CF – Módulo IV

Lección 1

EL TRABAJO PERSONAL

Hemos visto que llevamos muchas cargas de nuestro sistema de origen.  También tenemos problemas que son la consecuencia de experiencias personales vividas en nuestra infancia y niñez. Tus  padres  te  dieron  lo  que  podían  dar.  Nadie puede dar más de lo que él mismo ha recibido. Si nuestro padre recibió poca atención en su niñez, esto lo transmitió a la siguiente generación.  Todas las carencias de nuestra infancia se almacenan sin procesar como experiencias.

PATRONES EN NUESTRAS CREENCIAS

En el nivel mental, estas experiencias se almacenan como convicciones. Si has recibido muy poca atención quizás crees: “No les agrado.”  Aunque esta carencia sólo se aplica a nuestros padres, la proyectamos más tarde en nuestro entorno, nuestras relaciones y en el mundo.  Así formamos nuestras creencias. Estas ideas son inconscientes y forman la imagen que tienes del mundo. Estás completamente convencido que la realidad es como tus convicciones te hacen creer. Las carencias que experimentamos en nuestra juventud debido a las limitaciones en lo que nuestros padres podían transmitir, forman la capa básica de nuestras vidas.

EL MURO INTERNO

En el nivel emocional erigimos un muro interno debido a todo el dolor que vivimos – por ejemplo, porque recibíamos muy poca atención. De esta manera erige el bebé y el niño un muro para protegerse del dolor. No quieren sentirlo nunca más, es demasiado fuerte. Por eso toman una decisión internamente: “No permitiré nunca más que me hagan daño, no quiero ser nunca más vulnerable.” Esta decisión forma también parte de las creencias.  En el nivel emocional erigimos un muro interno debido a todo el dolor que vivimos – por ejemplo, porque recibíamos muy poca atención. De esta manera erige el bebé y el niño un muro para protegerse del dolor. No quieren sentirlo nunca más, es demasiado fuerte. Por eso toman una decisión internamente: “No permitiré nunca más que me hagan daño, no quiero ser nunca más vulnerable.” Esta decisión forma también parte de las creencias. 

LA CORAZA CARACTEROLÓGICA

En el nivel físico, las creencias y el muro emocional se manifiestan como tensión muscular crónica.  Wilhelm Reich le llama la coraza caracterológica.  Esto es evidente en el cuerpo.  Por ejemplo, los hombros hacia adelante muestran miedo de abrirse, o el pecho empujado hacia arriba y exageradamente inflado (la pose machista) muestra un muro alrededor del corazón. En tus pelvis guardas toda la tensión alrededor de la sexualidad, un cuello tenso muestra generalmente rabia contenida, etc.  Debido a todas estas tensiones el cuerpo se endurece.  Para el terapeuta con experiencia, el cuerpo representa un libro abierto que nos permite leer los miedos y las emociones que no se han procesado. Con todas estas tensiones musculares tratas por decirlo así de protegerte contra el mundo.  Cuando encuentras una pareja no puedes y no te atreves a ser vulnerable, por temor al viejo dolor. Al mismo tiempo naturalmente quieres que tu pareja te ofrezca lo que desde tu infancia necesitas y anhelas. Pero siempre recuerdas las viejas experiencias y por ello eres desconfiado.   Por eso prefieres esconderte detrás de tu muro. Si aceptases de tu pareja el amor y atención que te ofrece, sentirías nuevamente la caricia y el dolor que la acompaña. No quieres esto porque ha sido muy doloroso en tu juventud. Por ello continúas escondiéndote detrás de ese muro tan seguro. Tu pareja te quiere y quiere compartir su amor contigo, pero choca contra este muro.  No puede penetrarle. Así le mantienes a una cierta distancia. Generalmente no te permites recibir más amor o atención de la que recibiste en tu juventud. Así mantienes a tu querida pareja a distancia y creas de esa manera nuevamente las mismas experiencias que has vivido en tu juventud. Este es un círculo vicioso en el que la mayoría de las personas se encuentran prisioneras.  Pero hay una salida.

REVIVIR EXPERIENCIAS

Encontrarás   una   salida   de   este   círculo   vicioso   cuando   estés   dispuesto   a   revivir   todos   los   sentimientos reprimidos.    Es posible hacerlo de una manera segura, por ejemplo, en una sesión individual de rebirthing.  En ella surgen uno por uno todos estos sentimientos reprimidos.  Expresarlos y a veces también descargarlos relaja el cuerpo. Libera haciendo desaparecer la tensión muscular. Puedes hacer conscientes tus creencias restrictivas y revivir ciertos momentos claves que han dejado una fuerte impresión o te han traumatizado.  Esto puede ser tu nacimiento, un momento   en   la   escuela   cuando   te   intimidaban   tus   compañeros   o   cuando   te   sentías   tan   abandonado.  Debido a este proceso de toma de conciencia puedes poner estas experiencias en una nueva perspectiva.  En otro momento y en otro contexto es posible experimentar otras cosas. Tu cuerpo se relaja debido a este proceso de purificación, las tensiones musculares se liberan y el cuerpo es más flexible. Aprendes a abrirte a nuevas experiencias y las convicciones que te limitan se disuelven. Paso por paso aprendes que ahora puedes abrirte con confianza. A continuación, un par de técnicas utilizadas por Indra Perises.

EL MOVIMIENTO INTERRUMPIDO

Todos los bebés tienen el deseo natural de ser sostenidos y acariciados. Hay una necesidad interna de recibir afecto y amor; el movimiento hacia la madre.  En la infancia los niños se orientan más hacia la madre; tienen una unión simbiótica con ella, especialmente durante la lactancia. Por ello es generalmente el movimiento hacia la madre que se ve interrumpido.  Muy raras veces se ve en relación con el padre.  Suele suceder por ejemplo cuando el padre abandona el hogar o fallece durante la infancia del niño. En la mayoría de las situaciones el movimiento se ve interrumpido por la muerte de la madre, cuando el bebé tiene que permanecer en una incubadora o una estancia en el hospital durante la lactancia o la infancia. En estos casos, el niño se separa de su madre, la única fuente de supervivencia y amor.  Los sentimientos de miedo, dolor y desesperación que el bebé experimenta son impresionantes.  Su desesperación se convierte en ira y el niño se cierra. Se dice internamente: “No le agrado” o “No tiene sentido esperar amor o atención” A partir de ese momento el niño se esconde detrás de un enorme muro.  Cuando su madre lo recoge del hospital llena de ilusión y amor, el niño se encuentra ya inaccesible para su amor.  Una vez adulto, el niño se enamora y tarde o temprano choca contra su muro interno en la relación con su pareja. La memoria del dolor y desesperación surgen total e inconscientemente de nuevo a la superficie.  Así detiene el adulto el movimiento amoroso hacia su pareja de la misma manera que lo hizo en su infancia con su madre. En lugar de permitir el contacto, empieza a dar vueltas alrededor de su pareja.  Se mantiene por decirlo así rondando a su pareja sin permitir intimidad. Por ello no le es posible tener una verdadera relación.

COMPLETAR EL MOVIMIENTO INTERRUMPIDO

El movimiento interrumpido puede ser sanado cuando la madre sostiene al niño en sus brazos hasta que el dolor del momento de la interrupción se vuelve a vivir.  Esto requiere fuerza y persistencia de parte de la madre porque la testarudez y la rabia tienen que sentirse hasta que el dolor, la tristeza y el sentimiento de impotencia surjan.  Cuando estos sentimientos se reviven, el niño se relaja y puede volver a aceptar a la madre.  En los adultos el proceso es el mismo, únicamente el lugar de la madre lo toma por el terapeuta. Éste tiene que esperar que el cliente esté listo para ello y pueda conectarse con la madre. El cliente y el terapeuta regresan en el tiempo al momento en que la interrupción tuvo lugar y los sentimientos que le acompañan se reviven. Algunos  terapeutas  utilizan  el  proceso  conocido  como  rebirthing. Es una técnica de respiración que ayuda a hacer contacto con sentimientos y por ello es una buena manera de completar el movimiento interrumpido. El movimiento interrumpido es algo muy generalizado.  También podemos concluir que cuando un recién nacido no puede hacer contacto con la madre en el momento de nacer, se da lugar a un movimiento interrumpido. Esto sucede a menudo con los partos en los hospitales. En el momento del nacimiento es crucial para el niño hacer un contacto la intenso con su madre. Cuando la rutina del hospital impone primero el examen y limpieza del recién nacido se pierde esa oportunidad y ese momento único. La anestesia completa de la madre durante el parto tiene el mismo efecto. 

EL TRAUMA DE NACIMIENTO

Un trauma al momento de nacer tiene lugar con un parto difícil, por ejemplo, cuando el cordón umbilical se encuentra alrededor del cuello del bebé, cuando se presenta de nalgas, una operación cesárea, etc. También cuando la madre tiene mucho miedo del parto y por ello está tan tensa que la salida del bebé es muy difícil. Los traumas de nacimiento tienen un efecto comparable al movimiento interrumpido. Además, las personas con tales traumas no aceptan la vida totalmente. Tienen miedo de vivir plenamente. Para trabajar los traumas de nacimiento, la técnica de rebirthing es la terapia más apropiada.

REBIRTHING

Rebirthing es una técnica de respiración desarrollada por L.  Orre en la que la expiración e inspiración se unen.  Se respira con un movimiento fluido, con la mayor intensidad posible y sin esfuerzo. El acento se hace en una inspiración profunda y una expiración lo más relajada posible. Este tipo de respiración causa una corriente intensa de energía en todo el cuerpo. Al comienzo de la sesión de respiración te sientes un poco mareado, las manos te hormiguean y sientes corrientes de energía fluyendo por todo el cuerpo. Esta es una señal que la energía purifica las células de todo el cuerpo. A nivel emocional sientes que los viejos y ocultos sentimientos surgen. Si te permites sentirlos y te relajas, puedes sentir como se disuelven los bloqueos emocionales. Respiras a través de la tristeza, del viejo dolor o de la ira contenida. Debido a esta manera de sentir, soltar y entregarse se presentan profundas comprensiones y observaciones.  Por ello puedes digerir tu trauma de nacimiento y completar el movimiento interrumpido. Aprendes a aceptar a tu niño interior. Al final de la sesión de rebirthing te encuentras en una relajación profunda a menudo en estado meditativo – completamente fuera de tu cabeza – en sintonía con tu cuerpo, has nacido nuevamente.

EL NACIMIENTO Y LO QUE LE SIGUE Con las siguientes observaciones no se intenta originar ningún sentido de culpa, tampoco crear una imagen perfecta que nadie puede alcanzar.  No tiene sentido cuando estás embarazada abrumarte y cargarte con una imagen “ideal”.    Tú puedes hacer lo que tú sientes que es bueno para ti y tu bebé. Lo que Indra Perises (el autor de esta lista) quiere señalar es que muchas cosas suelen ir mal al inicio de nuestras vidas y el tipo de lastres que éstas dejan.  Para aquellas personas que desean seguir el proceso de rebirthing y la meditación del `Niño Interior’, la lista les ofrece algunas indicaciones de utilidad. También es indicada para los futuros padres ofreciéndoles innumerables ventajas para sus hijos. LO QUE UN BEBÉ NECESITA. • Padres que antes de la paternidad han solucionado y trabajado los patrones inconscientes y las cargas que llevan de sus familias de origen. Padres cuyas experiencias les permiten ser conscientes de sí mismos, sus cuerpos y los procesos naturales como la sexualidad y la maternidad. De esta manera previenen que aquello que no ha sido trabajado en la familia sea transmitido a la siguiente generación. • Padres que tienen una actitud de apertura hacia sus hijos.  Que no desean Tener un hijo sino darle vida a un hijo. Un hijo es únicamente libre cuando no se procrea para llenar las necesidades de los padres o para salvar la relación, sino que nace para ser sí mismo. • Un embarazo con una buena preparación por lado de ambos padres. Esto le ofrece al bebé durante el embarazo el sentimiento de ser bienvenido. • Si es posible, un parto natural en la que la sensibilidad de la madre y del bebé sea respetada; un parto sin anestesia y en el que el padre se encuentra presente. Por ejemplo, la posición corporal correcta durante el parto, etc.  Un parto natural evita los graves traumas de nacimiento que se manifiestan como miedo a vivir, miedo a disfrutar de la vida. Esto le permite al bebé un aterrizaje suave• Contacto corporal con la madre directamente después del nacimiento, sin ninguna molestia hasta que reciba el pecho de la madre. En ese momento el bebé siente a su madre presente para él, que es bienvenido y se encuentra en buenas manos.  Esto evita el movimiento interrumpido y posibilita la importante unión entre madre e hijo.  Para la madre el contacto con su hijo en ese momento es muy importante. Ella siente que su bebé está vivo y que él es ahora su responsabilidad.  Esto le permite – también en el nivel hormonal – que su instinto maternal y proyectivo entre en acción.  Muchas mujeres afirman que es un momento de éxtasis en el que se `enamoran ́ de su bebé y que por eso se crea una unión especial.  Investigaciones modernas del periodo pre y post natal confirman que ese momento es esencial para el recién nacido para sentirse unido con la madre después del parto.  Al mismo tiempo el niño debería tener la posibilidad, aunque ayudado de encontrar su camino hacia el pecho de su madre hasta que en su propio ritmo empiece a mamar.  Cuando al niño y a la madre se les ofrece esta oportunidad de conectarse se le hará al niño más fácil en su vida construir relaciones duraderas. Con una participación activa de la pareja durante el embarazo y su presencia durante el parto también es posible para el padre crear una unión profunda con el bebé.  Respetando la sensibilidad de la madre y del niño en ese momento tan especial le brindamos al niño la bienvenida, reflejándose más tarde en su vida como confianza en sí mismo. • Lactancia. La lactancia es el mejor alimento para el bebé ya que se alimenta en más niveles que con una botella. Se le ofrece al bebé el sentimiento de aceptación y autoestima. • Llevarle en brazos. Es muy importante ser consciente que el mejor y más seguro lugar para el bebé son los brazos de su madre o padre. Cuando un niño es cargado por los padres, se siente también sostenido por la sociedad. Se convierte en un ser social sin ninguna presión. • Dormir con los padres.  Cuando un niño no puede dormir con sus padres se siente desamparado y excluido.  Cuatro millones de años de desarrollo humano han creado ciertos patrones.  Durante todo este tiempo, una de las condiciones necesarias para sobrevivir era el contacto directo y físico – día y noche – con los padres. Cuando un bebé tiene que subsistir sin ello se siente atemorizado.  Así empieza a llorar por la noche por temor y para protestar.  Los padres se sienten inseguros y aún peor desean quebrantar la voluntad del bebé. O le califican como difícil. Cuando un bebé llora semana tras semana por miedo y necesidad lleva a los padres a la desesperación.  Lo que el bebé pide es su derecho de supervivencia, que se honre su programa interno de supervivencia. No le sirve de nada su habitación tan bien equipada y bonita. 

CONFIANZA EN UNO MISMO

Cuando un niño recibe lo que necesita, según su patrón natural de desarrollo, existe una mayor posibilidad de crecer, ser una persona libre y segura de sí misma.  Se siente aceptado y lo refleja mostrándose alegre y seguro de sí mismo. Cuando un niño no recibe lo que necesita, se arriesga a convertirse en una persona desconectada de sus sentimientos y que vive únicamente utilizando la cabeza. Se convierte en un egoísta porque desarrolla la convicción interna e inconsciente: “No me han dado lo que necesitaba, por lo que no tengo que darle nada a nadie.”  Ésta y otras frases similares tienen un origen naturalmente inconsciente y son en mi opinión la base de muchos de los problemas que enfrenta la sociedad actualmente.  Existen pruebas científicas que comprueban que los traumas que se experimentan en el embarazo o durante el parto pueden acarrear violencia en la vida adulta

HONRAR

Es necesario ser consciente de que a través de la lealtad estamos fuertemente unidos a lo que en nuestra familia se considera normal, antigua    y habitual manera de hacer las cosas.  ¿Cómo se sentirían tus padres, especialmente tu madre, cuando tú haces las cosas de otra manera que ellos? Te podrías sentir culpable o incómodo cuando llevas a tu bebé atado a tu cuerpo con un paño cuando todos ellos utilizan un cochecito.  La lealtad familiar es una de las razones por lo que los cambios positivos tardan tanto en ser aceptados e integrados en la sociedad. Por ello es necesario que antes del embarazo se observen los patrones que se han heredado de la familia de origen para ser liberados y que la lealtad con que estás unido a tu familia se haga consciente.    De esta manera evitas copiar patrones restrictivos inconscientes.  Esta liberación solamente puede llevarse a cabo cuando la manera de actuar de tus antepasados y las actitudes que les limitan son honradas. Este honrar otorga la libertad de conducir tu vida a tu manera. Cuando quieres actuar mejor porque te consideras mejor que tus padres o especialmente que tu madre o tomas una actitud de reprobación, arriesgas el éxito en tu vida.  Para aquellos clientes que ya tienen hijos lo que aquí se escribe puede ser muy doloroso.  Los padres dan siempre lo mejor de ellos mismos.  “No sabía otra cosa”, “Hice lo mejor que pude” o “Lo siento” son las frases que nos brindan el mejor resultado.  También es importante permitirse sentir la tristeza por la falta de felicidad y quizás tener una conversación sincera con tus hijos para ayudarles a criar a sus hijos de otra manera.

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Lección 2

EL NIÑO INTERIOR

Muchas personas tienen anhelos que no se han realizado durante la lactancia o niñez.  En este período somos totalmente dependientes. No solamente para sobrevivir sino también en el aspecto emocional, necesitamos atención, dedicación y amor.  Cuando estas necesidades no se han recibido, tratamos de obtenerlas reemplazándolas con cosas materiales o exigencias al entorno y a nuestras parejas. La niñez es una fase en la que desarrollamos nuestra personalidad, donde todo lo que se nos otorga, también la conciencia familiar, desempeña un papel determinante en nuestras vidas, relaciones y destreza en el amor. Durante estos años construimos a través de las emociones, experiencias y traumas que hemos vivido y que no se han sanado lo que conocemos como máscara del carácter (Wilhelm Reich). En este período los padres han dado todo lo que podían dar. Hacerles reproches y reclamaciones nos debilita y nos convierte en víctimas.  Las personas que reprochan a sus padres suelen hacerlo como excusa para no tomar la responsabilidad de sus vidas.  Así pueden continuar con sus vidas sin tener éxito.  A la mayoría de las personas les parece más fácil quedarse con lo que no han obtenido y proyectarlo hacia afuera (hacia los padres, pareja, trabajo, etc.)  y culpabilizarles.  Millones de personas actúan de esta forma con muchos conflictos como resultado. 

AGRADECER LA VIDA

Si quieres empezar a vivir, agradeces a tus padres lo que sí te han dado, en especial, la vida.  El resto es tu propia responsabilidad.  Esta actitud nos da fuerza.  Una buena manera puede ser hacerte responsable de tu niño interior. El niño interior es el niño que fuimos en nuestra niñez.  Este niño continúa viviendo en nuestro interior, aunque no somos conscientes de ello.  Generalmente está muy escondido, ignorado y abandonado.  En realidad, este niño representa nuestra vulnerabilidad.  Todos los deseos que no han sido respondidos se encuentran en el niño interno. Indra Perises desarrolló la meditación del Niño Interior especialmente para que tú mismo puedas darle a tu niño interior todo aquello que necesitas o anhelas.  Si empiezas por darte a ti mismo lo que necesitas y a llenar tu vacío con amor demuestras tu propia responsabilidad. Así trabajas en tu crecimiento   espiritual.   Empiezas   a   crear   tu   vida   en   vez   de   actuar   como   víctima   de   tus circunstancias (tus padres, tu crianza, etc.)

LA MEDITACIÓN DEL NIÑO INTERIOR

La meditación es excelente para prestar atención a todos los aspectos que no han sido realizados como tus miedos, dolor o tristeza.  La meditación te permite liberar estas partes con las que estás identificado.   Por   ejemplo, cuando   piensas   que   estás   solo   en   lugar   de   sentirte solo   hay   identificación. El que se siente solo es tu niño interior.  A fin de cuentas, un adulto no tiene que sentirse solo.  Cuando una persona adulta se encuentra un tiempo sola no implica que tenga un problema.  El que sí tiene un problema con la soledad es su niño interior.  Este niño no podía sobrevivir sin atención.  Por lo tanto, cada vez que requieres atención, te sientes solo, significa que tu niño interior necesita atención, quiere ser visto o necesita compañía.  Tú puedes darle esto a tu niño interior a través de esta meditación. Necesitas  una  media  hora  de  tiempo  libre  sin  interrupciones  en  el  que  puedas  estar  solo.  Quizás ya estás en contacto con los sentimientos que tienen su origen en este niño interior o sabes donde se encuentran.  Ambas situaciones son buenas.  Ten paciencia contigo mismo y con el niño en ti mismo.  Cuando haces la meditación puedes aprender paso por paso como funciona.  Si tienes dificultad   con   visualizaciones, puedes   sentir.   Con   paciencia   puedes   aprender   a   utilizar   tu   creatividad. Cuando se te pide que digas algo en voz alta, hazlo de tal manera que puedas escuchar tu propia voz.  Así es posible solucionar algo o poner en acción el proceso.  Cuando piensas mucho no sucede nada. Ofrécele    suficiente espacio al niño interior para sacar a la luz las viejas cargas emocionales.  Sé el adulto y protege al niño que vive en ti.  Lee primero las instrucciones de la meditación cuidadosamente y hazla únicamente de tal manera que sientas que es buena para ti.  Para la meditación que se describe a continuación utilizamos los sentimientos de soledad como ejemplo. Haz  contacto  con  tu  interior.  Respira un par de veces profundamente con la boca abierta.  Si deseas trabajar con un sentimiento del presente, hazlo presente lo más claro posible. Siente a qué edad encontraste las mayores dificultades con ese sentimiento.  ¿Por ejemplo, en qué momento te has sentido más solo en tu vida? Puede ser que ese momento fuese cuando tenías cinco, diez años o tres meses… Vuelve a sentir ese niño en ti mismo, vuelve a tus recuerdos. Si no es posible sentir claramente puedes utilizar una visualización. Visualizas o sientes a ese niño con la edad que tenía en ese momento. Si eras un bebé, observas al niño interior como si fuese un bebé.  A un niño de doce años no se le sostiene como si fuese un bebé, con un chico de esa edad te sientas y conversas. Un niño de seis años puede sentarse en tu regazo. Utiliza tu creatividad. Al principio puede ser que te sientas un poco extraño, aun así, hazlo. A veces puedes tener la impresión de que has experimentado ese sentimiento en diferentes edades o etapas de tu vida.  Puedes viajar paso a paso por todas esas diferentes fases de tu vida en la meditación. Empiezas con el niño que sientes más cercano o más claramente. Siente o visualiza a tu niño interior y empieza a comunicarte con él.  El primer nivel de comunicación es simplemente sentir.  Siente que tomas a tu niño en brazos, muy cerca de ti.  Siente o visualiza que este niño tiene ciertas emociones.  Permitirle sentir estas emociones    forma el primer paso para liberar la identificación.  Le das un lugar a esos sentimientos, les ofreces un espacio. No dices “Yo soy eso” sino que “Yo tengo eso” para poder encontrar en el niño interior el momento cuando estos sentimientos se manifestaron por primera vez.  Tómate tu tiempo para sentir o visualizar a ese niño.  Siente que ese niño te necesita. A veces los niños interiores ofrecen resistencia, son testarudos o no tienen confianza. Únicamente la paciencia te ayudará en esa situación. Puedes también sentir si tú como adulto has incorporado la desaprobación de tus padres hacia el niño interior.  Libera esta desaprobación diciendo en voz alta: “Mamá, papá, les devuelvo vuestra desaprobación.” Hazlo sin ningún reproche. A veces surge resistencia por tu parte hacia tu niño interior.  Puedes observar que a menudo es también algo que has tomado de tus padres.  Que has interiorizado la resistencia de tus padres hacia ti como niño. Di entonces a tu niño: “Mamá y papá dieron lo que podían dar, yo lo puedo hacer de otra manera que mamá.  Yo lo puedo hacer de otra manera que papá.  Yo te amo.  Yo te doy mi atención y respeto.  Puedes empezar a darle a tu niño interior todo lo que necesita. Lo que un niño siempre necesita es alguien que disfruta de su presencia. ¿Puedes darle esto a tu niño? ¿Independiente de la edad que tenga?  Puedes decirle: “Me alegro de tenerte.  Eres bienvenido.”  Dilo en voz alta.  Si sólo lo dices mentalmente no funciona.  Cuando lo dices en voz alta, pone algo en marcha.  Siéntelo, la diferencia es notable. Dile ahora con tus propias palabras: “Tú eres siempre bienvenido.” Nombra al niño siempre por su nombre.  Si tenías otro nombre cuando eras niño, un diminutivo, por ejemplo, úsalo.  Siente y observa la reacción del niño.  Repite lo que dices hasta que recibas una reacción. Puede ser difícil al principio y no tiene sentido presionarle. Necesitas paciencia. Cuando mantienes el contacto con el niño interior, llegará un momento en el que reaccionará, ya que te necesita. Observa cual era tu sentimiento. ¿Era el abandono? Entonces el niño debe saber que siempre hay alguien para él.  ¿Puedes darle esta seguridad a tu niño?  ¿Puedes hacer un acuerdo con el niño y hacerle saber que siempre estarás para él?  Esa es la mayor seguridad que le puedes ofrecer a un niño: estar presente para él. Puedes darle al niño aquello que necesita basado en lo que tu sientes. Puedes decirle, por ejemplo, “Siempre estaré contigo, suceda lo que suceda.”  Hazle sentir tus palabras. Quizás surgen otros pensamientos. Dilos también. Cuando tu niño interior te pide algo que no estás seguro poder darle, dile que estas aprendiendo, que estás aprendiendo a escucharle. Sé sincero. Si tienes miedo, dilo también. “Yo tengo miedo y estoy aprendiendo.”  Quizás el niño tiene miedo y lo que necesita es confianza porque se desilusionó mucho y se cerró en sí mismo.  Entonces necesitas paciencia.  Tu presencia sin condiciones es lo que puede sanar a tu niño. Tuvo razones para cerrarse, permíteselo, dile que está bien. No lo obligues ya que esto tiene una reacción negativa. Ten paciencia y respétalo. Respira profundamente y permite sentir tus sentimientos.  Este es el proceso de purificación.  Sé consciente que estos son los sentimientos de tu niño y consuélalo, dale el calor que necesita para que acepte sus sentimientos y llore si fuese necesario. También puede suceder que tu niño interior se enfade, que ventile su ira y entonces puedes decirle: “Yo te comprendo. Tú tienes toda la razón, yo te respeto.  Puedes enojarte, no necesitas esconder tu enojo.”  Si sientes que el niño quiere patalear o golpear, dale el espacio para hacerlo.  Puedes golpear un cojín o algo similar para descargar la emoción de una manera segura. Ayúdale. Tú eres el adulto. Tú puedes ofrecerle el apoyo y la ayuda necesaria para hacerlo de una manera segura.  Esa es tu responsabilidad y si la aceptas puedes salvar a tu niño. Haz un acuerdo contigo mismo, salvarás a tu niño interno, le permitirás ser él mismo y harás todo lo necesario para que se sienta feliz contigo. Visualiza a continuación en tu cuerpo un lugar seguro como un nido para el niño, con un colchón suave con tu “Sí” y una colcha con tu amor. Ese es el lugar de tu niño interior. Dile que puede estar allí y respira hondo.  Visualiza y siente ese nido en ti mismo.  Si quieres decirle algo más, hazlo ahora. Para  finalizar  haces  en  tu  imaginación  una  reverencia  hacia  tus  padres  y  les  dices:  “Les  doy  las  gracias por la vida y por todo lo que me dieron. Ahora yo me encargo del resto. Con amor.” Toma suficiente tiempo después de la meditación para integrar todo lo que has vivido.  Escucha por ejemplo música agradable y disfruta del descanso

Iniciando la constelación

La principal tarea será posibilitar al consultante la vivencia de la autoeficacia, es decir, la experiencia de poder actuar él mismo en determinado sentido, logrando así lo que efectivamente pretende. Esto significa que supere la resignación (retracción crónica), volviendo al movimiento de apertura. La sesión terapéutica es un proceso altamente complejo, en el cual la constelación en si misma solamente constituye una parte del total de las intervenciones. Los síntomas y los problemas afectan al consultante, en su globalidad intelectual y cognitiva, emocional y corporal. El cambio no es generado solo con la constelación sino es necesario aprovechar todo el lapso del encuentro. Desde el comienzo, ya durante el dialogo anamnésico y con anterioridad a la constelación como tal, tenemos múltiples oportunidades para ofrecer al consultante propuestas de solución en todos estos niveles.

Explicaciones

El terapeuta debe proporcionar buenas explicaciones. Para el consultante es útil un conocimiento psicológico básico. Se puede dar una pequeña introducción y hacer que el procedimiento sea transparente y comprensible. Estas explicaciones reducen la tensión del consultante, incrementan su interés y promueven su motivación, porque puede trasladarlos a su vida. Como modelo puede tomarse la psicología del desarrollo (ver anexo).

Puede producir resonancia corporal y psicológica de su problema. Posteriormente se pueden presentar el modelo sistémico que incluye los “órdenes del amor”. Como tercer paso introductorio realizar un ejercicio de respiración y percepción corporal de mindfulness. (ver anexo)

Es terapéuticamente oportuno que en nuestras formulaciones dejemos un margen para los procesos de búsqueda más finos del consultante, ya que, por ser extraños, se nos escapa. Cuando estamos tratando un punto sensible y queremos primero incentivar la predisposición del consultante para aceptar alguna “verdad” o para chequear nuestra hipótesis, las formulaciones como: “pareciera como si…” nos ayudan. Una manifestación tajante como “Esto es así” lo pone en la disyuntiva entre Si o No, que quizás no pueda tomar. A veces, a pesar de la clara percepción de que un síntoma debilitante no le pertenece al consultante, no podemos detectar persona o situación alguna a la que pudiera atribuírsele ese síntoma. En ese caso, agregamos a otra persona, sin definirla con exactitud y observamos que efecto conlleva esta intervención.

La importancia de las preguntas

 Para movilizar nuestro propio proceso de búsqueda en pos de otros pasos positivos para el consultante, durante el dialogo y en el curso de la constelación, podemos recurrir constantemente a algunas preguntas a nosotros mismos y también las dirigidas al consultante: ¿Qué es importante? ¿Y De qué se trata realmente? Si el consultante recarga la solución del problema al terapeuta no hará su propia búsqueda. Si repite siempre la descripción del problema, la pregunta ¿Y que ayudaría? Puede sacarlo de este sentir y llevarlo a reflexionar.

Se puede repetir cuantas veces sea necesario. Las preguntas reiteradas lo vuelven a llevar cada vez a su propia capacidad resolutiva y sirven para armar continuada y paulatinamente un patrón de preguntas orientadas a la resolución.

Estructura de la primera sesión

Luego del saludo y una breve descripción de la sintomatología, se puede preguntar: ¿Qué hará cuando haya resuelto el problema? La atención del consultante se aleja del problema y pasa a los actos que realizará cuando se encuentre en el futuro al que quiere llegar con nuestra ayuda. La llamada técnica de la bola de cristal proviene de la hipnoterapia. El terapeuta y el consultante proyectan juntos un modelo de buen futuro, mirando, como una adivina, una bola de cristal imaginaria. Recibimos así información muy detallada acerca del estado deseado. Se le pregunta: ¿Qué pasa cuando ha resuelto usted su problema? Así se abre el arco hacia el futuro que el consultante no tiene en cuenta, generalmente, no tiene en cuenta cuando describe la solicitud. Si el consultante no esta acostumbrado a integrar una perspectiva concreta de futuro a la configuración de su vida, la descripción de su solicitud suele ser vaga y difusa y hacen su aparición impulsos diversos de corto plazo. Para lograr que enfoque su problema, se le podrá preguntar: ¿Qué es lo importante? ¿cómo debe ser? ¿qué debe resultar de la constelación? De ese modo, lo vuelve a situar en el tiempo posterior a la constelación, en el que ya se presentó un cambio. Para aclara su solicitud, se suele preguntar: Ud, tiene….años. ¿Cuántos más vivirá ¿qué quiere hacer en los próximos diez, veinte, etc? y finalmente ¿Qué más le queda por hacer para poder morir feliz? ¿Qué puede hacer para que los sitomas vayan desapareciendo, para que finalicen en su vida aquellas cosas que le quitan fuerzas y para que en su vida aparezcan cada vez más las cosas que lo fortalecen? Al final de la sesión podrá llevarse el proyecto de su futuro como ejercicio para la casa con la consigna

Desde el comienzo, se desarrollan en el terapeuta procesos internos de búsqueda que, a partir del conocimiento de dinámicas y estructuras pueden llevar a las primeras hipótesis y a proyectos de pasos resolutivos. ¿Qué experiencias hicieron que el consultante sea así y que experiencias pueden ayudarlo a lograr su objetivo? Quizás aparezcan como en una película, imágenes del consultante y su familia. ¿Qué impresión primaria tiene el terapeuta acerca de él? ¿En que relaciones con la vida ve al consultante? ¿Qué atmosfera trae a este ambiente? ¿Qué personas bien atmosféricamente con él? ¿Cómo vive uno su irradiación corporal y que le transmite? A veces, con su mirada interna, el terapeuta puede ver al consultante de niño, inmerso en su mundo de entonces o relacionado con otros, a veces se interponen fantasías, personas, personajes en la propia imagen interna. Posiblemente, se trate de percepciones plenas de sentido que, de ser ciertas, podremos dejar fluir y pueden ser útiles para el proceso. Como terapeuta es recomendable trabajar con lentitud para disponer de suficiente tiempo y analizar las informaciones, manifestaciones y percepciones, para crearles espacio a las propias imágenes y movimientos. Es muy importante que se sienta cómodo para poder conducir al consultante. Si el lenguaje del consultante es acelerado se puede detener y pedir quedarse en un tema determinado o derive su atención a su estado corporal o de tensión interrumpiéndolo cada tanto: ¿Cómo está respirando ahora? O ¿Cómo se está percibiendo físicamente en este momento? Los consultantes vienen con síntomas o problemas de índole física o psíquicas, buscando vías para liberarse de ellos. Si partimos de la base que los síntomas son correctos, el consultante nos introduce directamente en su historia. Podemos considerar los síntomas como patrones tempranos de reacción que dejaron huellas. Puede estar registrada en su propio pasado biográfico o en el pasado de un miembro de su sistema familiar. Es decir, que, basándonos en el síntoma, deducimos un posible pasado y buscamos lo que sea necesario para lograr un buen futuro. Podemos lograr más claridad, mediante preguntas acerca de la duración de los síntomas y las circunstancias de la primera manifestación. Podemos establecer hipótesis y verificarlas luego en la constelación o en un dialogo de orientación sistémica. Si el síntoma apareció en algún momento de la vida del consultante en el que sucedió algún hecho grave, este podría ser el disparador. Si el consultante conoce el síntoma desde siempre, se puede suponer que se generó a temprana edad o es adquirida.  Si el síntoma se manifiesta en otros miembros de la familia, podemos hipotetizar que pertenece al sistema. Si se superponen las experiencias sistémicas y biográficas, es necesaria una buena anamnesis. En la historia del síntoma, preguntamos por el momento y las circunstancias de su primera manifestación y del ulterior desarrollo. ¿Cuándo aparece, en que circunstancia se manifiesta y en que condiciones no lo hace? También se hace necesario preguntar por exámenes médicos.

Lenguaje

Algunas posibilidades efectivas son:

Expresarse en presente: todo aquello que deberá suceder en la situación favorable es descripto ahora mismo como una realidad.

Usar el modo indicativo: describe las cosas como reales expresando las “actitud” del hablante con respecto a la acción expresada. Ej: voy en coche, ayer comi arroz, etc. o ¿Qué hace ud.cuando puede? O ¿Qué sucede cuando hace eso? También durante la constelación ¿Qué ocurre si coloca a a su padre detrás suyo? El modo subjuntivo en cambio divide los sentidos. No usar frases como: ¿Qué haría si pudiera? ¿Cómo sería si colocara a su padre detrás suyo?  Porque mantiene abierta la posibilidad de que se produzca o no. La forma de la pregunta repercute sobre el desarrollo de la conversación. Si se formulan preguntas abiertas, no contestará si o no, sino que ora a los detalles. Las oraciones principales simples o preguntas sin oraciones subordinada son de más fácil recepción que frases largas que contienen mucha información y que acaso se contradicen. Las frases con negaciones no aportan claridad. Si el consultante dice: “Ya no quiero ser tan depresivo” carecemos de toda la información. Por eso lo conducimos a la descripción positiva: ¿Y como debe ser? O le imponemos directamente la regla de omitir la negación y emplear formulaciones de orientación positiva. Si el consultante cae en un lenguaje infantil, se podrá experimentar con él l efecto que tiene de hablar con voz clara y pausada como un adulto y con fuerza. Si habla en voz baja se le sugiere hablar en voz alta y experimentar la diferencia.

Cuerpo

Si el consultante presenta síntomas físicos, primero le proporcionaremos alivio antes de proseguir con el proceso. ¿Qué ayuda?……exhalar

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Lección 3

La constelación individual en la práctica

Los distintos pasos en el transcurso de una sesión son:

  • La descripción de los síntomas y la aclaración del pedido
  • La anamnesis biográfica, la familiar y el genograma
  • La constelación como tal, con los pasos conducentes y el despliegue de una imagen final y de solución
  • Un dialogo concluyente, y eventualmente, ejercicios e instrucciones acerca de las tareas para el hogar

Precalentamiento

Se trata de la fase en la que el consultante llega a conocer al terapeuta. Asimismo, el profesional aprecia las posibilidades que existen entre él y el consultante, rasgos de personalidad, miedos, limitaciones y también, actitud interna, fuerza y capacidad de comunicación que lo caracterizan.

La solicitud

Lo mejor es que la meta terapéutica sea determinada entre ambos. ¿Qué expectativas deposita el consultante en la constelación? ¿Cuándo esta el cumplido el objetivo requerido por el consultante? ¿Cuándo se considera concluido el trabajo? Con las preguntas ¿Cómo debe ser? ¿Qué debo hacer por ud? Uno puede conocer la idea que tiene el consultante y la expectativa que pone en la constelación.

Durante las sesiones

  • Registrar la solicitud y la meta de la constelación, es decir la idea del consultante de lo que pretende alcanzar.
  • Debajo del genograma, esquematizar la imagen de solución de esa sesión y anotar las tareas para el hogar.
  • Escribir brevemente las intervenciones y frases importantes.

Las constelaciones son discretas y tienen una forma muy reducida, no se explayan en los sentimientos o sus asociaciones.

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LECCIÓN 4

Ejercicios y tareas para el hogar

Cambio y ejercicio

Los cambios son procesos de muchos niveles, que se refieren a todos los planos del organismo interrelacionados. Aun cuando el cliente altere tan solo levemente su organización psíquica y su patrón de conducta, con el transcurso del tiempo esto puede desarrollarse hasta dar como resultado un cambio complejo. Por eso, es conveniente verificar en detalle con el consultante cual es la tarea indicada para él en ese momento a fin de dar impulso al proceso deseado. Las tareas son útiles para establecer las bases del trabajo terapéutico y para dar al cliente más estabilidad para cuando no esté directamente en contacto personal con el terapeuta. Por otro lado, conservan o refuerzan el efecto de las intervenciones terapéuticas que ambos han desarrollado durante la sesión. Los ejercicios deben desencadenar impulsos, despertar en el consultante el gusto por la experimentación, facilitándole así los cambios. Las tareas para el hogar y los ejercicios deberán estar planteados de tal modo que transmitan una experiencia buena y fortalecedora.

Contenido de los ejercicios encomendados

Los primeros ejercicios se refieren a la percepción de su propio cuerpo y del estado corporal. Luego se suma la observación de la conducta y de los procesos internos, para desarrollar, a partir de allí, las alternativas que el cliente describiera cono su meta terapéutica. Finalmente, el ultimo paso en este proceso de transformación es la realización paulatina de las alternativas, primero en el pensamiento y luego con experimentos, de modo que, de esas experiencias, termina por emerger un nuevo patrón funcional estable. Al finalizar cada sesión, el consultante se llevará a su casa las tareas. Surgen de los temas actuales de la sesión y se refieren a las experiencias especiales que la persona haya hecho durante esa sesión. Los ejercicios buenos se pueden mantener durante meses, complementándolos con nuevas tareas.

Percepción del propio cuerpo y del estado corporal

Estos ejercicios hacen que la persona tome conciencia de su respiración, su tensión y la posibilidad de relajamiento. Como ejercicio básico, se prescribe al consultante “exhalar tres veces por día”. La propuesta de respirar profundamente en situaciones críticas no es muy original, pero es efectiva. El peso está expuesto en la exhalación, porque el cuerpo inhala espontáneamente por si solo. La exhalación profunda genera también la inhalación correspondiente. Al transformar la exhalación en una tarea, se incrementa la atención y el cuidado del consultante para esa función del cuerpo. La probabilidad de que piense en su respiración mas veces que las tres “prescriptas” es relativamente grande y constituye el efecto colateral deseado. Esta tarea se encomienda al margen de todos los demás ejercicios, hasta que el patrón respiratorio se haya desarrollado, conformando una respiración continuamente profunda. Los ejercicios para la relajación de Jacobson ayudan en el caso de la tensión corporal crónica. Merced a la capacidad de relajarse, el consultante puede participar más fácilmente de os procesos y exponerse a las emociones que generan las constelaciones.

Observación de la conducta y de los procesos internos

Los conceptos y las ideas del mundo se exteriorizan por medio del lenguaje y determinan el tratamiento del problema y la solución. Como hilo conductor durante las siguientes semanas, el consultante podrá ser acompañado por la pregunta: ¿Qué fortalece y que debilita? Y podrá optar por esta pregunta como directriz para sus observaciones en situaciones concretas, para pensamientos, encuentros y acciones. Así podrá aprender a distinguir, según un trasfondo sistémico, que corresponde a sus propias necesidades o donde comienzan sus estrategias secundarias o si adquirió algo de otras personas del sistema. Inicialmente, se recomienda no hacer ningún cambio de conducta, sino observar primero los patrones de reacción que e manifiestan en forma espontánea. La falta de acción tiene, ante todo, el efecto de que el cliente ya no podrá actuar con sus patrones normales de conducta, porque la observación misma ya los altera.

Desarrollo de alternativas

Para despertar el potencial creativo y abandonar las sendas habituales, iniciamos la búsqueda de una conducta alternativa y que de soluciones dentro del marco opuesto al que había intentado y evaluado hasta ese momento como camino resolutivo. Si el consultante proyectó una alternativa viable, el paso siguiente será transformarla en acción. Para ir paulatinamente la primera vez podría solo observar que se modifica corporalmente y en quien tiene enfrente. Si todavía no se anima a pronunciar, podrá pensar en un ¡NO! Y experimentar en voz baja que pasa cuando la próxima vez diga ¡SI! Cuando el consultante haya construido una base firme mediante el conocimiento, la experiencia y el ejercicio, ejecutará la transición en forma espontánea de adentro hacia afuera, de la imaginación a la realidad. Los ejercicios y las tareas para el hogar se proyectan de manera tal que el consultante haga buenas experiencias con ellos y quede así motivado para involucrarse en más experimentos. Los ejercicios pequeños y continuos son mucho mas convenientes que los grandes y de amplia concepción, dado que deben resultar exitosos y no deben desmotivar al cliente. Si de la sesión no resultó ningún ejercicio, lo mejor es coordinar con él la tarea: ¿En que quisiera poner ud. su atención en los próximos tiempos? ¿Con que quiere experimentar? Durante el proceso, se desarrollan determinados temas que interesan al cliente que no se han agotado.

Las primeras tareas breves encomendadas

En el proceso continuado se podría comenzar la sesión preguntando como le ha ido con los ejercicios. Es necesario anotar los ejercicios recomendados en cada sesión. Con frecuencia vuelve a aparecer la imagen completa de lo que sucedió en la constelación o se ha hablado. Si sugiere que la tarea le fue difícil, se fragmentará en pasos más cortos. (Como guía para el terapeuta anexo una guía de donde pueden extraerse tareas o adaptarse al consultante.)

Ejercicios y preguntas para el terapeuta

Para apoyar los procesos internos del terapeuta, existen pequeños ejercicios. A continuación, un instructivo de ejercicios para realizar durante la sesión y la constelación.  ¿Qué sucede si imagina que su padre se encuentra detrás suyo mientras esta sentado frente al cliente?¿Cuán cerca debe estar él?¿Como se siente si se apoya en él y deja que él l@ sostenga?¿Quién más de su sistema familiar podría darle apoyo en ese momento: su madre, hermanos mayores, abuelos?¿Cuántos ancestros y cuantas generaciones deben estar dispuestas detrás suyo?¿Hay además otras personas que le den fuerza y lo conforten?¿Qué sucede si se hace acompañar por esa/s persona/s en los próximos tiempos?¿Quién de su sistema familiar podría darle consejo o apoyo o podría haberlo hecho?¿Qué sucede si le pide consejo a su padre, a un abuelo a un ancestro, o a su madre, a una de las abuelas u otro ancestro y que consejo le daría esa persona?¿Qué sucede si imagina que el padre de él/la cliente está detrás de él/ella?¿Qué sucede si imagina que la madre de él/la cliente está detrás de él/ella?¿Quién le hace bien? ¿Dónde aparece la distensión? ¿Quién es la persona importante?¿Qué necesita él/la cliente en ese momento?¿Cuántas personas son necesarias para contenerlo/a y estabilizarlo/a. ¿Cuáles?¿Qué imagen se presenta en la que pueda ver al cliente aliviado y en paz?¿Qué edad tiene allí?¿Qué necesita él/ella en esa imagen a esa edad?¿Quién está a su alrededor o detrás de él/ella?¿Él/ella está sostenido/a? ¿Cómo? ¿esta sentado/a en el regazo, está en brazos del padre, de la madre, de la abuela?¿Qué tipo de contacto corporal le haría bien al cliente?Y al final, siempre, nuevamente: ¿Cómo respira ahora?

Técnicas para constelar en la sesión individual

Existen numerosas técnicas distintas para constelar en el marco del trabajo individual. El cliente puede visualizar la constelación en su imaginación (ver más abajo). Cuando se constela con figuras o muñecos o cubos el terapeuta y el cliente tienen una visión conjunta de las constelaciones desde afuera. Cuando se constela con plantillas u hojas de papel, el cliente o el terapeuta ocupan los lugares así señalados, para obtener mayor información acerca de las dinámicas del sistema familiar a través de la percepción del propio estado corporal y sus cambios causados por las intervenciones.  Con el llamado “dedo cataléptico”, el consultante apoya su dedo sucesivamente sobre las pequeñas figuras que representan a su familia y relaciona las experiencias con su imagen interna. Todos estos diferentes métodos de trabajo permiten experiencias de gran intensidad y reconocimiento y son excelentes para verificar hipótesis y transmitir imágenes de solución efectivas. Durante el proceso de una constelación, se pueden alternar os distintos medios sin solución de continuidad. Eventualmente se pueden realizar contactos físicos o tomar al cliente de los hombros o sostener su espalda. Estando de pie, podrá también agregar con su imaginación mas personas en su sistema que se encuentra cubiertos de anclajes.

Constelación con “anclajes”: hojas de papel, plantillas

En una constelación con anclajes, se colocan hojas de papel o plantillas de cartón, fieltro o goma eva en los lugares de la sala. Después de la charla anamnésica, el terapeuta ha elegido a las personas que al parecer son de relevancia para el problema y su solución. Entregar al consultante una cantidad de anclajes y lo guía:  “Aquí tienes una hoja para tu padre, tu madre….. y otra para ti. Busque en este espacio un buen lugar para cada una de esas personas, comenzando por su padre. El cliente distribuye los anclajes y toma asiento o, de inmediato se ubica en el lugar preciso del sistema que eligió para sí, o el terapeuta coloca otra hoja a cierta distancia para él y deja al cliente parado allí. Este lugar adicional hace de metaposición para el consultante, le permite tomar distancia interna y promueve su capacidad ´para el llamado “desdoblamiento terapéutico” como se denomina al estado en el cual el cliente se observa conscientemente en su hacer y sentir, que hasta ese momento era inconsciente. Se torna su propio “testigo interno”. Cuando el terapeuta quiere analizar una única relación o dinámica, entonces podrá colocar en el piso dos hojas de papel una frente a otra: “esta es una hoja para su madre y esta otra para Ud.” Ubíquese en su lugar y respire profundamente o si el cliente vacila, es inseguro o indeciso respecto de donde señalar un lugar, el terapeuta podrá hacerlo por él: “Yo elegiré el lugar para su hermana” Desde la terapia corporal, e hecho de estar de pie transite al cliente una imagen corporal correspondiente a una edad mas avanzada que la posición de sentado o recostado, propiamente infantil. Las posiciones en el espacio cimientan las experiencias psíquicas y emocionales en el campo de la memoria corporal.

Procedimiento con plantillas

Las plantillas se entregan al consultante una vez que le hemos aclarado en qué

consiste y cómo es el procedimiento. Lo primero que debemos explicar es que, salvo

contadas excepciones el consultante no sabrá a quiénes representan las plantillas. A veces le advierto que se representarán a

personas de su familia de origen, que el mismo consultante también será

representado e incluso, posiblemente, que podremos hacer esto con algún concepto abstracto como una emoción o un síntoma, pero es importante que al comienzo el

consultante no sepa a quiénes están asignadas las plantillas. El constelador debe

asignar el rol de cada plantilla antes de entregarlas al consultante y, si es necesario,

esta información puede anotarse. El consultante deberá luego proceder a colocar

cada par de plantillas de colores en el espacio, como si fueran unas pisadas, pero sin

asignarles un rol. Es importante aclarar esto desde un comienzo porque, de lo

contrario, la persona comienza el trabajo asignando roles y esto luego generará

muchas disrupciones cuando llegue el momento de que el constelador revele cuál es

la imagen y las posiciones de cada integrante de la familia. Por ejemplo, puede ser

confuso para el consultante si se le explica que las plantillas azules estaban

representando a su padre y él internamente les había asignado otro rol.

Elección. Información útil para el consultante para que sea representante

Para elegir qué plantillas vamos a configurar, debemos tener presente el motivo de

consulta. Debemos informar al consultante que, cuando se ubique sobre las plantillas,

su tarea no será adivinar de quién se trata, sino prestar atención a las sensaciones

físicas o emocionales que surjan en su interior y tomarse el tiempo necesario para ver

cómo se encuentra allí en ese lugar. Resulta muy útil indicarle, por ejemplo, que

preste atención a si su cuerpo está pesado o liviano, anclado al piso o movible.

También puede darse el caso de que no experimente ningún sentimiento en ciertas

plantillas, lo cual no tiene nada de malo y es preciso hacérselo saber de antemano.

La representación en las plantillas

Observar la configuración

¿En qué lugar se colocó el consultante con relación a los padres o al síntoma o al

sistema en general? ¿Cómo agregar plantillas adicionales a la configuración

previa? ¿Cuándo es necesario?

Antes de pararse en las plantillas, es importante observar la imagen y leer en qué

lugar se colocó la persona con relación a sus padres o al síntoma. Es conveniente

guardar esta imagen en la memoria por si más adelante las plantillas se cambian de

lugar y cambian la imagen anterior. Al momento de la devolución, también es útil

mantener el recuerdo de la primera imagen para poder explicarlo luego.

A continuación, podemos pedir a la persona que se ubique en sus plantillas (aunque

no le diremos que se trata de las suyas) o podemos preguntarle dónde se ubicaría.

Yo, por lo general, el constelador decide en el momento si pedirle que se pare en su lugar o indicarle que elija la plantilla, pero creo que es conveniente que se coloque

primeramente en su sitio si detectamos que la persona tiende a poner primero a los

otros, o si se lo ve perdido, disperso o volátil.

Si, en base a lo que ven, consideran que la persona se encuentra más bien enraizada

o es concreta, o parece estar muy segura de su posición, es útil pedirle que elija un

lugar, así tenemos una pista acerca de con qué persona de su familia necesita

conectarse o con qué necesita conectarse, para comprender su posición.

Una vez hecho esto, el constelador puede elegir pararse inmediatamente en un lugar

y evaluar ver cómo se relaciona el consultante desde unas plantillas hacia otras.

Hasta que no esté claro el movimiento a realizar, la implicancia, la lealtad o el asunto

sistémico que necesita mirarse, ordenarse o integrar, podemos hacer que la persona

se ubique en cada uno de los lugares. Incluso es posible que el constelador cambie

de lugar tantas veces como crea conveniente a fin de registrar sus propias

sensaciones.

Las sensaciones que perciba el constelador son importantes para evaluar si el

consultante está registrando sensaciones parecidas. Se trata de una de las señales que necesitamos acumular para decidir qué movimiento realizaremos que resulte en

beneficio de la persona y del sistema en general.

Sin embargo, lo que más tendremos en cuenta serán las sensaciones que registró el

consultante en cada lugar que se paró. A veces deberán indicarle que se coloque en

todos los lugares, mientras que otras veces en solo algunos, en función de cuán claro

esté el movimiento a realizar. A menudo, únicamente se indica al consultante que se

pare en su lugar y luego, quizás, en uno más, pero no lo hago pasar por todas las

plantillas. Esto está muy relacionado con la cantidad de información que necesito

recolectar para proceder y del proceso que necesita hacer cada consultante: A veces

requerirá más movimientos y otras menos.

Configuraciones básicas para plantillas

Relación de pareja

Aquí hace falta detectar cuál es la intención del consultante con relación al asunto de

pareja:

a. Consultante sin pareja que desea tener una

Se pueden dar dos pares de plantillas al consultante: un par para sí mismo y otro para

una posible pareja, y comenzar a explorar por allí. Se puede observar, por ejemplo, si

el consultante está mirando hacia esa posible pareja o no, y en caso de no estar

mirando en esa dirección, prestar atención al lugar hacia dónde mira. Usualmente

esta es una forma de comenzar una constelación en estos casos, y luego se dan plantillas al consultante para que ubique a su mamá, su papá y, eventualmente, otros miembros del sistema familiar. Puede ocurrir que la persona esté mirando más a su madre que a la posibilidad de estar en pareja. Esta misma forma puede utilizarse para la configuración en grupo, pidiendo al consultante que elija alguien para que lo

represente a él y alguien para un hombre o una mujer en calidad de posible pareja.

Otra forma de empezar, es, nuevamente, con dos pares de plantillas: un par representa a la persona en pareja, mientras que el otro representa a la persona soltera. De esta manera, el consultante puede evaluar cómo se siente en cada lugar. Puede ocurrir que en la plantilla que representa a la persona en pareja perciba incomodidad, lo cual puede significar varias cosas. Un significado posible puede estar relacionado con que la persona ocupe un lugar muy importante en su familia de origen y ponerse en pareja signifique tener que modificar ese lugar con sus padres. Ante tal situación, es posible corroborar cómo se sienten los padres en relación con esa plantilla. Si se empieza a configurar de esta forma, se pueden hacer dos constelaciones paralelas: una con esa configuración y otra donde se corrobore o explore el lugar que el consultante ocupa con sus padres, para luego unir ambas constelaciones en el

momento en que se hace el chequeo de cómo están los padres frente a la plantilla

que representa al consultante en pareja.

El criterio para decidir si comenzar de la primera forma o la segunda tiene que ver

con cómo es el consultante, según su forma de procesar la información y su

capacidad para simbolizar. Para algunos consultantes puede resultar un tanto difícil

abrirse a una relación íntima con alguien (en cuyo caso puedo optar por configurar

como en el primer ejemplo) o bien puede ser que tenga dificultad para habitar el

arquetipo de la persona casada, con hijos, por miedo a quedar atrapado en esa

estructura. En este último caso, los padres suelen sentirse incómodos frente a la

posibilidad de que el hijo entre en esa estructura, porque ya en el sistema existe un

exceso de ella y los sistemas, por lo general, necesitan elementos diferentes para

poder subsistir. (Si es este el caso, configuro como en el segundo ejemplo y

menciono este patrón sistémico que en este contexto adquiere tanta importancia).

b. Consultante con una relación de pareja donde hay dificultades, que tiene la

intención de mejorar de su parte lo que sea posible para que la relación

continúe

Se puede comenzar asignando unas plantillas para el consultante y otras para su

pareja actual. En una constelación grupal se solicita al consultante que elija alguien

para sí mismo y alguien para su pareja actual.

Se hace lo mismo con plantillas o representantes para el consultante y otras para su

mamá y su papá. Al cabo de un rato se pueden agregar unas plantillas o un

representante para la pareja.

c. Consultante que ya ha decidido separarse pero no posee la fuerza para dar el

salto

Exclusivamente dentro de una sesión individual, se puede comenzar con unas

plantillas para el consultante en pareja con esa persona y otras para el consultante sin

estar en pareja con esa persona. Por lo general se hace la indicación de que las ubiquen una al lado de la otra.

Es posible también comenzar con el consultante, su futuro y su actual pareja. En una

constelación grupal se puede seguir esta misma secuencia (con la asignación de

representantes).

Otra alternativa es colocar plantillas para el consultante, su actual pareja y la separación.

Independientemente de cómo empiece, luego se puede agregar la familia de origen

a la misma configuración, o si estamos haciendo una constelación individual, hacerlo

como una configuración paralela, dividiendo imaginariamente el consultorio donde

transcurre la sesión, y así el consultante termina representado en ambas

configuraciones.

d. Consultante que está en pareja pero atraviesa una emoción que trasciende su

asunto con esta relación

En este caso, una primera opción es empezar con unas plantillas para el consultante,

otras para su pareja actual y otras para la emoción que lo aqueja.

También se puede empezar directamente con el consultante y su familia de origen,

además de usar plantillas para la emoción. El criterio para empezar con la emoción o

agregar plantillas para ella tiene que ver con la información que tales plantillas

aportarían y que creamos podría llegar a ser necesaria. Este aspecto lo irá regulando

el constelador según la información que haya surgido durante la entrevista. Todo esto

equivale para una constelación grupal, aunque para este supuesto particular,

preferiría comenzar primero con representantes para la persona y sus padres, antes

que con la emoción.

Relación con los padres

a. Cuando el consultante no puede poner límites a sus padres y se siente agobiado

Antes de proceder con cualquier trabajo, ante este caso debemos tener muy en cuenta la edad del consultante, tanto su edad cronológica como, si fuera necesario, la

psicológica, es decir, qué grado de maduración psíquica tiene el consultante. El

estadio adolescente, tanto físico como psíquico, es un estadio al que debemos prestar puntual atención, porque la forma de proceder, en ese caso, es diferente. En

esta etapa, posiblemente sean importantes la necesidad de diferenciación y enunciar

frases que expresen alguna disconformidad con los padres o rebeldía.

Una forma de empezar puede ser con plantillas para cada uno de los padres y otras

para el consultante. En este caso se  recomienda colocar unas plantillas para el futuro.

b. Cuando el consultante se siente enojado con sus padres y tiene reclamos que

desea soltar

Como comentaba en el punto anterior, para ambos casos es esencial, muchas veces,

además de colocar plantillas para cada uno de los padres y el consultante, ubicar

unas plantillas que representen al futuro o a su vida actual. A menudo, es posible que

el consultante esté acusando a sus padres o a las circunstancias (incluso con razones

justificadas) de ciertas cuestiones que le suceden, por lo que en ambos casos habrá

que descubrir cuál es la lealtad que impide al consultante soltar los reclamos a sus

padres o bien poner ciertos límites en la relación visible.

Una forma muy útil de hacer esto es observar cómo está el consultante con respecto

a su futuro. Stephan Hausner ha dicho en varias ocasiones que muchas veces resulta

más fácil quedarse en la familia de origen con todos los problemas que allí existan,

porque allí al menos se está acompañado. Ir hacia la propia vida tiene un precio: si

bien no hay problemas, nos sentimos solos.

Síntoma

Se puede considerar como síntoma no solo aquella situación física que nos

desequilibra en ese nivel, sino también aquella situación emocional que se manifiesta

en un momento determinado (emociones) o bien que se ha manifestado en el

transcurso de toda nuestra vida sin que tengamos conciencia acerca de sus

disparadores reales (sensaciones previas). En los tres casos podemos utilizar

plantillas que representen al síntoma de forma abstracta, ya que nos aportará

información muy valiosa que deberá interpretarse en el conjunto del contexto global

e integral de la constelación.

a. Enfermedades físicas

Una posibilidad es iniciar una constelación asignando plantillas que representen, por

un lado, al consultante y, por otro, al síntoma. Empezando el trabajo de esta forma,

podemos obtener información sobre algún aspecto del consultante que quizás se

encuentre excluido. Luego es posible colocar más plantillas para sus padres,

hermanos o pareja, según la forma en la que se vaya desenvolviendo la

configuración.

Si durante la entrevista sale a la luz algo pendiente, difícil o importante con los

padres, se puede comenzar por unas plantillas para la persona, otras para los padres

y, más adelante, incorporar plantillas para el síntoma.

En las sesiones individuales, es útil armar dos constelaciones paralelas con plantillas. Para esto, se pide al consultante que imagine que el consultorio está dividido en dos partes, donde en un lado transcurre una configuración, y en el lado opuesto, la otra. De esta forma, se ubica a la persona con relación a su familia actual o a su futuro; o a la salud (de un lado) y la relación a la familia de origen (del otro). Después de configurar y explorar las sensaciones en cada par de plantillas, le doy la plantilla del síntoma para que elija dónde agregarla, ya sea en alguna de las configuraciones o en el medio de ellas.

Habitualmente el lugar donde decide colocarlas es el que, aporta información sobre el contexto en el que se despertó el síntoma o la enfermedad, así como también la función que desempeña.

Si el síntoma se despertó durante su vida en la familia actual, por ejemplo, le puedo

pedir que se pare en ese lugar y mire a la familia de origen. En ese momento, le

pregunto: “¿qué sugerirías hacer en esta otra constelación?”, “¿qué plantillas te llaman la atención?”, “¿a quiénes mirás?”, “¿le pedirías que haga algo?”, “¿qué le sugerirías?”

Esta situación es como si el síntoma hablara y propusiera algo. En general, la

propuesta del síntoma es hacia movimientos de solución y, en algunas

oportunidades, hacia una mayor implicación. En este último caso, debemos tomar el

mensaje como la muestra del lugar hacia donde se dirige la lealtad de la persona o su

amor ciego.

b. Emociones

Es oportuno muchas veces poner unas plantillas para el consultante y otras para la

emoción que lo aqueja en el momento, por ejemplo, la ira. Es posible que este

sentimiento haya derivado de algo que le ocurrió al consultante en su vida actual, o

bien que la persona lleve el sentimiento desde siempre, aunque varíen las escenas y

circunstancias. Si estamos ante el último caso, debemos corroborar si se trata de una

sensación previa, que abordaremos en el punto siguiente. Si se trata de un

sentimiento despertado por alguna relación, o si todas las relaciones de pareja le

despiertan determinado sentimiento, se pueden poner unas plantillas para el

consultante, otra para la emoción y otra, por ejemplo, para la pareja que le ha

despertado este sentimiento. A veces no es necesario agregar a la emoción, sino que

basta con revisar cómo está esa relación y qué otra información nos puede arrojar la

configuración sobre dicha dinámica.

c. Sensaciones previas

Es posible que el consultante venga a tratar directamente su sensación previa, al ser

plenamente consciente de ella, o bien puede acercarse al consultorio por otro

problema y que, en el transcurso de la entrevista, surja la existencia de una sensación

subyacente como información valiosa.

En este caso, se pueden brindar varias plantillas: para el consultante, su madre, su

padre y, finalmente, para la sensación previa. Desde aquí quizás sea posible visibilizar

una implicancia, puesto que cada vez que nos encontramos con una sensación

previa, se trata de un estado interior que se ha congelado a partir de un trauma de

otra generación que no ha podido procesarse y cuya información permanece latente

en el descendiente implicado.

Habitualmente, al trabajar con sensaciones previas, para poder llegar a la lealtad, es

decir, descubrir de qué manera el consultante está ligado a esta implicancia, es

necesario visibilizar esa lealtad en la constelación. Las plantillas de esa sensación

pueden aportarnos información muy valiosa sobre la implicancia o el trauma con el

que se está ligado.

Metas

a. Dinero, trabajo, éxito.

b. Felicidad, alegría, salud, bienestar

Con cualquiera de estas opciones, la constelación puede empezar con unas plantillas

para el consultante y otras para su meta o para aquello que quiere alcanzar. Muchas

veces el consultante siente que ha descuidado su propia salud o su propia felicidad,

sin saber verdaderamente por qué. Cuando comienzo por esas dos plantillas, verifico

al principio si el consultante está mirando o no en esa dirección, y luego, por lo

general, agrego plantillas para su familia de origen e incluso para su familia actual si

¿Qué sucede cuando un abstracto se humaniza?

Frecuentemente, cuando trabajamos con una emoción, un síntoma, el trabajo, el

futuro o el dinero, trabajamos con una plantilla abstracta que nos va a dar información

sobre el funcionamiento del sistema en general. Puede guiarnos hacia alguno de los

miembros de la familia en particular, indicarnos un movimiento que sería oportuno

realizar para el consultante, o bien revelar una necesidad o anhelo profundo del

consultante que no está en su conciencia.

Ahora bien, cuando el abstracto comienza a manifestar emociones con mucha fuerza,

decimos que se “humanizó”, que comenzó a representar a alguien que se ve excluido

del sistema o algún hecho relacionado con esa persona. Una de las posibilidades

cuando esto sucede es agregar otras plantillas que representen a esa persona

excluida. Para conocer de quién se trata, podemos hacer preguntas e indagar un

poco en la historia, o muchas veces podemos simplemente agregar un par de

plantillas sin saber a quién representan exactamente.

Puede ocurrir también que la configuración y la lectura que pudo hacer el constelador

en el momento habiliten algún tipo intervención, es decir, se llega a alguna lealtad

muy profunda (el epicentro de la cuestión) y eso deshumaniza a la plantilla.

Constelación en la imaginación

El proceso se desenvuelve ante la mirada interna del cliente; él visualiza el acontecimiento mientras está sentado en una silla, pudiendo, visualizar la primera imagen que muestra su representación interna de la constelación y con la guía del terapeuta, efectuar modificaciones tendientes a arribar a una imagen de solución. Antes de comenzar la visualización se le explicará en que consiste. “Le propongo algunos ejercicios y ud. Observará como se siente. Puede mantener los ojos abiertos o cerrados y modificarlo cuantas veces quiera. Cuando sienta la necesidad de una pausa podemos detenernos en cualquier momento. A veces los ayuda algún ejercicio de relajación. Este ejercicio breve, dura unos pocos minutos. Si le hace bien puede repetirse al principio de cada sesión. (Ver video) Mientras realiza el ejercicio, es un buen momento para observar la postura, expresión y patrón respiratorio. Así obtenemos información acerca de sus estrategias corporales de superación y sus patrones de tensión, que lo limitan como patrones de reacción crónicos, y podemos determinar aquellas áreas de su cuerpo que se ven afectadas especialmente por ello. Esta información podrá servirnos de punto de partida para nuestras posteriores intervenciones. Es necesario una buena anamnesis para no interrumpir con preguntas la constelación. Es útil en constante contacto verbal y no verbal. Cuando describe sus imágenes, el terapeuta observa la participación corporal y los sentimientos que expresa. Si debe interrumpir la sesión por alguna interferencia, no significa que se suspenda, sino que el cliente puede seguir avanzando en su proceso.

Se recurre a las visualizaciones durante una constelación como un movimiento más

dentro de la configuración con plantillas. Muchas veces sale a la luz el dato de que un

padre está mirando al consultante con enojo, por ejemplo, o que la madre no puede

mirar al consultante por estar ocupada mirando al piso.

Aprovechando que, durante la sesión individual, el consultante será, además, un

representante, puede efectuar movimientos como si fuera el padre o la madre

haciendo directamente una visualización, en lugar de agregar plantillas adicionales

para los abuelos, las parejas anteriores o demás.

Si, por ejemplo,hay suficientes señales para creer que alguna de esas personas

están vinculadas con la implicancia del consultante, quizás entonces sí puedo colocar

las plantillas y el movimiento se hace de una plantilla a otra. Si, en cambio, es

meramente algo que es necesario destrabar para llegar a otro punto esencial dentro

de la constelación, voy a proceder a pedir al consultante que cierre los ojos y

conducirlo hacia una imagen donde alguno de sus padres quizás se reencuentre con

alguien o bien se vuelva más chico frente a la mamá o el papá.

A continuación, se enumeran varios ejemplos de visualizaciones. El objetivo principal

de la visualización es agilizar el trabajo, por un lado, y, por el otro, se trata de una

herramienta que conviene utilizar con aquellas personas que sean más visuales,

aquellas en quienes la frase o el movimiento físico no producirían el mismo efecto. Se

puede corroborar lo anterior por la forma en que el consultante se expresa cuando le

toca hacer las veces de representante (por ejemplo, si describen lo que ven en lugar

de lo que sienten). Si bien es correcto pedirles que se concentren en lo que sienten

mientras están representando, si surgen descripciones visuales, estamos ante

información importante que debemos recaudar como parte de la sesión.

Visualización de la unión del padre y la madre

Imaginá a tu mamá y a tu papá mirándose el uno al otro. Puede ser que aparezca una imagen de cuando eran más jóvenes.

Observalos mirándose con cariño y observá cómo comienza a fluir el amor entre

ellos. Ese amor, sin importar cuánto haya durado, es real y grande, pero, por sobre

todo, es la razón por la que tenés la vida. Imaginá que se toman de la mano y se

conectan a través de ese gesto. Respirá profundo por la boca tres veces y, cuando

entre el aire a los pulmones, sentí cómo su amor te completa, te fortalece, te integra

y te acompaña. Si es posible, intentá sentir respeto y humildad frente a ese amor.

Visualización para obtener fuerza

Cerrá los ojos e imaginá que se abre un inmenso triángulo hacia atrás. Detrás, están

tus padres, con las manos apoyadas en tu espalda, desde donde vas sintiendo que

te transmiten fuerza y apoyo. Luego, imaginá que detrás de tus padres están tus

abuelos, los niños que faltan; más atrás aún, tus bisabuelos, y así imaginá cómo este

triángulo se va desplegando hacia atrás cada vez más: cada vez se suma más

gente, independientemente de si los conociste o no. Imaginá luego que una luz de

color (el que más te guste) va atravesando a cada uno de ellos hasta llegar a tus abuelos, pasa también por tus padres y entra en vos por la espalda, a la altura del

pecho. Imaginá cómo va ingresado esa luz, que es una fuerza que te empuja para

adelante, hacia tu destino. Hacé todo lo anterior con con los ojos cerrados y, cuando

sientas la fuerza que te empuja hacia adelante, da un pequeño paso en esa

dirección.

Visualización con las mujeres de la familia

Imaginá que tu mamá está detrás tuyo sosteniéndote por la espalda. Detrás está tu

abuela; más atrás, tu bisabuela; y así una larga cadena de mujeres. Respirá

profundo por la boca. Imaginá que una luz fuerte (del color que te guste) atraviesa a

cada una de ellas hasta llegar a vos. Respirá profundo por la boca tres veces más.

Visualización con la familia materna y con el padre como sostén

Imaginá que tu abuela materna está parada en un terreno desierto, mirando hacia el

otro lado. A lo lejos, podés ver cómo va acercándose su padre: quizás incluso podés

ver una imagen más joven de tu abuela. Imaginá el reencuentro y el abrazo entre

ambos, donde ella es la chica y el padre el grande. Luego imaginá a tu abuela

girándose, así queda su padre atrás, sosteniéndola. Aparece luego tu mamá, quien

observa esta escena, y a lo lejos aparece también su padre. Tu mamá abraza a su

padre y luego ella se gira y su papá queda detrás, sosteniéndola también. Luego

aparece tu papá: te acercás a él y te toma por los hombros hasta que te sentís

sostenido. Detrás de tu papá, podés imaginar una larga cadena de hombres. Usá la

pared para sostenerte y traer esta imagen a tu mente. Hacelo por un rato hasta que

la sensación se instale en tu interior.

Visualización con el dolor ancestral

Imaginá a tus padres enfrente tuyo: detrás podés ves a tus abuelos y a tus

bisabuelos, como una pirámide que progresivamente se va expandiendo hacia atrás,

cada vez más multitudinaria, con niños y adultos. Mirá a todos y decí:

“A cada uno de ustedes, los honro, los respeto y les doy un lugar en mi

corazón. Honro todo lo que sucedió: lo bueno y lo malo, que hizo

posible que hoy yo esté aquí con vida”.

“Tomo la vida que viene de ustedes al precio que les costó y que

también me cuesta”.

Respirá profundo (siempre por la boca): cuando inhales, tomá la vida con lo bueno y

con lo malo que trajo. Cuando exhales, soltá todo lo que no te pertenece. Aquello

que no te pertenece vuelve a los ancestros. Hacé todas las respiraciones necesarias

hasta que el dolor que estaba alojado en el pecho se desvanezca o se mitigue.

Imaginá que una luz (del color que te guste) atraviesa a cada uno de los que son

parte de este árbol, hasta que la luz llega a tus padres y luego llega a vos. Esa luz

entra por el corazón y contiene la bendición de los ancestros.

Respirá por la boca tres veces.

Girate y ubicate de espaldas a los ancestros. Da un paso. Respirá tres veces más por

la boca y da otro paso. Abrí los ojos.

Visualizaciones para detectar implicancias o enredos

Algunas veces, durante el transcurso de una constelación, podemos sugerir al

consultante que cierre los ojos y visualice a alguien: su padre, madre, abuelos,

etcétera y preguntarle si, durante la visualización, esa abuela o persona que está

visualizando viene acompañado de alguien más. También podemos preguntar hacia

dónde mira, cómo es o de qué forma se manifiesta su comportamiento. Si para llegar

a la lealtad sentimos que es necesario desentrañar alguna implicancia, es posible

recurrir a una visualización como la aquí descripta en lugar de continuar agregando

plantillas. Sin embargo, es importante recordar que no siempre es fácil para el

consultante ver esta información: dependerá, en gran parte, de cómo es el

consultante, sobre todo, si se trata de una persona muy visual o no.

Constelar con muñecos

Trabajar  con  muñecos es  utilizar  una  herramienta  de  tipo simbólico. Mediante el  trabajo  con  muñecos  representamos  de manera metafórica y visual. Los muñecos permiten representar elementos de un sistema (personas o conceptos) y la ubicación de los  distintos  elementos,  en  referencia  a  los  demás,  es  una representación  de  la  dinámica  relacional.  Los  muñecos,  al mostrar visualmente elementos y dinámicas, permiten objetivar, exteriorizar  múltiples  dimensiones  o  aspectos  de  la  realidad personal del cliente. Este acto de sacar fuera, de posibilitar verlo sin necesidad de contarlo, de presentar una realidad atemporal y no secuencial, facilita tres tipos de procesos fundamentales en el espacio terapéutico:

Un proceso de integración personal: Se puede considerar que, en cierta forma, uno de los ejes fundamentales de  un  proceso  terapéutico  es  que  el  cliente  vaya  ampliando  el conocimiento  que  tiene  acerca  de  su  persona,  de  modo  que  cada  vez pueda llevarse mejor consigo mismo y cuidarse más de acuerdo con sus necesidades. Frecuentemente, el hecho de “no conocerse” tiene que ver con  los  aspectos  que  la  persona  excluye  de  sí  misma.  Las  razones  y mecanismos por los que una persona puede excluir rasgos, sentimientos, episodios vitales, cualidades, estados y/o circunstancias. Entre  ellos  destacaría  los  intentos  de  evitar  el  dolor  que  conllevan determinadas  vivencias  y  emociones  (vergüenza,  culpa,  rechazo, frustración, etc.). Ya sea por haber vivido determinados sucesos donde la persona ha experimentado emociones intensas y desagradables y que no desea  rememorar,  por  el  condicionamiento  creado  a  partir  de  estos episodios biográficos, o por la anticipación de respuestas negativas por parte del entorno, el hecho es que rechazamos o inhibimos aspectos de nosotros  mismos  que  asociamos,  por  experiencias  previas  o  por expectativas actuales, al padecimiento de dolor. Al mismo tiempo que las personas evitamos el dolor, nos esforzamos por conseguir el reconocimiento y la valoración de quienes nos rodean. En gran medida la necesidad de afecto, así como los mecanismos de apego y vinculación, son consustanciales al ser humano y facilitan, entre otras cosas, el desarrollo del individuo (y de la especie) como miembro de un colectivo  en  el  que  tiene  que  socializarse  y  aprender  a  convivir.  Sin embargo, esta tendencia natural a la  deseabilidad social  y a la búsqueda de aprobación y reconocimiento, pone de manifiesto la delgada línea que separa la capacidad de vivir constructivamente nuestra naturaleza (con sus innumerables posibilidades y no muchas menos limitaciones), de la de hacerlo de una forma dañina y destructiva para nosotros mismos y para nuestro entorno. Así, frecuentemente y con gran facilidad, tendemos a subordinar  nuestra  identidad  y  nuestro  bienestar  a  la  mirada  social. Cuando la necesidad de aprobación se eleva a una jerarquía superior a la necesidad de ser honestos con nosotros mismos y se convierte en el principal o único criterio de decisión en nuestra vida cotidiana, debemos plantearnos cual es el precio que estamos pagando o con qué factura nos encontraremos algún día. Posiblemente este precio tenga que ver con los efectos  de  haber  excluido  aspectos  de  nosotros  mismos  que  no  nos parecían  aceptables,  atractivos  o  valiosos.  Al  mantener  apartados determinados  rasgos  o  aspectos  de  nosotros  mismos,  nos  vemos reducidos a funcionar como personas incompletas, potenciándose así el circulo vicioso de  cuánto menos identidad propia tengo, más inseguro me siento y más necesitado estoy de la aprobación de los demás. Algunos  casos  ejemplifican estos mecanismos:

  • Una mujer diagnosticada desde hace 15 años con esclerosis múltiple y que  no  es  capaz  de  nombrar  su  enfermedad.  En  el  trabajo  con muñecos se observaba que la figura que le representaba a ella daba la espalda a la que representaba la enfermedad.
  • Un hombre de 29 años que había sufrido las burlas de sus compañeros de  escuela  y  que  actualmente  no  podía  mantener  relaciones  de amistad y tendía a enfrentarse verbalmente ante cualquier señal que interpretara de “abuso”. En el trabajo de muñecos fue impactante el efecto que tuvo que la figura de él como adulto abrazara a la figura que  le  representaba  como  niño;  en  sesiones  posteriores  hacía referencia  a  esa  imagen  como  un  anclaje  al  que  acudir  cuando  se sentía mal y comentaba que ahora era capaz de acompañarse cuando le dolían las cosas sin abandonarse a través de la ira.
  • Un hombre de 50 años, alcohólico y ex-heroinómano, con una gran sensibilidad  hacia  la  belleza  y  el  dolor  humano.  Reprime  esta sensibilidad pues la considera poco “masculina”. En el trabajo con muñecos, elige para representar esa parte sensible una muñeca con un vestido  blanco  y  la  pone  detrás  de  un  muñeco  que  representa  el alcohol que, a su vez, sitúa a la espalda de la figura que le representa a él.  Al  ver  la  imagen  comenta  espontáneamente: “quizás  necesite buscar otra forma de protegerme de mi sensibilidad”.

Como se puede observar en los ejemplos comentados, la necesidad de integración  de  distintos  aspectos  de  la  persona  puede  ser  de  tipo sincrónico  (aspectos que aparecen simultáneamente  en  un  momento dado:  polaridades,  necesidades  personales  aparentemente  poco compatibles,  una  enfermedad  o  un  síntoma  actual,  etc.),  o  de  tipo diacrónico (aspectos que aparecen a lo largo de una evolución o proceso temporal:  sucesos  biográficos  como  experiencias  traumáticas  o relaciones  afectivas  previas,  reencuentro  con  el  yo-niño,  el  yo- adolescente,  el  yo-actual  o  incluso  la  proyección  de  quien  queremos llegar a ser). En cualquier caso, el trabajo con muñecos plasma mediante una metáfora visual este tipo de conflictos, concretando lo abstracto y provocando la vivencia emocional en el presente (aquí-ahora). Ahora bien, una  vez  que  a  través  de  los  muñecos  se  ha  mostrado  algo,  el terapeuta debe retirarse respetando la decisión del cliente de tomarlo o no.

Un proceso de asunción de la propia responsabilidad sobre el cambio: desde la idea de que el cliente no siempre es responsable de lo que le acontece y que, sin embargo, sí es el único responsable de mantenerlo o cambiarlo, con los muñecos se puede trabajar para que la persona amplíe su visión del problema, contemple cómo su  actitud  forma  parte  del mismo, genere y explicite actitudes alternativas y acceda a una imagen de solución, a sentirse esperanzado y capacitado para realizar cambios. Si bien hacerse cargo de los propios actos y sus consecuencias puede formar parte del proceso, lo que creo fundamental es la toma de responsabilidad sobre el propio bienestar. Las personas manejamos múltiples y variadas fórmulas para “echar balones fuera” y no asumir la responsabilidad de hacerlo lo mejor posible para ser felices dadas la circunstancias externas e internas que a cada cual le toca vivir. Así, es frecuente culpar a los padres o a la infancia vivida (“no supieron educarme”, “no me dieron cariño”,  “me  hicieron  daño”).  También  resulta  común  justificar  la imposibilidad  de  un  cambio  personal  mediante  la  creencia  de  que  el entorno no lo permitirá o de que no servirá para nada (“da igual lo que haga porque mi marido no va a cambiar”, “¿de qué me sirve cambiar si no voy a poder hacer lo que quiero?”, “si dejara de hacer lo que hago, mi familia sufriría”… ). Otro tipo de estrategia para no asumir la responsabilidad sobre nuestro bienestar es atribuirla a otros de manera que otorgamos a los demás el enorme poder de hacernos felices o infelices (“yo estaría bien si mi hijo estuviera bien”, “lo único que necesito para ser feliz es que mi esposa vuelva a mi lado”, “es imposible que pueda estar bien con el jefe que tengo”…).Por otra parte, conviene tener en cuenta que, estrechamente ligada a la necesidad de evitar el dolor que se ha comentado en el epígrafe anterior, existe también en nosotros una gran necesidad de búsqueda de control sobre el entorno físico y social. Como consecuencia de esta necesidad, el estado de incertidumbre resulta, por lo general y para la mayoría de las personas, enormemente aversivo. Un cambio en nuestra perspectiva, en nuestra  actitud,  en  nuestro  comportamiento  o  en  nuestros  hábitos supone, a este nivel, introducir algo nuevo y desconocido que, por tanto, nos provoca incertidumbre. Así, mientras sea posible, tendemos a evitar el cambio. Además, suele ser esta necesidad de controlar las respuestas del medio  lo  que  nos  lleva  a  las  personas  a  crear  y  mantener  conductas supersticiosas. Esto es, conductas que creemos eficaces para conseguir algo deseable o para evitar algo desagradable y que, sin embargo, está fuera de nuestro control.

Un ejemplo típico sería el no ir al médico para sentirse sano y a salvo de una enfermedad. Otro sería el no montar en el ascensor para no caernos (y, claro, atribuimos el habernos “salvado” al no  haber  subido  en  él,  así  que  seguiremos  sin  hacerlo).  También  al contrario, al comportarnos habitualmente de una forma, por ejemplo maquillándonos todas las mañanas al salir a la calle, podemos atribuir el que el vecino nos diga buenos días amablemente a este hecho (habernos maquillado) y no a otras razones (que le caemos bien, que es una persona educada,  que  quiere  tener  mantener  una  relación  cordial  para  que  le votemos como presidente de la comunidad de vecinos, etc.). A lo mejor, no  nos  importa  mucho  que  el  vecino  no  nos  salude  pero  ¿y  si  lo relacionamos con que una persona importante para nosotros nos quiera o le vaya bien?: “si estoy más delgada encontraré novio”; ”si me sacrifico para llevar a mi hijo al mejor colegio le irá bien en la vida”; “si no le doy disgustos mi madre dejará el alcohol”; “si estudio lo que mi padre quiere se sentirá orgulloso de mí”…

En definitiva, para promover el cambio, necesitamos tener en cuenta que si la persona no ha solucionado antes el asunto que le preocupa no es por falta de interés o de inteligencia. Muchos factores pueden estar dificultando dar el paso: poca confianza en su propia capacidad para hacerlo; miedo a las consecuencias o a las reacciones del entorno; miedo a lo desconocido (“más vale malo conocido que bueno por conocer”); la dificultad de renunciar a las ganancias secundarias (“cuando estoy mal me hacen  caso”,  “cuando  no  muestro  mis  sentimientos  no  me hacen daño”); …Sin embargo, en el espacio terapéutico, la persona puede encontrar un apoyo, impulso y acompañamiento en el proceso de cambiar, no tanto para ser una persona mejor o distinta sino para ser cada vez más ella misma y vivir su destino con toda la libertad y dignidad posibles.

Un proceso de reubicación dentro de un sistema: como se ha visto en los dos epígrafes anteriores, trabajar con muñecos facilita  enormemente  el  proceso  de  ampliar  la  visión  del  mundo  del cliente. Junto a los procesos de integración y de toma de responsabilidad sobre  el  propio  cambio,  es  fundamental,  especialmente  en  las sesiones  de  asesoramiento,  ayudar  al  cliente  a  encontrar  una  buena posición o lugar de fuerza dentro de su sistema familiar, organizacional o socio-histórico. Así, trabajando desde una perspectiva sistémica no sólo nos dedicamos a rastrear problemas familiares a través del tiempo y el espacio sino que, sobre todo, se encuentran valiosos recursos para superar tanto dificultades personales como interpersonales. En este proceso es de gran  ayuda  apoyarnos  en  los  órdenes  (y  no  perder  de  vista  los desórdenes) explicitados por Bert Hellinger: quién está excluido, quién se coloca por encima o por debajo, cómo se da y cuánto se toma.

El genograma  es  un  formato  para  registrar  personajes,  hechos  y  datos relevantes del árbol genealógico del cliente, teniendo en cuenta tanto la familia actual como la de origen y recogiendo información de al menos tres generaciones ascendentes (padres-abuelos-bisabuelos). La entrevista del genograma forma parte de una evaluación cualitativa. No existen escalas para medir cuantitativamente la información, sino que se trata de una herramienta interpretativa que nos ayuda a generar posibles hipótesis de trabajo. Para sacar el máximo partido a este instrumento conviene ser riguroso y sistemático en el procedimiento de recolección de datos y, al mismo tiempo, ser creativo en la búsqueda de explicaciones tentativas, y parciales,  de  los  datos  recogidos. A  su  vez,  esta  creatividad  necesita basarse en una subjetividad fenomenológica, que puede verse facilitada enormemente con el conocimiento y manejo de las evidencias empíricas recogidas

Son  estas  pautas  redundantes  las  que  nos  permiten  realizar  hipótesis tentativas a partir del genograma. A menudo encontramos que lo que sucede en una generación se repite, de algún modo, en algunas de las tres generaciones siguientes. Aunque las mismas cuestiones tienden a aparecer de  generación  en  generación,  estas  cuestiones  pueden  tomar  distintas formas de manifestarse, generalmente contextualizándose en el marco socio-histórico correspondiente. Así, por ejemplo, si un abuelo perdió su casa durante la guerra, es posible que el nieto tenga serias dificultades para pagar la hipoteca de la suya. Si una abuela murió en el parto, es posible  que  las  descendientes  tengan  dificultades  para  quedarse embarazadas o que sus embarazos no lleguen a término. Este fenómeno de repetición de asuntos se conoce como transmisión multigeneracional de pautas familiares, y se basa en la idea de que pautas vinculares en generaciones  previas  pueden  suministrar  modelos  implícitos  para  el funcionamiento  familiar  en  la  siguiente  generación.  Existen  muchos tipos  de  pautas  vinculares  en  las  familias:  de  distancia  vincular,  de triangulación  emocional,  de  protección  de  legados  o  secretos,  de devolución de deudas, de complementariedad o reciprocidad, etc. A  través  del  genograma  podemos  estudiar  históricamente  el  sistema familiar y evaluar no sólo los sucesos críticos pasados y actuales sino también los temas, mitos, valores, normas evolutivas y cuestiones con implicaciones  emocionales  de  generaciones  previas  que  aparecen  de manera reitarativa y se constituyen en pautas o patrones identificables. Desde esta perspectiva, los hechos concurrentes en distintas partes de la familia  no  pueden  considerarse  coincidencias  azarosas  o,  por  el contrario,  causalidades  necesarias,  sino  que  se  conceptualizan  como sucesos interconectados, es decir, sincronías. Así, parece que existe una mayor probabilidad de que los hechos críticos ocurran en un momento determinado y no en otro, especialmente en las transiciones del ciclo vital  de  la  historia  familiar.

 Un  ejemplo  de  ello  sería  el  denominado síndrome  de  aniversario.  Un chico  de  19  años,  que siempre  había  sido  considerado  como  hijo  y  alumno  ejemplar,  había comenzado  a  suspender  debido  a  pensamientos  recurrentes  sobre  el suicidio.  Al  realizar  el  genograma,  encontró  en  las  generaciones anteriores hechos críticos de algunos miembros de la familia alrededor de esa edad: un primo carnal se había suicidado a esa edad; un tío había muerto en extrañas circunstancias a esa edad (se había caído de un balcón en estado ebrio); el hermano pequeño del abuelo paterno también había muerto a los veinte años al caerse desde la ventana de un tercer piso, aunque en este caso sonámbulo; y finalmente nos encontramos en la tercera generación de ascendientes que el bisabuelo (el padre del abuelo paterno)  había  desaparecido  con  esa  edad  al  emigrar  a  Argentina, quedándose en España la mujer embarazada del segundo hijo y teniendo el primogénito (el abuelo) la edad de dos años. Parece que el suicidio y las muertes en extrañas circunstancias reproducen, a determinado nivel, la desaparición del bisabuelo en lo que se puede considerar “la flor de la vida”. No es de extrañar que un miembro de esta familia, que sea varón y se acerque a esa edad, sienta, aunque sea de forma inconsciente, ciertos temores a no poder continuar con vida. De la misma manera, parece que existe una mayor probabilidad de que determinados hechos críticos ocurran a unos miembros de la familia y no a otros, existiendo paralelismos llamativos en cuanto al sexo, orden de nacimiento  entre  hermanos  y  nombre  compartido  o  “heredado”. 

Un caso que puede ejemplificar esta idea es el siguiente: la consultante es una mujer de treinta años preocupada por su falta de ilusión en cuanto a la recién estrenada convivencia de pareja  con  su  novio  de  toda  la  vida.  Al  hacer  el  genograma  nos encontramos  con  un  paralelismo  entre  la  generación  de  los  abuelos maternos y la generación siguiente, la de su madre y sus hermanas (tías de la cliente). El abuelo se llamaba Pablo y se casó con una mujer llamada  María, que era la mayor de tres hermanas. Esta mujer murió muy joven y Pablo,  el  abuelo,  se  casó  con  la  hermana  mediana  de  María  llamada Manuela. Pablo y Manuela tuvieron tres hijas a las que llamaron María, Manuela y Margarita (la madre de la cliente). María (tía) se casó y, curiosamente, su marido se llamaba Pablo. Años más tarde, María (tía)murió tras un proceso oncológico. Pablo, ya viudo, se casó en segundas nupcias con Manuela (tía). Para mí, lo más sorprendente de todo fue que la cliente sólo se diera cuenta de esta reiteración de nombres y destinos familiares al hacer con ella su genograma. Anteriormente no se había fijado en este paralelismo. Por otra parte, aunque no se llamaba María ni tenía hermanas, sí era la primogénita y su novio también se llamaba Pablo. ¿Es posible que este patrón reiterativo y trangeneracional pudiera estar  relacionado  con  su  “falta  de  entusiasmo”  en  relación  a  la convivencia de pareja (equivalente, hoy en día, a casarse en generaciones anteriores)?En  definitiva,  los  sucesos  que  debemos  rastrear  durante  la entrevista del genograma son aquellos que generan o fortalecen los vínculos o lazos entre los miembros del sistema familiar. Y ¿cuáles son éstos? Pues son todos aquellos hechos en los que el destino de un miembro de la familia se ve afectado significativamente. Dado que el sistema familiar funciona como un todo en el que los elementos son interdependientes, aquellos sucesos que afectan a uno de los miembros repercutirán necesariamente en los demás. El nacimiento y la muerte son los principales sucesos que vinculan a las personas entre sí (vínculo entre padres e hijos y vínculo entre perpetradores y víctimas), pero existen otros como el compromiso (fundamentalmente matrimonio y adopción o acogimiento), el cambio de situación económica (ruina y fortuna), el cambio de estatus (ruptura de un compromiso o contrato, desgracia o encumbramiento  social),  el  cambio  de  residencia  (mudanzas  y migraciones), etc. El nacimiento de un hijo afecta a todo el sistema, no sólo a los padres y hermanos, sino también a los ascendientes en tanto que  se  constituye  en  depositario  del  legado  familiar  y  supone  la perpetuación del sistema. La muerte, así mismo, afecta enormemente al sistema, no sólo a los que conocieron a la persona fallecida sino a los que llegarán a partir de esa muerte. En el ejemplo anterior, las tres hermanas debían su vida no sólo a sus padres sino también a la muerte de su tía, primera esposa de su padre. Si se trata de una muerte causada voluntaria o involuntariamente por otra persona, tiene una repercusión aún mayor sobre el sistema, siendo necesario contemplar al causante de la muerte como  la  persona  más  vinculada  al  fallecido  o  a  la  víctima,  pues  ha ejercido un papel trascendental en su destino. De manera similar, cuando el sistema o uno de sus miembros se ve beneficiado por la pérdida o perjuicio  de  otra  persona,  también  establece  un  vínculo  con  ella.  La primera novia de nuestro padre a la que dejó, los soldados que cayeron muertos mientras nuestro abuelo sobrevivió, los hijos no reconocidos de nuestro bisabuelo siendo nuestra abuela la única heredera de la fortuna familiar, etc. Si en generaciones anteriores nos encontramos con deudas hacia  nuestro  sistema,  la  pauta  vincular  funciona  de  manera  similar, pudiendo repetirse de manera paralela (alguien de la generación posterior sufre la misma pérdida) o complementaria (provocamos la pérdida de alguien que, a priori, no pertenecía a nuestro sistema).Hay que recordar que el genograma es el punto de partida de un trabajo tan apasionante y creativo como prudente y humilde. Ya  sea  desde  los  enfoques  clínicos  más  reconocidos académicamente,  como  desde  las  propuestas  teóricas  y metodológicas más heterodoxas, necesitamos situarnos no sólo como terapeutas sino también como personas en la posición de máximo respeto, sin juzgar ni apostolar, dejándonos sentir toda la vida, el amor, el dolor, la fuerza y la dignidad que hay en los sistemas de nuestros clientes de la misma forma que lo hay en nuestro sistema propio aliados, consultor y consultante, para encontrar la puerta a un campo más amplio y de mayor fuerza tanto para el cliente como para nosotrosmismos.

Quién propone el trabajo

El trabajo es propuesto por el consultor/terapeuta a partir de la demanda del cliente así como de las hipótesis de partida según la entrevista, el genograma  o  el  conocimiento  que  se  tenga  del  cliente.  Sin  embargo, necesitamos el permiso del cliente para trabajar con nuestra propuesta. El cliente fácilmente aceptará y se mostrará interesado y colaborador si la propuesta es explicada de manera clara y concisa en términos de su demanda: ya sea porque la recoge o bien porque no consideramos que debamos trabajarla y, entonces, debemos explicar el por qué y la relación que hay entre nuestra propuesta y sus necesidades. A veces el cliente tiene una propuesta de trabajo (por ejemplo “ver la relación con mi abuelo”); nosotros debemos decidir entonces si se trata de un trabajo que le dará fuerza al cliente y al sistema o que la restará (por ejemplo si sentimos  que  se  trata  sólo  de  curiosidad,  o  que  un  cambio  ya  está produciéndose y se trata de la falta de aceptación del cliente respecto al tiempo que el cambio requiere, etc.). Cada terapeuta puede, y de hecho debe, trabajar desde el marco donde se sienta más cómodo. Para cada cuestión planteada existen numerosas, si no infinitas, posibilidades de abordaje.

En el caso de una persona que se encuentra dividida entre la necesidad de compromiso y la de libertad, podemos proponerle trabajar con muñecos, por ejemplo, de las siguientes maneras:

Sacar  un  muñeco  para  sí  mismo,  otro  para  la  necesidad  de compromiso  y  otro  para  su  necesidad  de  libertad.  En  este  caso trabajaríamos  con  la  idea  de  ver  como  podría  integrar  ambas polaridades, ver como sitúa a su representante respecto a sus dos necesidades,  permitir  que  afloren  proyecciones  y  connotaciones respecto a cada uno de los polos, qué implica para él ponerse cerca de uno o del otro, etc.

Sacar un muñeco para sí mismo en el momento actual, uno para el niño que fue, otro para el adolescente, otro para el viejo que será. En este caso tendríamos en cuenta qué carga biográfica y qué significado emocional representa para el cliente cada una de las dos opciones, comprometerse-mantener su libertad, y también el proyecto de vida que se está planteando (¿cómo estará dentro de 5, 10 y 20 años eligiendo una u otra opción?).

Sacar un muñeco para él mismo, otro para su madre y otro para su padre. Así podríamos observar si necesita replantearse o cambiar su relación  con  sus  progenitores  y  cómo  puede  estar  influyendo  la dinámica  familiar  establecida  en  su  necesidad  de escaparse(connotación  negativa  de  la  necesidad  de  libertad)  o  de  atarse(connotación negativa de la necesidad de compromiso).Preguntarle  sobre  las  relaciones  y  áreas  de  su  vida  donde  vive  el compromiso y en cuáles vive la libertad. Pedirle que saque muñecos para esas personas y aspectos. Por ejemplo, podría ubicar muñecos como  la  novia,  el  jefe  y  la  hipoteca  como  experiencias  de compromiso y su vocación de escritor, su sueño de viajar al polo norte y sus amigos como ejemplos de su necesidad de libertad. A partir de la primera disposición dada por el cliente podríamos pedirle que buscara un buen lugar para él. Así, mediante aproximaciones y consiguientes  confrontaciones  (¿ahora  cómo  se  encuentra  este muñeco que te representa en este nuevo lugar?; ¿de quién está cerca y cómo le hace sentir?, ¿de quién está lejos y cómo le hace sentir?,¿dónde le gustaría probar ahora?) podríamos facilitar el que llegara a un pacto realista donde el balance entre ganancias y renuncias fuera consciente y satisfactorio.

Quién elige los muñecos

Una vez que hemos propuesto el trabajo y los personajes que se van a ubicar inicialmente, es conveniente que sea el cliente quien escoja a los muñecos para representar a los miembros de su sistema que participan en el trabajo. El hecho de elegir facilita la implicación del consultante y a través de observar cómo mira los muñecos, cómo los coge, cómo los elige o descarta, etc. obtenemos mucha información sobre su actitud ante el trabajo, ante su sistema y ante los distintos miembros escogidos. Las instrucciones suelen ser: “Por favor elige a un muñeco que represente a X, otro que  represente  a  Y,  otro  que  represente  a  Z  y  otro  que  te represente a ti mismo. Primero escoge todos antes de colocarlos. No hace falta que se parezcan físicamente, ni que coincida el color del pelo o que  sean  del  color  con  que  frecuentemente  vistan.  Escoge  aquellos muñecos que para ti mejor podrían representarles.”

Quién coloca los muñecos

En un primer momento el cliente es el más indicado para colocar a los muñecos tras la instrucción “ahora dales un lugar en este espacio; no lo pienses mucho, simplemente colócalos según creas que están situados. Puedes tener en cuenta quién está cerca de quién, quién mira a quién”. En algunas ocasiones los muñecos pueden ser utilizados por el terapeuta para explicar de manera visual algo pertinente en la sesión; en este caso es el terapeuta quien los coloca.

Quién mueve los muñecos

Principalmente el consultor es quien debe asumir la responsabilidad de moverlos según las resonancias que se produzcan a lo largo del proceso. El  cliente  puede  mover  el  muñeco  que  le  representa  a  instancias  del consultor (“busca un buen lugar para ti”) o incluso de manera espontánea(por ejemplo, cuando expresan: “creo que ahora me encuentro aquí” o “no, ahí no me siento bien”), pero no debemos permitir que muevan los muñecos  que  representan  a  otros  miembros.  En  caso  de  que  pidan permiso para cambiar un muñeco de lugar o que pidan al terapeuta que mueva alguno, debemos sopesar si ese movimiento está dentro del orden o si “resuena” en nuestro interior como adecuado. En caso afirmativo podemos permitir el movimiento. En caso de que vaya en contra de los órdenes podemos permitir el movimiento para explorar el efecto que tiene sobre el sistema representado y facilitar así que el cliente pueda verlo. También podemos explicar la razón de por qué no sería un buen movimiento. Muchas veces el cliente expresa que él se encontraría bien si las demás personas hicieran tal cosa o se colocaran de tal forma. En ese caso, suelo contestar que yo no puedo acceder a su sistema o a los otros  miembros  de  su  familia,  pero  que  él  sí  y  que  por  ello  se puede considerar el trabajo como una partida de billar, donde sólo podemos tocar nuestra bola pero que, cada vez que lo hacemos, cambiamos la configuración sobre el tapete y participamos en el curso de la partida.

Preguntar al cliente

Hay  que  preguntar  al  cliente  mucho  más  que  en  un  taller  grupal  de constelaciones o que en una sesión habitual de psicoterapia. Necesitamos estar  continuamente  en  contacto  con  la  imagen  que  el  cliente  está teniendo de la representación de manera que podamos darnos cuenta de sus puntos ciegos así como de sus insights o “darse cuenta” y utilizarlos provechosamente. Para ello conviene preguntar de manera abierta, para facilitar el proceso de explicitar lo evocado, siempre haciendo referencia a  los  muñecos,  cortando  cualquier  intento  de  irse  fuera  del  aquí  y  el ahora, no permitiendo una verbalización excesiva y utilizando un tono y un ritmo pausado para facilitar la expresión libre del cliente y que no se convierta en un interrogatorio. Algunas de las preguntas más efectivas son: “¿Cómo se siente ese muñeco que te representa a ti?, ¿y ese que representa a tu hermana?”; “¿Cómo se encuentra el padre aquí? ¿Dónde mira? ¿Si pudiera hablar, qué crees que estaría diciendo?”; “Mira esta muñeca que representa a la esposa de este otro y a la madre de este chico y de esta chica: ¿cómo crees que se puede sentir ahí? ¿Está a gusto? ¿Dónde crees que le gustaría estar?”. Por lo general, los clientes entran bien en el trabajo y se permiten “jugar” de manera abierta y espontánea. Sin embargo, hay veces que nos podemos encontrar con dificultades a la hora de que la persona se implique en el trabajo con los muñecos. Cuando un  cliente  comienza  a  responder  a  nuestras  preguntas  relatándonos emociones, cogniciones o sucesos que no tienen tanto que ver con la ubicación de los muñecos en la sesión sino con la idea que tiene de lo que está  sucediendo  en  su  familia  en  la  vida  real,  es  necesario  atraer  su atención a los muñecos y su disposición y pedirle que base su respuesta en lo que está observando en la configuración y no en lo que sabe o cree que está pasando fuera de la consulta: “sí, es posible que tu madre esté triste porque tu padre se ha ido, pero mira a la muñeca que le representa y fíjate  en  cómo  podría  sentirse  esta  madre  situada  aquí  al  lado  de  sus hijos”; “lo que me estás contando es lo que crees que está pasando con tus hijos y es importante para ti, pero necesito que en este trabajo te permitas  abrirte  a  una  realidad  algo  diferente  a  la  que  tú  vives cotidianamente, como si los muñecos pudieran darnos pistas de otras cosas que pueden estar ocurriendo bajo la superficie”. También, a veces, por pudor o porque simplemente nunca han jugado con muñecos, les cuesta dejarse llevar por las imágenes o las sensaciones ante las figuras. Es como si creyeran que existe una forma correcta de contestar y se sintieran paralizados por vergüenza o miedo a equivocarse. En esos casos subrayar la idea de que se trata de un juego, que no existen respuestas correctas y que es una forma de ayudarme a mí a ver lo que me han explicado antes sobre su familia o sobre lo que le preocupaba.

No interpretar

Lo que nos interesa es el significado que algo tiene para el cliente, sus proyecciones,  las  connotaciones  personales  o  las  construcciones  que emergen en el trabajo con muñecos. Podemos comentar lo que la imagen de los muñecos nos sugiere a nosotros para ver si al cliente le dice algo, si le resuena, pero no dándola como expertos o suponiendo que nuestra visión  es  mejor  o  más  acertada. 

Por  ejemplo,  si  un  hombre  ve  a  su representante  muy  tranquilo  podemos  señalar:  “sí  parece  tranquilo, aunque yo lo veo un poco lejos de su mujer y de sus hijos ¿crees que además  de  tranquilo  puede  sentirse  solo?”;  o  abiertamente  mostrar nuestra sensación, “yo, en cambio, lo veo algo triste ¿tú que opinas?”. Al mismo tiempo conviene utilizar términos como “me parece que” o “le veo”.

No discutir con el cliente

No se trata de tener razón. El cliente puede ver hasta donde puede ver y no  debemos  forzarlo  a  ir  más  allá  pues  resulta  contraproducente. Podemos  darle  nuestra  visión  y  permitirle  que  la  tome  o  no,  sin obligación por nuestra parte de convencerle ni obligación por su parte de estar de acuerdo con nosotros. Como dijo Diderot: “A la conciencia hay que iluminarla, nunca empujarla”. En este trabajo, la tarea del consultor es facilitar al cliente que amplíe su mirada, pero no imponer la suya.

Buscar alternativas de evocación

La imagen es que estamos en un cuarto con el cliente y le queremos mostrar otro donde nunca antes ha estado. Hay múltiples puertas para ello y no una sola. Posiblemente el cambiar de “cuarto” y moverse a un sitio desconocido le asuste y puede que nos cierre la primera o segunda puerta por la que le invitamos a pasar. Entonces necesitamos encontrar otra vía que le dé mayor confianza o donde sus miedos no sean tan paralizantes. Como no se trata de discutir ni de imponer, sino de ampliarla visión del consultante sobre un asunto, debemos buscar formas para que  le  resulte  más  fácil  tomar  una  nueva  perspectiva.  A  veces  las dificultades para ver algo forman parte del problema y no se trata de culpar  al  cliente  de  sus  “resistencias”,  sino  de  buscar  el  lenguaje,  la metáfora o el mito al que pueda acceder el cliente, que le ayude a salir de su propio laberinto.

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