Resumen Módulo II
Complejo de castración
Complejo centrado en la fantasía de castración, la cual aporta una respuesta al enigma que plantea al niño la diferencia anatómica de los sexos (presencia o ausencia del pene): esta diferencia se atribuye al cercenamiento del pene en la niña.
El complejo de castración guarda íntima relación con el complejo de Edipo y, más especialmente, con su función prohibitiva y normativa.
El complejo de castración fue descrito por vez primera en 1908 y relacionado con la «teoría sexual infantil»
El complejo de castración se atribuye a la primacía del pene en ambos sexos, y su significación narcisista se halla prefigurada: «El pene es ya en la infancia la zona erógena directriz el objeto sexual autocrótico más importante, y su valorización se ráeja lógicamente en la imposibilidad de representarse una persona semejante al yo sin esta parte constitutiva esencial».
La unidad del complejo de castración en los dos sexos sólo se concibe por este fundamento común: el objeto de la castración (el falo) reviste idéntica importancia en esta fase para la niña como para el niño; el problema planteado es el mismo: tener o no el falo
El complejo de castración se encuentra invariablemente en todo análisis. Una segunda característica teórica del complejo de castración es su punto de impacto en el narcisismo: el falo se considera por el niño como una parte esencial de la imagen del yo; la amenaza que le afecta pone en peligro radical esta imagen; su eficacia procede de la conjunción de los dos elementos siguientes: prevalencia del falo, herida narcisista.
el papel que el psicoanálisis atribuye al complejo de castración no se comprende sin relacionarlo con la tesis fundamental (y constantemente reafirmada por Freud) del carácter nuclear y estructurante del Edipo.
El complejo de castración debe referirse al orden cultural, en el que el derecho a un determinado uso es siempre correlativo a una prohibición.
En la «amenaza de castración», que sella la prohibición del incesto, se encarna la función de la Ley como instauradora del orden humano, según ilustra, míticamente, en Tótem y tabú
Complejo de Edipo
Conjunto organizado de deseos amorosos y hostiles que el niño experimenta respecto a sus padres. En su forma llamada positiva, el complejo se presenta como en la historia de Edipo Rey: deseo de muerte del rival que es el personaje del mismo sexo y deseo sexual hacia el personaje del sexo opuesto. En su forma negativa, se presenta a la Inversa: amor hacia el progenitor del mismo sexo y odio y celos hacia el progenitor del sexo opuesto.
El complejo de Edipo desempeña un papel fundamental en la estructuración de la personalidad y en la orientación del deseo humano.
I. El complejo de Edipo se descubrió en su forma llamada simple y positiva
pero,
esta forma no es más que una «simplificación o esquematización» en relación con la complejidad de la experiencia
En realidad, entre la forma positiva y la forma negativa se observa toda una serie de casos mixtos en los que coexisten estas dos formas en una relación dialéctica, y en las que el analista se aplica a determinar las distintas posiciones adoptadas por el sujeto en la asunción y resolución de su Edipo
Las primeras elaboraciones de la teoría se construyeron sobre el modelo del niño.
2)
el complejo de Edipo, aunque esbozado durante la infancia, sólo se manifestaría claramente en el momento de la pubertad, para ser en seguida superado.
II. La preponderancia del complejo de Edipo
queda atestiguado por las funciones fundamentales que le atribuye:
a) elección del objeto de amor
b) acceso a la genitalidad
c) efectos sobre la estructuración de la personalidad
El complejo de Edipo no puede reducirse a una situación real, a la influencia ejercida efectivamente sobre el niño por la pareja parental. Su eficacia proviene de que hace intervenir una instancia prohibitiva (prohibición del incesto) que cierra la puerta a la satisfacción naturalmente buscada y une de modo inseparable el deseo y la ley
Señalemos finalmente que, al dirigir nuestro interés hacia la relación triangular misma, nos vemos inducidos a atribuir un papel esencial, en la constitución de un determinado complejo de Edipo, no sólo al sujeto y sus pulsiones, sino también a los otros focos de la relación (deseo inconsciente de cada uno de los padres, seducción, relaciones entre los padres).
Complejo de Electra
Término utilizado por Jung como sinónimo del complejo de Edipo femenino
Jung introduce la expresión «complejo de Electra». A este respecto Freud manifestó, en principio, que no veía el interés de tal denominación
Lo que Freud mostró acerca de los distintos efectos del complejo de castración en cada sexo, de la importancia que para la niña tiene la inclinación preedípica hacia la madre, de la preponderancia del falo en los dos sexos, justifica su rechazo del término «complejo de Electra»
La personalidad narcisista se caracteriza desde el punto de vista clínico por un tipo de relación presidida por la soberbia, la arrogancia y la altanería, tres rasgos que son expresión manifiesta de la sobrevalorización o idealización del Yo o Self. A esta tríada soberbia, arrogancia y altanería– le acompaña y complementa una actitud de desprecio y desvalorización de las demás personas
el Yo narcisista se identifica introyectivamente sintiéndose “grandioso”
Con este tipo de relación y de estructura mental se reproducirían a grandes rasgos niveles primitivos y arcaicos del desarrollo emocional correspondientes a aquello que Freud llamaba el Yo de placer depurado.
En los primeros momentos de la vida, existiría un “Yo-realidad primario”
para el que no habría otra realidad que él mismo
Sería como un Yo que dijera la realidad soy Yo y lo demás o no existe o no me atañe
Este Yo-realidad primario, evoluciona hacia el Yo maduro (“Yo-realidad secundario”, o sea, un Yo diferenciado, con sentido y conciencia de sí mismo y de la realidad externa), y en esta evolución pasaría por una etapa intermedia (el “Yo-placer puro o depurado”) en la que se empezaría a aceptar una diferenciación entre el Yo y la realidad, pero siempre a condición de que todo lo bueno estuviera dentro del Yo y lo malo fuera.
Narcisismo es un término de vieja raigambre psicoanalítica que se ha hecho dudosamente operativo porque en la actualidad se utiliza confusamente para referirse a funcionamientos y fenómenos mentales diversos que, a pesar de estar interrelacionados en sus orígenes, son diferentes en cuanto a su significación y su status clínico.
Además de la actitud amorosa respecto del propio cuerpo, amplía el concepto extendiéndolo a otros terrenos clínicos, como la autosobrevaloración o autoidealización
Finalmente, desde una perspectiva metapsicológica, Freud propone el concepto de narcisismo primario para referirse a un hipotético estadio inicial y arcaico del desarrollo emocional en el que toda la energía psíquica (libido) está investida en el propio Yo porque todavía no se ha reconocido la existencia del otro («objeto»).
Así pues, el narcisismo queda estrictamente redefinido en el marco de la teoría de la libido como un investimiento libidinal del sí mismo, en oposición al investimiento libidinal del objeto (ya diferenciado como objeto con existencia propia).
La libido objetal se extrae y se resta de la libido narcisista
Teóricamente, la retirada de la libido del objeto debiera dar lugar a una indiferencia hacia el objeto, que, al dejar de estar investido libidinalmente, dejaría de tener interés para el sujeto. En tal caso, para el Yo-realidad primario de Los instintos y sus vicisitudes, pasaría a ser como aquella realidad indiferente (o no existe o no me importa); sin embargo, no es así ya que, según señalaba el propio Freud (1914), la retirada de la libido es activa y se realiza precisamente porque en la relación con el objeto se ha producido una experiencia de frustración, o sea, una «mala experiencia». El objeto no se hace indiferente, sino frustrante o malo
Tipos de narcisismo
a) Narcisismo libidinal o amoroso.
Equivale al «amor a sí mismo» de Sibiuda después de haberse trascendido ascendentemente hacia el «amor a Dios»
Correspondería al resto de libido narcisista originaria, que sigue invistiendo al self después de que una parte de ella se haya escindido para convertirse en libido objetal.
Sin un mínimo de narcisismo libidinal no habría sentimiento de identidad
El sentido estable de identidad depende de un equilibrio entre el narcisismo libidinal y la capacidad de relación amorosa con el objeto (relación objetal).
Si el resto de narcisismo libidinal es excesivo porque no está depurado en amor objetal (narcisismo primario) o porque, en situaciones de conflicto o regresión, ha sido excesivamente engrosado por la retirada regresiva hacia el sí mismo de la libido que investía los objetos, con la consiguiente reconversión de libido objetal en libido narcisista (narcisismo secundario), el resultado podría ser, según Freud, el sentimiento megalomaníaco de grandeza con que se inician clínicamente algunos procesos psicóticos o la exaltación e idealización del propio Yo típica de las personalidades narcisistas
b) Narcisismo antilibidinal o destructivo.
Se expresaría en la altanería, el desprecio, el odio y la relación tiránica que suelen complementar la soberbia y la arrogancia de la personalidad narcisista. Desde la teoría relacional, y sin dejar de seguir por ello al propio Freud aunque en una perspectiva diferente a la de la teoría de las pulsiones, esta actitud narcisista se explicaría por el odio a la realidad (representada por el otro, por el sentimiento de dependencia del otro y por la resistencia a reconocerlo como tal), que es máximo o casi total en el estadio narcisista del desarrollo.
c) Narcisismo fusional.
Los casos más extremos de enamoramiento constituirían un ejemplo de lo que he llamado narcisismo fusional. Este concepto de narcisismo está implícito en el concepto de narcisismo primario de Freud y en el del desarrollo emocional como un proceso que va desde la no diferenciación (la fusión) a la diferenciación.
Este tipo de relación narcisista se expresaría clínicamente en estados confusionales con tendencia a la pérdida del criterio de realidad e intolerancia a la diferenciación y a la separación. En sus formas más extremas estaría relacionado con las patologías borderline y psicóticas.
d) Organización narcisista patológica.
La organización narcisista patológica
es una organización defensiva que protege y encapsula a un self hipersensible a la dependencia; pero la organización narcisista patológica se basa en el desprecio, el odio y la utilización perversa y tiránica de la relación con el objeto (el otro). La parte dependiente, necesitada del objeto, de su reconocimiento y de su amor, es tiranizada por otra seudoaulta, seudoafirmada narcisísticamente
Cuando la organización narcisista está interesada en captar y utilizar para sus fines a otra persona (objeto), puede mostrarse seductora y dúctil y hasta servil y aduladora, lo que podría recordar el falso self de Winnicott por su apariencia seudoadaptativa
Autosensorialidad
El término “autosensorialidad” se refiere a una etapa inicial de la vida en la que hay relación con el objeto, naturalmente, pero sin conciencia de diferenciación y, por tanto, sin conciencia de relación porque se supone que el niño vive todas sus experiencias sensoriales (intero y exterocoeptivas, internas y externas) como si se originaran en sí mismo.
Lo que posiblemente ocurra en estos primeros estadios, desde el punto de vista emocional y psíquico, es que el bebé no tenga una representación mental del objeto como algo externo a él ni siquiera una clara representación mental de sí mismo; la representación mental inicial sería simultánea y fusionalmente de Yo y objeto sincréticamente unidos y la diferenciación se iría produciendo en el proceso de la experiencia y el desarrollo.
Tres modelos de narcisismo
Aunque Freud definiera el narcisismo como el investimiento o catectización libidinal del Yo (self), a lo largo de su obra se pueden distinguir tres modelos de narcisismo. En el primer modelo,
considera que el desarrollo infantil arranca de un primer estadio autoerótico en el que las pulsiones sexuales son parciales y no están integradas, es decir, funcionan aisladamente sin integrarse entre sí. No hay objeto (o representación mental del objeto) y la búsqueda de satisfacción de las pulsiones eróticas parciales se realiza en el propio cuerpo.
Este segundo estadio en el que las pulsiones se integran y se unifican en una pulsión libidinal única a través del investimiento del Yo sería el propiamente narcisista, secundario cronológicamente al autoerotismo como estadio inicial, y abocaría en el proceso de crecimiento y diferenciación al tercer estadio, que sería el de la elección de objeto.
Con la búsqueda y elección de objeto aparecería, simultánea y necesariamente, la diferenciación entre representación mental del objeto y representación mental del Yo o del Self.
estos tres estadios (autoerotismo, narcisismo y elección de objeto) se corresponden, por una parte, con la evolución desde la autosensorialidad (falta de diferenciación entre estímulo y sensación) y el narcisismo (falta de diferenciación entre el Yo y el objeto ideal introyectado) a la relación de objeto
Narcisismo y relación de objeto
En la elección narcisista se busca en el objeto una representación de uno mismo; se le escoge porque se parece a uno mismo, a lo que uno quisiera ser o a lo que uno fue; se le escoge en suma porque, de una forma u otra, se busca en él la imagen que uno tiene de sí mismo en el presente, en el futuro o en el pasado.
Este concepto freudiano de elección narcisista de objeto ya parece referirse, implícitamente, a la proyección de un aspecto del self en el objeto, en la vinculación con él se busca la reunión con lo proyectado, la recuperación del estado anterior a la proyección.
La elección anaclítica de objeto
se apoya en la experiencia previa de relación con un objeto que ya ha satisfecho necesidades básicas
La elección anaclítica y la narcisista no se excluyen ni se contradicen
Cierto investimiento del sí mismo no es patológico, pero un predominio desproporcionado de elección narcisista se acompañará siempre de una tendencia a la confusión con el objeto y, consiguientemente, de una debilitación del criterio de realidad.
En caso de que el predominio sea excesivamente anaclítico, la tendencia será a establecer una relación en la que el objeto sería usado fundamentalmente para satisfacer las propias necesidades y la expresión clínica podría ser una dependencia excesiva.
Definido en términos de una relación basada en la no diferenciación entre self y objeto en vez de en el investimiento libidinal del Yo (self), el narcisismo primario sería normal en las primeras etapas de la vida, pero cuando se prolonga más allá de estas etapas por las causas que sea tiende a conferir un matiz psicótico a las relaciones que se intensifica claramente en las situaciones regresivas severas.
Para proceder a la restauración de los objetos, el psicótico tiene que reconectar con el mundo, aunque sea deformándolo por la proyección de sus objetos internos (los objetos en la «fantasía», que también eran investidos por la libido objetal cuando se retiraba del objeto y se hacía narcisista).