Violencia
Bullying
Definiciones: La violencia es una forma de interacción humana, intrínseca en nosotros, una manera de afrontar y resolver conflictos, aunque esto no indica que sea la manera adecuada, ya que trae consecuencias negativas, tanto personales como sociales, para quien la ejerce y para quien la recibe. Evidencia un fracaso del dialogo y la comunicación.
Definiciones: La violencia es una forma de interacción humana, intrínseca en nosotros, una manera de afrontar y resolver conflictos, aunque esto no indica que sea la manera adecuada, ya que trae consecuencias negativas, tanto personales como sociales, para quien la ejerce y para quien la recibe. Evidencia un fracaso del dialogo y la comunicación.
Concepto de conducta antisocial: “cualquier conducta que refleje el infringir reglas sociales y/o sea una acción contra los demás”. Todo delito es una conducta antisocial, pero no toda conducta antisocial es un delito. Para la configuración del delito siempre la acción u omisión quebrantará la norma jurídica.
Concepto de violencia escolar: Es cualquier tipo de violencia que se da en contextos escolares. Puede ir dirigida hacia alumnos(as), profesores(as), o propiedades. Estos actos tienen lugar en instalaciones escolares (aula, patio, baños, etc.), en los alrededores del centro y en las actividades extraescolares
Concepto de acoso escolar (bullying): El acoso escolar (bullying) debe ser entendido como un fenómeno escolar, no tanto porque se genere en la propia escuela, sino porque ésta es el escenario donde acontece y la comunidad educativa es la que padece las consecuencias. Se define como: “Una conducta de persecución y agresión física, psicológica o moral que realiza un alumno o grupo de alumnos sobre otro, con desequilibrio de poder y de manera reiterada.
Es importante no confundir el acoso escolar (bullying) con conflictos que se producen comúnmente entre el alumnado, especialmente a lo largo de la etapa de la adolescencia y preadolescencia, dicho fenómeno tiene características propias que es necesario identificar para detectar si la situación de violencia en la escuela es sólo un hecho aislado o es acoso.
Diferencias entre acoso y violencia

Desde edades cada vez más tempranas, las niñas, niños y adolescentes aprenden que la violencia es una forma eficaz para “resolver” conflictos interpersonales, especialmente si la han padecido dentro del hogar, ya sea como víctimas o como testigos. La violencia se transforma paulatinamente en el modo habitual de expresar distintos estados emocionales, como enojo, frustración o miedo; situación que no se constriñe al seno familiar, sino que se verá reflejada en la interacción de cada uno de los miembros de la familia con la sociedad.
“Se considera maltrato entre escolares, las conductas de maltrato (sic) e intimidación, discriminación entre estudiantes de una comunidad educativa. Asimismo, genera entre quien ejerce violencia y quien la recibe una relación jerárquica de dominación o sumisión, en la que el estudiante generador de maltrato vulnera en forma constante los derechos fundamentales del estudiante receptor del maltrato pudiendo ocasionarle repercusiones en su salud, bajo rendimiento en su desempeño escolar, depresión, inseguridad, baja autoestima, entre otras consecuencias que pongan en riesgo su integridad física y mental” .
El maltrato entre escolares es generado individual y colectivamente, cuando se cometen acciones negativas o actos violentos de tipo físico, verbales, sexuales, o a través de los medios tecnológicos, sin ser éstos respuestas a una acción predeterminada necesariamente, que ocurren de modo reiterativo prologándose durante un periodo de tiempo y que tienen como intención causar daño por el deseo consciente de herir, amenazar o discriminar por parte de uno o varios estudiantes a otro en el contexto escolar.
Tipos de violencia en el acoso escolar (bullying): La violencia tiene diversas formas de manifestarse que dependerán en gran medida de la situación en que se presente. Existen diversas clasificaciones de las cuales citamos dos:
Física.- Incluye patadas, empujones, golpes con las manos, escupir, mordiscos y cualquier agresión que atente contra la integridad corporal de la persona así como acciones humillantes como bajar los pantalones, jalar la ropa, tirarlos a los botes de basura, entre otros. Es el tipo de violencia más popular, ya que es fácil de detectar.
- Físico directo.- Toda acción u omisión intencional que causa un daño corporal.
- Físico indirecto.- Toda acción u omisión que ocasiona daño o menoscabo en las pertenencias de las y los estudiantes como la sustracción, destrucción, desaparición, ocultamiento o retención de objetos u otras pertenencias.
Verbal: Se refiere a amenazas, insultos, burlas sobre la indumentaria, el aspecto físico, la raza, el origen étnico, algún defecto o anomalía visible, una singularidad del habla o de la conducta. Acciones violentas que se manifiestan a través del uso del lenguaje, como los insultos, poner sobrenombres descalificativos, humillar, desvalorizar en público, entre otras.
Pueden ser víctimas de estos tipos de violencia tanto hombre como mujeres, sin embargo en el caso de los hombres, la forma más frecuente de acoso escolar (bullying) es la agresión física y verbal, mientras que en las mujeres su mayor manifestación es psicológica y de exclusión social.
Social.– Es una forma de discriminación grupal fomentada por el agresor hacia la víctima. Se puede manifestar ignorando a la niña, niño o joven acosado, negándole el saludo, aislándolo o generando rumores que afecten su imagen.
Psicológico.- Se refiere al acecho, a los gestos de desagrado, desprecios o agresividad dirigidos a la víctima”.
Psicoemocional.- Toda acción u omisión dirigida a desvalorar, intimidar o controlar las acciones, comportamientos y decisiones, consistente en prohibiciones, coacciones, condicionamientos, intimidaciones, amenazas, indiferencia, chantaje, humillaciones, comparaciones destructivas, abandono o actitudes devaluatorias, o cualquier otra, que provoque en quien la recibe alteración autocognitiva y autovalorativa que integran su autoestima o alteraciones en alguna esfera o área de su estructura psíquica.
También comprende actos u omisiones cuyas formas de expresión pueden ser silencios, prohibiciones, coacciones, condicionamientos, intimidaciones, amenazas, insultos, actitudes de descuido, devaluatorias o de abandono que provoquen en la y el estudiante daño en cualquiera de sus esferas cognoscitiva, conductual, afectiva y social.
Sexual.- Toda acción u omisión que amenaza, pone en riesgo o lesiona la libertad, seguridad, integridad y desarrollo psicosexual de las y los estudiantes, como miradas o palabras lascivas, hostigamiento, prácticas sexuales no voluntarias, acoso, violación o el uso denigrante de la imagen de las y los estudiantes.
Toda violencia psicoemocional implementada a partir del uso de plataformas virtuales y herramientas tecnológicas, tales como chats, blogs, redes sociales, correo electrónico, mensajes de texto enviados por aparatos celulares, foros, servidores que almacenan videos o fotografías, páginas web, teléfono y otros medios tecnológicos, incluyendo la suplantación de identidad por esa vía de comunicación. A esto se le denomina cyberbullying.
Suele ser anónima y masiva donde, por lo regular, la mayoría de integrantes de la comunidad educativa se entera de la violencia ejercida.

El acoso escolar (bullying) se caracteriza por:
. Ser un comportamiento de naturaleza agresiva.
• Se produce entre iguales (alumnos/as)
• No importa la diferencia de edad, sexo o grado escolar.
• Relación de asimetría de poder entre agresor y víctima; es decir los alumnos(as) que sufren
• acoso escolar (bullying) presentan alguna desventaja frente a quien los agrede (fuerza física, habilidades sociales, discapacidad, condición socioeconómica, entre otras). Son actos que tienen la intención de dañar.
• La intimidación se puede ejercer en solitario o en grupo.
• Se acosa a un niño, niña o joven concreto, nunca a un grupo.
Rasgos característicos de los involucrados
En este entorno escolar afectado por el acoso escolar (bullying), varios son los implicados: instituciones, padres de familia, maestros(as) y alumnos(as); sin embargo tres son los sujetos directamente involucrados: la víctima, el agresor(a) y el espectador(a) que a continuación describiremos.
Agresor(a).- Es quien ejerce la violencia, el abuso o el poder sobre la víctima. Suele ser fuerte físicamente, impulsivo, dominante, con habilidades sociales que le permiten manipular, realiza frecuentemente conductas antisociales y no sienten culpa con la conducta acosadora que ejercen.
Víctima.- Es quien sufre las agresiones. Suele ser una persona tímida, insegura, excesivamente protegido por los padres, en desventaja física conforme al agresor con limitadas habilidades sociales.
Espectador(a).- Es un compañero(a) que presencia las situaciones de intimidación y puede reaccionar de distintas maneras: aprobando, reprobando o negando la agresión.
Consecuencias: Todo acto positivo o negativo tiene consecuencias y el acoso escolar (bullying) no es la excepción, sus efectos repercuten obviamente en la víctima pero también en el agresor y espectador de la siguiente forma:
Para el agresor(a): Dificultad para establecer relaciones saludables.• Tendencia a desarrollar una personalidad con poco control sobre la agresión.• Proclividad a cometer conductas antisociales y/o delictivas
La violencia escolar como un problema de seguridad pública
Por este motivo, es importante prevenir la violencia en sus diferentes manifestaciones siendo una de ellas el acoso escolar (bullying). En caso contrario, la violencia tiende a aumentar y consecuentemente las conductas antisociales pueden llegar a ser delictivas.
Factores de riesgo: El fenómeno de la delincuencia responde a múltiples causas, tanto de orden estructural (vivienda, empleo, salud) como de desarrollo humano (individuo, familia, escuela, comunidad). Tratándose de menores en conflicto con la ley, diversos autores plantean la relación causa-efecto entre variables que pueden afectar negativamente el desarrollo de las personas y las infracciones o delitos. Esas variables, son los factores de riesgo, catalogados según este autor, en siete ámbitos de procedencia, a saber:
Factores individuales: pobre capacidad de resolución de conflictos, actitudes y conductas de riesgo (uso y abuso de alcohol, drogas y vandalismo), hiperactividad, temperamento difícil en la infancia, frustración, ansiedad y depresión.
Factores familiares: baja cohesión familiar, estrés familiar, desintegración familiar, vivencia de maltrato, estilos parentales coercitivos.
Factores ligados al grupo de pares: pertenencia a grupos de pares involucrados en actividades riesgosas (comportamiento trasgresor, consumo de drogas, por ejemplo).
Factores escolares: violencia escolar, falta de reglas y límites claros en la institución, relaciones poco afectivas, indisciplina.
Factores sociales o comunitarios: Bajo apoyo comunitario, estigmatización y exclusión de actividades sociales.
El estudio denominado “Área de alta criminalidad” establece que existen ciertas características del área o entorno de residencia (zonas de alta incidencia delictiva) que influyen en el desarrollo del comportamiento juvenil antisocial o delictivo.
Factores socioeconómicos y culturales: Desventajas económicas y desempleo juvenil.
Factores de protección: Son barreras contra la manifestación de conductas violentas o delictivas, habilidades, elementos y/o situaciones que permiten a la persona actuar adecuadamente ante una situación de riesgo.
Cabe destacar que, “aún cuando se ha observado, que un poco más de la mitad de las niñas, niños y jóvenes viven en hogares que presentan algún factor de riesgo, como criminalidad familiar, alcoholismo de los padres, vivencia de abuso, dificultades económicas; no todos reproducen estas conductas”.
Incluso, cuando las niñas, niños y jóvenes se encuentran expuestos a la presencia de factores de riesgo, ellos cuentan con factores de protección que atenúan el efecto, disminuyendo la probabilidad de desarrollar conductas antisociales. Las niñas, niños y jóvenes se vuelven capaces de sobrellevar los obstáculos y lograr un desarrollo saludable.
Ejemplos: Supervisión de los padres de familia. • Desarrollo de habilidades sociales• Manejo de conflictos. • Comunicación con la familia.• Comunidad escolar segura y buena relación con los maestros.• Apoyo de los padres de familia en el entorno escolar (a la hora de salida).• Aceptación empática por parte de los pares.•
Cómo prevenir el acoso escolar (bullying)
Fortaleciendo una política escolar integral que involucre a la comunidad escolar (incluyendo el personal docente, directivos, administrativos, padres y madres de familia o en su caso tutores y estudiantes), asumiendo la naturaleza multidimensional del acoso.
Abordaje curricular: Se propone impartir el tema en una clase, reflexionar, y sensibilizarse de las consecuencias que genera este problema: Detectar, identificar y prevenir.
Favorecer las habilidades sociales y psicológicas del alumnado: Comunicación, manejo de emociones, trabajo cooperativo para resolver los problemas al interior.
Espacios escolares seguros (patio de recreo, cafetería, baños, jardines, pasillos) con supervisión cercana y constante.
Estrategias reactivas: Se dan después de que se manifiesta el acoso escolar (bullying) y consisten en escuchar el caso, atenderlo, denunciarlo, sancionarlo de acuerdo a los términos establecidos y darle seguimiento hasta sus últimas consecuencias.
Apoyo de pares: Con acciones proactivas de los mismos estudiantes (denunciando).
Resiliencia: Podemos definir la resiliencia como “la capacidad humana de recuperarse y sobreponerse con éxito a la adversidad”. Indica que la formación de una persona, no depende de sus experiencias en la infancia, es decir, una niña, niño o joven que sufrió pobreza, violencia o adicciones de los padres, puede salir adelante y formarse sin repetir esos patrones de conducta.
Sin embargo, no todas las niñas, niños o jóvenes lo logran. Por ejemplo: Una familia integrada con dos hermanos sufrió pobreza y violencia; uno se convirtió en una persona con adicciones, que comete conductas antisociales, mientras que el otro, logró estudiar una carrera universitaria y conseguir estabilidad en su vida.
¿Qué diferencia tienen estos dos hermanos?, si sufrieron problemáticas similares y se les brindaron las mismas oportunidades. Los estudios del tema demuestran que la mayoría de los niños(as) que logran sobreponerse a estas adversidades han estado en algún momento en contacto con alguna persona (familia, docente, vecino, etc) con la que pudieron lograr un vínculo positivo, que los valoró y respetó.
Acciones preventivas
Reducen las probabilidades de que ocurra el acto. Son precauciones tomadas a tiempo para evitar algo que es posible, pero que no es deseado.
Para alumnos(as) víctimas de acoso escolar (bullying): Evitar quedarse solos, sobre todo en zonas donde no haya personal de la escuela.• Hablar de lo que ocurre con su padre, madre, tíos, amigos o con aquellas personas a quienes • les tengan más confianza. Intentar no mostrar miedo ni disgusto.• Contestar con humor a las burlas.• Evitar responder a los ataques (no otorgar poder a los agresores(as)).• Ante una agresión, exigir que se detengan. Contestar con calma o de lo contrario, alejarse • de inmediato. Refugiarse donde haya un docente, amigo(a) o personal de la escuela.•
Para la familia: Preocuparse por sus hijos e hijas. • Crear un canal de diálogo. • Aprender a escuchar.• Estar en contacto con el personal de la escuela y buscar información acerca de la forma en • la que se relaciona su hijo o hija con los otros compañeros. Conocer a los amigos(as) de sus hijos e hijas y a la gente con quienes conviven a diario.• Regular los horarios y programas de televisión que sus hijos e hijas pueden ver así como • restringir el uso de dispositivos electrónicos (teléfono móvil). Conocer a los amigos y amigas que tiene por internet.• Enseñarles a descifrar, entender y diferenciar el mundo real del virtual.• Participar en las actividades extra escolares y comités de prevención.•
Guía Básica de Prevención de la Violencia en el Ámbito Escolar
Alerta para la familia: El acoso entre iguales limita las posibilidades de aprender; provoca en las víctimas sufrimiento, soledad, inseguridad, pérdida de autoestima. Una víctima de acoso escolar perderá el interés por la escuela, por sus relaciones y actividades escolares.

Para los maestros: Estar alerta.• Fomentar la comunicación, el diálogo, la participación y el trabajo cooperativo.• Hacer cumplir las normas y reglamentos de la escuela. • acoso escolar (bullying) en el contexto educativo. Incorporar herramientas lúdicas que refuercen una convivencia armónica en la comunidad • escolar. Crear un comité contra la violencia escolar. • Recordar y divulgar el derecho de todas las niñas, niños y jóvenes a ser respetados. Nadie • puede abusar de ellos física, psicológica ni sexualmente.
Frases de prevención para los alumnos
- ¡La prevención la creas tú!
- Convierte lo negativo en positivo.
- No te compares con nadie. ¡Todos somos diferentes!
- Aceptación de nosotros mismos.
- Sé consciente de tus fracasos, logros y éxitos.
- Confía en ti mismo.
- Actúa de acuerdo a lo que piensas.
- Piensa, siente, comunica y actúa
Video Prevencion del Bullying
ACTIVIDAD:
Se forman grupos de 4 a 5 personas.
Se observa un corto
Propuesta: articular el marco teórico y proponer soluciones.
Sugeridas:
Video Corto anti bullying
Violencia Juvenil – Vandalismo
Violencia en las aulas, adolescentes que agreden a sus padres, reyertas y puñaladas a las puertas de los colegios, vandalismo en las calles de las ciudades, peleas entre bandas juveniles, acoso sexual entre niños, paliza a profesores. Vandalismo es también, el comportamiento atribuido a vándalos por los que se refiere a cultura: Despiadada destrucción o estropeo a cualquier cosa hermosa y vulnerable. Tal acción incluye daños criminales, desfiguración, pintada de estatuas, graffitis. Incluso se romperá a piedrazos vidrieras, carteles de señalamientos públicos, quema de autos, rayadura o pinchar ruedas del auto a profesores, autoridades, también dañar frentes de iglesias, edificios históricos, etcétera.
La edad de estos jóvenes vándalos oscila entre los 11 y los 25 años por eso el nombre de vandalismo juvenil.
La formación de una banda delictiva juvenil suele surgir de manera espontánea, cuando los chicos se reúnen en salones recreativos, discotecas o a la salida del colegio. En general, sus miembros tienen en común el experimentar la misma incomprensión, rechazo o dificultades familiares, escolares o sociales. Todos comparten una gran insatisfacción por el mundo en que viven y por el futuro que la sociedad pretenda imponerles, razón que les lleva a preferir estar con el grupo de iguales antes que en casa.
La banda se convierte así en una especie de segunda familia, un lugar donde se les comprende y pueden vomitar todas sus frustraciones. Con el tiempo buscaran un lugar de reunión, qué tanto puede ser una casa abandonada, un garaje o un bar, en donde planear fechorías y almacenar objetos robados. La falta de miedo o de escrúpulos, la crueldad, la grosería, la brutalidad, la dureza, se consideran hazañas, y quién más destreza muestra en este sentido es sin duda el jefe de la banda. Todos los miembros son alguien ya que infunden miedo, la gente les respeta, son los dueños de la calle, viven al límite.
El vandalismo de los jóvenes de hoy está marcado por la crueldad. El volumen de delincuencia permanece estable en las capas sociales más bajas, pero está aumentando de forma considerable entre los jóvenes de la alta sociedad. Preocupante es también que disminuya el promedio de edad de los delincuentes, aumentando la violencia de los delitos y la presencia femenina en los actos delictivos.
Es importante tener en cuenta que el delincuente no se hace en un día. En su curriculum encontraremos una situación familiar conflictiva, la inadaptación escolar, mentiras y falsificación de notas, pequeños hurtos domésticos o en comercios.
La personalidad del joven delincuente es emocionalmente inmadura. Está estructurada sobre una base de satisfacción rápida de los deseos y con muy baja tolerancia a la frustraciones.
La sociedad de consumo se encarga de ponerle la miel en la boca animándole apropiación de objetos que tengan valor de símbolo poder cómo exponentes material de éxito social.
Existe un evidente narcisismo en el acto delictivo. El culto a la fuerza y a la hombría se pone en evidencia en la agresión física de las víctimas o bien con la agresión sexual, estupros y violaciones con qué conclusión sus actos vandálicos.
A todo eso, los medios de comunicación tiene su cuota de responsabilidad, ya que ensalzan las figuras de jóvenes violentos, haciendo incluso una apología de la vida carcelaria. Las barras bravas, las adicciones, las militancias con fines políticos, aunque existe el vandalismo incluso contra el mismo círculo familiar, de manera individual, con robos, venta de artefactos, estafas, etcétera, muchas veces por consecuencia de adicciones.
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Violencia de género
¿Qué es la violencia contra las mujeres?
Cuando se habla de violencia contra las mujeres, no solo se habla de agresiones físicas. Violencia contra las mujeres es cualquier conducta (una acción, un insulto, una actitud, un silencio o la falta de colaboración) que daña a la mujer por el solo hecho de serlo.
Nada justifica el ejercicio de violencia y vos nunca tenés la culpa de ser víctima de violencia. Si sos mujer y sufrís cualquier tipo de violencia o corrés peligro de sufrirla, tenés derecho a pedir ayuda y protección.
La ley protege a las mujeres en todos los casos. La violencia de género puede afectar
» tu vida,
» tu libertad,
» tu dignidad,
» tu integridad física, psicológica o sexual,
» tu situación económica,
» tu seguridad.
¿En qué ámbitos ocurre la violencia contra las mujeres?
Puede ocurrir en cualquier espacio público o privado:
» Violencia doméstica: es la ejercida por un integrante de su grupo familiar –en la mayoría de los casos, la pareja o expareja–, independientemente del espacio físico. (¡) El término pareja incluye el/la novio/a, el/la conviviente, el exmarido, etc.
» Violencia institucional: es la ejercida por los/as funcionarios/as, profesionales, personal y agentes pertenecientes a cualquier órgano, ente o institución pública, que buscan obstaculizar o impedir que las mujeres accedan a políticas públicas y ejerzan sus derechos.
» Violencia laboral: es la discriminación contra las mujeres en los ámbitos de trabajo públicos o privados que obstaculiza su acceso, ascenso o permanencia en el empleo.
» Violencia contra la libertad reproductiva: es la que vulnera el derecho de las mujeres a decidir libre y responsablemente cuántos embarazos quieren tener o cuánto tiempo quieren esperar para tener más hijos/as.
» Violencia obstétrica: es la que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres.
» Violencia mediática: es la publicación o difusión de mensajes e imágenes que denigran a las mujeres y atentan contra su dignidad, en cualquier medio masivo de comunicación.
Esta guía hará énfasis en la violencia doméstica.
¿Qué tipos de violencia contra las mujeres existen?
La violencia contra las mujeres puede ejercerse de distintas maneras. La ley te protege en todos los casos.
Violencia física: Son las agresiones contra tu cuerpo. Hay violencia física cuando:
› te golpean,
› te obligan a consumir drogas o alcohol,
› te tiran cosas.
Violencia psicológica: Son las agresiones que te producen un daño emocional, bajando tu autoestima y afectando tu salud psicológica. Hay violencia psicológica cuando:
› te controlan lo qué hacés o decidís sobre tu vida,
› te celan,
› te alejan de tu familia y amistades,
› te amenazan,
› te insultan.
La violencia psicológica puede generar un daño duradero en la mujer víctima, aun cuando no es tan fácil de ver como la física.
Violencia sexual: Sucede cuando no te dejan elegir si querés o no tener relaciones sexuales, o la manera en la que querés tener un contacto sexual.
Hay violencia sexual cuando:
› te violan,
› te acosan,
› te manosean,
› te obligan a tener contactos sexuales de cualquier tipo,
› no respetan tu decisión de usar métodos anticonceptivos en la relación sexual. No importa que sea tu pareja: si te obliga a tener relaciones sexuales, es una violación.
Violencia económica: Sucede cuando tu pareja, por acción o falta de acción, daña tus bienes, tus ingresos o tu economía. Hay violencia económica cuando:
› te prohíben trabajar,
› te amenazan con echarte de tu casa,
› te manejan la plata que ganás con tu trabajo,
› no te dan alimentos para tus hijos e hijas,
› te obligan a tomar decisiones, económicas que vos no querés, por ejemplo, firmar solicitudes de préstamos. El pago de la cuota alimentaria es una obligación y no depende de tu situación económica. Si tu ex-pareja no te pasa la cuota alimentaria es violencia económica.
Violencia simbólica: Son todos los signos, imágenes, mensajes e ideas que muestran a las mujeres en una situación de inferioridad con relación a los hombres y, por eso, contribuyen al trato desigual de las mujeres y a su discriminación. Por ejemplo, las publicidades que ponen a la mujer como única responsable del cuidado de la casa, de los hijos e hijas o de la limpieza.
Micromachismos :Son maniobras sutiles, y muchas veces imperceptibles, de ejercicio del poder en lo cotidiano, que atentan en diversos grados contra la autonomía y el empoderamiento de las mujeres. Por ejemplo, decirte que no hagas ciertas cosas o excluirte de la posibilidad de hacerlas porque sos mujer. Las conductas que se señalan son solo ejemplos.
¡MIS DERECHOS! ¿Qué derechos tengo si soy mujer y sufro violencia?
Tenés derecho a:
» recibir atención efectiva en centros de salud y asistencia social,
» ser escuchada y a que tu opinión sea tenida en cuenta,
» recibir protección judicial urgente, preventiva y gratuita,
» cambiar tu lugar y tiempo de trabajo,
» recibir respuesta oportuna y efectiva,
» que protejan tu intimidad,
» recibir un buen trato y a no ser revictimizada,
» que te tomen la denuncia en cualquier comisaría o unidad judicial cercana a tu domicilio, » recibir asesoramiento y acompañamiento de un/a abogado/a.
¿Cuándo hay revictimización?
Cuando las personas e instituciones que deben investigar el caso de violencia que sufriste, brindarte ayuda y protegerte te producen más sufrimiento. Por ejemplo, hay revictimización cuando los/as funcionarios/as y/o el personal de salud o del Poder Judicial: » te tratan como si fueras la responsable de lo que te pasó,
» te obligan a contar una y otra vez el episodio de violencia que padeciste,
» no te tratan bien cuando vas a pedir ayuda: te hacen esperar innecesariamente, te faltan el respeto, no te entrevistan en un lugar privado, etc.
Las autoridades que reciban tu denuncia y el personal de salud que te atienda no deben volver a afectar tus derechos como mujer y víctima de violencia de género.
¿Qué se puede hacer en casos de violencia contra las mujeres?
Si sufriste violencia por ser mujer o conocés a alguien que la haya sufrido, podés:
» llamar a la línea 144 del Consejo Nacional de las Mujeres o a la línea 137 del Programa “Las Víctimas contra las Violencias” del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos,
» pedir ayuda en: › las oficinas de atención a víctimas de violencia de género de la Defensoría General de la Nación, › los centros integrales de la mujer, › los Centros de Acceso a Justicia (CAJ) más próximos, › cualquier organismo público que se encargue del tema.
» acercarte a un hospital, si estás herida o sufriste una violación, para que te brinden atención, den fe del hecho y hagan la denuncia pertinente. Allí un grupo de profesionales puede asesorarte según tu caso concreto.
Te aconsejamos que te acerques al CAJ más cercano. Allí un grupo de profesionales te puede asesorar según tu caso. No todos los casos de violencia son iguales, por eso el asesoramiento que te ofrezcan tiene que ser respetuoso de tu situación particular y buscar la mejor respuesta. Los pasos a seguir también pueden depender del lugar en que vivas. Las provincias tienen estructuras distintas y diferentes lugares disponibles. Lo importante es estar bien asesorada y contenida.
¡Mis derechos! ¿Qué medidas puedo pedir para protegerme del agresor?
Hay muchas medidas que podés pedir para protegerte. Por ejemplo:
» que le prohíban al agresor que se acerque a tu casa, tu trabajo, lugar de estudio y demás lugares a los que vas habitualmente, a través de una decisión llamada medida cautelar,
» que se le ordene al agresor que deje de molestarte o intimidarte por cualquier medio,
» en caso de tener hijos y/o hijas, que te permitan quedarte con ellos/as y que se fije una cuota alimentaria provisoria que deberá pagar el agresor,
» que te devuelvan las cosas que te haya sacado el agresor,
» que se le prohíba al agresor comprar o tener armas,
» que se ordenen medidas de seguridad en tu casa y en algunos lugares que frecuentas, como una consigna policial o que te den un botón antipánico,
» que se le ordene al agresor que se vaya de la casa donde viven,
» que se ordene que vuelvas a vivir en la casa en la que vivías y que se excluya al agresor,
» que se suspenda el régimen de visitas de los hijos e hijas que tengan en común,
» que se ordene que el agresor no intervenga en la guarda, crianza y educación de los hijos e hijas en común, si también fue violento con ellos/as,
» que te den asistencia médica o psicológica a vos y al agresor. Tenés derecho a recibir copias de la denuncia realizada y una evaluación médica, si sufriste violencia física.
IMPORTANTE Para pedir las medidas de protección, tenés que hacer la denuncia. No necesitás abogado o abogada (patrocinio jurídico) para hacerla. Vas a necesitar abogado o abogada cuando pidas la renovación o la ampliación de las medidas de protección. Si necesitás patrocinio, acercate al CAJ más próximo. En el juzgado te tienen que dar varias copias certificadas de la resolución que dicte las medidas de protección. Repartí esas copias en los lugares a los que vayas seguido, como tu trabajo, la escuela de tus hijos e hijas, casas de vecinos y de vecinas, familiares, para que conozcan la situación y puedan protegerte. Si el agresor viola las medidas, tenés que informarlo en el juzgado: la desobediencia de una orden judicial es un delito penal. Consultá en el juzgado si el agresor fue notificado sobre las medidas de protección. Si no fue notificado, no conoce las medidas y, por lo tanto, no puede ser denunciado por incumplimiento.
Recomendaciones Evitá contactarte con el agresor. Si sufriste violencia y necesitás atención médica, acercate al hospital o centro de salud más próximo. Si sufriste violencia sexual, acercate a la guardia médica más próxima. En la guardia te tienen que atender de manera inmediata, respetar tu privacidad, escucharte e informarte los pasos a seguir. Podés elegir que te atienda un/a profesional hombre o mujer. No pueden hacer nada sin tu consentimiento. No te pueden exigir que hagas la denuncia para atenderte.
ESPACIOS DE CONTENCIÓN Si sos víctima de violencia por ser mujer, podés recurrir a distintas instituciones para tu asistencia y protección. Por ejemplo:
» hogares de protección integral,
» centros comunitarios de atención integral a la violencia,
» oficinas de atención integral de la violencia de género,
» centros de asistencia a víctimas de delitos contra la integridad sexual,
» dispositivos de alojamiento, recuperación y atención.
ANEXO I Mentiras y verdades sobre la violencia contra las mujeres mentira verdad
- “Un hombre no es violento porque sí. La mujer algo habrá hecho para provocarlo”. Nada justifica el ejercicio de la violencia y vos nunca tenés la culpa de ser víctima de violencia. Ejercer violencia es una elección del agresor.
- “A las mujeres les gusta que les peguen, si no dejarían al agresor”. No se trata de una cuestión de gustos, sino de entender que existen múltiples factores que hacen difícil que la mujer pueda tomar la decisión de separarse de su agresor. Por ejemplo, el sentimiento de culpa de romper la familia o no tener recursos económicos propios.
- “Los hombres que agreden a las mujeres tienen una enfermedad mental”. Pensar que los agresores tienen una enfermedad mental es quitarle la responsabilidad que tienen por sus actos violentos. La mayoría ejerce violencia porque cree que la mujer es de su propiedad y puede hacer con ella lo que quiera.
- “El consumo de alcohol y drogas es la causa de la violencia”. La mayoría de los agresores no son alcohólicos ni tienen problemas de adicción a las drogas. El alcohol y las drogas pueden desinhibir a la persona, pero no son la causa de conductas violentas.
- “El maltrato emocional no es tan grave como la violencia física”. Si bien la violencia física, en su manifestación más grave, puede conducir a la muerte, la violencia psicológica afecta directamente la autoestima de la mujer víctima, generando un daño persistente y duradero.
- “La violencia contra las mujeres es un tema privado de la pareja y no hay que meterse”. La violencia contra las mujeres es una grave violación a los derechos de las mujeres. Además, muchos hechos de violencia son delitos que deben ser denunciados, según sea el caso.
- “Si te cela y te controla es porque te quiere y te está cuidando”. Los celos y el control sobre lo que hacés, tu teléfono, tu Facebook, tu mail, o con quiénes te juntás no son muestras de amor o de cuidado, sino formas de violencia.
- “Ella también es violenta”. En una relación de pareja, la violencia que ejercen las mujeres es, generalmente, la defensa ante la violencia del varón.
- “Él mantiene a tu hijos/as. Si lo denunciás, te los/as va a sacar”. La denuncia te permite pedir medidas de protección en el juzgado como, por ejemplo, quedarte con tus hijos e hijas y que se fije una cuota alimentaria que tiene que pagar el agresor.
- “Si es solo tu novio no es violencia de género”. Cualquier tipo de agresión por el solo hecho de que seas mujer es violencia de género. Si tu novio te maltrata, es violencia de género.
Violencia al hombre
A pesar de numerosos estudios informan sobre la preponderancia que la violencia domestica es perpetrada por los varones contra las mujeres otros estudios sugieren que los casos de violencia domestica de las mujeres y los hombres son casi equivalentes, marcando así que el índice de denuncia realizada es inferior en los hombres, pero no así el creciente informe clínico de terapeutas y profesionales del área de la salud. El no denunciar tienen raíces culturales, desde el origen del patriarcado el hombre se definió como un ser humano privilegiado, dotado de algo: más fuerte, más inteligente, más valiente, más responsable, más razón al implicarle una relación jerárquica con las mujeres o mejor dicho con su propia mujer.
El poder es el concepto fundamental a la hora de pensar en la masculinidad hegemónica, sus manifestaciones más negativas consisten en la imposición del control sobre las otras personas y las propias emociones. Igualmente, sugiere que el género no es algo estático … sino una forma de interacción permanente con las estructuras del mundo que nos rodea.
La primer violencia sufrida por el hombre es la adquisición jerárquica: el imperativo social inscripto en la subjetividad sería: el hombre implicando un esfuerzo, un trabajo, un desafío, exigiéndole pruebas de virilidad cómo reto permanente. Algunos autores indican que tanto en la violencia domestica contra las mujeres como en la que es realizada contra los hombres se pueden encontrar motivo similares, otros sostienen la idea de que el hombre pueda generar resistencias, opinando sosegadamente la idea de violencia física cómo la única forma de violencia realmente importante.
La violencia contra el varón o violencia contra los hombres es una expresión que aglutina diversos fenómenos contra este grupo de personas en varios contextos: violencia intrafamiliar, violencia en el noviazgo, violencia infantil, ataques o violaciones sexuales en prisión, prostitución forzada, explotación laboral, tortura en tiempos de guerra, tráfico de personas, patrones de acoso u hostigamiento, ataques homofóbicos hacia personas o grupos de homosexuales, bisexuales y transgéneros, entre otros.
La violencia contra el hombre es un problema social serio, pensemos que se ha prestado atención a la violencia ejercida hacia las mujeres instalando comisarías especiales para su atención, mientras que en el caso de los hombres golpeados o abusados psicológicamente lo que subyace está enmarcado en el tabú social y en la vergüenza.
VIOLENCIA INTERGENERO
Se define cómo la violencia en parejas del mismo sexo ya que definirlo en función al género reduce nuestro campo de visión, es preferible un término que aborde de manera igualitaria sin prejuicios está realidad cómo parte de la violencia doméstica o familiar. Este matiz tiene serias implicaciones sociales, legales y asistenciales.
La violencia en parejas del mismo sexo, está invisible, poco reconocida cómo lo era la violencia a la mujer hace unas décadas.
Sucede en general en parejas estables, y en algunos casos de estatus legal para legitimar el maltrato. Las víctimas de malostratos físicos suelen unir el miedo a la inicial incredulidad de lo que está pasando en sus hogares.
Para la víctima, asumir que la persona amada es quien la maltrata ya es duro y, si al hecho sumamos qué suele avergonzarse permite esos golpes, o que lo tiene merecido, como los violentos se encargan de justificar y repetir, el silencio se importa vigorosamente. Denunciar parece algo imposible, si además se tiene en cuenta el temor a la homofobia.
Aunque el proceso de violencia en pareja del mismo sexo es similar al de la pareja heterosexual, existen elementos diferenciales:
Parejas de lesbianas: repiten de forma más visible los patrones heterosexuales asociados a la violencia en pareja. En el ciclo de maltrato, la luna de miel o compensación la parte que ejerce el maltrato cubre las necesidades, afectivas, emocionales y de seguridad de la pareja, que suele estar aislada y carente. La persona con mayor poder es quién ejerce el maltrato, no necesariamente poder económico- social cómo la pareja heterosexual, es más poder emocional o fuerza de carácter.
En las parejas jóvenes, es frecuente la violencia mixta o combinada, donde de forma reactiva ambas partes se agreden, también presentan con más facilidad agresiones verbales y físicas, mientras que en parejas de más edad está más presente la violencia psicológica y emocional, junto a episodios puntúales de violencia física.
El consumo de sustancia aparece en ocasiones asociado a las agresiones físicas, sin ser un dato significativo.
Pareja de hombres: La violencia puede aparecer también en parejas menos estables, incluso en encuentros ocasionales, especialmente en jóvenes menores de 30, dónde vuelve a ser más frecuente la agresión directa, física y verbal. Aunque se vive el hecho cómo vergonzoso, suelen tener procesos rápidos para identificarse cómo víctimas y para ver cómo solución la ruptura. Buscan más el apoyo.
Con cierta frecuencia responden a la agresión, pero las agresiones físicas suelen suponer un punto de inflexión en la pareja que implica la ruptura.
Hay menos facilidad para identificar el maltrato psicológico y reaccionar al él. Suele ser la agresión física el detonante de la toma de conciencia.
Es menos frecuente desarrollar una identidad de maltratado, cosa que sí sucede en las mujeres maltratadas heterosexuales y con cierta frecuencia en las lesbianas. En el caso de los hombres es menos frecuente que incorporen a su autoimagen las consecuencias del maltrato, suelen vivirlo cómo algo puntual. La excepción es cuando se prolonga mucho tiempo, En este caso sí se incorpora en la autoimagen las dificultades de manejar o salir de este tipo de relaciones, o la tendencia a repetir situaciones similares.
Las diferencias de poder suelen marcar una dinámica muy visible externamente, ante los demás el que ejerce maltrato puede ser sumiso y servicial. Las discusiones suelen iniciarse en torno al ejercicio del poder. Estas discusiones pasan con facilidad a la versión física justificada por sentirse víctima del maltrato, psicológico, el agresor, luego pide perdón y compensa lo sucedido. Ambos suelen acumular rencor y ambivalencia afectiva. El agredido suele tener clara la decisión de romper la pareja, pero no encuentra la forma de hacerlo, la culpa y el vínculo les paraliza, pues el arrepentimiento del agresor y sus compensaciones, junto con la responsabilidad de afectar a esa persona con su decisión les hacen bloquearse y mantener la relación a su pesar. Esto normaliza las venganzas y el ejercicio de una violencia justificada en los sufrido anteriormente. Una de las partes, considerada tradicionalmente agresor, tiene mayor tendencia a iniciar las agresiones físicas qué son legalmente el origen del concepto de maltrato y la tipificación de este delito.
Violencia contra sí mismo.
En los casos de urgencias que presentan violencia contra sí mismo, las respuestas oscilan entre dos polos que van del tratamiento ambulatorio a la judicialización o la internación. El carácter dramático y explosivo de las consultas exige reformular los dispositivos habitúales y los modos de intervención. El profesional tendrá que decidir una modalidad de tratamiento y la inclusión del acompañante terapéutico permite contemplar el abordaje ambulatorio.
Víctor 35 años, llega a la consulta traído por sus amigos. Se encuentran asustados por qué ante la ruptura de una relación amorosa, Víctor se ha provocado con un cúter varios cortes en las piernas.
Los amigos lo llevan a una sala de emergencias dónde recibe las primeras curaciones y luego es derivado a urgencia psicopatológica. Les preocupa dejarlo solo porque temen que atente contra su vida. El paciente vive solo y tiene un hijo de una relación que sostuvo siendo muy joven. Su ex mujer exige que su hijo, un adolescente, viva con el.
Víctor dice: no puedo más. No sé arreglarme solo. Quería estar bien para recibir a mi hijo, pero no puedo. Tampoco puedo pedir ayuda, sólo quiero lastimarme, castigarme. No lo puedo detener. No valgo nada. No es la primera vez que me pasa, Cuando me dejan me siento denigrado sexualmente. Siento desesperanza de encontrar a alguien distinto. “Encontrar a alguien distinto”, trabajar sobre este enunciado permitió que se revele un conflicto sobre la homosexualidad que el paciente oculta.
Víctor dice que llegó el tiempo en afrontarlo y no sabe si está en condiciones de poder hacerlo.
De la urgencia, el terapeuta debe hacer una oportunidad de reconocimiento de lo imposible de un sujeto. Aunque sabemos que no se puede asegurar que no aparezca un acting, ni programar estereotipadamente una forma de intervención del acompañamiento terapéutico, la propuesta tuvo dos momentos:
Una primera etapa consistió en acompañar al paciente y a los amigos para restablecer la confianza perdida entre ellos ante lo que llamaban “el intento de suicidio”.
En un segundo momento, la intervención de los acompañantes, ayudo a Víctor a prepararse y crear las condiciones necesarias para la convivencia con su hijo.
El restablecimiento de los vínculos proporciono un primer alivio. Como toda crisis también es una ocasión oportuna para la toma de decisiones que el paciente no podía asumir. La preocupación inicial del riesgo a un pasaje al acto queda suspendida, en la medida en que se ofrece al sujeto ligarse a un decir y aún otro con quién reencausar su deseo. Hablar produce una inscripción en otro, es la calma que encontramos al poco tiempo de iniciadas las primeras entrevistas.
Uno de los destinos de la urgencia es el comienzo de una demanda y oferta de análisis que permita abrir el camino al trabajo transferencial. Ese consentimiento puede considerarse ya un logro terapéutico.
La acción del equipo que recibe una urgencia está orientada a posibilitar un pasaje del punto crítico que emerge caótico y desorganizado, a la urgencia subjetiva.
La pulsión de muerte se dispara hacia el pasaje al acto, mortífero para sí mismo o para otros.
El equipo tratante crea el espacio para la palabra, generando la expectativa de un lugar en el otro. Este movimiento permite organizar fantasmáticamente la vida psíquica e inscribirse en la trama más social.
No siempre la desestabilización que experimenta el sujeto en la crisis, es la apertura a un querer saber. Por el contrario, puede ser vivido cómo una amenaza de saber algo que no se quiere saber. En la consulta puede aceptarse un Consejo, un consuelo, pero no un saber sobre sí mismo. El sujeto entonces podrá llevar su vida según sus medios, sus medidas, con fracaso y logros, pero sin saber jamás nada del porqué de sus fracasos ni por qué de sus logros. Los considerará acontecimientos externos, dirá: así es la vida y aceptara está explicación. Sí el saber provoca miedo se intentará olvidar y retomar la vida como antes, aferrándose a la ignorancia, sosteniendo la creencia que mientras no se sepa, no se corre el riesgo de sufrir. Pero después de la crisis algo ha cambiado. De una manera u otra se está obligado a comprobar que no volverá a ser como antes y el sujeto ya sabe algo de esto, a pesar de que insista con rechazo al saber.
¿Qué hacer si alguien tiene tendencias suicidas?
Aprende a detectar las señales de alerta, qué preguntas hacer y cómo buscar ayuda.
Puede resultar muy angustiante si una persona dice que está pensando en suicidarse o dice cosas que te hacen pensar que está considerando suicidarse. Es posible que no sepas qué hacer para ayudar, si deberías tomar en serio la charla sobre el suicidio o si tu intervención podría empeorar la situación. Tomar medidas es siempre la mejor opción. A continuación, te explicamos qué debes hacer.
Comienza por formular preguntas
El primer paso es averiguar si la persona corre riesgo de seguir sus sentimientos suicidas. Actúa con delicadeza, pero formula preguntas directas, como las siguientes:
- ¿Cómo estás afrontando lo que ha estado ocurriendo en tu vida?
- ¿A veces sientes ganas de darte por vencido?
- ¿Piensas en la muerte?
- ¿Piensas en hacerte daño?
- ¿Piensas en el suicidio?
- ¿Alguna vez has pensado en el suicidio o has intentado hacerte daño?
- ¿Pensaste cómo o cuándo lo harías?
- ¿Tienes acceso a armas u objetos que se puedan utilizar como armas para hacerte daño?
Preguntarle a una persona acerca de pensamientos o sentimientos suicidas no la motivará a tener conductas autodestructivas. De hecho, ofrecer la oportunidad de hablar acerca de los sentimientos puede reducir el riesgo de que siga sus sentimientos suicidas.
Busca señales de alerta
No siempre puedes saber cuándo un ser querido o un amigo está pensando en suicidarse. Sin embargo, estos son algunos signos frecuentes:
- Hablar acerca del suicidio; por ejemplo, hacer afirmaciones como «voy a matarme», «quisiera estar muerto» o «desearía no haber nacido»
- Obtener los medios para atentar contra tu propia vida, como comprar un arma o almacenar píldoras
- Retraimiento de la vida social y deseo de estar solo
- Tener cambios de humor, como pasar de estar eufórico un día a estar profundamente desalentado al día siguiente
- Preocuparse por la muerte, por el hecho de morir o por la violencia
- Sentir desesperanza o impotencia ante una situación
- Aumentar el consumo de alcohol o de drogas
- Sufrir cambios en la rutina normal, por ejemplo, cambios en la alimentación y en los horarios de sueño
- Hacer cosas riesgosas o autodestructivas, como consumir drogas o conducir con imprudencia
- Regalar sus pertenencias o dejar sus asuntos en orden cuando no existen motivos lógicos para hacerlo
- Despedirse de las personas como si la despedida fuera definitiva
- Desarrollar cambios de personalidad o estar sumamente ansioso o agitado, en particular al experimentar algunos de los signos de advertencia antes indicados
Si necesitas ayuda inmediata
Si alguien ha intentado suicidarse:
- No dejes sola a la persona.
- Llama al 911 o al número local de emergencias de inmediato. O bien, si crees que puedes hacerlo de forma segura, lleva a la persona a la sala de emergencias del hospital más cercano.
- Intenta averiguar si la persona está bajo los efectos del alcohol o las drogas, o si es posible que haya tomado una sobredosis.
- Informa de inmediato a un familiar o a un amigo acerca de lo que está sucediendo.
Si un amigo o un ser querido habla o se comporta de una manera que te hace pensar que podría intentar suicidarse, no intentes manejar la situación por tu cuenta:
- Busca ayuda de un profesional capacitado tan pronto como sea posible. Es posible que la persona necesite hospitalización hasta que haya pasado la crisis suicida.
- Anima a la persona a que llame a una línea directa de prevención del suicidio.
Prevención del suicidio en adolescentes
Adolescentes: cuando alguien que conoces tiene tendencias suicidas
- Pregúntale directamente a esa persona acerca de sus sentimientos, aunque pueda ser incómodo. Escucha lo que la persona tenga que decir y tómalo con seriedad. Simplemente hablar con alguien que, de verdad, se preocupa puede marcar una gran diferencia.
- Si ya has hablado con la persona y aún estás preocupado, comparte tus inquietudes con un profesor, un consejero escolar, alguien de la iglesia, alguien de un centro local para jóvenes u otro adulto responsable.
Puede ser difícil saber si un amigo o compañero de clase tiene tendencias suicidas, y es posible que tengas miedo de actuar y estar equivocado. Si el comportamiento o las cosas que dice alguien te hacen pensar que puede tener tendencias suicidas, es probable que esa persona tenga problemas importantes, aunque no esté considerando el suicidio en ese momento. Puedes ayudar a la persona a ponerse en contacto con los recursos adecuados.
Ofrecer apoyo
Si un amigo o un ser querido está pensando en suicidarse, necesita ayuda profesional, incluso si el suicidio no es un peligro inmediato.
Puedes hacer lo siguiente:
- Alienta a la persona a que llame a una línea directa de prevención del suicidio.
- Alienta a la persona a buscar tratamiento. Es posible que una persona suicida o que sufre una depresión grave no tenga la energía o la motivación para buscar ayuda. Si la persona no desea consultar a un médico o proveedor de atención de la salud mental, sugiérele que acuda a un grupo de apoyo, un centro de crisis, una comunidad religiosa, un profesor u otra persona de confianza. Puedes ofrecerle apoyo y contención, pero recuerda que no es tu responsabilidad reemplazar a un proveedor de atención de la salud mental.
- Ofrécele a la persona ayudarla a buscar asistencia y apoyo. Por ejemplo, puedes investigar opciones de tratamiento, hacer llamadas telefónicas y consultar información sobre los beneficios que ofrece el seguro o incluso ofrecerte a acompañar a la persona a una cita médica.
- Alienta a la persona a comunicarse contigo. Una persona suicida puede verse tentada a reprimir los sentimientos porque se siente apenada, culpable avergonzada. Brinda contención y comprensión, y expresa tus opiniones sin echar culpas. Escucha atentamente y evita las interrupciones.
- Sé respetuoso y reconoce los sentimientos de la persona. No trates de convencer a la persona de que modifique sus sentimientos ni expreses sorpresa. Recuerda que, aunque una persona suicida no piense de forma lógica, las emociones son reales. No respetar los sentimientos de la persona puede terminar la comunicación.
- No seas condescendiente ni sentencioso. Por ejemplo, no le digas a alguien, «hay cosas peores» o «tienes muchas razones por las que vivir». En su lugar, haz preguntas como, «¿qué te hace sentir tan mal?», «¿qué te haría sentir mejor?» o «¿cómo puedo ayudarte?».
- Nunca prometas mantener en secreto los pensamientos suicidas de una persona. Sé comprensivo, pero explícale a la persona que quizá no puedas mantener la promesa si crees que su vida está en peligro. En este punto, debes buscar ayuda.
- Tranquiliza a la persona haciéndole saber que la situación puede mejorar. La persona suicida considera que nada mejorará la situación. Asegúrale que, con el tratamiento adecuado, puede desarrollar otras herramientas para afrontar la situación y puede volver a tener una mejor perspectiva de la vida.
- Alienta a la persona a evitar el consumo de alcohol y drogas. Es posible que el consumo de drogas o alcohol parezca aliviar los sentimientos dolorosos, pero, con el tiempo, empeora la situación, ya que puede provocar conductas imprudentes o una mayor depresión. Si la persona no puede dejar de hacerlo por sus propios medios, ofrécete a ayudarla a buscar tratamiento.
- Si es posible, elimina los elementos potencialmente peligrosos de su casa. Si puedes, asegúrate de que la persona no tenga a su alrededor elementos que pudiera usar para cometer suicidio, como cuchillos, hojas de afeitar, armas o medicamentos. Si la persona toma un medicamento que podría usar para provocar una sobredosis, anímala a que alguien más lo tenga y se lo administre según las indicaciones médicas.
Tómate en serio todos los signos de comportamiento suicida
Si alguien dice que está pensando en el suicidio o se comporta de una forma que te hace pensar que la persona podría tener pensamientos suicidas, no le quites importancia a la situación ni la ignores. Muchas personas que se suicidan han expresado su intención en algún momento. Quizás pienses que estás exagerando, pero la seguridad de tu amigo o ser querido es lo más importante. No te preocupes porque esto genere tensión en la relación, ya que la vida de alguien está en juego.
Tú no eres responsable de evitar que alguien termine con su vida, pero tu intervención puede ayudar a la persona a ver que hay otras opciones disponibles para mantenerse seguro y recibir tratamiento.
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Las relaciones familiares
LA FAMILIA Y LA COMUNICACION
Qué es la comunicación
La comunicación es la transmisión de mensajes entre las personas y constituye el fundamento de las relaciones humanas. La comunicación no se reduce al hecho de solo hablar, puesto que dos personas pueden hablar entre sí y no comunicarse. Para que se dé el proceso de la comunicación entre dos personas tiene que establecerse un intercambio de mensajes o permuta de información. En la comunicación se establece una reciprocidad entre los dos comunicantes, un intercambio de información, ideas, pensamientos, sentimientos. El proceso de la comunicación se produce cuando un emisor (el que habla), transmite un mensaje (información que se transmite: pensamiento, opinión, sentimientos) a un receptor (el que escucha), y este mensaje es recibido y comprendido por el receptor.
EMISOR ➙ MENSAJE ➙ RECEPTOR
Para comunicarse con otra persona no basta con hablar hay además que conseguir:
– Elaborar claramente la idea que queremos transmitir: mensaje.
– Captar la atención del oyente: conseguir ser escuchado.
– Transmitir un contenido comprensible para el oyente: código común.
– Que nuestro mensaje sea comprendido por el oyente: interpretación del oyente.
– Que el oyente nos dé un mensaje de vuelta: que nos transmita lo que ha comprendido.
Sí esto se produce con éxito se establece un circuito de comunicación entre emisor y receptor produciendo lo que se conoce como feed-back o retroalimentación. Se establece un proceso creativo en el que dos personas establecen un modo de compartir y de conocerse. El objetivo de la comunicación es que el mensaje que queramos transmitir sea descifrable por un código común para que se dé el entendimiento entre las dos personas. Es obvio que esto no se produce con éxito en muchas ocasiones: las personas no se entienden, se malinterpretan, la conversación se interrumpe, se produce la comunicación rebote, o lo que es peor, se convierte en gritos. Cuando un mensaje expresado y recibido que no se atiene a las normas de un código común se producen carencias que se prestan a múltiples interpretaciones subjetivas o personales, lo que conduce a elaborar errores perceptivos y juicios anticipados de comprensión. Los déficits o carencias que pueden entorpecer el proceso de la comunicación pueden ser:
Respecto del que habla:
– No conoce a la persona a quién se dirige.
– No habla el mismo lenguaje que su interlocutor.
– No se adapta a los niveles de edad y conocimientos del otro.
– No sabe con qué objeto inicia la comunicación.
– No se comunica directamente por miedo a las consecuencias.
Respecto al que escucha
– No ha escuchado correctamente el mensaje.
– No interpreta adecuadamente el mensaje.
– No muestra interés por lo que se dice.
– No da señales de escucha, no responde.
– Carece de habilidades para escuchar.
Respecto del mensaje
– No es comprensible, no se adecúa a las características del oyente.
– Es difícil de interpretar, es abstracto, ambiguo.
– No es directo y se expresa con rodeos.
– No es interesante, no incita a comunicarse.
Tipos de comunicación
Pensamos que solo hay comunicación si hablamos, si decimos palabras, pero el hecho de no hablar no significa que no haya comunicación. La comunicación es algo mucho más amplio que incluyen otros elementos no menos importantes como: el lenguaje corporal, el movimiento, los gestos.
La comunicación entre los seres humanos incluye dos elementos: el contenido (la palabra) y la forma (la manera de decir el contenido).
La comunicación comprende dos formas o canales de transmitir la información o mensaje:
Comunicación verbal: Con ella nos comunicamos a través de las palabras, por medio del lenguaje oral. El aspecto verbal transmite el contenido de la comunicación, lo que queremos decir.
Comunicación no verbal: Con ella nos comunicamos a través de los gestos, la expresión facial (mirada, sonrisa), el código corporal (posturas), los aspectos no lingüísticos de la conducta verbal como el tono de la voz, el ritmo, la velocidad de la conversación, las pausas, y también con la utilización del espacio personal como la distancia de interacción con la persona con la que hablamos. El aspecto no verbal transmite la forma, es decir los sentimientos y las emociones del emisor que mediatizarán la interpretación del mensaje verbal por parte del receptor.
La comunicación verbal y no verbal deben tener una coincidencia para que los mensajes sean recibidos de forma coherente, si no es así el mensaje queda invalidado y normalmente en estos casos predomina la información no verbal, es decir, cuando con la palabra queremos decir una cosa (mensaje verbal o contenido) y con los gestos (mensaje no verbal o la forma) otra, el mensaje al que prestamos atención es al no verbal. La comunicación no verbal es a la que más atención prestamos y la que más nos impacta puesto que proporciona una información más fiable en situaciones en las que no podemos confiar en lo que se está comunicando con palabras, bien porque quien habla propone intencionadamente engañarnos, bien porque ha bloqueado o reprimido la información que deseamos conocer. Esto hace que el proceso de la comunicación sea todavía más complejo ya que el mensaje tiene un contenido o lo que se dice, pero también una forma o como se dice, que modula y expresa la intención del que habla. Es más fácil disimular, o engañar, con los aspectos verbales que con los no verbales.

Barreras en la comunicación familiar
Debido a que la comunicación tiene dos canales es posible cometer algún error para hacernos comprender.
Podemos hablar de obstáculos en la comunicación cuando: – Hacemos un discurso excesivamente emocional: exceso de conducta emocional durante el habla.
– Hablamos demasiado bajo o demasiado alto: no modular el tono de voz.
– Hablamos excesivamente rápido o lento: no regular el ritmo de la conversación.
– Hablamos menos de lo normal: permanecer pasivo en la conversación, sin opinar, sin preguntar, o asentir.
– Hablamos demasiado: hablar excesivamente interrumpiendo y sin escuchar lo que el otro dice.
– Adivinamos el pensamiento del otro: suponer lo que el otro va a decir o sentir. – Hablamos negativamente: expresar con frecuencia comentarios y opiniones negativos de los demás o de las situaciones.
– Damos poca información: dar menos información de la que se considera necesaria para continuar una conversación.
– Damos información redundante: repetir información ya conocida.
– Damos respuestas cortantes: responder con insultos, malos modos o expresiones ofensivas.
– Contraatacamos: responder a una queja con otra sin intentar solucionar el problema.
– Tendemos a no reconocer o dar la razón al otro: no ceder en las discusiones, no admitir ni reconocer el punto de vista de los demás.
– No especificamos: no concretar, realizar un discurso excesivamente abstracto, general o superficial.
– Desviamos el tema: introducir otros temas en la conversación que impiden profundizar en uno de ellos o alcanzar el objetivo propuesto.
– Evitamos temas de conversación: mostrar desinterés.
– Generalizamos excesivamente: referirse a hechos y comportamientos que suceden de vez en cuando como si ocurrieran continuamente.
– Hacemos afirmaciones radicales o dogmáticas: ser categórico en las afirmaciones utilizando expresiones del tipo “todo o nada”, “blanco o negro”.
– Somos pedantes: utilizar palabras complicadas o difíciles o raras.
– Respondemos insuficientemente: no responder a todo lo que se pregunta, responder con monosílabos dificultando la conversación. –
Respondemos en exceso: alargarse demasiado en las contestaciones yendo más allá de lo que se había preguntado.
– Detallamos en exceso: explicar, clarificar o discutir detalles sin importancia. – Interrumpimos con frecuencia: intervenir cuando el otro está hablando sin respetar su turno de palabra.
– No tenemos un lenguaje positivo: omitir alabanzas o no decir cosas agradables sobre lo que el otro dice o hace. Intente evitar este tipo de comunicación siempre que le sea posible. Notará que el “encuentro” con el otro es una experiencia diferente.
HABILIDADES EN LA COMUNICACIÓN FAMILIAR
En este punto vamos a tratar una serie de habilidades para conseguir una comunicación positiva con los demás. Se trata de conseguir un estilo de comunicación que sea beneficioso y eficaz en la relación familiar, es decir, aprender a hablar para hacerse comprender y comprender al otro. En primer lugar debemos hacer referencia a la habilidad básica en la comunicación humana: la escucha activa.

Cómo mejorar la comunicación
A la hora de expresarnos no todas las personas somos iguales, muchos consideran que no hay que expresar los sentimientos, las emociones o los deseos, les asusta hablar de ellos o se sienten ridículos al tener que hacerlo. Son personas que no expresan sus opiniones o deseos por temor a molestar a los demás o porque creen que así les da “armas” al otro que luego puede utilizar. A menudo estas personas suelen ceder ante los deseos de los demás y decimos que se dejan manipular. Otras personas, en cambio, son demasiado espontáneas en la expresión de sus sentimientos, emociones y deseos, lo hacen sin pensar y a veces pueden resultar algo bruscos o incluso agresivos y pueden herir o avasallar a los demás.
Una comunicación equilibrada consistiría, por tanto, en encontrar el punto medio entre estos dos extremos de comportamiento: alcanzar la expresión abierta y serena de nuestras opiniones, deseos y sentimientos sin herir ni dañar a la otra persona.
Para encontrar este punto medio vamos a intentar diferenciar los distintos estilos de comportamiento que podemos tener en la relación con los demás: pasivo, agresivo y asertivo.
A continuación explicaremos los estilos de la comunicación y lo que es el comportamiento asertivo o la autoafirmación personal y sus beneficios en la relación humana. Profundizando en cuales son nuestros derechos en la relación con la otra persona. Señalaremos las bases de una relación sana, libre y respetuosa. La clave de la asertividad es encontrar un equilibrio entre los deberes y los derechos que nos imponemos hacia los demás, para que nadie salga perdiendo. Finalmente veremos las habilidades de autoafirmación y estrategias para que le pueda ayudar a conseguir una comunicación más clara, sincera y auténtica con los suyos, sin dejarse manipular y evitando malentendidos, enfados y disgustos.
Principales estilos en la comunicación: pasivo, agresivo y asertivo.
Se sabe que cada persona tiene su peculiar manera de reaccionar ante las situaciones.
La escucha activa.
A veces los padres no consiguen descubrir los deseos o necesidades de sus hijos, no suelen prestar el tiempo suficiente a escuchar u observar que es lo que su hijo solicita, por lo que intentan compensar con interrogatorios que de ningún modo transmiten al niño que se ha comprendido sus sentimientos, emociones o preocupaciones.
– La escucha activa es la única forma de conectar con el niño y de entrar en su mundo.
– Os permite comprender a vuestro hijo y acceder a esa personalidad que se está formando. Os ayuda a transmitir al niño que le comprendéis y respetáis.
– Facilita que el niño se sienta con más confianza, al ser escuchado.
– Os permite empatizar con vuestro hijo.
– La escucha activa es una habilidad que desarrolla la capacidad de empatía hacia los demás, esto significa que aprendemos a ponernos en el lugar del otro cuando habla, y no solo oír lo que nos dice sino, y lo más importante, imaginar como se siente y los motivos o necesidades que le inducen a decir lo que dice. La empatía es mucho más que la simpatía (caer bien o ser agradable), es la capacidad de hacer que la otra persona sienta que reconocemos sus sentimientos y respetamos sus motivos.
Las personas pueden comportarse de manera pasiva, agresiva o asertiva dependiendo de la situación o de su manera de comportarse. Por supuesto que no siempre actúan de la misma manera, sino que emplean una u otra forma en diferentes ocasiones. Pero cuando siempre actúa de la misma manera hablamos de una tendencia fija de comportamiento. Cuando aprendemos a identificar y comprender cada uno de estos distintos modos de reaccionar podemos darnos cuenta de las consecuencias que obtenemos con ellos. Las personas que se comportan de manera pasiva suelen ceder ante los deseos y propuestas de los demás, nunca consiguen hacer lo que desean, suelen dar preferencia a los derechos de los demás sobre los suyos, y aunque suelen ser muy queridas por lo “buenas personas” que son con los demás, a la larga se sienten frustradas, anuladas y manipuladas por los demás, lo que les causa graves problemas de autoestima. Las personas que se comportan de manera agresiva, siempre consiguen lo que quieren aún a costa de molestar, ofender o herir a los demás, siempre prevalecen sus necesidades y deseos sin considerar las de los demás, son poco queridas y suelen ser rechazadas, lo que también repercute en su autoestima. Las personas que se comportan de manera asertiva consiguen más a menudo lo que desean y, lo que quizás es más importante, respetan los derechos propios y los de los demás, por lo que se sienten más satisfechos consigo mismos y en la relación con los demás. La idea es que aprendamos a identificar los diferentes estilos de comportamiento en la comunicación para potenciar las conductas asertivas y minimizar las otras ya que estas últimas crean sentimientos negativos en los demás y en nosotros mismos.
Video escucha activa
El comportamiento pasivo
Hace referencia a cuando una persona se expresa de tal manera que no hace valer ni sus opiniones, deseos ni sus propios derechos. No expresa de un modo directo a los demás sus sentimientos, sus necesidades o sus pensamientos, de tal modo que inhibe su comportamiento y no consigue alcanzar su objetivo en la situación o resolverla de manera eficaz. Estas personas respetan en exceso a los demás, pero no se respetan a sí mismas. A veces se comportan así por una excesiva sensibilidad hacia los demás o por inseguridad. Por este motivo suelen perder autoestima y no están a gusto en sus relaciones interpersonales. Pueden ser utilizados por los demás, ya que resulta fácil manejar su comportamiento. El comportamiento pasivo se caracteriza por:
No saber cuáles son sus derechos o no saber cómo defenderlos.
• No tener criterios propios. Quedarse callados y esperar a que los demás tomen las decisiones por ellos.
• Un habla temblorosa, voz baja que se acompaña de silencios. Acompaña casi siempre en su hablar palabras como: “quizás, supongo, tal vez, realmente no es importante, tienes razón…”.
• Un comportamiento no verbal que se manifiesta en una mirada huidiza y asustada, sin mirar al otro, cara triste y los hombros generalmente encogidos. Gestos desvalidos.
• Trata de negar o quitarles importancia a las situaciones si le cuestionan, e incluso llega a evitar enfrentarse en la discusión, aunque tenga razón.
El comportamiento agresivo
Hace referencia a cuando la persona se expresa de tal manera que no respeta los derechos de los demás. Expresa de un modo directo pero inadecuado sus deseos o sentimientos de manera que es probable que consiga sus objetivos en la situación pero a costa de herir o faltar al respeto a su interlocutor, ya que no tiene en cuenta sus puntos de vista ni sus sentimientos. La persona agresiva antepone sus deseos, opiniones y necesidades no respetando los sentimientos de los demás. Impone sus criterios para conseguir lo que quiere.
El comportamiento agresivo se caracteriza por:

El comportamiento asertivo
Hace referencia a cuando la persona se expresa de forma que respeta tanto los derechos propios como los ajenos. Supone un estilo de comunicación en el cual se expresan directamente y abiertamente los propios sentimientos, las necesidades, las ideas, los derechos legítimos y opiniones sin amenazar o agredir a los demás, es decir: respetando lo del otro pero expresando lo propio. Estas personas conocen y tienen en cuenta las necesidades, sentimientos y emociones de los demás sabiendo que son las mismas que las suyas. Con su actitud refleja que la persona se gusta sí misma, se respeta y sabe mantener la calma en las situaciones difíciles. Pero también respeta a los demás. El comportamiento asertivo se caracteriza por:

La asertividad o la autoafirmación personal.
La asertividad no es un rasgo de personalidad que unos tienen y otros no, es un estilo de comportamiento que se manifiesta a través de la comunicación y que, como tal, puede aprenderse. Tras conocer la asertividad veamos qué comportamientos asertivos constituyen la base de una autoafirmación personal. Ser asertivo significa confiar en uno mismo, en nuestras opiniones, nuestros derechos, deseos, relaciones, etc. Es lo que definimos como la autoafirmación personal: responsabilizarse uno mismo de sus sentimientos, emociones, pensamientos, opiniones, derechos, y darlos a conocer a los demás. También significa aceptar que los demás también tienen exactamente el mismo derecho a autoafirmarse.
Hay varias clases de asertividad:
1. La asertividad positiva. Consiste en expresar de forma clara, abierta y sincera el afecto y los sentimientos positivos que se sienten o que le hacen sentir otras personas. Es reconocer todo aquello que le gusta de los demás y ser capaz de expresarlo sin vergüenza y sin miedo. Ejemplos de comunicación asertiva positiva: “Me gusta mucho trabajar contigo; me haces las cosas muy fáciles; estoy feliz de haberte conocido: siento admiración por ti…”.
2. La asertividad negativa. Consiste en saber decir no o saber negarse cuando no estamos de acuerdo con lo que nos piden, por ejemplo: “No voy a ir a esa fiesta; no quiero, no me apetece; no estoy de acuerdo contigo; no, eso no lo voy a hacer…”. También consiste en expresar comentarios o sentimientos negativos cuando la conducta de alguien nos hace sentir mal o nos incomoda, por ejemplo: “Me molesta que me interrumpas delante de la gente; me gustaría que me respetaras cuando hablo con alguien; no me parece bien lo me que has hecho; estoy molesto contigo…”. Esta afirmación negativa, que consiste en expresar lo que nos hace sentir mal y aclararlo para que no vuelva a suceder, ayuda a sentirnos mejor al expresar lo que sentimos y nos ayuda a mejorar las relaciones.
3. La asertividad empática. Consiste en expresar nuestros deseos y sentimientos pero después de haber reconocido la situación y los sentimientos del otro: “sé que estás cansado y ya no aguantas más pero yo necesito que ahora me ayudes; se que puede que no te guste pero quiero decirte algo…”.
4. La asertividad progresiva. Comienza cuando a pesar de los esfuerzos por ser asertivos y empáticos, la otra persona no responde positivamente. Entonces debemos aumentar la firmeza y repetir nuestra postura pero sin ponernos agresivos, por ejemplo: “por favor, te estoy pidiendo que dejes de interrumpirme, cállate ya…”.
Tenga en cuenta
• Desarrolle y practique su asertividad.
• Enseñe, desarrolle y déjele practicar a su hijo su asertividad en la familia. Este aprendizaje le servirá de mucho para luego fuera de casa.
• La familia es nuestra primera y mejor escuela de aprendizaje.
• Ustedes los padres son los mejores maestros de sus hijos. Enséñenles con interés, amor y paciencia. Es una de las mejores inversiones que pueden hacer por ellos. Creemos que es fundamental situarnos en el contexto ético de las relaciones personales para así analizar y comprender cuales son los límites de nuestra libertad y la de los demás, y, sobre todo. También revisaremos cuáles son las “obligaciones morales” que nos asignamos respecto a los demás, que impiden que seamos nosotros mismos, y que, muchas veces, nos hacen sentir malestar o culpabilidad.
Los derechos personales
En este apartado pretendemos dar unas ideas y contenidos que puedan servir para elaborar un concepto filosófico del ser humano y que facilite mayores herramientas para captar y comprender las relaciones interpersonales. Libertad y responsabilidad «Las personas nacemos libres». Con esta afirmación queremos destacar el hecho de que nuestra especie, la especie humana, es libre. La libertad ha sido entendida de muy diversas maneras, pero todos estamos de acuerdo en que la libertad que entendemos y de la que hablamos no significa “libertad-para-actuarlo-todo”. Desde luego disponer de libertad para actuar como uno desea en un momento dado es una opción de vida que forma parte de nuestras fantasías, aunque sabemos que en el fondo es una quimera en la que nadie puede creer. Efectivamente, si los seres humanos fuéramos completamente libres para actuar, no existiría entonces ninguna limitación sobre nosotros para poder hacer aquello que nos apeteciese en el momento que quisiéramos y, esto, excepto en el caso de un “supermán”, es absolutamente imposible mantener. El hombre es un ser muy limitado en sus deseos y acciones, tanto por sus propias características biológicas como por vivir en un grupo humano y social donde es necesario establecer límites, normas y reglas de convivencia. Nuestra libertad termina donde empieza la del otro. La convivencia social impone unas limitaciones, restricciones a la libertad de actuación, expresadas en forma de leyes y normas de conducta (código civil, código penal, código de circulación, Leyes, etc.). Si el ser humano desea vivir en comunidad beneficiándose de las ventajas que la organización social proporciona, debe entonces admitir una enorme cantidad de restricciones a su libertad de acción. Sin embargo la libertad de la que hablamos aquí es de la verdadera libertad del hombre, la que se refiere a la naturaleza intrínseca de todo ser humano: LA LIBERTAD PARA TOMAR DECISIONES EN UN MOMENTO DADO.
No obstante, por lo mismo que la persona es libre para tomar sus propias decisiones en cada momento tiene también que estar dispuesta a hacer frente a las consecuencias de sus actos. Esto es lo que llamamos RESPONSABILIDAD. Nos educan en la dependencia y la amabilidad hacia los demás. Ahora bien, cuando crecemos la realidad que se nos muestra es bien distinta, tenemos que manejarnos en una sociedad que nos exige individualismo, iniciativa, independencia, autosuficiencia para ser respetados, para ser contratados e, incluso, para ser deseados o admirados. Vivimos en una sociedad que espera que seamos asertivos, que tomemos decisiones, que opinemos, que llevemos la iniciativa y no estamos preparados para ello. En nuestra convivencia, en las relaciones laborales, familiares o de pareja tenemos algunos márgenes para la libertad personal, pero a veces no sabemos como administrar esta libertad de decisión y de actuación. En la expresión de esta libertad en ocasiones nos quedamos cortos, renunciamos a ella, nos dejamos llevar por los demás, lo que hace que vivamos con frustración las relaciones y nuestras vidas; en otras nos pasamos, no tenemos en cuenta los márgenes de libertad de los demás, lo que hace que nos aislemos y vivamos una existencia desconectada y egocéntrica.
Autenticidad y espontaneidad
Una de las consecuencias más temidas de la interacción social es perder el aprecio o la estima de los demás. Esto es: ser criticados y rechados por lo que hacemos y decimos o por lo que no hacemos o no decimos. Cuando somos niños es vital para nosotros el afecto y el aprecio de los demás, y es de tal importancia que, cuando nos convertimos en adultos, continuamos necesitando que nos aprecien y estimen. Muchas de nuestras acciones y decisiones las tomamos por miedo, por temor a que nos rechacen, o que no nos valoren. Esto nos hace actuar en función de agradar a los demás antes que de buscar nuestros propios intereses. Este esquema mental influye tanto en los niños como en los adultos puesto que puede condicionar nuestro comportamiento: nos puede hacer perder nuestra espontaneidad y autenticidad por el hecho de intentar contentar a los demás y ganar su aprecio.
Libertad y responsabilidad van íntima e indisolublemente unidas, cuando conseguimos un comportamiento personal y social basado en ellas nos mostramos tal y como somos y no como quieren los demás que seamos. Así es posible autorrealizarnos expresando abiertamente nuestra personalidad, y demostrar una de las cosas más valiosas que tenemos los seres humanos: nuestra autenticidad y espontaneidad. Una lectura de los derechos personales (expuestos más abajo) nos puede aclarar y guiar bastante dentro de esto márgenes de libertad personal, teniendo en cuenta que por lo mismo que la persona es libre para tomar sus propias decisiones en cada momento tiene que estar también dispuesta a hacer frente a las consecuencias de sus actos. Todo ser humano por el hecho de ser libre para tomar decisiones, tiene unos derechos fundamentales personales. La carta de los Derechos Humanos Asertivos que presentamos a continuación está compuesta de afirmaciones o declaraciones sobre nuestras verdaderas responsabilidades para con nosotros y para con los demás, así como también declaraciones acerca de nuestra aceptación y condición de seres humanos, que señalan los límites prácticos de lo que los demás pueden esperar de nosotros y nos proporciona las bases filosóficas para la asertividad. Un ser humano auténtico, por el mero hecho de serlo, tiene los siguientes derechos:




Las habilidades de autoafirmación.
Para cultivar una óptima valiosa y práctica asertividad tenemos que poner en funcionamiento las siguientes habilidades:
• Hacer y recibir cumplidos Mediante los cumplidos se destaca las características positivas de una persona o de la tarea que está realizando. Los cumplidos actúan como refuerzo positivo (recompensa) y hacen las relaciones más agradables, hacen ver que no nos olvidamos de las personas y que se las valora. La forma de hacer un cumplido es referirse a alguna conducta, la apariencia o las características de su hijo. Hay que ser específico, diga exactamente lo que le gusta y diga el nombre de la persona a quien se lo dirige. No escatime cumplidos a sus familiares y en especial a su pareja e hijos. Ejemplo: “Maria, me ha gustado mucho que juegues sin pelearte con tu hermano pequeño, estoy orgullosa/o de como te has portado esta tarde”.
• Hacer peticiones Con hacer peticiones nos referimos a pedir favores, reclamar ayuda, solicitar a otra persona que cambie de conducta, en definitiva, reivindicar lo que se quiere, siempre que no atropellemos los derechos de los demás. Usted debe aprender la habilidad de realizar peticiones de manera que no moleste a quien se lo pida y que acceda a su petición la mayoría de las veces, aunque, ha de tener presente que la otra persona tiene derecho a decir no.
En este sentido tenga presente:
– Sea directo. No es necesaria ninguna justificación, aunque una explicación ayuda bastante: “Quiero pedirte algo: por favor, me cambias el turno de trabajo el sábado? Necesito ese día libre.”
– No tome las respuestas negativas como algo personal. Estar preparados para el no. El otro también tiene su derecho a negarse.
– No disculparse por tener que pedir algo: “Perdona, no debería pedírtelo…”.
– Volver a repetir la petición o clarificarla, si vemos que no accede a la primera: “Tal vez no me haya usted entendido, necesito el coche para el lunes, quisiera que hicieran todo lo posible para tenerlo acabado el lunes”.
Nunca utilizar la amenaza, la coacción, o el insulto para conseguirlo.
• Rechazar demandas: decir no Cuando se nos hace demandas que consideramos no son adecuadas o no queremos atenderlas, tenemos que ser capaces de rechazarlas o a decir no. Para ello contemple lo siguiente:

– Diga simplemente no. Puede dar una explicación si lo cree conveniente, pero recuerde, no está obligado a justificarse. Los mejores motivos son los que se basan en sus propios deseos, o puntos de vista: “no me gusta, no me apetece, no me parece bien, no quiero…”
– Si duda, pida tiempo para meditar la decisión, no se deje presionar, diga: “lo tengo que pensar.”
– No dé excusas, dan pié a que sean invalidadas y es el comienzo del juego de la manipulación. Cuantas más pegas le encuentre usted a hacer lo que le piden, más soluciones le dará su interlocutor para que usted lo haga, si no tiene ganas de ir, no diga: “es que no tengo coche”, pues le pueden responder: “tranquilo, vamos en taxi”.
– Sepa aceptar las consecuencias de su decisión. La mayoría de las personas se enfadan o disgustan cuando reciben un no. No intente quedar bien si va a decir no, confórmese con mantenerse sereno/a usted y no ofender a la otra persona. – Ofrezca una alternativa viable para ambos, si la otra persona le importa y usted desea mantener una buena relación.
– Repetir la negativa, en caso de insistencia y de intentos de manipulación por parte de la otra persona (en el caso que pretenda que se sienta usted responsable de solucionar su situación).
• Mantenerse firme en su negativa
– Se trata de defender su punto de vista, su negativa, su postura con tranquilidad, sin dejarse manipular por aspectos irrelevantes, excusas triviales o la agresividad del interlocutor.
– Debe hacer caso omiso a los intentos de manipulación por parte del interlocutor, este puede recurrir: al recurso a la buena relación, a hacerle responsable de la situación, a amenazas de posibles consecuencias negativas. Debe no dejarse influir por todas estas argucias.
– Repetir, con firmeza, hasta que el interlocutor se convenza de su postura o le ofrezca una alternativa viable.
• Hacer frente a las críticas La mejor manera de reaccionar ante una crítica consiste en analizar serenamente cuál es el tipo de crítica que le están haciendo, aceptar las que son justas y defenderse con buenos modales de las injustas. No ponerse nervioso, ni contraatacar con críticas a la otra persona. Reflexionar con claridad para detectar si son adecuadas o no. No sentirse humillado, no deshacerse en justificaciones o excusas, aceptar serenamente el punto de vista de la otra persona sin creer que éste nos define como personas. Hay varias formas de hacer frente a las críticas, por ejemplo, mediante: – Acuerdo asertivo. Es una técnica para reaccionar cuando recibe una crítica que es una descalificación personal hacia usted y que se basa en un comportamiento suyo que ha podido causar molestia. Ante estas situaciones usted debe aceptar la crítica, pero subrayando que es su conducta la criticable y no usted como persona. Si le dicen: “eres un irresponsable, por tu culpa he llegado tarde”, puede decir: “no soy irresponsable, es verdad que me he olvidado de la cita, pero tu también te podías haber acordado”.
– Pregunta asertiva. Esta técnica consiste en pedirle más información y aclaraciones a la persona que nos hace la crítica. Son preguntas destinadas a saber a qué se refiere exactamente con su crítica, por ejemplo: ¿a qué te refieres cuando dices que…?
– Defensa asertiva. Con esta técnica se trata de mostrar acuerdo, pero no ceder a lo que se está pidiendo. Al mantenerse firme en su conducta, hará que el otro considere su postura y tenga en cuenta la suya. Mediante esta técnica hace ver que escucha a la persona que le está hablando, pero que no está dispuesto a ceder a su exigencia, puede decir: “es posible que tengas razón, pero de todas formas yo creo que…”, “probablemente estés en lo cierto, pero aun así sigo pensando que…”
• Expresar molestia, desagrado o desacuerdo Consiste en expresar firme y serenamente los sentimientos o reacciones que nos produce una determinada conducta de la otra persona y sugerirle abiertamente que lo reconsidere o cambie. Al hacerlo debemos tener en cuenta:
– No generalizar a toda su persona. Concretar y especificar la conducta que nos desagrada sin referirnos a ella como persona, por ejemplo, decir: “me molesta, o me siento mal, o me disgusta…que me grites cuando me equivoco…”, o “me molesta… que me insultes o descalifiques cuando hago…”, no decir: “me gritas o me insultas porque eres una persona mala…”.
– Pedir un cambio de conducta en la otra persona: “me gustaría que no me observaras tanto cuando hago mi cama, así evitaremos los enfrentamientos y los gritos…”
– Reconocer empáticamente los motivos o esfuerzos que la otra persona pone en nosotros: “sé que tienes mucha ilusión en que aprenda a hacer la cama como tú, pero dame algo de tiempo…”
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CARACTERISTICAS DE LA COMUNICACIÓN CON LOS HIJOS
Con el adolescente, dada la situación especial por la que pasan, son un grupo de personas especialmente sensibles a las críticas y desconsideraciones de los demás. Por ello reaccionan emocionalmente de forma tan intensa cuando sus padres les muestran criticas o rechazo a sus opiniones, gustos o costumbres. También, por lo mismo, resultan un blanco tan fácil para la manipulación por parte de su grupo de amistades. Posiblemente es este el motivo por el que les resulta tan fácil a los miembros de un grupo adolescente convencer a los más débiles a someterse a sus normas, valores y “reglas”. Los adolescentes carecen todavía de las habilidades necesarias para hacer frente a dicha presión de grupo, manipuladora y, en algunos casos, perjudicial para su autoestima, que les dificulta, cuando no les impide crecer como personas y convertirse en adultos dinámicos, animosos y auténticamente libres.
Un problema básico de los adolescentes suele ser el saber tratar con la gente, tanto con los menores, como con los iguales y mayores que ellos. Desde luego, los adolescentes no siempre poseen las habilidades necesarias para relacionarse entre ellos y con otros adultos de manera asertiva. Muy a menudo actúan de modo pasivo o agresivo. Siempre es posible comprobar cómo algunos chicos se dejan avasallar por otros que abusan física o verbalmente de ellos. Por otra parte los muchachos agresivos, en muchos casos se comportan así porque desconocen otro modo más apropiado para hacerlo. El aprendizaje del comportamiento asertivo y el conocimiento de los derechos personales permite tanto a unos (los pasivos) como a otros (los agresivos) relacionarse entre sí de manera mucho más satisfactoria, pudiendo resolver de manera eficaz los problemas que presenta la convivencia social. A continuación recogemos consejos para tratar a adolescentes.

EL DIÁLOGO PADRES-HIJOS EN LA ADOLESCENCIA
Anteriormente vimos la comunicación, los principales estilos en la comunicación y la asertividad. Aquí, por su importancia, queremos centrarnos en el tema específico del diálogo de los padres con los adolescentes. Sugerimos algunas ideas a tener en cuenta para el diálogo entre los padres e hijos adolescentes:
Tomamos el siguiente texto de J. J. Brunet y J. L. Negro porque ayuda a esclarecer los problemas de comunicación entre los padres y los adolescentes
Sin pretender que éstas sean todas las causas de los conflictos entre los adolescentes y sus padres, proponemos aquí algunas reflexiones para analizar el problema.
• Hay que tener en cuenta los aspectos característicos de la adolescencia.
• Hay que tener presente qué estilos educativos se han empleado y se emplean. • Hay que conocer el entorno en el que se relaciona el adolescente.
• Hay que conocer su carácter y personalidad. El diálogo entre padres e hijos: su importancia para resolver conflictos La comunicación es el mejor modo de intentar resolver los conflictos. Si bien es cierto que no todo diálogo consigue eliminar la tensión entre los interlocutores, y también es cierto que determinadas palabras no hacen sino agravarla, no obstante, el diálogo parece, en principio, como un medio privilegiado para alcanzar el entendimiento y lograr la negociación.
En cualquier conflicto de relación intervienen básicamente tres elementos:
• Las personas implicadas.
• El problema que se plantea.

• El proceso o la forma de intentar resolverlo. Intentar resolver un conflicto mediante el diálogo supone, por tanto:
• Definir claramente el problema, exponer abiertamente todos aquellos aspectos que pueden originar el conflicto.
• Saber expresar y poner el nombre a los sentimientos que en cada uno de los implicados provoca dicho desacuerdo.
• Encontrar las alternativas viables para resolverlo y lograr los acuerdos posibles, de modo que la solución sea satisfactoria para las dos partes sin que ninguno pueda considerarse vencedor o perdedor absoluto. Acostumbrar a sus hijos a utilizar este sencillo esquema de resolución de problemas o conflictos y utilizarlo en la relación con ellos puede ser de gran utilidad, sobre todo con los adolescentes. Pero recuerde que necesita ser practicado desde los primeros años de sus hijos para que cuando lleguen a la adolescencia lo vean como normal. A continuación les proponemos que tengan en cuenta algunas ideas que los autores citados (Brunet y Negro) sugieren como:


Y, finalmente, recuerde que necesita una buena dosis de PACIENCIA, PACIENCIA, PACIENCIA… Y SENTIDO DEL HUMOR. Porque un adulto no se hace en un día ni en un año. Y hay que saber esperar. Pero recuerde, nunca con los brazos cruzados sino con una actitud comprensiva, facilitadora, comprometida y responsable.
Taller La comunicación familiar

LAS PELEAS FAMILIARES
El concepto de pelea al que nos referimos aquí contempla situaciones que suelen darse entre las personas, y por tanto también en la familia, que se pueden definir como:
– Discusiones.
– Enfrentamientos.
– Conflictos.
Por tanto, entendemos por peleas aquellas situaciones en las que entre dos o más personas se producen: enfrentamientos por posiciones personales; discusiones por puntos de vista diferentes; disputas por conseguir alguna cosa, rivalidades por querer ganar en algo… Abordamos este tema porque consideramos que es frecuente que en las familias se produzca en algún momento una situación que genere enfrentamientos o conflictos entre sus miembros. En este sentido no debemos olvidar que nuestras vidas no carecen de conflicto, produciéndose las primeras discusiones o conflictos en el núcleo familiar.
Por ello llegamos a tres importantes conclusiones:
1. La pelea de la familia es normal.
2. Comprender y utilizar los resultados de una pelea que se produce por motivos justos (y no incluye el uso de la fuerza) puede ser una forma positiva de producir cambios beneficiosos para el crecimiento de la familia y, por lo tanto, de sus miembros.
3. Por contra, cuando la pelea es injusta (e incluye el uso de la fuerza) puede resultar un arma peligrosa ya que puede afectar, e incluso destruir, la familia y causar un inmenso daño a sus miembros.
Pelea constructiva / pelea positiva
Pelear es algo normal (esto es lo primero y más importante que debemos recordar acerca de la pelea), es parte esencial del crecimiento personal, y es tan importante como el contacto físico y el afecto. Por ello, a continuación mencionaremos algunas actitudes y creencias erróneas que aún mantenemos y que interfieren cuando tratamos de aprender a pelear de forma constructiva.
Creencias erróneas
1. Pelear es malo. No hay nada esencialmente malo en la pelea, siempre que sea justa, pues permite que los sentimientos ocultos salgan a la superficie. Lo importante es que la pelea tenga un motivo justo y sea establecida dentro de unos límites razonables y controlados.
2. La familia que se pelea habitualmente está enferma y necesita ayuda. Esta creencia. No minusvalore nunca la importancia de los problemas de sus hijos: lo que nos hace sufrir nunca es una tontería, puesto que nos hace sufrir. Huya en sus conversaciones de todo lo que pueda parecer interrogatorio intempestivo o curiosidad por la vida privada de su hijo. Recuerde que su hijo es estudiante, pero no sólo estudiante, los libros abren a la vida pero, no lo olvide, la vida es mucho más grande que los libros. Trate de proponer o sugerir a sus hijos metas más que imponerlas. Pero no renuncie a ofrecerle su apoyo y su exigencia. Dialogar no es ceder de su responsabilidad de padres.
Y procure mantener el difícil equilibrio entre la libertad y la responsabilidad. Una familia que se pelea dentro de límites razonables es saludable, mantiene una dinámica vital y no debe ser considerada, por ello, de enferma.
3. La pelea o enfrentamiento familiar puede evitarse. El enfrentamiento familiar no sólo no es inevitable, sino que en algunos momentos no debería evitarse, pues por medio de él pueden aclararse y solucionarse los conflictos, malos entendidos o confusiones.
4. Todas las disputas familiares pueden resolverse mediante un acuerdo. Tan importante como resolver la situación a través de acuerdos es saber tolerar y aceptar las diferencias de los demás. Las familias que aprenden a vivir aceptando las diferencias individuales son más fuertes.
5. Una vez que la pelea familiar se resuelve, está definitivamente resuelta. Esto también es erróneo porque luego comprobamos que, una disputa “resuelta” años atrás puede aflorar de pronto bajo una nueva forma, pero tan desagradable como lo fue antes. No obstante, si es cierto que la mayoría se resuelven definitivamente. Padres e hijos son enemigos declarados. Esto es totalmente falso, pues las necesidades de los padres coinciden ampliamente con la de los hijos y viceversa. Aunque estas seis interpretaciones erróneas sobre los enfrentamientos y los conflictos son las más comunes, no son las únicas que podemos encontrar. Es necesario que aprendamos a pelear en forma constructiva y respetuosa y los padres deben estimular a los hijos para que hagan lo mismo; necesitamos aprender a resolver nuestras diferencias respetando los derechos de los demás. Si a la hora de enfrentar nuestras diferencias decidimos “no hacer daño” en la pelea, habremos avanzado mucho hacia el logro de un ambiente familiar saludable y apto para el continuo crecimiento personal.
Consideraciones a tener en cuenta
El hecho de analizar y reflexionar sobre la importancia que tiene las peleas familiares en la expresión de los sentimientos no es ninguna garantía de que vamos a poder solucionar las cosas fácil y definitivamente. Sin embargo, realmente aprendemos con esta actividad, y esto puede tener repercusiones sobre nuestra forma de ver las cosas y de comportarnos ante el conflicto. De este modo proponemos una observación y análisis sobre algunos aspectos a tener en cuenta para comprender y abordar mejor las peleas familiares.
a) La confianza La confianza mutua es básica y esencial para las buenas relaciones humanas. La experiencia que tengamos con la confianza durante los primeros años de nuestra formación es muy importante para definir nuestra capacidad de confiar y ser dignos de confianza en nuestra vida de adultos. Muchas veces observamos que la falta de confianza es la que genera muchos de los conflictos entre nosotros.
b) El control El control es algo que todos tenemos necesidad de ejercer en algunos momentos, así es razonable que deseemos tener alguna medida de control sobre nuestras vidas y sobre las que dependen de nosotros. Sin embargo, un aspecto que genera bastantes conflictos es cuando tratamos de controlar a los demás para conseguir que se hagan las cosas como queremos. Así, cuando analizamos la manera como a veces peleamos y el contenido de esas peleas, deberíamos advertir el mecanismo de control que estamos utilizando. Por todo esto mientras cada uno necesita estar seguro de que tiene control por lo menos de sí mismo, también deberíamos advertir dónde están los límites de una conducta de exigencia positiva y dónde se manifiestan conductas negativas de intento de control del otro.
c) Libertad y autonomía La identidad, esa definición del propio yo, depende de establecer límites, es decir, de saber dónde termina los límites de uno y dónde comienza los del otro. No es adecuado el ser demasiado permisivos con los hijos, como tampoco lo es el “asfixiarlos” con demasiada protección, exigencia o control. Por tanto hay que lograr un medio donde el niño pueda luchar por descubrir y definir su propia libertad y autonomía, su propia identidad, debiendo ser la familia el ambiente natural donde pueda desarrollarse esa lucha de forma segura y adecuada.
d) La separación Dentro de una maduración personal saludable, la separación es una necesidad vital. Por ello es necesario que los padres alienten a sus hijos a separarse a independizarse, a valerse por sí mismos, sin obligarles haciéndolo de una manera suave y progresiva. Por su parte, los hijos que van camino de la madurez necesitan encontrar una forma de alejarse de los padres sin romper o dañar esos vínculos de apoyo y protección, que tan bien les han servido dentro de la familia.
e) Apertura emocional Dentro de la familia debe de haber libertad para expresar, experimentar y compartir los sentimientos y las emociones (ya sean positivas o negativas) sin temor a la reprensión o a la desaprobación. Si no se facilita exteriorizar las propias emociones y sentimientos, para discutir lo que sienten los miembros de la familia, se puede generar conflictos que quedan latentes pudiendo aflorar más adelante. Es el proceso que conocemos como resentimientos.
f) Batalla entre los padres Cuando en la familia existe un problema que parece girar alrededor de la actuación de los padres, puede haber una batalla secundaria entre ellos por determinar quién hizo las cosas bien y quién mal. Lo importante en este caso es analizar el problema y luego facilitar entre los dos la posibilidad de solucionarlo.
g) La repetición A veces repetimos cosas que hacían nuestros padres, de las que estábamos seguros que nunca íbamos a repetir: la elección de pareja, la forma de educar a los hijos, etc. Debemos recordar que la imitación es inevitable, pero la autocrítica nos ayudará a estar atentos ante aquellas repeticiones que sean esencialmente negativas y contrarias al crecimiento personal y al mejoramiento de las relaciones familiares, para así tratar de evitarlas.
Estas consideraciones que pueden verse como “observaciones de lo que a veces queda oculto” se ofrecen a los padres como advertencias de que en nuestras vidas y en nuestros conflictos existen algo más que lo meramente superficial, de lo que a simple vista se ve. Los padres tienen la responsabilidad, ante sus hijos y ante ellos mismos, de ser delicados y sensibles para observar las señales que dan sus hijos, y utilizar sus capacidades y su memoria para hacer conexiones entre lo superficial del momento y lo que pueda haber de profundo, de estar oculto (y quizás no resuelto) y, por tanto, puede quedar dentro, sin que se le haya comprendido.
Recursos para solucionar problemas
En la pelea familiar se puede producir el estancamiento cuando una u otra de las partes que intervienen permanecen inmóviles en su posición y lo reconocen. En este punto crítico del estancamiento es donde cada una de las partes puede reconocer la importancia de los puntos que les unen, como los que les separan en la pelea y, a partir de este reconocimiento, utilizar algunos de los recursos que le proponemos para la solución de los problemas. Algunos de estos recursos pueden ser:
a) La colaboración Cuando dentro de una pelea familiar se está en un momento de estancamiento, la colaboración puede ser un excelente recurso para ir hacia la conciliación, hacia la búsqueda de solución. A continuación presentamos algunas ideas básicas para colaborar.
1. Buscar maneras de aplazar la discusión. Intente aplazar la pelea para otro momento si no encuentran en estos momentos soluciones aceptables para todos.
2. Tratar de ser el primero. Una vez dado el estancamiento en un conflicto, ¿por qué no ser usted el primero/a en extender la mano de la amistad? Si dan este paso y se arriesgan posiblemente ganarán prestigio ante sus hijos y también alcanzarán puntos para ser un “buen padre/madre”.
3. Demostrar que puede haber confianza mutua. El transmitir a sus hijos que pueden confiar mutuamente le dará la oportunidad para encontrar el camino hacia una solución equitativa y saludable. Confianza, esperanza, perdón y voluntad de encontrar soluciones son las claves.
4. Tener en cuenta una visión histórica. El hecho de vivir juntos permite a los integrantes de la familia conocerse y aprender a reaccionar ante el comportamiento de cada uno de forma prudente. No se deje llevar por las apariencias del momento, ni por los nervios, reflexione sobre su hijo con una visión histórica de su vida.
b) La negociación Es otro elemento muy útil para resolver la pelea familiar. Algunas formas de negociación pueden ser:
1. Ampliar el número de opciones. Siempre existe una opción más que puede ofrecerse para convertir un estancamiento en una situación de posible solución; sólo se necesita la voluntad, la imaginación y el esfuerzo para encontrarla. También es necesario una gran dosis de paciencia y tranquilidad.
2. Intercambio de favores. Se hace un favor a cambio de otro. Esto no significa “favor con favor se paga”, sino más bien “hoy por ti mañana por mí”; pero sí llegado el caso es lo que hay que hacer para lograr un acuerdo aceptable y aceptado, estupenda solución.
3. Convenio de ayuda mutua. Es una variante del anterior que implica lo siguiente: tú consigues lo que quieres en este tema a cambio de que yo consiga lo que quiero en aquel otro tema.
4. Arreglo mutuo. A veces no se pueden crear alternativas para solucionar una situación de estancamiento del conflicto debido a ciertas “dificultades”, entonces cada una de las partes debe recurrir a un arreglo mutuo. Un ejemplo lo puede aclarar: el hijo necesita el coche, los padres también, conflicto. Posible solución: los padres lo acercan y luego vuelve con un amigo; o bien llama más tarde el hijo para que sus padres vayan a recogerlo.
5. Yo propongo, tú eliges. Uno propone alternativas y es el otro el que elige una de ellas. La verdadera negociación debe en cuenta los deseos y necesidades de uno mismo y los de la persona con quien negociamos. Pero es necesario tratar de negociar de forma honesta, conciliadora y equitativa. Actuando así podrá lograr un acuerdo razonable salvando el honor de cada uno de los miembros de su familia.
c) La comunicación Muchas peleas familiares no son consecuencia de un auténtico desacuerdo sino más bien debido a una escasa o mala comunicación. Para mejorar la comunicación se deben tener en cuenta varios principios:
1. Identificarse. Trate de verse del otro lado de la mesa. ¿Se encuentra usted como dominante, impositivo, tolerante, compasivo, cerrado, abierto, duro o demasiado frágil? Ahora trate de decirse las palabras que le diría la otra persona. Dése cuenta: ¿son agradables? ¿comprende por qué esa persona dice esas palabras de usted? Este ejercicio es muy útil para ponerse en el lugar del otro e identificarse con su punto de vista.
2. Leer entre líneas. Como padres, ustedes necesitan ser perceptivos y capaces de leer entre líneas. Procuren no actuar como detectives ni jueces sino traten de llegar a los sentimientos que están detrás de la conducta de su hijo/a, antes de enfrentarla, rechazarla o juzgarla. Recuerde lo tratado en la escucha activa.
3. Sea también emocional, no sólo racional. Cuando se expresan los sentimientos abierta y sinceramente y se confiesa las debilidades dentro de la familia, además de que nos hacemos más humanos, resulta más fácil que nos respondan generosamente. Trate de expresarse más con lo emocional que con lo racional.
4. Pensar antes de actuar. A menudo se responde a las palabras de alguien rápidamente con la acción. Siendo la acción lo último que se hace y, a veces, ya no hay vuelta atrás, se debería, por tanto, pensar y reflexionar y volver a pensar, antes de actuar.
5. Frene sus impulsos. No actuar rápidamente, no hablar demasiado, no soltarlo todo de golpe puede ser muy valioso para resolver un conflicto. El frenar los impulsos significa pensar, reflexionar, darse un tiempo para rehacerse y volver mentalmente reanimados y poder trabajar más tranquilo en la búsqueda de una solución al conflicto.
d) Proporcione actos positivos Producir situaciones positivas es una herramienta muy útil para enfrentar conflictos. Se trata de procurar crear ambientes y situaciones libres de tensión.
Actuar con una actitud positiva significa:
1. Centrarse primero por lo más fácil. Aborde en primer lugar aquellos temas que presenten menos complicación y cuya importancia para los participantes en la pelea sea menor. Vaya de lo más fácil o de lo menos conflictivo a lo más difícil o más conflictivo.
2. Implíquese en cosas productivas. Cambie las actitudes y reacciones negativas por positivas. Por ejemplo, en vez de enfadarse por las bajas calificaciones que trajo su hijo/a, dediquele tiempo a estar él/ella haciendo algo que le ayude a desarrollar su motivación y su capacidad.
3. Cree un ambiente agradable en su familia. Una actitud de apoyo, que trate lo positivo como un logro, donde todos se sientan capaces, queridos y eficaces permitirá alcanzar un ambiente más agradable y productivo.
4. Aplique reglas justas. Cuando una discusión determinada se resuelve con reglas objetivas y equitativas, los problemas de competencia, odio, sumisión y dominancia no tienen cabida.
5. Use de la regla de la variedad. Tal vez la forma más simple y más sencilla de abordar un pelea sea: cuando tenga dudas, pruebe algo diferente. Estas son las herramientas que les sugerimos para que, sumadas a las que ustedes han aprendido, dispongan de más recursos para enfrentar las situaciones de peleas o conflictos familiares.
La idea central es el contemplar lo intrascendente que a veces resultan muchos de nuestros conflictos y el hecho de saber que la pelea es normal, a veces necesaria y que es un elemento de ayuda para el crecimiento personal y de la familia. Para terminar proponemos cinco maneras de salir airosos de una discusión familiar y cinco maneras para poder evitar las peleas familiares:

Video Comunicación familiar
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