La guerra

Las guerras tienen una gran influencia en la conciencia familiar. Según Berthold Ulsamer, la influencia de la guerra en el sistema familiar es tan fuerte que todas las anteriores implicaciones se hacen insignificantes. Es también muy importante que antes de una constelación se aclare si hay una guerra en el pasado de la familia.
Los soldados
Con los soldados que únicamente cumplieron con su deber, vemos en las constelaciones una dinámica distinta a la de los que llevaban el mando o los fanáticos. Los simples soldados están unidos con sus camaradas y destrozados por la crueldad de la que han sido testigos. Se pueden difícilmente sobreponer y llevar su vida.
Los soldados que llevaban el mando o los fanáticos, generalmente cometieron excesos y tienen a menudo la misma dinámica que los asesinos. En las constelaciones se puede evidenciar la culpabilidad en la guerra trabajando con los representantes. Sus reacciones y el tipo de implicación de los descendientes la sacan a la luz.
Un soldado que cumple con su deber no es un asesino. Es parte de un gran movimiento. Cuando alguien ha abusado de la población civil, ha arriesgado la vida de sus subalternos o ha torturado a los prisioneros de guerra, ha cometido un crimen. Estos hechos lo hacen culpable. Si él no admite su culpa, las generaciones posteriores la llevaran por él.
Ejemplo:
Joaquín (47 años) se siente deprimido ya por mucho tiempo y un sentimiento muy grande de culpabilidad que no se puede explicar. En la conversación antes de la constelación dice: “Mi padre era colaborador de la Policía de Seguridad de los Nazis en la Segunda Guerra Mundial. Él era colaborador y por eso lo internaron en una prisión. Nunca habló de ello. Tuvo cuatro hijos. El primero murió un par de semanas después de su nacimiento. El segundo fue un aborto espontáneo. Luego nací yo y después mi hermana.” En la constelación el representante del padre está situado mirando hacia afuera y el representante de Joaquín directamente atrás de él. Por la posición del padre se hace evidente inmediatamente que él está unido con algo muy grave, por ejemplo, la muerte. Por eso escoge el terapeuta a dos representantes de las víctimas y las introduce en la constelación. Ellos se tienden en el suelo enfrente del padre.
El padre los ve y después dice: “Si, son víctimas. Esto es normal en la guerra.” Se les pregunta a
las víctimas como se sienten. El primero dice: “Yo me siento muy inquieto, estoy muerto, pero no he muerto fácilmente. Fue terrible.” El segundo dice: “Me torturó.” Mirando al padre dice: “Él cree que me tiene en su poder, pero sé que yo lo tengo en mi poder.” Y “A él le gustaba lo que hacía.” El padre responde: “Yo siento un poco de culpa.” El representante de Joaquín dice: “Yo me siento muy culpable.”
Ahora el terapeuta introduce en la constelación al hijo que se murió de bebé y al que fue abortado y les pide que se tiendan al lado de las víctimas. También ellos se sienten inquietos y muy unidos con las víctimas. El terapeuta les pide que miren a su padre y le digan: “Lo hemos hecho por ti.”
Ambos confirman que esta frase es correcta. El padre se enfada y dice: “No es necesario, no lo quiero.” El terapeuta le pide que mire a las víctimas y les diga: “Yo los he asesinado. Esta es mi responsabilidad. Yo he abusado.” Una de las víctimas le responde: “Los niños no deben estar aquí. Él debe estar aquí tendido. Únicamente él.”
Ahora le pide el terapeuta al representante de Joaquín que se tienda al lado de las víctimas. Él lo hace y esto lo relaja. Entonces dice su padre: “Esto me duele, no lo quiero.” El terapeuta le permite a Joaquín que mire a los ojos a las víctimas. Ellas le dicen: “Tú no debes estar aquí, tú lugar es con los vivos.”
El terapeuta deja pasar unos minutos permitiendo la asimilación de esta frase y a continuación le pide a Joaquín que tome su lugar en la constelación. Él empieza inmediatamente a llorar. Se siente fuertemente unido con las víctimas. Él tiene que mirar a los ojos a las víctimas. Uno por uno. Las víctimas repiten la frase: “Tu no debes estar aquí, tu lugar es con los vivos.” Joaquín necesita tiempo para alejarse las víctimas.
Cuando esto ha ocurrido, el terapeuta le coloca frente al representante de su padre y le pide que le diga: “Te dejo marchar con las víctimas. Dejo toda la culpa contigo. Yo sólo soy un niño.” El padre asiente y dice: “Así es.” El terapeuta le pide al padre que se tienda al lado de los muertos.
Ellos se relajan y encuentran paz. También para el padre es claro que ese es su lugar. Joaquín toma distancia. Está conmovido y aliviado.
Violencia y opresión
Todos los países con una historia colonial tienen mucha violencia y opresión en el pasado. Esta violencia le ha costado la vida a muchos soldados y ciudadanos. Podemos asumir que un pasado con guerra se encuentra en muchas familias, con implicaciones a través de varias generaciones como consecuencia. Trabajando con constelaciones salen estas implicaciones a la luz. Así vemos que los nietos son los que generalmente llevan la carga más pesada. Parece que es necesario dos generaciones para que el pasado lleno de cargas de la guerra salga a la luz.
Una explicación para este fenómeno no existe realmente todavía. Los nietos no saben porque tienen sentimientos de culpabilidad, son infelices o sienten una atracción con la muerte. Quizás es ésta la explicación para la enorme cantidad de adicciones que se ven en la segunda generación después de la guerra. Podría tener su origen en la crueldad y culpa de sus antepasados que no han sido asimiladas.
Las experiencias e investigaciones con el trabajo sistémico podrían en el futuro facilitarles a muchas personas la liberación de estas cargas tan pesadas.
Vergüenza
Para finalizar este párrafo, una respuesta muy característica de Bert Hellinger durante un seminario. Una participante le dice: “Yo comprendo que es muy importante reconocer nuestras raíces. Pero ¿qué sucede cuando uno se avergüenza de sus ancestros? Mis abuelos cometieron abusos. Yo me avergüenzo cuando pienso en ellos. Por eso evito volver a mis raíces.”
Hellinger respondió: Quien siente tal vergüenza, trata de evadir el destino de la comunidad. No es posible. Esa vergüenza viene de un sentimiento de superioridad. Es la misma actitud que los nazis tenían porque se sentían superiores a los judíos y a otros pueblos. Esta actitud nos une más con los perpetradores que con las víctimas. Sentir tristeza y respeto nos une a las víctimas. Estos son sentimientos opuestos a la vergüenza y son más apropiados en relación con las víctimas.
Extremistas de derecha
En Alemania existe un nuevo movimiento de extremistas de derecha. Los miembros son especialmente los jóvenes. Cuando observamos las familias de estos jóvenes notamos que las madres odian a los padres. Ellas se avergüenzan de ellos y sienten que son menos responsables que sus parejas de todo ese mal. Los hijos varones se sienten atraídos por el lado oscuro de sus padres, porque este no es reconocido.
Los radicales muestran un comportamiento muy masculino y despectivo. Éste es el resultado de un comportamiento feminista extremo. Estas mujeres crían a sus hijos de tal manera que ellos necesitan hacer valer y vengar a los padres porque las madres los desprecian.
No podemos situarnos por encima de los perpetradores y pensar que somos mejores. En un nivel más profundo tenemos que admitir que estamos unidos con ellos. En la muerte, vemos que todos somos iguales.
Culpa
En las constelaciones vemos diferentes formas de culpa. La más frecuente es la que es apropiada. Alguien se apropia la culpa de un miembro de la familia que, consciente o inconscientemente, ha hecho algo malo y éste no asume su culpabilidad.
Quizás alguien está orgulloso de su pasado en la guerra y glorifica su participación. O alguien es admirado porque ha adquirido millones por medio del fraude. O un padre que le prohíbe el matrimonio a su hija porque considera que su futuro marido no es bueno para ella.
Todo esto y más con lleva culpabilidad. Ya que el perpetrador que considera que no ha hecho nada malo, tampoco asume las consecuencias de su acción. La conciencia colectiva se encargará de que las siguientes generaciones lleven esa culpa.
Ejemplo:
María constela a su familia. Tiene tres hijos. El segundo es una niña. Ella es más débil que los otros y no quiere crecer físicamente. En la constelación se observa que ella lleva la culpa del abuelo. Él está muy orgulloso de haber ganado millones con asuntos fraudulentos. Su hijo (el marido de María) está orgulloso de él.
La niña dice: “Me siento muy atraída por el abuelo. Me da miedo. Le tengo mucho miedo. No quiero vivir.” El abuelo tiene que salir de la habitación. La representante de Maria y la niña sienten alivio y liberación. Se le pide al abuelo que regrese y se le pregunta como se siente. Él dice: “Me sentía mejor fuera. De repente me sentí culpable y no quiero que alguien lleve mi culpa. El terapeuta le pide que le diga a la representante de su nieta: “La culpa me pertenece. Es parte de mi vida. Me honras si la dejas conmigo.”
La niña se mostró agobiada cuando el abuelo volvió a la habitación, pero al escucharle se alivió. Se le pide que le diga al abuelo: “Dejo la culpa contigo. Es parte de tu vida y tu destino. Yo sólo soy tu nieta.” Se le pide al representante del abuelo que se gire y se coloque de espaldas a la familia.
Esto relaja y alivia a la niña.
Cuando se le pide a un representante que salga de la habitación y los otros representantes muestran alivio, esta reacción confirma que la familia está llevando la culpa de un familiar. En este ejemplo el representante del abuelo cuando está afuera siente su responsabilidad y está dispuesto a llevarla. A veces un miembro de la familia tiene que dejarla. Esto es únicamente necesario cuando se comete un acto muy grave como un crimen. En este ejemplo no era necesario.
Cuando el abuelo se gira y se aparta de la familia, se hace notar su culpa. Entonces es sólo su responsabilidad y la niña se libera de la obligación de llevarla por él.
La culpa que se apropia

Otra forma de apropiarse de culpa se origina con la idea de que podemos determinar cómo deben de ser las cosas. Por ejemplo, cuando un niño muere accidentalmente, los padres se sienten culpables, aunque fuesen completamente inocentes. Aquí podemos observar que el sentimiento de culpabilidad y los reproches que se hacen son únicamente una estrategia para evitar sentir el dolor que les ocasiona la pérdida de su hijo. Esta estrategia de escape conduce a implicaciones. También se observa el sentimiento de culpa cuando alguien, sin tener ninguna culpa, se ve involucrado en un serio accidente de coche. A continuación, un ejemplo:
Un hombre ocasiona un accidente. Accidentó a una señora y desde entonces se siente culpable y responsable de su muerte. Él dice: “Yo conducía en una calle amplia y llegué a un semáforo cuando este cambiaba a verde. Yo podía continuar conduciendo. En el carril derecho estaba un camión que esperaba el cambio de las luces a verde. De repente una mujer cruzó la calle por delante del camión. Ella no me vio porque miraba en otra dirección y aunque yo frené al máximo no la pude eludir. Yo pensé: ¿porque no me ve, porque mira a otro lado? Ya era muy tarde. La mujer falleció inmediatamente, fue algo terrible.”
En la constelación figuran los representantes de la mujer, sus tres hijos y el conductor (el constelante). La mujer dice: “Era mi destino morir así.” El representante del conductor pide perdón. Ella rehúsa y le dice: “No hay nada que perdonar, era mi decisión y con tu culpabilidad me quitas mi dignidad.”
Los hijos están todavía enfadados con el conductor. A ellos les dice la madre: “Era mi destino morir de esa manera, vosotros me honráis cuando lo dejáis conmigo.” Esto es difícil para los hijos.
Su ira es una reacción de defensa contra el enorme dolor por su pérdida. Esto es evidente en la constelación. Después de comprender que la muerte de su madre era inevitable, los hijos se pueden relajar y aceptar su destino. Al final la señora le dice al conductor: “Era mi destino morir de esta forma, yo llevo la responsabilidad.” El conductor responde: “Yo dejo tu parte de responsabilidad contigo y yo llevaré la mía. Yo honro tu destino. Mírame con buenos ojos si continúo viviendo un poco más.” Con estas frases se relajan todos los representantes y finaliza la constelación.
Cada uno lleva su propio destino
Las constelaciones familiares son el instrumento ideal para trabajar experiencias traumáticas y sentimientos de culpa y reproche. En el ejemplo del accidente se observa claramente que cada uno lleva su propio destino y los que mueren aceptan su destino. La actitud y la creencia de los que consideran tener el poder para evitar algunas cosas, son consideradas por las víctimas como arrogancia y falta de respeto a su destino.
Cuando alguien sobrevive a una catástrofe como un gran incendio, terremoto, etc. se siente a veces culpable. Este sentimiento de culpa es más fuerte cuando han habido muertos. Ellos se preguntan internamente: “¿Porqué he tenido yo la suerte de haber sobrevivido? No se permiten vivir plenamente. Un ejemplo muy claro es lo que le sucedió al actor Kirk Douglas. Él cuenta en una entrevista: “Yo quería volar de Fillmore a Los Angeles. Nuestro helicóptero se estrelló contra un avión que aterrizaba. Perdimos 15 metros de altura en la pista de aterrizaje. Dos personas murieron en el querosín que ardía.
Uno de ellos tenía 18 años. Desde ese día me siento culpable de estar con vida.” Este sentimiento de culpabilidad se manifiesta como un afán interior de tener una infeliz vida o enfermedad. A veces va tan lejos que surge el deseo de morir.
Ya sea siendo conscientes o no, cuando nos apropiamos la culpa de alguien o nos sentimos culpables de alguna situación, siempre tiene efectos negativos. El que se siente culpable, no encuentra su propia fuerza. Lo debilita, carga con algo que no le pertenece. El que lleva la culpa de alguien o se siente culpable por el destino de otra persona, no tiene suficiente fuerza para hacer lo bueno.
La propia culpa
La última forma de culpa es la propia culpa. Si la lleva el que la ha causado, esto le da fuerza. Con esta actitud si se puede hacer algo bueno. Cuando la culpabilidad no se acepta no se libera su fuerza y debilita. La persona se siente siempre culpable. Los sentimientos de culpa dejan de existir cuando se acepta la responsabilidad.
El perdón
Nos hemos tenido que liberar de este principio tan conocido espiritualmente debido a nuestra experiencia con las constelaciones como representante y terapeuta. Estábamos convencidos que el perdón era siempre noble y bueno. Las constelaciones nos han enseñado a ver realmente y observar profundamente. Por esto el buen principio del perdón se ha extinguido. Se muestra en muchos casos como falta de respeto hacia la víctima y el perpetrador.
Por esta razón no se pide perdón en las constelaciones. Cuando el perpetrador le pide a la víctima perdón, ésta tiene que hacer aún algo por el perpetrador, después de todo lo que ha sucedido, esto no es posible. Además de ser víctima, debería entonces también llevar la responsabilidad del perdón. Por el perdón se le hace difícil al perpetrador encontrar de nuevo el equilibrio consigo mismo y con su entorno. Con el perdón se le quita la culpa y la responsabilidad. Además, el que perdona se muestra superior ante el que es perdonado. Esto es apropiarse de algo que no le pertenece y alterar el equilibrio entre dar y tomar.
La frase sanadora que el perpetrador le dice a su víctima es: “Lo siento.” Cuando la comparamos con las frases “Discúlpame por favor” o “Perdóname por favor” podemos notar una gran diferencia. La persona a la que se le pide disculpas o perdón tiene que hacer algo y esta diferencia es notable para el alma. La frase “Lo siento” es un reconocimiento del hecho que alguien ha hecho daño y que lo siente. Esto hace posible una comunicación. Así la víctima puede sentir que es vista como tal. Este reconocimiento es necesario para una reconciliación.
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