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CF – Lección IV

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De acuerdo a Indra Preiss las constelaciones tienen un efecto profundo y liberador en los niños con problemas de comportamiento. También para los padres es un alivio poder mirar que los problemas de sus hijos no se deben a que son malos o tontos sino a que están implicados con algo o alguien de la familia de origen. La razón de los problemas de comportamiento es el amor. Los padres con niños problemáticos se hacen a menudo muchos reproches, se sienten culpables o dudan de sus capacidades como padres.

En una constelación pueden mirar que ellos también, al igual que sus hijos, están implicados y comprender que no los podían criar de otra manera. La frase “Yo no lo sabía” les ayuda a asimilar su frustración y dolor. Cuando se hace consciente en las constelaciones pueden tomar su responsabilidad de una manera nueva y saludable.

Sieglinde Schneider escribe en Kindliche Not und kindliche Liebe: ‘Si como padres y maestros miramos a los niños únicamente como individuos y les atamos a las dificultades que tienen, convertimos a los niños en problemas. La tarea profunda del niño con su impulsividad y comportamiento destructivo es solucionar algo que no se mira o no se honra. En su lealtad hacia alguno de la familia y su destino, el niño no se puede dejar ayudar porque cualquier mejoría la sentiría como una traición a esa persona.

Esta es la razón por la que los jóvenes rehúsan terapia o sabotean la ayuda que se les ofrece cuando está dirigida únicamente hacia su mejoría. La sanación es únicamente posible cuando sale a la luz la relación con algo más grande y la profundidad del amor y la lealtad del niño es vista y respetada.

Lo que se ve a menudo es que los niños florecen cuando sus padres constelan sus problemas e integran las soluciones que encuentran en las constelaciones. Los niños acompañan las soluciones, se relajan y fluyen con la nueva energía. Los niños no necesitan estar presentes en las constelaciones ni saber nada al respecto. Esto es lo que mejor funciona hasta el comienzo de la pubertad después de esa edad es preferible que ellos estén presentes. Cuando ya han dejado atrás la pubertad, el efecto es más profundo cuando ellos mismos constelan.

Cuando la relación de pareja de los padres es buena y ambos son felices, a los hijos les va bien también. Esto es desdichadamente muy pocas veces la realidad. La mayoría de las relaciones tienen problemas.

Cuando la relación no es buena, los padres tienen peleas y problemas y los hijos quieren ayudarles. Ellos siguen una presión inconsciente. Esta presión surge también cuando los padres piden ayuda a los hijos.

De esta manera los hijos se encuentran en una posición de querer dar o querer hacer algo por ellos. Esto perturba el equilibrio de dar y tomar entre los padres y los hijos. En el lenguaje terapéutico se llama parentalización, como ya hemos visto.

El hijo lo hace por amor. Es su manera mágica e infantil de querer. En este amor mágico, el hijo cree que puede ayudar cuando toma o carga con las dificultades de los padres. Se imagina que puede aliviar el sufrimiento de los padres o de uno de los padres cuando él sufre también o a veces inclusive sufre más. Esto tiene consecuencias dramáticas para el hijo.

Así convierte su vida en sufrimiento. No tiene ninguna otra opción. Está unido por amor y lealtad y siente una profunda gratitud hacia sus padres porque de ellos ha recibido la vida. Por eso es que el hijo hace todo por sus padres y sigue la presión sistémica de la conciencia familiar. Así introduce el hijo nuevamente en el sistema familiar todo aquello que sus padres o ancestros no han asimilado todavía.

Las frases sanadoras que se usan en las constelaciones son: “Yo sólo soy un niño, dejo vuestros problemas con vosotros, vosotros sois los grandes, vosotros lo podéis llevar.” Los padres responden: “Nosotros somos los grandes, tú eres sólo un niño, nos honras si dejas nuestros problemas con nosotros.”

La situación es aún más difícil para el hijo en lo que Jay Haley llama “el triangulo perverso”. Este surge cuando uno de los padres tiene ira interna o rencor y utiliza al hijo como aliado para ventilar esos sentimientos hacia el otro padre. En esta situación el hijo no se puede resistir y empieza a reemplazar al padre y a expresar en su lugar los sentimientos al otro.

A menudo el padre tiene a la hija y la mujer al hijo como aliados utilizándoles contra el otro padre. Esto representa naturalmente para el hijo un problema sin solución. El equilibrio entre dar y tomar entre los padres y los hijos se altera totalmente y el hijo tiene después problemas serios con su pareja, debido a la lealtad, llevara consigo esta ira y rencor ventilándolos con su propia pareja.

Ejemplo:

Juan (28 años) tiene problemas de pareja, bebe mucho alcohol y usa drogas. En su constelación el representante de Juan está frente al representante de su padre. Juan está enojado con él, muy enojado. Mientras tanto, el terapeuta le pide al representante de Juan que mire al padre y a la madre. Se toma su tiempo y de repente se nota un cambio en él, comprende la situación. Mira a su madre, asiente con la cabeza y le dice: “Es tu ira y tu enfado.” La madre asiente y dice: “Sí, es mi ira, yo odio a tu padre.” El terapeuta le pide a Juan que le diga a su padre: “Estoy enfadado contigo, por amor a mamá.” El padre y Juan reaccionan con alivio y se relajan. La madre tiene que decirle a Juan: “Lo siento, te he utilizado.” Después le dice a su hijo: “Lo que hay entre tu padre y yo es nuestro asunto. Tú eres solamente un niño.” Esta frase relaja aún más a Juan que ha tomado su lugar en la constelación. Se dirige despacio hacia su padre. Su padre lo toma en brazos.

Ambos están conmovidos y lloran. Hay una reconciliación.

Gustavo (40 años) le dice al terapeuta lo siguiente respecto a la ruptura de su relación: “Yo tenía que actuar normal, era una verdadera prisión para mí. Cuando quería hacer algo diferente, como por ejemplo, dormir una noche en el bosque, subir una montaña a ver las estrellas o fumarme un porro, mi pareja se enfadaba conmigo.” Me decía entonces: “¿No puedes ser normal?” Después de hacerle diversas preguntas a Gustavo, sale a la luz que la madre de su ex-pareja es lo que se llama una ‘mujer salvaje’. Ella llevaba ropa muy llamativa, salía a menudo a bailar y tuvo varias relaciones extra-maritales. En la casa de sus padres había muchas peleas. El padre le reprochaba a la madre constantemente que no podía actuar normal. Aquí podemos observar que la ex-pareja de Gustavo carga con los reproches de su padre hacia su madre y que los proyecta en Gustavo (doble transferencia).

También por parte de los hijos surgen dificultades que les complican sus propias vidas.

Muchos de los problemas de comportamiento tienen una dinámica que sale a la luz en las constelaciones. Un buen ejemplo de ello son los niños que viven lo que no se ha asimilado de las anteriores relaciones de sus padres.

Cuando una relación se termina con resentimiento e ira reprimidos, esta situación crea una exclusión. Esto es aplicable a todas las relaciones intimas de los padres y en especial a la relación con su primer gran amor. Las parejas anteriores de los padres pertenecen al destino familiar porque ellos han hecho lugar para la pareja actual.

La presión sistémica de la conciencia familiar se ocupa de que la pareja que no se ha honrado sea representada por uno o más de los hijos. Lo más extraño es que los hijos no tienen que conocer a las parejas anteriores.

Por ese motivo ni los padres, ni los hijos, saben lo que les sucede o porqué ellos se comportan de una manera extraña. Así la hija se convierte en la rival de la madre y se enfada con papá porque el gran amor de su padre debe ser representado y el hijo se encarga de que haya muchas peleas en casa porque él representa al primer amor de su madre.

Ejemplo:

Verónica (25 años) tiene desde la pubertad grandes problemas con su madre. En la constelación se observa muy claramente su vínculo con la pareja anterior de su padre. Al final de la constelación ella le dice al representante de su padre: “Yo me quedo con mamá. Mi lugar es con ella. Yo sólo soy una niña. Con tu primer mujer no tengo nada que ver. Mírame por favor como tu hija, yo te miro ahora como mi padre.”

Entonces le dice a la representante de su madre: “Mamá, tú eres la correcta. Con la otra mujer no tengo nada que ver. Mírame como tu hija y yo te miro como mi madre. Yo te honro, querida mamá.” Esto la relaja y siente fluir libremente el amor a su madre de nuevo. La abraza y empieza a llorar. Después de haber respirado profundamente, mira nuevamente a mamá como la grande y ella vuelve a ser niña. El terapeuta le pide que le diga a su madre: “Tú eres mi madre y te agradezco el regalo más grande que me has dado, mi vida.” Verónica se siente mucho mejor después de la constelación.

Durante las constelaciones se ha comprobado que los siguientes puntos pesan mucho sobre los hijos:

• Cuando un niño es muy deseado. Hellinger dice al respecto durante un taller: ‘¿Saben ustedes que al hijo muy deseado siempre le va mal? Los hijos muy deseados vienen por los padres. Los niños que vienen por venir, son libres. Un niño muy anhelado lo pasa muy mal. Debe hacer algo. Es como si los padres dijeran que es malo cuando no desempeña el papel que los padres desean para él.

• Cuando las mujeres quieren tener un hijo sin tener una relación y sin pareja, cargan al hijo mucho. Primero que todo quieren un hijo, por lo que el hijo está primero. Por esto el hijo no está libre para tomar su propia vida. Igual que el hijo que es muy deseado, tiene que desempeñar un papel para los padres. En segundo lugar, cada niño tiene derecho a un padre.

Cuando se considera al padre como innecesario o problemático, esto significa una exclusión.

• También es agravante para los hijos cuando los padres mantienen con ellos una relación de amistad.

Los hijos necesitan padres. Los padres no son amigos o compañeros ni amigos de sus hijos tampoco. Los hijos buscan a los amigos en otras personas. Todos los asuntos de los padres como pareja, como por ejemplo los detalles íntimos de la relación, no deben ser compartidos con los hijos. Esto es muy importante. De otra manera, los hijos se sienten demasiado involucrados en los problemas de los padres. Esto es insoportable para los hijos.

La lealtad infantil hacia uno o ambos padres que viven en guerra, puede provocar en los hijos problemas de comportamiento o hiperactividad. Ellos conllevan – inconscientemente debido al amor – los problemas de la relación y los muestran en su comportamiento. Los hijos funcionan como si fuesen pararrayos.

A veces en las constelaciones se ven a uno o más de los hijos situados en medio de los padres. Esta es una posición insoportable para los hijos.

Cuando los niños son hiperactivos los padres dicen: “Estoy siempre al tanto de mi hijo o hija.” Cuando la historia familiar sale a la luz lo que se observa es que el hijo quiere tener ocupado a uno de los padres como distracción. “Si estás ocupándote de mi no te puedes marchar.” A menudo uno de los padres revela, en una consulta terapéutica o en una constelación, el deseo interno de dejar la relación o inclusive querer morir, pero se queda por los hijos.

También cuando hay muchas peleas entre los niños se ve a menudo que las peleas son para sustituir la tensión latente entre los padres. De esta manera los hijos sacan a la luz un conflicto en el sistema familiar.

Las constelaciones es una terapia apropiada para los niños con problemas de comportamiento. Es posible encontrar soluciones positivas y relajantes cuando los padres se encuentran dispuestos a admitir que hay conflictos velados en la relación.

Cuando una familia se desintegra generalmente hablamos de un ‘bueno’ y un ‘malo’. El niño siguiendo su sentimiento de lealtad tiene que asentir con el ‘bueno’ y de esta manera se convierte en el objeto de las peleas y discusiones entre los padres.

Para los niños esta es una situación sin solución. Ellos deben entonces escoger aunque aman y necesitan a ambos padres.

Ejemplo:

Linda (39 años) está desesperada. Su hijo y hija pelean continuamente. Recientemente han roto el cristal de una ventana. Se ha divorciado cuatro años atrás y tiene muchos problemas con su ex-marido. En la constelación la hija se siente solidaria con la madre y el hijo con el padre. La madre y el padre furiosos se encuentran el uno frente al otro. Cuando ambos padres les dicen a los hijos:

“Nuestros problemas son nuestros, nos honran si los dejan con nosotros, nosotros somos los grandes, vosotros sois sólo niños”, los representantes de los hijos se muestran más relajados.

El terapeuta continuó trabajando con los padres. Entonces salió a la luz que Linda se sentía fuertemente vinculada con su madre. También ella tuvo una relación difícil con su marido, el padre de Linda (lealtad y doble transferencia). La hija era prisionera de la misma lealtad y tenía que defender a la madre ante el padre y el hermano. El hermano era leal a su padre y debía defenderle ante su madre y su hermana. Así se observó que la implicación continuaba de generación en generación.

El terapeuta les permitió a todos que devolviesen los sentimientos que habían tomado de otros.

También Linda le dijo a los hijos: “Vosotros podéis tener una buena relación con papá, él es el mejor padre para vosotros. Mis problemas con él sólo me pertenecen a mí. Yo soy la grande y yo los puedo resolver.” Entonces los hermanos se acercaron y se miraron con una sonrisa.

Un mes después de la constelación Linda llamó con buenas noticias. Las peleas entre los hijos habían disminuido considerablemente, ahora se podían comunicar normalmente. Con su ex-marido la comunicación también había mejorado.

Cuando los hijos son obligados a escoger entre sus padres se crea una división interna. Esta división es reproducida generalmente en relaciones posteriores.

También cuando debido a un divorcio se culpabiliza a uno de los padres de la ruptura o de todos los problemas en la relación, se hace una exclusión.

Una dinámica que sucede frecuentemente y que se revela en las constelaciones es que uno de los hijos representa a la pareja que ha sido excluida frente al otro miembro de la pareja, es decir, el que excluye. La consecuencia de esta implicación es un insuperable mal comportamiento.

La exclusión tiene a veces consecuencias muy graves para las siguientes generaciones: los hijos y los nietos. Ellos se ven obligados a representar este tema para hacer posible la asimilación dentro de la historia familiar.

Un hijo se siente vacío cuando, debido a cualquier razón, no debe o puede amar a uno de sus padres. Solo la madre o el padre no pueden satisfacer el corazón de un hijo.

Un ejemplo:

Elena (35 años) tiene un hijo de ocho años con problemas de comportamiento. En la constelación ella y el padre están situados uno frente al otro. Uno por uno le dicen a su hijo: “Los problemas de nuestra relación son nuestros, nosotros somos los grandes, podemos llevar todo el peso entre nosotros.” El niño se relaja y les dice: “Yo dejo los problemas de vuestra relación con vosotros. Vosotros sois los grandes, yo sólo soy un niño.” Entonces el niño le dice a su madre: “Mírame con buenos ojos cuando tengo una buena relación con papá.” A su padre le dice: “Mírame con buenos ojos cuando tengo una buena relación con mamá.”

Estas frases relajan a todos los representantes y se observa claramente que el amor nuevamente fluye.

Cuando la relación de una pareja se acaba, lo mejor es comportarse de una manera adulta. Mantener la relación por los hijos los carga en primer lugar a ellos. Los hace responsables del hecho de que los padres no pueden continuar sus vidas separadamente y abrirse a algo nuevo. Los pobres hijos son utilizados como la razón por la que dos adultos – infelizmente – se mantienen unidos. ¡De esta manera los hijos están automáticamente implicados!

Una separación o divorcio es naturalmente siempre una situación difícil para un hijo. Los padres pueden hacer mucho para que sea llevadera para los hijos. Es importante que el hijo pueda tener siempre contacto con ambos padres tanto al nivel físico como emocional, que pueda seguir amándoles igualmente.

También es liberador para los hijos cuando los padres continúan tomando las decisiones importantes juntos, sin agobiar a los hijos. Para los hijos es imposible y muy pesado tener que tomar decisiones por ellos, como por ejemplo con cuál de los padres quiere vivir.

Los hijos se encuentran mejor con el padre que honra y quiere más al otro padre. Cuando las relaciones se terminan muy a la ligera, se crean difíciles situaciones para los hijos. Por ejemplo, cuando uno de los padres rompe relaciones para evadir conflictos en la relación. La conciencia de la familia reacciona en estos casos como si fuese un gran delito. Esto ha salido a la luz trabajando en las constelaciones.

Los hijos se dejan llevar por la presión del sistema familiar y tienen que pagar las deudas de los padres. Este pago se manifiesta como un comportamiento fuera de lo normal y puede llegar a significar enfermedades graves y en casos más excepcionales, el suicidio.

Pamela Kribbe escribe en su libro“Conversaciones con Jeshua” que la inspiración que nos mantiene a todos unidos tiene que ver con traer luz a la tierra, con la llegada del Nuevo Tiempo. Nuestra encarnación en el ahora en la tierra está fuertemente unida con la fase de transición en la que vivimos. Y ahora ha llegado una nueva generación de niños a la tierra que muestra otras cualidades de las que estábamos acostumbrados en el pasado. ¿A qué se debe esto, de dónde viene?

Para poder contestar esta pregunta tenemos que regresar atrás en el tiempo y observar que nosotros somos los que hemos preparado esta nueva ola de energía que estos niños traen consigo.

Hubo un tiempo en la tierra cuando la energía era muy pesada y densa, donde todo se regulaba a través de normas y autoridad y había poco espacio para la fantasía, la intuición, el juego y lo tierno. La tierra estuvo poseída durante siglos por esta pesada energía. La segunda guerra mundial determinó en este aspecto un momento de cambio ya que vemos que a partir de entonces aparece un nuevo período que conocemos como la revolución de los años sesenta. Esta fue una revolución espiritual. La energía del corazón surgió nuevamente y aunque esta energía era muy ligera e ingenua formó un avance hacia algo nuevo y anunció algo muy importante. Nosotros, los nacidos alrededor o después de esta guerra, somos los que preparamos el camino para la nueva era en la que ahora nacen una generación de niños que han tomado esa energía y la incorporan en sus vidas poniéndola en práctica.

Estos niños vienen con una energía interna más alta de lo que antes era normal. Más alta quiere decir que ellos pueden mantener intacta la energía de sus almas, su energía cósmica, al llegar a la tierra. Se podría decir que el velo entre este mundo y otras esferas es ahora más fino como consecuencia del trabajo de preparación que hemos hecho nosotros y muchos otros en el decenio después de la segunda guerra mundial.

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