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Psicogenelogía – Lección IV

Lección 4

Los hijos adoptivos y de crianza tienen que darles un lugar a sus padres biológicos dentro del vínculo con sus ‘nuevos padres’ nuevamente. Los sentimientos iniciales de ira y de dolor, además del sentimiento de haber sido abandonados, deben de ser incluidos en este proceso. Sólo al reconocer a los padres biológicos los hijos adoptivos pueden tomar realmente el vínculo con la vida.

Una condición esencial para que la adopción tenga éxito es que los ‘nuevos’ padres sean conscientes del lugar que ocuparon y siempre ocupan los padres biológicos. El niño le debe a ellos su vida.

La adopción es una gran intervención en el orden entre padres e hijos. Sea cual sea la razón para la adopción – abandono, maltrato, abuso sexual – los padres adoptivos no pueden comportarse como jueces de los padres biológicos.

El amor es la única base entre los padres adoptivos y biológicos ya que el niño está unido por medio de una enorme lealtad a sus padres biológicos. Si se trata de abusos físicos o sexuales, el vínculo es aún más fuerte. El hijo se siente unido con sus padres como un eslabón en una cadena.

De acuerdo a Wibe Veenbaas los hijos tienen que tomar el lugar de los padres para poder sobrevivir en su sistema familiar. Este desplazamiento en el orden familiar debe ser temporal para que el hijo pueda mirar después a su padre como tal.

El reemplazar a un padre puede ser una medida de emergencia que el hijo puede llevar por un tiempo, pero es insuficiente para el resto de su vida. Debido al cambio en el orden familiar, el hijo pierde su posición como hijo. Sólo cuando el padre está de nuevo en su lugar y el hijo en el lugar de hijo, el orden dentro del sistema se recupera.

Cuando un hijo se siente responsable de los actos de sus padres no está en su lugar. Por ejemplo, cuando ya adulto dice: “Yo he sido procreado accidentalmente, mis padres tuvieron que casarse para que yo naciera.” Esta responsabilidad es únicamente de los padres ya que ellos fueron los que hicieron esa elección.

Cuando se hace una violación en el orden entre padres e hijos, como es el caso del incesto o abuso, el hijo se hace a menudo cargo de las consecuencias y de la culpa con lo que exonera al progenitor responsable.

El hijo piensa inconscientemente que de esta manera puede recuperar el equilibrio en la familia y lo hace por amor. El hijo no puede ser juez de sus padres, no los puede juzgar. El hijo que hace de juez ante sus padres pierde su lugar como hijo.

Es importante que el orden natural del hijo en relación con sus padres se corrija internamente. Es la única manera de disolver la implicación. El hijo debe tomar nuevamente su lugar. En la constelación le puede decir a sus padres: “Lo he hecho por vosotros, era malo para mí y dejo las consecuencias con vosotros. Yo haré algo bueno con mi vida, a pesar de lo que sucedió.”

Cuando se trata de incesto o abuso no se soluciona nada cuando el cliente o el terapeuta señalan a un culpable. Es absolutamente claro que la responsabilidad es del adulto. Preguntarse el porqué alguien de la familia hace o no hace algo, es una pregunta a nivel consciente, mientras que aquí se trata de procesos inconscientes dentro de la dinámica del sistema.

Para el cliente se trata de tomar nuevamente su lugar como hijo y recuperar el orden del sistema, dejando atrás la posición de juez de sus padres. El usar las palabras correctas en la constelación es sumamente importante. Pequeñas diferencias en el tono, la manera de hablar o la postura determina si el hijo está en el lugar que le corresponde como hijo. Cuando un cliente no puede dejar con los padres lo que a ellos les pertenece, gana su derecho de acuerdo a su moral, pero pierde su lugar como hijo.

Cualquier tipo de pregunta de un hijo en referencia a culpabilidad o intimidad de sus padres es arrogancia. Cuando un progenitor toma a su hijo en confianza y comparte sus problemas con él, siempre tiene como consecuencia para el hijo la pérdida de su lugar. Cuando uno de los padres habla mal del otro padre, el hijo se siente culpable, especialmente cuando trata de investigar si lo que ha oído es verdad.

Para el hijo sólo hay una solución: debe tomar distancia. Debe olvidarse espiritualmente de lo que ha oído ya que no le corresponde. El propósito del olvido es que el hijo pueda tomar nuevamente su lugar de hijo. Es el único lugar que el hijo necesita para poder vivir su vida.

La autoridad de los padres era algo muy claro en las generaciones anteriores, había una demarcación muy evidente entre los padres y los hijos. Debido a esta demarcación exterior el hijo tenía respeto por sus padres. Hoy en día la relación entre los padres e hijos es de otra manera. Hay menos separación y más espontaneidad, pero dentro de este espacio debe continuar existiendo la demarcación entre los padres y los hijos.

Cuando los padres se convierten en amigos de sus hijos, el hijo pierde, a un nivel más profundo, a sus padres.

Cuando el cliente les dice a sus padres en la constelación: “Vosotros sois los grandes, yo soy el pequeño” la frase tiene un efecto muy profundo. Repitiéndose esto a menudo internamente después de la constelación le aporta a la frase cada vez un significado más profundo.

Wibe Veenbaas postula que la sexualidad está en primer lugar unida a la procreación y a la paternidad. Esto es aplicable también en la actualidad a las relaciones. Por esto cuando se pierde la paternidad por un aborto espontáneo o provocado, o por infertilidad, la relación corre peligro.

Un aborto es un ejemplo extremo de una situación en la que el hijo da y los padres toman. La decisión de abortar es la responsabilidad de ambos padres, aunque la posición de la mujer es diferente a la del hombre. El aborto pone a la pareja bajo una enorme presión. Emocionalmente deben empezar una nueva relación en la que la decisión de abortar, la culpa y la tristeza tienen un lugar. La mujer está a menudo a un nivel profundo muy herida porque ha actuado contra su principio de dar vida. Si su pareja no reconoce esto, se crea una gran distancia entre ellos. Ambos deben honran la vida que no pudo germinar y darle un lugar dentro del sistema.

Los abortos espontáneos pertenecen al destino, dentro del trabajo sistémico. Cuando los padres toman conciencia y se acostumbran a la idea de una nueva vida, el niño que aún no ha nacido ya forma parte del sistema. El significado y los sentimientos alrededor de este embarazo que no llegó a su buen fin pueden ser muy diferentes. Estos ayudan a determinar en la constelación si el niño debe ocupar el lugar que le corresponde en la posición de los hijos.

La infertilidad descarta la posibilidad de una paternidad natural. Esto significa que la pareja que desea tener un hijo, debe hacer nuevamente una elección consciente para continuar la relación. Es importante que la persona que es infértil le dé a conocer a su pareja que también en esta situación es libre de escoger. Él dice: “Yo sé que te puedes marchar. Gracias por quedarte. Yo te quiero.” El otro puede decir: “Yo me quedo contigo, aunque tenía la intención de marcharme.”

Wibe Veenbaas expone que los hijos siempre deben volver a su hogar. Puede ser que dure años antes que un cliente que le ha dado la espalda a su casa natal regrese a ella. Todo tiene su propio tiempo. Con frecuencia nos ponemos máscaras para protegernos y nos distanciamos de nuestros sentimientos y del dolor de nuestra infancia. Nos protegemos con ellas en las nuevas relaciones.

La máscara es una casa imaginaria. Puede llevarse mucho tiempo pero el movimiento interno requiere que se quite y se regrese a casa.

Cuando la relación de pareja de los padres es buena y ambos son felices, a los hijos les va bien también. Esto es desdichadamente muy pocas veces la realidad. La mayoría de las relaciones tienen problemas.

Cuando la relación no es buena, los padres tienen peleas y problemas y los hijos quieren ayudarles. Ellos siguen una presión inconsciente. Esta presión surge también cuando los padres piden ayuda a los hijos.

De esta manera los hijos se encuentran en una posición de querer dar o querer hacer algo por ellos. Esto perturba el equilibrio de dar y tomar entre los padres y los hijos. En el lenguaje terapéutico se llama parentalización, como ya hemos visto.

El hijo lo hace por amor. Es su manera mágica e infantil de querer. En este amor mágico, el hijo cree que puede ayudar cuando toma o carga con las dificultades de los padres. Se imagina que puede aliviar el sufrimiento de los padres o de uno de los padres cuando él sufre también o a veces inclusive sufre más. Esto tiene consecuencias dramáticas para el hijo.

Así convierte su vida en sufrimiento. No tiene ninguna otra opción. Está unido por amor y lealtad y siente una profunda gratitud hacia sus padres porque de ellos ha recibido la vida. Por eso es que el hijo hace todo por sus padres y sigue la presión sistémica de la conciencia familiar. Así introduce el hijo nuevamente en el sistema familiar todo aquello que sus padres o ancestros no han asimilado todavía.

Las frases sanadoras que se usan en las constelaciones son: “Yo sólo soy un niño, dejo vuestros problemas con vosotros, vosotros sois los grandes, vosotros lo podéis llevar.” Los padres responden: “Nosotros somos los grandes, tú eres sólo un niño, nos honras si dejas nuestros problemas con nosotros.”

La situación es aún más difícil para el hijo en lo que Jay Haley llama “el triangulo perverso”. Este surge cuando uno de los padres tiene ira interna o rencor y utiliza al hijo como aliado para ventilar esos sentimientos hacia el otro padre. En esta situación el hijo no se puede resistir y empieza a reemplazar al padre y a expresar en su lugar los sentimientos al otro.

A menudo el padre tiene a la hija y la mujer al hijo como aliados utilizándoles contra el otro padre. Esto representa naturalmente para el hijo un problema sin solución. El equilibrio entre dar y tomar entre los padres y los hijos se altera totalmente y el hijo tiene después problemas serios con su pareja, debido a la lealtad, llevara consigo esta ira y rencor ventilándolos con su propia pareja.

Ejemplo:

Juan (28 años) tiene problemas de pareja, bebe mucho alcohol y usa drogas. En su constelación el representante de Juan está frente al representante de su padre. Juan está enojado con él, muy enojado. Mientras tanto, el terapeuta le pide al representante de Juan que mire al padre y a la madre. Se toma su tiempo y de repente se nota un cambio en él, comprende la situación. Mira a su madre, asiente con la cabeza y le dice: “Es tu ira y tu enfado.” La madre asiente y dice: “Sí, es mi ira, yo odio a tu padre.” El terapeuta le pide a Juan que le diga a su padre: “Estoy enfadado contigo, por amor a mamá.” El padre y Juan reaccionan con alivio y se relajan. La madre tiene que decirle a Juan: “Lo siento, te he utilizado.” Después le dice a su hijo: “Lo que hay entre tu padre y yo es nuestro asunto. Tú eres solamente un niño.” Esta frase relaja aún más a Juan que ha tomado su lugar en la constelación. Se dirige despacio hacia su padre. Su padre lo toma en brazos.

Ambos están conmovidos y lloran. Hay una reconciliación.

Gustavo (40 años) le dice al terapeuta lo siguiente respecto a la ruptura de su relación: “Yo tenía que actuar normal, era una verdadera prisión para mí. Cuando quería hacer algo diferente, como por ejemplo, dormir una noche en el bosque, subir una montaña a ver las estrellas o fumarme un porro, mi pareja se enfadaba conmigo.” Me decía entonces: “¿No puedes ser normal?” Después de hacerle diversas preguntas a Gustavo, sale a la luz que la madre de su ex-pareja es lo que se llama una ‘mujer salvaje’. Ella llevaba ropa muy llamativa, salía a menudo a bailar y tuvo varias relaciones extra-maritales. En la casa de sus padres había muchas peleas. El padre le reprochaba a la madre constantemente que no podía actuar normal. Aquí podemos observar que la ex-pareja de Gustavo carga con los reproches de su padre hacia su madre y que los proyecta en Gustavo (doble transferencia).

También por parte de los hijos surgen dificultades que les complican sus propias vidas.

Las razones de los problemas de comportamiento de los niños

Cuando una relación se termina con resentimiento e ira reprimidos, esta situación crea una exclusión. Esto es aplicable a todas las relaciones íntimas de los padres y en especial a la relación con su primer gran amor. Las parejas anteriores de los padres pertenecen al destino familiar porque ellos han hecho lugar para la pareja actual.

La presión sistémica de la conciencia familiar se ocupa de que la pareja que no se ha honrado sea representada por uno o más de los hijos. Lo más extraño es que los hijos no tienen que conocer a las parejas anteriores.

Por ese motivo ni los padres, ni los hijos, saben lo que les sucede o porqué ellos se comportan de una manera extraña. Así la hija se convierte en la rival de la madre y se enfada con papá porque el gran amor de su padre debe ser representado y el hijo se encarga de que haya muchas peleas en casa porque él representa al primer amor de su madre.

Así se garantizan los problemas de comportamiento del niño.

• También es agravante para los hijos cuando los padres mantienen con ellos una relación de amistad.

Los hijos necesitan padres. Los padres no son amigos o compañeros ni amigos de sus hijos tampoco. Los hijos buscan a los amigos en otras personas. Todos los asuntos de los padres como pareja, como por ejemplo los detalles íntimos de la relación, no deben ser compartidos con los hijos. Esto es muy importante. De otra manera, los hijos se sienten demasiado involucrados en los problemas de los padres. Esto es insoportable para los hijos.

Los conflictos de lealtad en las relaciones con problemas

La lealtad infantil hacia uno o ambos padres que viven en guerra, puede provocar en los hijos problemas de comportamiento o hiperactividad. Ellos conllevan – inconscientemente debido al amor – los problemas de la relación y los muestran en su comportamiento. Los hijos funcionan como si fuesen pararrayos.

A veces en las constelaciones se ven a uno o más de los hijos situados en medio de los padres. Esta es una posición insoportable para los hijos.

Cuando los niños son hiperactivos los padres dicen: “Estoy siempre al tanto de mi hijo o hija.” Cuando la historia familiar sale a la luz lo que se observa es que el hijo quiere tener ocupado a uno de los padres como distracción. “Si estás ocupándote de mi no te puedes marchar.” A menudo uno de los padres revela, en una consulta terapéutica o en una constelación, el deseo interno de dejar la relación o inclusive querer morir, pero se queda por los hijos.

También cuando hay muchas peleas entre los niños se ve a menudo que las peleas son para sustituir la tensión latente entre los padres. De esta manera los hijos sacan a la luz un conflicto en el sistema familiar.

Resultado de imagen para divorcioCuando una familia se desintegra generalmente hablamos de un ‘bueno’ y un ‘malo’. El niño siguiendo su sentimiento de lealtad tiene que asentir con el ‘bueno’ y de esta manera se convierte en el objeto de las peleas y discusiones entre los padres.

Para los niños esta es una situación sin solución. Ellos deben entonces escoger, aunque aman y necesitan a ambos padres.

Ejemplo:

Linda (39 años) está desesperada. Su hijo y hija pelean continuamente. Recientemente han roto el cristal de una ventana. Se ha divorciado cuatro años atrás y tiene muchos problemas con su ex-marido. En la constelación la hija se siente solidaria con la madre y el hijo con el padre. La madre y el padre furiosos se encuentran el uno frente al otro. Cuando ambos padres les dicen a los hijos:

“Nuestros problemas son nuestros, nos honran si los dejan con nosotros, nosotros somos los grandes, vosotros sois sólo niños”, los representantes de los hijos se muestran más relajados.

El terapeuta continuó trabajando con los padres. Entonces salió a la luz que Linda se sentía fuertemente vinculada con su madre. También ella tuvo una relación difícil con su marido, el padre de Linda (lealtad y doble transferencia). La hija era prisionera de la misma lealtad y tenía que defender a la madre ante el padre y el hermano. El hermano era leal a su padre y debía defenderle ante su madre y su hermana. Así se observó que la implicación continuaba de generación en generación.

El terapeuta les permitió a todos que devolviesen los sentimientos que habían tomado de otros.

También Linda le dijo a los hijos: “Vosotros podéis tener una buena relación con papá, él es el mejor padre para vosotros. Mis problemas con él sólo me pertenecen a mí. Yo soy la grande y yo los puedo resolver.” Entonces los hermanos se acercaron y se miraron con una sonrisa.

Un mes después de la constelación Linda llamó con buenas noticias. Las peleas entre los hijos habían disminuido considerablemente, ahora se podían comunicar normalmente. Con su ex-marido la comunicación también había mejorado.

Cuando los hijos son obligados a escoger entre sus padres se crea una división interna. Esta división es reproducida generalmente en relaciones posteriores.

También cuando debido a un divorcio se culpabiliza a uno de los padres de la ruptura o de todos los problemas en la relación, se hace una exclusión.

Una dinámica que sucede frecuentemente y que se revela en las constelaciones es que uno de los hijos representa a la pareja que ha sido excluida frente al otro miembro de la pareja, es decir, el que excluye. La consecuencia de esta implicación es un insuperable mal comportamiento.

La exclusión tiene a veces consecuencias muy graves para las siguientes generaciones: los hijos y los nietos. Ellos se ven obligados a representar este tema para hacer posible la asimilación dentro de la historia familiar.

Un hijo se siente vacío cuando, debido a cualquier razón, no debe o puede amar a uno de sus padres. Solo la madre o el padre no pueden satisfacer el corazón de un hijo.

Cuando la relación de una pareja se acaba, lo mejor es comportarse de una manera adulta. Mantener la relación por los hijos los carga en primer lugar a ellos. Los hace responsables del hecho de que los padres no pueden continuar sus vidas separadamente y abrirse a algo nuevo. Los pobres hijos son utilizados como la razón por la que dos adultos – infelizmente – se mantienen unidos. ¡De esta manera los hijos están automáticamente implicados!

Una separación o divorcio es naturalmente siempre una situación difícil para un hijo. Los padres pueden hacer mucho para que sea llevadera para los hijos. Es importante que el hijo pueda tener siempre contacto con ambos padres tanto al nivel físico como emocional, que pueda seguir amándoles igualmente.

También es liberador para los hijos cuando los padres continúan tomando las decisiones importantes juntos, sin agobiar a los hijos. Para los hijos es imposible y muy pesado tener que tomar decisiones por ellos, como por ejemplo con cuál de los padres quiere vivir.

Los hijos se encuentran mejor con el padre que honra y quiere más al otro padre. Cuando las relaciones se terminan muy a la ligera, se crean difíciles situaciones para los hijos. Por ejemplo, cuando uno de los padres rompe relaciones para evadir conflictos en la relación. La conciencia de la familia reacciona en estos casos como si fuese un gran delito.

Los hijos se dejan llevar por la presión del sistema familiar y tienen que pagar las deudas de los padres. Este pago se manifiesta como un comportamiento fuera de lo normal y puede llegar a significar enfermedades graves y en casos más excepcionales, el suicidio.

El secreto en el espacio intra -psíquico e interpersonal

Todos aquellos que estudian las familias, en especial a las más graves o con uno de sus miembros psicótico, saben la importancia patológica o patógena de los secretos familiares.

Se puede afirmar que cada familia y cada individuo han organizado psicológicamente una parte de sí alrededor de un secreto. Basta pensar en el

espacio secreto y misterioso de la escena primaria como elemento organizador de la psiquis individual y la realidad concreta de la sexualidad de los padres como elemento fundador del funcionamiento familiar.

A este respecto conviene recordar que hay pacientes que se fabrican falsos secretos justamente para compensar la falta de un espacio personal interno y cómo a veces estos falsos secretos mantienen fragmentos de identidad del sujeto impidiéndole derivar en una catástrofe psicótica.

Pero cuando se habla de secretos familiares, más bien se hace alusión a un aspecto subvertido del funcionamiento familiar, a algo que interrumpe o pervierte en su orientación a las cadenas asociativas familiares, como una suerte de objeto-fetiche de la vida familiar que, a pesar de todo, es transmitido de una generación a otra y cuyo efecto patógeno es sobre todo el hecho de renovar un funcionamiento secreto.

Por lo tanto, es necesario detenerse más bien en el funcionamiento que el secreto desarrolla en la economía intra-psíquica e interpersonal del sujeto y de la familia. En las dimensiones patológicas, el acto mismo de crear o perpetuar un secreto puede traducirse en un secuestro activo de aspectos o partes de la vida emocional individual o familiar, que se transfiere transgeneracionalmente.

A veces no obstante podemos asistir en el escenario terapéutico, a la aparición de elementos presentes en los sueños de uno o más miembros de la familia, que representan una comunicación directa o indirecta a través de la cual el secreto vuelve a hablarnos.

En muchas familias existe algo de lo que no se puede o debe hablar. A veces porque se ha olvidado, pero también porque se encubre meticulosamente un secreto. El terapeuta tiene que estar alerta al respecto. No debemos investigar, buscar evidencias o hacer acusaciones. Esto haría más daño que bien para solucionar las implicaciones. Debemos respetar las razones que nuestros ancestros tuvieron para mantener el secreto, dejarlo descansar y olvidarlo. Para solucionar las implicaciones es únicamente necesario honrar los antepasados y observar que estas corresponden a sus destinos y sus vidas.

Un ejemplo:

Juana (28 años) tiene sentimientos de inferioridad. Dos años de terapia intensiva no han podido hacer un cambio significativo. En la constelación los representantes de su madre y su tío están al lado de la abuela, en el orden correcto. La madre es la primera. Ambos se sienten incómodos en sus lugares. Se les pregunta si están en el lugar correcto. Ambos responden negativamente.

Cuando se les pregunta que es lo que está sucediendo, la madre responde apuntando al espacio entre su madre y ella: “Aquí hace falta algo.” El terapeuta dice: “Vamos a hacer un experimento.”

Introduce a un nuevo representante en la constelación y le dice: “Tú eres un niño que ha sido olvidado o negado. Toma tu lugar.” La abuela reacciona inmediatamente, con miedo retira su mirada y dice: “Nadie lo debe saber.” La madre y su hermano (el tío de Juana) se sienten mejor y Juana se siente muy unida con el niño que se ha ocultado. Luego se observa que el niño probablemente ha sido abortado. La abuela se avergonzó mucho, se sintió muy culpable y nunca habló de ello. Es evidente que Juana se ha identificado con la culpabilidad y que forma la base de sus sentimientos de inferioridad. Después de la constelación se siente liberada y aliviada.

Si deseamos comportarnos con respeto, lo dejamos así, sin perturbar el pasado con fantasías, preguntas o investigaciones.

Tu conciencia personal no te permitirá que te excluyan. Sólo cuando esta lealtad se hace consciente y con todo amor y respeto se libera, encontramos nuestro propio camino y tenemos la suficiente fortaleza y fuerza interna para desprendernos de estas leyes no escritas de nuestras familias.

Por medio de tu conciencia personal, desarrollas y experimentas no sólo la lealtad hacia tus padres y tu familia, sino también hacia otros grupos de referencia, como tu entorno social (escuela, amigos, club de fútbol, scouts, etc.), tu país de nacimiento y tu religión. Tu conciencia personal te da, en tu funcionamiento dentro de estos grupos, las mismas señales al sentirte culpable o inocente. Estos sentimientos de culpabilidad o inocencia, es decir el tener una mala o buena conciencia, no tienen nada que ver en realidad con el bien o el mal. Perteneces a un grupo que daña y desprecia a otro grupo, entonces tú aceptas este comportamiento con una buena conciencia. La historia nos ha dado muchos ejemplos de ello.

Cada grupo que comete crueldades lo hace con una buena conciencia, pero ésta no nos protege de las consecuencias de nuestros actos y su efecto en la conciencia de la familia. No debemos olvidar que nosotros hemos recibido por medio de las lealtades y nuestra conciencia personal muchas cosas buenas, y que las podemos traspasar a las siguientes generaciones con orgullo y agradecimiento. Pero se necesita un verdadero esfuerzo personal para separar el grano de la paja

Ivan Boszormenyl-Nagy describió estructuras de relación que se repetían casi como por ley en la historia familiar, concluyendo que las relaciones son guiadas por una dinámica ético-existencial.

A esta dinámica la llamó “ataduras invisibles”, que actúan con más fuerza que las conductas visibles. Boszormenyl-Nagy enfatiza el equilibrio entre dar y el tomar manifestando de esa manera la gran influencia de la filosofía de Martin Buber. Como elemento esencial menciona una ética implícita que exige justicia y compensación a través de varias generaciones.

Es decir, se puede desarrollar una fidelidad visible, o no, hacia legados familiares (valores, creencias, mito, relaciones), legados culturales, hacia algún familiar en especial, etc. Lo cual influye dentro de la dinámica de un sistema, y da sentido a algunos ritos y mitos,  generando una repetición particular.

Nagy indica que solemos hacer una especie de “libro de cuentas”, donde tal como un administrador, hacemos un balance (no consciente) de las experiencias de sacrificios y de las herencias familiares, y en virtud al sentido que generan para nuestras vidas, se establece una especie de “deuda”.

 Ejemplo:

– Un hermano mayor sacrifica la realización de una carrera universitaria para comenzar a trabajar, y de esta manera poder aportar económicamente a la familia. Esto permite que sus hermanos menores logren estudiar y formar una carrera profesional. Este hermano siempre  recuerda  que “gracias a su sacrificio”, ellos sí pudieron realizarse personalmente.  Este recordatorio no siempre se hace de manera verbal, pero la dinámica familiar mantiene presente el sacrificio de “una” por el bienestar de los otros, otorgándole un poder especial dentro de la familia, ubicándolo como “un segundo padre”. Finalmente ese “sacrificio” termina otorgando un poder especial haciendo que el resto de la familia se sienta “en deuda”, y genera una especie de lealtad invisible  hacia el su sacrificio.

En algunos casos, el reconocimiento de las lealtades familiares explican los legados recibidos, éstos se traducen en creencias, sistema de valores y formas de ver la vida. Pero la lealtad va más allá, explica como nos posicionamos ante una situación o relación a fin de “perpetuar” una historia latente sin concluir.

Por ejemplo:

-“Estudiante de  agronomía con abuelos que fueron campesinos y creció sabiendo lo doloroso que fue para ellos desarraigarse de sus tierras y mudarse a la ciudad, lo cual  hicieron para que sus tíos y su madre pudieran estudiar”.

La “terapia del contexto”  con individuos, pareja y familias esta primordialmente al servicio de la compensación de estas cuentas álmicas internas.

Tu conciencia personal te exige, en cuanto a tu familia, que respaldes a tus padres y que les seas leal. La misma conciencia te dice, por ejemplo, al mismo tiempo, que necesitas hacerte un tatuaje para poder ser aceptado dentro de tu grupo social y que debes apoyar a tu pareja para que sea posible esa relación.

Cualquiera que sea tu comportamiento en una situación, perderás ante una u otra parte tu sentido de inocencia. Esto es parte del proceso natural por el que cada uno tiene que pasar para construir su propia vida.

Lo que aparenta ser una excepción al buen comportamiento, el arriesgar la pertenencia a la familia y hacer algo que conlleva una mala conciencia.

Imagínate a un niño, con dificultades de aprendizaje, que les ocasiona un montón de problemas a los padres.

Él vive algo de alguien, una pena no superada, culpabilidad, exclusión.

Está vinculado con un familiar fallecido y olvidado o con alguien que fue excluido o de una u otra forma no fue aceptado. Aquí influye la conciencia del clan en la conciencia personal del niño. El niño tiene una buena conciencia si sigue lo que le dicta la conciencia del clan.

Una buena conciencia personal exige, por ejemplo, que seas como tu padre y otros hombres de la familia. Todos están orgullosos de que pueden controlar sus sentimientos, así que tú, como hijo, tienes que hacer lo mismo para no arriesgar tu pertenencia.

Cuando la hija quiere ser aceptada y así tener una buena conciencia, debe tener las mismas convicciones y cargar con los mismos prejuicios que su madre y las otras mujeres de su familia.

De esta manera, si todas las mujeres de su familia han tenido partos difíciles, no podrá permitirse tener un parto fácil y agradable. Se arriesgará a ser excluida y por el contrario con una buena conciencia tendrá partos difíciles.

Todo el mundo conoce frases como “No creas que será más fácil para ti” o “de tal palo tal astilla”.

Muy claro es el reproche: “¡Tú ves las cosas demasiado fácil!”. Con ello no se dice otra cosa que: Si quieres ser aceptada, entonces tendrás que sufrir como nosotras, y si no lo haces, te excluimos y te miramos con desprecio.

Cada tragedia familiar tiene sus cimientos en la alteración de éste orden. Tanto si se trata de un problema en las relaciones de pareja, accidentes, suicidios, una enfermedad o una adicción, cuando hacemos una constelación de una familia con esa tragedia, vemos que clase de desorden la causa.

Según Veenbaas, esto significa que los padres están en el lugar que corresponde a los padres, los hijos en el lugar de los hijos, los muertos en el lugar de los muertos y los vivos en el lugar de los vivos.

Imagen relacionada¿Qué son implicaciones?

Todo lo que en una generación se deja atrás sin ser asimilado, se presenta en la siguiente generación. Los niños incorporan de diversas maneras estos múltiples temas.

Un niño se siente más unido con la abuela que tenía graves problemas relacionales, otro niño se siente más unido a un tío que acabó en el psiquiatra y un tercer niño está estrechamente vinculado con el aborto que aconteció antes de que él naciera. Entonces decimos: “Estos niños están implicados”. Esto ocurre inconscientemente y por amor.

Hablamos de implicaciones cuando un miembro de la familia asume los sentimientos, actitud y estados de ánimo de otro miembro de la familia y los vive como propio. A menudo se trata de sentimientos, actitudes y estados de ánimo de un miembro de la familia de una anterior generación, consciente o inconsciente, que no se han asimilado o conflictos que no fueron resueltos. También cuando alguien no quiere o puede asumir su responsabilidad tiene como consecuencia implicaciones.

Es importante notar que los miembros de la familia se pueden implicar sin conocerse o saber algo de ellos entre sí. La implicación es generalmente aún más fuerte con miembros de la familia que han sido excluidos, no mencionados o evadidos.

También las personas que tenían la fuerte convicción de hacer “lo bueno” y que con el paso del tiempo se enteraron que era una atrocidad, ocasionan implicaciones. Esto sucede generalmente en la guerra. Debido al idealismo y las convicciones se hacen cosas tan atroces que en retrospectiva no se pueden comprender.

¿Qué conduce a las implicaciones?

Una de las más comunes causas es la parentalización: cuando un hijo lleva una carga de los padres o cuando ellos dependen emocionalmente de sus hijos.

Una muerte prematura es la más frecuente causa de implicaciones:

• de hermanos hasta la edad de 25 años

• de uno de los padres cuando los hijos son menores de 16 años

• un aborto espontáneo a partir del sexto mes del embarazo

• muerte de parto o como resultado de un parto.

Esto es aplicable también a los hermanos de los padres y de los abuelos.

Las implicaciones que se transmiten a través de varias generaciones son:

• abuso sexual u otro grave abuso

• asesinato u homicidio

• accidentes de coche o otros accidentes graves con muertes, invalidez o heridas de alto riesgo

• colaboración con el fascismo, participación en la primera y segunda guerra mundial u otros graves crímenes relacionados con guerras

• graves injusticias relacionadas con herencias

Las implicaciones surgen siempre que uno de los miembros de la familia sufre un destino muy duro. Generalmente tiene relación con exclusiones. Es importante tomar en cuenta por lo menos dos generaciones atrás.

Los ejemplos más importantes de un destino muy duro son:

• suicidio

• discapacitación mental o física

• víctimas de un crimen

• pacientes psiquiátricos

• encarcelamiento (cárcel o campo de concentración)

• exclusión de la familia

• bancarrota

• emigración

• nacimientos ilegítimos

• niños criados por padres adoptivos o familiares

• adopción

• alguien que fue enviado a un internado sin necesidad específica

• alguien que fue expulsado o tuvo que huir del lugar de nacimiento

• alguien con padres de diferentes nacionalidades

También es importante investigar si hay un secreto familiar o algo de lo que la familia no quiere hablar.

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