Ir al contenido

CF – Módulo IV – Lección I

Hemos visto que llevamos muchas cargas de nuestro sistema de origen.  También tenemos problemas que son la consecuencia de experiencias personales vividas en nuestra infancia y niñez. Tus  padres  te  dieron  lo  que  podían  dar.  Nadie puede dar más de lo que él mismo ha recibido. Si nuestro padre recibió poca atención en su niñez, esto lo transmitió a la siguiente generación.  Todas las carencias de nuestra infancia se almacenan sin procesar como experiencias.

En el nivel mental, estas experiencias se almacenan como convicciones. Si has recibido muy poca atención quizás crees: “No les agrado.”  Aunque esta carencia sólo se aplica a nuestros padres, la proyectamos más tarde en nuestro entorno, nuestras relaciones y en el mundo.  Así formamos nuestras creencias. Estas ideas son inconscientes y forman la imagen que tienes del mundo. Estás completamente convencido que la realidad es como tus convicciones te hacen creer. Las carencias que experimentamos en nuestra juventud debido a las limitaciones en lo que nuestros padres podían transmitir, forman la capa básica de nuestras vidas.

En el nivel emocional erigimos un muro interno debido a todo el dolor que vivimos – por ejemplo, porque recibíamos muy poca atención. De esta manera erige el bebé y el niño un muro para protegerse del dolor. No quieren sentirlo nunca más, es demasiado fuerte. Por eso toman una decisión internamente: “No permitiré nunca más que me hagan daño, no quiero ser nunca más vulnerable.” Esta decisión forma también parte de las creencias.  En el nivel emocional erigimos un muro interno debido a todo el dolor que vivimos – por ejemplo, porque recibíamos muy poca atención. De esta manera erige el bebé y el niño un muro para protegerse del dolor. No quieren sentirlo nunca más, es demasiado fuerte. Por eso toman una decisión internamente: “No permitiré nunca más que me hagan daño, no quiero ser nunca más vulnerable.” Esta decisión forma también parte de las creencias. 

En el nivel físico, las creencias y el muro emocional se manifiestan como tensión muscular crónica.  Wilhelm Reich le llama la coraza caracterológica.  Esto es evidente en el cuerpo.  Por ejemplo, los hombros hacia adelante muestran miedo de abrirse, o el pecho empujado hacia arriba y exageradamente inflado (la pose machista) muestra un muro alrededor del corazón. En tus pelvis guardas toda la tensión alrededor de la sexualidad, un cuello tenso muestra generalmente rabia contenida, etc.  Debido a todas estas tensiones el cuerpo se endurece.  Para el terapeuta con experiencia, el cuerpo representa un libro abierto que nos permite leer los miedos y las emociones que no se han procesado. Con todas estas tensiones musculares tratas por decirlo así de protegerte contra el mundo.  Cuando encuentras una pareja no puedes y no te atreves a ser vulnerable, por temor al viejo dolor. Al mismo tiempo naturalmente quieres que tu pareja te ofrezca lo que desde tu infancia necesitas y anhelas. Pero siempre recuerdas las viejas experiencias y por ello eres desconfiado.   Por eso prefieres esconderte detrás de tu muro. Si aceptases de tu pareja el amor y atención que te ofrece, sentirías nuevamente la caricia y el dolor que la acompaña. No quieres esto porque ha sido muy doloroso en tu juventud. Por ello continúas escondiéndote detrás de ese muro tan seguro. Tu pareja te quiere y quiere compartir su amor contigo, pero choca contra este muro.  No puede penetrarle. Así le mantienes a una cierta distancia. Generalmente no te permites recibir más amor o atención de la que recibiste en tu juventud. Así mantienes a tu querida pareja a distancia y creas de esa manera nuevamente las mismas experiencias que has vivido en tu juventud. Este es un círculo vicioso en el que la mayoría de las personas se encuentran prisioneras.  Pero hay una salida.

Encontrarás   una   salida   de   este   círculo   vicioso   cuando   estés   dispuesto   a   revivir   todos   los   sentimientos reprimidos.    Es posible hacerlo de una manera segura, por ejemplo, en una sesión individual de rebirthing.  En ella surgen uno por uno todos estos sentimientos reprimidos.  Expresarlos y a veces también descargarlos relaja el cuerpo. Libera haciendo desaparecer la tensión muscular. Puedes hacer conscientes tus creencias restrictivas y revivir ciertos momentos claves que han dejado una fuerte impresión o te han traumatizado.  Esto puede ser tu nacimiento, un momento   en   la   escuela   cuando   te   intimidaban   tus   compañeros   o   cuando   te   sentías   tan   abandonado.  Debido a este proceso de toma de conciencia puedes poner estas experiencias en una nueva perspectiva.  En otro momento y en otro contexto es posible experimentar otras cosas. Tu cuerpo se relaja debido a este proceso de purificación, las tensiones musculares se liberan y el cuerpo es más flexible. Aprendes a abrirte a nuevas experiencias y las convicciones que te limitan se disuelven. Paso por paso aprendes que ahora puedes abrirte con confianza. A continuación, un par de técnicas utilizadas por Indra Perises.

Todos los bebés tienen el deseo natural de ser sostenidos y acariciados. Hay una necesidad interna de recibir afecto y amor; el movimiento hacia la madre.  En la infancia los niños se orientan más hacia la madre; tienen una unión simbiótica con ella, especialmente durante la lactancia. Por ello es generalmente el movimiento hacia la madre que se ve interrumpido.  Muy raras veces se ve en relación con el padre.  Suele suceder por ejemplo cuando el padre abandona el hogar o fallece durante la infancia del niño. En la mayoría de las situaciones el movimiento se ve interrumpido por la muerte de la madre, cuando el bebé tiene que permanecer en una incubadora o una estancia en el hospital durante la lactancia o la infancia. En estos casos, el niño se separa de su madre, la única fuente de supervivencia y amor.  Los sentimientos de miedo, dolor y desesperación que el bebé experimenta son impresionantes.  Su desesperación se convierte en ira y el niño se cierra. Se dice internamente: “No le agrado” o “No tiene sentido esperar amor o atención” A partir de ese momento el niño se esconde detrás de un enorme muro.  Cuando su madre lo recoge del hospital llena de ilusión y amor, el niño se encuentra ya inaccesible para su amor.  Una vez adulto, el niño se enamora y tarde o temprano choca contra su muro interno en la relación con su pareja. La memoria del dolor y desesperación surgen total e inconscientemente de nuevo a la superficie.  Así detiene el adulto el movimiento amoroso hacia su pareja de la misma manera que lo hizo en su infancia con su madre. En lugar de permitir el contacto, empieza a dar vueltas alrededor de su pareja.  Se mantiene por decirlo así rondando a su pareja sin permitir intimidad. Por ello no le es posible tener una verdadera relación.

El movimiento interrumpido puede ser sanado cuando la madre sostiene al niño en sus brazos hasta que el dolor del momento de la interrupción se vuelve a vivir.  Esto requiere fuerza y persistencia de parte de la madre porque la testarudez y la rabia tienen que sentirse hasta que el dolor, la tristeza y el sentimiento de impotencia surjan.  Cuando estos sentimientos se reviven, el niño se relaja y puede volver a aceptar a la madre.  En los adultos el proceso es el mismo, únicamente el lugar de la madre lo toma por el terapeuta. Éste tiene que esperar que el cliente esté listo para ello y pueda conectarse con la madre. El cliente y el terapeuta regresan en el tiempo al momento en que la interrupción tuvo lugar y los sentimientos que le acompañan se reviven. Algunos  terapeutas  utilizan  el  proceso  conocido  como  rebirthing. Es una técnica de respiración que ayuda a hacer contacto con sentimientos y por ello es una buena manera de completar el movimiento interrumpido. El movimiento interrumpido es algo muy generalizado.  También podemos concluir que cuando un recién nacido no puede hacer contacto con la madre en el momento de nacer, se da lugar a un movimiento interrumpido. Esto sucede a menudo con los partos en los hospitales. En el momento del nacimiento es crucial para el niño hacer un contacto la intenso con su madre. Cuando la rutina del hospital impone primero el examen y limpieza del recién nacido se pierde esa oportunidad y ese momento único. La anestesia completa de la madre durante el parto tiene el mismo efecto. 

Un trauma al momento de nacer tiene lugar con un parto difícil, por ejemplo, cuando el cordón umbilical se encuentra alrededor del cuello del bebé, cuando se presenta de nalgas, una operación cesárea, etc. También cuando la madre tiene mucho miedo del parto y por ello está tan tensa que la salida del bebé es muy difícil. Los traumas de nacimiento tienen un efecto comparable al movimiento interrumpido. Además, las personas con tales traumas no aceptan la vida totalmente. Tienen miedo de vivir plenamente. Para trabajar los traumas de nacimiento, la técnica de rebirthing es la terapia más apropiada.

Rebirthing es una técnica de respiración desarrollada por L.  Orre en la que la expiración e inspiración se unen.  Se respira con un movimiento fluido, con la mayor intensidad posible y sin esfuerzo. El acento se hace en una inspiración profunda y una expiración lo más relajada posible. Este tipo de respiración causa una corriente intensa de energía en todo el cuerpo. Al comienzo de la sesión de respiración te sientes un poco mareado, las manos te hormiguean y sientes corrientes de energía fluyendo por todo el cuerpo. Esta es una señal que la energía purifica las células de todo el cuerpo. A nivel emocional sientes que los viejos y ocultos sentimientos surgen. Si te permites sentirlos y te relajas, puedes sentir como se disuelven los bloqueos emocionales. Respiras a través de la tristeza, del viejo dolor o de la ira contenida. Debido a esta manera de sentir, soltar y entregarse se presentan profundas comprensiones y observaciones.  Por ello puedes digerir tu trauma de nacimiento y completar el movimiento interrumpido. Aprendes a aceptar a tu niño interior. Al final de la sesión de rebirthing te encuentras en una relajación profunda a menudo en estado meditativo – completamente fuera de tu cabeza – en sintonía con tu cuerpo, has nacido nuevamente.

Con las siguientes observaciones no se intenta originar ningún sentido de culpa, tampoco crear una imagen perfecta que nadie puede alcanzar.  No tiene sentido cuando estás embarazada abrumarte y cargarte con una imagen “ideal”.    Tú puedes hacer lo que tú sientes que es bueno para ti y tu bebé. Lo que Indra Perises (el autor de esta lista) quiere señalar es que muchas cosas suelen ir mal al inicio de nuestras vidas y el tipo de lastres que éstas dejan.  Para aquellas personas que desean seguir el proceso de rebirthing y la meditación del `Niño Interior’, la lista les ofrece algunas indicaciones de utilidad. También es indicada para los futuros padres ofreciéndoles innumerables ventajas para sus hijos. LO QUE UN BEBÉ NECESITA. • Padres que antes de la paternidad han solucionado y trabajado los patrones inconscientes y las cargas que llevan de sus familias de origen. Padres cuyas experiencias les permiten ser conscientes de sí mismos, sus cuerpos y los procesos naturales como la sexualidad y la maternidad. De esta manera previenen que aquello que no ha sido trabajado en la familia sea transmitido a la siguiente generación. • Padres que tienen una actitud de apertura hacia sus hijos.  Que no desean Tener un hijo sino darle vida a un hijo. Un hijo es únicamente libre cuando no se procrea para llenar las necesidades de los padres o para salvar la relación, sino que nace para ser sí mismo. • Un embarazo con una buena preparación por lado de ambos padres. Esto le ofrece al bebé durante el embarazo el sentimiento de ser bienvenido. • Si es posible, un parto natural en la que la sensibilidad de la madre y del bebé sea respetada; un parto sin anestesia y en el que el padre se encuentra presente. Por ejemplo, la posición corporal correcta durante el parto, etc.  Un parto natural evita los graves traumas de nacimiento que se manifiestan como miedo a vivir, miedo a disfrutar de la vida. Esto le permite al bebé un aterrizaje suave• Contacto corporal con la madre directamente después del nacimiento, sin ninguna molestia hasta que reciba el pecho de la madre. En ese momento el bebé siente a su madre presente para él, que es bienvenido y se encuentra en buenas manos.  Esto evita el movimiento interrumpido y posibilita la importante unión entre madre e hijo.  Para la madre el contacto con su hijo en ese momento es muy importante. Ella siente que su bebé está vivo y que él es ahora su responsabilidad.  Esto le permite – también en el nivel hormonal – que su instinto maternal y proyectivo entre en acción.  Muchas mujeres afirman que es un momento de éxtasis en el que se `enamoran ́ de su bebé y que por eso se crea una unión especial.  Investigaciones modernas del periodo pre y post natal confirman que ese momento es esencial para el recién nacido para sentirse unido con la madre después del parto.  Al mismo tiempo el niño debería tener la posibilidad, aunque ayudado de encontrar su camino hacia el pecho de su madre hasta que en su propio ritmo empiece a mamar.  Cuando al niño y a la madre se les ofrece esta oportunidad de conectarse se le hará al niño más fácil en su vida construir relaciones duraderas. Con una participación activa de la pareja durante el embarazo y su presencia durante el parto también es posible para el padre crear una unión profunda con el bebé.  Respetando la sensibilidad de la madre y del niño en ese momento tan especial le brindamos al niño la bienvenida, reflejándose más tarde en su vida como confianza en sí mismo. • Lactancia. La lactancia es el mejor alimento para el bebé ya que se alimenta en más niveles que con una botella. Se le ofrece al bebé el sentimiento de aceptación y autoestima. • Llevarle en brazos. Es muy importante ser consciente que el mejor y más seguro lugar para el bebé son los brazos de su madre o padre. Cuando un niño es cargado por los padres, se siente también sostenido por la sociedad. Se convierte en un ser social sin ninguna presión. • Dormir con los padres.  Cuando un niño no puede dormir con sus padres se siente desamparado y excluido.  Cuatro millones de años de desarrollo humano han creado ciertos patrones.  Durante todo este tiempo, una de las condiciones necesarias para sobrevivir era el contacto directo y físico – día y noche – con los padres. Cuando un bebé tiene que subsistir sin ello se siente atemorizado.  Así empieza a llorar por la noche por temor y para protestar.  Los padres se sienten inseguros y aún peor desean quebrantar la voluntad del bebé. O le califican como difícil. Cuando un bebé llora semana tras semana por miedo y necesidad lleva a los padres a la desesperación.  Lo que el bebé pide es su derecho de supervivencia, que se honre su programa interno de supervivencia. No le sirve de nada su habitación tan bien equipada y bonita. 

Cuando un niño recibe lo que necesita, según su patrón natural de desarrollo, existe una mayor posibilidad de crecer, ser una persona libre y segura de sí misma.  Se siente aceptado y lo refleja mostrándose alegre y seguro de sí mismo. Cuando un niño no recibe lo que necesita, se arriesga a convertirse en una persona desconectada de sus sentimientos y que vive únicamente utilizando la cabeza. Se convierte en un egoísta porque desarrolla la convicción interna e inconsciente: “No me han dado lo que necesitaba, por lo que no tengo que darle nada a nadie.”  Ésta y otras frases similares tienen un origen naturalmente inconsciente y son en mi opinión la base de muchos de los problemas que enfrenta la sociedad actualmente.  Existen pruebas científicas que comprueban que los traumas que se experimentan en el embarazo o durante el parto pueden acarrear violencia en la vida adulta

Es necesario ser consciente de que a través de la lealtad estamos fuertemente unidos a lo que en nuestra familia se considera normal, antigua    y habitual manera de hacer las cosas.  ¿Cómo se sentirían tus padres, especialmente tu madre, cuando tú haces las cosas de otra manera que ellos? Te podrías sentir culpable o incómodo cuando llevas a tu bebé atado a tu cuerpo con un paño cuando todos ellos utilizan un cochecito.  La lealtad familiar es una de las razones por lo que los cambios positivos tardan tanto en ser aceptados e integrados en la sociedad. Por ello es necesario que antes del embarazo se observen los patrones que se han heredado de la familia de origen para ser liberados y que la lealtad con que estás unido a tu familia se haga consciente.    De esta manera evitas copiar patrones restrictivos inconscientes.  Esta liberación solamente puede llevarse a cabo cuando la manera de actuar de tus antepasados y las actitudes que les limitan son honradas. Este honrar otorga la libertad de conducir tu vida a tu manera. Cuando quieres actuar mejor porque te consideras mejor que tus padres o especialmente que tu madre o tomas una actitud de reprobación, arriesgas el éxito en tu vida.  Para aquellos clientes que ya tienen hijos lo que aquí se escribe puede ser muy doloroso.  Los padres dan siempre lo mejor de ellos mismos.  “No sabía otra cosa”, “Hice lo mejor que pude” o “Lo siento” son las frases que nos brindan el mejor resultado.  También es importante permitirse sentir la tristeza por la falta de felicidad y quizás tener una conversación sincera con tus hijos para ayudarles a criar a sus hijos de otra manera.

Muchas personas tienen anhelos que no se han realizado durante la lactancia o niñez.  En este período somos totalmente dependientes. No solamente para sobrevivir sino también en el aspecto emocional, necesitamos atención, dedicación y amor.  Cuando estas necesidades no se han recibido, tratamos de obtenerlas reemplazándolas con cosas materiales o exigencias al entorno y a nuestras parejas. La niñez es una fase en la que desarrollamos nuestra personalidad, donde todo lo que se nos otorga, también la conciencia familiar, desempeña un papel determinante en nuestras vidas, relaciones y destreza en el amor. Durante estos años construimos a través de las emociones, experiencias y traumas que hemos vivido y que no se han sanado lo que conocemos como máscara del carácter (Wilhelm Reich). En este período los padres han dado todo lo que podían dar. Hacerles reproches y reclamaciones nos debilita y nos convierte en víctimas.  Las personas que reprochan a sus padres suelen hacerlo como excusa para no tomar la responsabilidad de sus vidas.  Así pueden continuar con sus vidas sin tener éxito.  A la mayoría de las personas les parece más fácil quedarse con lo que no han obtenido y proyectarlo hacia afuera (hacia los padres, pareja, trabajo, etc.)  y culpabilizarles.  Millones de personas actúan de esta forma con muchos conflictos como resultado. 

Si quieres empezar a vivir, agradeces a tus padres lo que sí te han dado, en especial, la vida.  El resto es tu propia responsabilidad.  Esta actitud nos da fuerza.  Una buena manera puede ser hacerte responsable de tu niño interior. El niño interior es el niño que fuimos en nuestra niñez.  Este niño continúa viviendo en nuestro interior, aunque no somos conscientes de ello.  Generalmente está muy escondido, ignorado y abandonado.  En realidad, este niño representa nuestra vulnerabilidad.  Todos los deseos que no han sido respondidos se encuentran en el niño interno. Indra Perises desarrolló la meditación del Niño Interior especialmente para que tú mismo puedas darle a tu niño interior todo aquello que necesitas o anhelas.  Si empiezas por darte a ti mismo lo que necesitas y a llenar tu vacío con amor demuestras tu propia responsabilidad. Así trabajas en tu crecimiento   espiritual.   Empiezas   a   crear   tu   vida   en   vez   de   actuar   como   víctima   de   tus circunstancias (tus padres, tu crianza, etc.)

La meditación es excelente para prestar atención a todos los aspectos que no han sido realizados como tus miedos, dolor o tristeza.  La meditación te permite liberar estas partes con las que estás identificado.   Por   ejemplo, cuando   piensas   que   estás   solo   en   lugar   de   sentirte solo   hay   identificación. El que se siente solo es tu niño interior.  A fin de cuentas, un adulto no tiene que sentirse solo.  Cuando una persona adulta se encuentra un tiempo sola no implica que tenga un problema.  El que sí tiene un problema con la soledad es su niño interior.  Este niño no podía sobrevivir sin atención.  Por lo tanto, cada vez que requieres atención, te sientes solo, significa que tu niño interior necesita atención, quiere ser visto o necesita compañía.  Tú puedes darle esto a tu niño interior a través de esta meditación. Necesitas  una  media  hora  de  tiempo  libre  sin  interrupciones  en  el  que  puedas  estar  solo.  Quizás ya estás en contacto con los sentimientos que tienen su origen en este niño interior o sabes donde se encuentran.  Ambas situaciones son buenas.  Ten paciencia contigo mismo y con el niño en ti mismo.  Cuando haces la meditación puedes aprender paso por paso como funciona.  Si tienes dificultad   con   visualizaciones, puedes   sentir.   Con   paciencia   puedes   aprender   a   utilizar   tu   creatividad. Cuando se te pide que digas algo en voz alta, hazlo de tal manera que puedas escuchar tu propia voz.  Así es posible solucionar algo o poner en acción el proceso.  Cuando piensas mucho no sucede nada. Ofrécele    suficiente espacio al niño interior para sacar a la luz las viejas cargas emocionales.  Sé el adulto y protege al niño que vive en ti.  Lee primero las instrucciones de la meditación cuidadosamente y hazla únicamente de tal manera que sientas que es buena para ti.  Para la meditación que se describe a continuación utilizamos los sentimientos de soledad como ejemplo. Haz  contacto  con  tu  interior.  Respira un par de veces profundamente con la boca abierta.  Si deseas trabajar con un sentimiento del presente, hazlo presente lo más claro posible. Siente a qué edad encontraste las mayores dificultades con ese sentimiento.  ¿Por ejemplo, en qué momento te has sentido más solo en tu vida? Puede ser que ese momento fuese cuando tenías cinco, diez años o tres meses… Vuelve a sentir ese niño en ti mismo, vuelve a tus recuerdos. Si no es posible sentir claramente puedes utilizar una visualización. Visualizas o sientes a ese niño con la edad que tenía en ese momento. Si eras un bebé, observas al niño interior como si fuese un bebé.  A un niño de doce años no se le sostiene como si fuese un bebé, con un chico de esa edad te sientas y conversas. Un niño de seis años puede sentarse en tu regazo. Utiliza tu creatividad. Al principio puede ser que te sientas un poco extraño, aun así, hazlo. A veces puedes tener la impresión de que has experimentado ese sentimiento en diferentes edades o etapas de tu vida.  Puedes viajar paso a paso por todas esas diferentes fases de tu vida en la meditación. Empiezas con el niño que sientes más cercano o más claramente. Siente o visualiza a tu niño interior y empieza a comunicarte con él.  El primer nivel de comunicación es simplemente sentir.  Siente que tomas a tu niño en brazos, muy cerca de ti.  Siente o visualiza que este niño tiene ciertas emociones.  Permitirle sentir estas emociones    forma el primer paso para liberar la identificación.  Le das un lugar a esos sentimientos, les ofreces un espacio. No dices “Yo soy eso” sino que “Yo tengo eso” para poder encontrar en el niño interior el momento cuando estos sentimientos se manifestaron por primera vez.  Tómate tu tiempo para sentir o visualizar a ese niño.  Siente que ese niño te necesita. A veces los niños interiores ofrecen resistencia, son testarudos o no tienen confianza. Únicamente la paciencia te ayudará en esa situación. Puedes también sentir si tú como adulto has incorporado la desaprobación de tus padres hacia el niño interior.  Libera esta desaprobación diciendo en voz alta: “Mamá, papá, les devuelvo vuestra desaprobación.” Hazlo sin ningún reproche. A veces surge resistencia por tu parte hacia tu niño interior.  Puedes observar que a menudo es también algo que has tomado de tus padres.  Que has interiorizado la resistencia de tus padres hacia ti como niño. Di entonces a tu niño: “Mamá y papá dieron lo que podían dar, yo lo puedo hacer de otra manera que mamá.  Yo lo puedo hacer de otra manera que papá.  Yo te amo.  Yo te doy mi atención y respeto.  Puedes empezar a darle a tu niño interior todo lo que necesita. Lo que un niño siempre necesita es alguien que disfruta de su presencia. ¿Puedes darle esto a tu niño? ¿Independiente de la edad que tenga?  Puedes decirle: “Me alegro de tenerte.  Eres bienvenido.”  Dilo en voz alta.  Si sólo lo dices mentalmente no funciona.  Cuando lo dices en voz alta, pone algo en marcha.  Siéntelo, la diferencia es notable. Dile ahora con tus propias palabras: “Tú eres siempre bienvenido.” Nombra al niño siempre por su nombre.  Si tenías otro nombre cuando eras niño, un diminutivo, por ejemplo, úsalo.  Siente y observa la reacción del niño.  Repite lo que dices hasta que recibas una reacción. Puede ser difícil al principio y no tiene sentido presionarle. Necesitas paciencia. Cuando mantienes el contacto con el niño interior, llegará un momento en el que reaccionará, ya que te necesita. Observa cual era tu sentimiento. ¿Era el abandono? Entonces el niño debe saber que siempre hay alguien para él.  ¿Puedes darle esta seguridad a tu niño?  ¿Puedes hacer un acuerdo con el niño y hacerle saber que siempre estarás para él?  Esa es la mayor seguridad que le puedes ofrecer a un niño: estar presente para él. Puedes darle al niño aquello que necesita basado en lo que tu sientes. Puedes decirle, por ejemplo, “Siempre estaré contigo, suceda lo que suceda.”  Hazle sentir tus palabras. Quizás surgen otros pensamientos. Dilos también. Cuando tu niño interior te pide algo que no estás seguro poder darle, dile que estas aprendiendo, que estás aprendiendo a escucharle. Sé sincero. Si tienes miedo, dilo también. “Yo tengo miedo y estoy aprendiendo.”  Quizás el niño tiene miedo y lo que necesita es confianza porque se desilusionó mucho y se cerró en sí mismo.  Entonces necesitas paciencia.  Tu presencia sin condiciones es lo que puede sanar a tu niño. Tuvo razones para cerrarse, permíteselo, dile que está bien. No lo obligues ya que esto tiene una reacción negativa. Ten paciencia y respétalo. Respira profundamente y permite sentir tus sentimientos.  Este es el proceso de purificación.  Sé consciente que estos son los sentimientos de tu niño y consuélalo, dale el calor que necesita para que acepte sus sentimientos y llore si fuese necesario. También puede suceder que tu niño interior se enfade, que ventile su ira y entonces puedes decirle: “Yo te comprendo. Tú tienes toda la razón, yo te respeto.  Puedes enojarte, no necesitas esconder tu enojo.”  Si sientes que el niño quiere patalear o golpear, dale el espacio para hacerlo.  Puedes golpear un cojín o algo similar para descargar la emoción de una manera segura. Ayúdale. Tú eres el adulto. Tú puedes ofrecerle el apoyo y la ayuda necesaria para hacerlo de una manera segura.  Esa es tu responsabilidad y si la aceptas puedes salvar a tu niño. Haz un acuerdo contigo mismo, salvarás a tu niño interno, le permitirás ser él mismo y harás todo lo necesario para que se sienta feliz contigo. Visualiza a continuación en tu cuerpo un lugar seguro como un nido para el niño, con un colchón suave con tu “Sí” y una colcha con tu amor. Ese es el lugar de tu niño interior. Dile que puede estar allí y respira hondo.  Visualiza y siente ese nido en ti mismo.  Si quieres decirle algo más, hazlo ahora. Para  finalizar  haces  en  tu  imaginación  una  reverencia  hacia  tus  padres  y  les  dices:  “Les  doy  las  gracias por la vida y por todo lo que me dieron. Ahora yo me encargo del resto. Con amor.” Toma suficiente tiempo después de la meditación para integrar todo lo que has vivido.  Escucha por ejemplo música agradable y disfruta del descanso

error:
Ocultar el formulario de WhatsApp
Contacta con nosotros