La estructura orgánica del energosoma, según investigaciones de la ciencia convencional, puede ser equivalente a la matriz extracelular, el intersticio celular. La constitución energosomática equivale a ese espacio conectivo entre las células y está lleno de líquido, proveniente del metabolismo del soma, así como de los efectos que produce la acción de las emociones sobre nuestras hormonas y que también se diluye en este líquido intersticial.
También tenemos la estructura sutil e inmaterial, que está compuesta por órganos inmateriales que son los chakras y la psicosfera, que median nuestras interacciones mentales y emocionales energéticas con los ambientes y los seres vivos, es decir, interpretaciones basadas en el discernimiento y las emocionales, producidas por la entrada y salida de energía por los chakras y que se corresponden con el soma a través de las glándulas y hormonas.
Esta estructura orgánico-energosomática puede compararse análogamente a un río con una corriente natural, moviéndose dentro de nosotros.
Si empezamos por entrenar nuestra percepción somática, podemos ampliar para las percepciones más sutiles o invisibles, pero que tienen igual fuerza y presencia en nuestras vidas.