de integración.
Aparición de un ser extraordinario: por lo general trae un mensaje valioso para el soñante. Se trabaja con silla vacía para interactuar con dicho personaje.
Sueños recurrentes: suceden cuando hay en nuestra vida temas inconclusos. Los sueños se repiten hasta que pueda ser resuelto. Cuando el mensaje de nuestra conciencia puede ser escuchado e integrado, la necesidad de comunicación desaparece y la quietud se restablece.
Sueños inconclusos: sueños que nos despiertan bruscamente. Se trabaja tomando desde el punto de la interrupción y se continúa la escena. Atravesar una situación temida puede ser muy resolutivo en la vida del soñante.
Sueños persecutorios o amenazantes: son muy ricos al ser explorados porque permite al soñante identificarse con los personajes. Es una forma de recuperar de funciones alienadas.
Sueños sin palabras: solo aparecen imágenes o dibujos, son representados corporalmente y el darse cuenta se restablece a medida que la persona permanece en esa posición física y explora su existencia.
En definitiva soñamos con nuestras características personales, culturales y de nuestra especie.
Significado de los sueños según las culturas
Cicerón: 1. Los enviados por Dios
2. los enviados por los ángeles
3. Los que vive el alma por sí misma.
Hipócrates: la dimensión de los sueños profundiza sin falsedad y excava como un pozo
Freud: intento de satisfacer un deseo inconsciente.
Jung: compensación de la organización psíquica y los desequilibrios de la personalidad.
Biblia: Los sueños son la palabra de Dios. No hace falta soñar con Dios para escuchar su mensaje, porque lo hace a través de todo tipo de sueños, desde los sueños más surrealistas a los más cotidianos. Según la Biblia, la mayoría de los sueños que tenemos es la forma que Dios tiene de comunicarse con nosotros.
1° Reyes 3:5
Mateo 1:20
Mateo 1:24
Fritz Pearls: es un mensaje existencial que debemos permitir que se exprese. Un mensaje de ti para ti mismo.
Clasificación de los sueños
Según la Dra. Julia Zwillinger, podemos pensar a los sueños en cuatro niveles:


1° Nivel. SUEÑOS NEURÓTICOS: pertenecen al inconsciente personal. Son los sueños comunes. Sus contenidos son similares a la vigilia. Se trabajan con técnicas individuales.

2° Nivel. SUEÑOS EXISTENCIALES: son conflictos de la especie y se originan en el inconsciente colectivo. En ellos vemos algunos de los 4 elementos: FUEGO-AIRE-TIERRA-AGUA
Aparecen números o animales, imágenes no ordinarias o funciones alteradas. EJ: hablar bajo el agua, volar, etc. Las funciones normales están bloqueadas (caminar, hablar, correr).
Los elementos mágicos delatan los sueños del 2° nivel.
Estos sueños son un pasaje de un estado existencial que se agotó a un estado existencial nuevo. Reflejan los cambios. Se trabajan con técnicas grupales y especificas.

3° Nivel. SUEÑOS TERAPÉUTICOS: aparece un personaje extraordinario como una figura religiosa o un familiar fallecido. Estos sueños proporcionan mucha paz y son curativos en si mismos. No hace falta trabajarlos.

4° Nivel. SUEÑOS TRANSPERSONALES: son premonitorios. Están fuera de espacio y tiempo. No los trabajamos. Solo los reconocemos y compartimos.
Tipos de sueños en psicología Gestalt
Trabaja con cualquier tipo de sueños, sin embargo hay algunos que tienen connotaciones especiales. Según la clasificación de Fritz Pearls, los sueños son:
Sueños recurrentes: Cuando la temática de la figura es la misma aunque el fondo varíe, es la manifestación de una Gestalt incompleta y el intento de llegar a una solución, de concluir algo. Estos sueños se terminan cuando la persona comprende ó asimila lo que el sueño le está transmitiendo.
Pesadillas: Sueños de frustración propia. Es decir cómo se interrumpe la persona y se frustra a sí misma. Generalmente viene con una carga de ansiedad y son asuntos urgentes de resolver.
Sueños retroflectivos: Estos sueños se manifiestan en procesos terapéuticos donde el paciente o cliente ha guardado expresiones que van originalmente dirigidas hacia el terapeuta o hacia el grupo, en caso de terapia grupal.
Sueños actuales: Tienen que ver con acontecimientos recientemente vivenciados. En la medida en que se va avanzando en el trabajo personal, surgen con mas frecuencia este tipo de sueños.

En los sueños aparecen tanto los mensajes de las situaciones conflictivas, como los vacíos, las necesidades, las situaciones inconclusas, las partes desintegradas de la personalidad, las polaridades, los roles falsos que se juegan, la manera como se relacionan, lo que desea o teme a través de sus proyecciones, la manera como se defiende, los bloqueos que existen en su persona. Cualquier cosa que aparece o que falta en el sueño, está en la vida de la persona. El sueño señala directamente lo que se evita para estar completo.
El trabajo con sueños no es un método analítico sino interactivo y lo principal al trabajarlos, es no hacer interpretaciones de sueños ni juegos intelectuales. Es descubrir, promover el contacto emocional, ampliar la conciencia y la responsabilidad, y así, irnos construyendo como personas más integradas.