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CF – Módulo III – Lección II

Si alguien más en la familia sobrelleva un destino pesado y existe una implicación, también se hace una reverencia delante de ella.  Este puede ser, por ejemplo, el abuelo con un pasado en la guerra o el hermano de la madre que murió prematuramente. También en estos casos tiene lugar el proceso de liberación y distanciamiento, y el destino del familiar es a la vez honrado. Al hacer la reverencia y honrarles queda con ellos su destino.

Otro ritual que los consteladores utilizan, es    devolver las cargas que heredamos de nuestros padres u otros y esto ocurre de una forma simbólica al devolver una carga pesada, por ejemplo, una piedra, un cesto pesado o un saco.  La finalidad es devolver, todos los sentimientos y cargas que hemos heredado al familiar que le corresponde. Por medio de este simbolismo es posible que haya un proceso de separación y liberación de dichas cargas.  Durante el ritual, el terapeuta debe estar muy alerta y asegurarse que esta devolución se efectúe con mucho amor. A veces vemos que esto ocurre con un cierto reproche.  Esto es una señal de que las implicaciones no han sido del todo resueltas. Entonces no es posible liberarse o tomar distancia verdaderamente. Todas estas observaciones nos enriquecen, y nos hacen más conscientes, y nos ponen en contacto con nuestro corazón. A veces representamos a una víctima de la guerra, otras veces un memo, un buenazo, el esposo víctima, el padre irresponsable o el hijo arrogante, o como    se siente la abuela que desde la mañana a la tarde deambula, o la hija mayor que tiene que resolver todo porque la madre está enferma. 

El trabajo en constelaciones familiares está siempre dirigido a las soluciones y eso requiere del terapeuta mucha experiencia, empatía y actitud de cierta reserva. Se trata de acompañar y seguir lo que se manifiesta.  Bien es cierto que hay “leyes sistémicas”, pero el terapeuta nunca debe dejarse seducir para dirigir las constelaciones según el método. En realidad, él debe, en cada constelación, olvidarse de las reglas y volverlas a descubrir.  No existen dos constelaciones iguales, como tampoco hay dos familias iguales. El terapeuta tiene que evitar caer en la tentación de querer ayudar, quererlo hacer todo bien    y contra viento y marea buscar una buena solución o una según sus ideales e interpretaciones.  Solamente    debe dar soluciones que se presentan espontáneamente por lo que se evidencia, por medio de los representantes y por lo que el cliente quiere ver como el tema.  Esto exige del terapeuta una respetable actitud de reserva. Para poder trabajar así un terapeuta debe mantener el ojo avizor en el sistema familiar total durante una constelación. Su mirada debe de ser amplia. Si él dirige demasiado su atención a los detalles corre el riesgo de perderse en ellos.

Hay una diferencia entre observar y percibir.  Al observar miramos los detalles.  La actitud de observar es querer saber y analizar.  La actitud de percibir hace posible ver el total y permitirle penetrar en nuestro interior. Esta es una actitud interna de apertura e imparcialidad. El terapeuta coincide con lo que se presenta y la manera de cómo se presenta sin ninguna reserva. A través de la profunda concordancia se pueden presentar soluciones que en ese momento son adecuadas para el tema del cliente y del sistema familiar. De esta forma y asistidos por el campo del conocimiento las soluciones se presentan por sí mismas.  Se empieza con la entrevista antes de la constelación.  En esta, el terapeuta, en sintonía con el cliente, expresa claramente lo que se tiene que constelar.  El terapeuta no debe dejarse cautivar por la imagen que el cliente expone porque el perdería su imparcialidad.

En una constelación el terapeuta está íntimamente unido con el cliente y trabaja según Bertoldi Usarme en tres niveles: • El primer nivel es la energía- el campo del conocimiento. Él sigue lo que se muestra allí y se deja llevar por lo que, por medio del representante sale a la luz. • El segundo nivel es la estructura. El terapeuta conoce por su experiencia cuando hay una estructura familiar “sana”. Los principios del orden familiar son los que indican el camino hacia las soluciones.  Pero el terapeuta nunca debe dejarse seducir, y seguir a ciegas estos principios.  Él tendrá que verificarlos cada vez de nuevo a través de las vivencias de los representantes. • El tercer nivel son los hechos. Estos mantienen la constelación en la realidad. El terapeuta conoce estos hechos por la corta conversación previa con el cliente, y puede por lo tanto en el momento preciso hacer evidente el impacto de estos en la constelación.

Muchos terapeutas quieren ayudar de verdad, salvar el mundo y crear el paraíso en la tierra.  El deseo, la necesidad o la fuerza de querer ayudar a otros es la proyección de la necesidad interna del terapeuta de trabajarse a sí mismo. Esa actitud de querer ayudar debe dejarse y transformarla para poder trabajar de una manera profesional con constelaciones familiares.  Detrás de esta actitud hay mucho que no ha sido solucionado, generalmente una alteración en la balanza de dar y recibir entre padres e hijos. El que quiere trabajar con constelaciones familiares, debe optar primero por constelar su propia familia en todas sus facetas y participar con frecuencia como representante.  Sólo entonces conseguirá desarrollar esa actitud especial que se diferencia mucho de la actitud deseada en la mayoría de otros planteamientos terapéuticos. Esta postura se distancia del “querer” y del “hacer”; y se toma “admitir” y “observar lo    que se muestra” y desde ahí guiar la constelación.  Todo ello requiere una conciencia basada en el corazón en lugar de una conciencia ecoica. Esto sólo se consigue cuando alguien se “vacía” de las imágenes, de las viejas experiencias, y movimientos internos como emociones, voluntad o prejuicios.  Se trata de trabajar    a    partir del “centro vacío”.  La atención está a la vez dirigida y no dirigida, concentrada y abierta.  Con esta actitud la esencia de la constelación emerge a la superficie de una manera espontánea, es decir se manifiesta.

Otro punto importante en la actitud del terapeuta es “renunciar a”, “el abstenerse de”.  El que quiere cambiar algo de aquello que se manifiesta, se sitúa por encima de la realidad.  Él quiere moldearlo o manipularlo según su visión o imaginación. Con ello trata de jugar a ser el jefe sobre la realidad e intenta subordinarla.  Sólo el que se somete a la realidad y la acepta tal como se muestra, puede trabajar adecuadamente en constelaciones familiares.  Él se abstiene de su propia voluntad. Ésta es la actitud fenomenológica o bien la conciencia sin ego. El someterse a la realidad significa también despejarse del miedo por aquello que se manifiesta.  Eso sólo se consigue, si el terapeuta reconoce su propio lado oscuro o destructivo, de lo contrario    él no podrá hacerlo visible en sus clientes. Las implicaciones más profundas tienen que ver generalmente con ese lado oscuro, la muerte y la destrucción  y  encubren  el  impulso  del  amor  para  que  estos  aspectos  se  puedan  integrar  en  la  conciencia sin prejuicios. En nuestro lado oscuro encontramos todo lo que no está resuelto, todo lo que inconscientemente llevamos consigo y todo lo que preferimos ignorar. Muchos de los que prestan ayuda, temen su lado oscuro y prefieren mantenerse ocupados con el lado oscuro de sus clientes en vez de curar sus propias heridas y ser conscientes de sus propios aprendizajes.  Solamente cuando trabajamos sin    prejuicios y sin miedo, estaremos sintonizados con lo que se evidencia y podremos vivir en sintonía y armonía con lo que se muestra. (escrito de rituales)

Panorama: el aprovechamiento de las variadas posibilidades de uso de las constelaciones familiares Los capítulos anteriores mostraron cómo funcionan las constelaciones familiares y su trasfondo. Este capítulo nos lleva hacia otras zonas.  Las posibilidades de uso de las constelaciones familiares van más allá de    lo descrito hasta el momento y su potencial es mayor aún.  De alguna manera, este trabajo se encuentra en sus comienzos y no se puede apreciar hacia donde lleva.

Las constelaciones en el caso de delitos y en las cárceles La criminalidad y los delitos se transforman cada vez más en temas centrales de toda sociedad moderna.  Las estadísticas demuestran que la violencia aumenta en ciertos niveles de la población, especialmente los niños y jóvenes. Aparecen enormes problemas que se discuten tanto en la prensa como en la literatura especializada. ¿Cuáles son las causas de este desarrollo?  Parecen ser muy complejas y todos los esfuerzos sociales por contenerlas han servido de poco. Al desarrollar las causas se formulan dos preguntas fundamentales: ¿por qué    razón alguien sin mayores problemas y proveniente de una familia normal y burguesa se transforma en un delincuente? y ¿por qué    razón algunos delincuentes reinciden en forma compulsiva?  La actual discusión acerca de los delincuentes sexuales revela en forma ejemplar que poca respuesta han encontrado dichas preguntas.  Sus brutales e inexplicables crímenes golpean siempre a la opinión publica.  Ellos han tenido una infancia terrible y repiten las injusticias sufridas. Pero esto no se adecua a todo. ¿Cómo es posible que ocurran estos crímenes? Las explicaciones de psiquiatras y terapeutas tampoco sirven de mucho. Su respuesta a la pregunta sobre el porqué es para un criminal algo fascinante violar y torturar hasta la muerte a un niño es: “el criminal desea acceder a algo nuevo y fresco.  Algo así como pisar nieve recién caída.”  También lo sugerido durante el mismo reportaje, “el aumento de la lujuria que los impulsa es aún mayor” deja más preguntas por responder.  ¿Cómo es posible que existan personas con estas perversiones?  La idea que sugiere la posibilidad de causas genéticas es solo una solución provisional frente a la falta de otras aclaraciones plausibles. El punto de vista de Bert Hellinger ofrece nuevas respuestas a esta discusión.  El interés en utilizar este trabajo en el sistema carcelario crece en muchos niveles. La aplicación práctica se encuentra en sus comienzos. Nosotros debemos para ello, transvasar los ordenamientos, leyes y principios vistos hasta el momento al delincuente. Este es hijo de sus padres y miembro de su familia. Muchas causas de la delincuencia se encuentran en la familia de origen de un delincuente.  En dicho vínculo se encuentra el motivo por el cual en reiterados casos la reincidencia es inevitablemente fatal. Esto lo muestra de manera ejemplar el trasfondo familiar de una reclusa condenada por delitos relacionados a las drogas. En el caso de muchos adictos a las drogas se encuentra un vínculo hacia los muertos en la propia familia. La muerte y los muertos le atraen y la droga es el medio adecuado. La atracción de la droga es por esto mayor que el deseo de terminar con el consumo. La cliente daba una impresión apática a causa de los variados medicamentos que necesitaba.  Sin embargo, pudo realizar la constelación. La madre de la reclusa era la más joven de siete hermanas. Las seis hermanas y los padres fueron llevados por ser gitanos a un campo de concentración durante el Tercer Reich y una vez allí fueron asesinados en la cámara de gas. Ella sobrevivió pues una hermana mayor le abandono al costado del camino. Durante la constelación se mostró el profundo amor de la madre por su familia, quien fue llevada en forma irrevocable hacia la muerte. Las hijas le siguieron a continuación. La reclusa que estaba parada frente a los muertos de su familia sintiendo un gran dolor se inclinó profundamente durante un largo tiempo y dijo: “Yo honro vuestra muerte y destino. Observadme por favor con amistad mientras este viva.” Luego se sintió más tranquila y liberada. De esta manera se torna visible como alguien se siente autor del crimen frente a los muertos de su familia por haber sobrevivido.  La fuerza y las ganas de vivir han desaparecido casi por completo. En las constelaciones encontramos muchas de las causas criminales.  Los actos de violencia que aparentemente no tienen sentido y que son cometidos por jóvenes, provienen de la violencia que cargan otros miembros de la familia.    Algunas veces, se ha manifestado en la misma familia, mediante un tío asesino con el cual el autor del crimen se encuentra vinculado internamente. Algunas veces se desata en el hijo la ira que se encontraba aún controlada y reprimida por los padres y otros antepasados. Lo especial en un sentimiento transvasado como la ira es que el que la siente, piensa que tiene la verdad absoluta. La realidad es una nebulosa donde se oculta la visión sobre el accionar sus consecuencias. Todo aquel que debido a una trama se convierta en autor del crimen se sentirá

inocente. La trama entorpece o distorsiona el reconocimiento de la culpa personal. Debido a ello es imposible el arrepentimiento. Las constelaciones demuestran cuan estrecho y compulsivo es este vínculo.  Así se ve y percibe, porque esa necesidad ciega de actuar compulsivamente de la misma manera puede ser más fuerte que el deseo de no cometer nunca más delitos. Muchos autores de crímenes no podrán ingresar a la legalidad en tanto no desaparezca ese vínculo enfermizo. La reincidencia está programada. El trabajo con delincuentes demuestra los mismos mecanismos que se encuentran en toda familia. El trabajo revela los terribles resultados    de    estos mecanismos.  Quien está preso tiene un trasfondo familiar mucho más complicado que un “ciudadano normal”. Es necesario realizar tres pasos durante el trabajo con delincuentes.  Los dos primeros son los mismos que se necesitan para la solucionar la trama. En el primer paso, el autor del crimen reconoce mediante la constelación de su familia de origen como su actuar está vinculado a su familia. Como en toda constelación también se cumple: el autor del crimen debe penetrar hasta el fundamento amoroso que lo vincula a su familia. Pues quien como hijo se encuentra dispuesto a dar su vida, será también un criminal si el servicio de su familia así lo requiere. El segundo paso se desprende del primero. Hay que cambiar y transformar los vínculos con la familia que se han manifestado en forma negativa. Para ello es necesario la honra hacia aquellos con los cuales uno se encuentra vinculado. De esta forma, el autor del crimen deja a los antepasados la responsabilidad por su propia vida y acción. El tercer paso es la aceptación de la responsabilidad por el propio accionar.  A esto pertenece en el caso de un acto criminal la comprensión de la culpa personal.  Para tomar conciencia de la culpa es necesario que el autor del crimen se enfrente al hecho, o expresado en forma contundente:  la confrontación con la víctima. Es un hecho concreto que en las discusiones momentáneas acerca de la reincidencia de los criminales sexuales, a pesar de los largos tratamientos terapéuticos, el acto central queda reiteradamente en un plano irrelevante.  Hasta que el autor del crimen no mire en los ojos de su víctima no le será claro lo que ha cometido. Solo la vivencia existencial con la víctima trae comprensión y arrepentimiento. Los reconocimientos de culpa normalmente exigidos y esperados en un juicio no tienen fuerza y solo son una capitulación frente a la condena inminente. El encuentro del autor del crimen con su víctima tiene un buen efecto en la mayoría de los casos. Este es el fundamento del “equilibrio autor del crimen-víctima” que ha sido introducido como nueva forma en el derecho penal. El autor del crimen se enfrenta a su delito mediante el contacto personal con la víctima fuera del juzgado y se logran el acuerdo y la reparación.  El autor del crimen tiene la posibilidad de enfrentarse con las consecuencias de su accionar, de aceptar las injusticias cometidas y contribuir a un saneamiento hasta donde sea posible. Una constelación    en la cual se constela a la víctima y al autor del crimen mediante representantes tiene el mismo efecto que el encuentro real entre la víctima y el autor del crimen. Este efecto puede ser aún mayor y duradero. Mediante los representantes se expresan los sentimientos en forma directa y masiva. Ya lo hemos vivido en muchas constelaciones. El autor real que mira la constelación desde afuera no debe producir ningún tipo de confusión para los observadores. Él es solo un observador y logra de esta forma un fuero interior protegido para elaborar y enfrentarse a lo ocurrido. La constelación confronta a los interesados con el hecho y sus consecuencias en forma directa y sin prejuicios. Lo que el autor del crimen le hizo a la víctima se torna visible y perceptible. El autor ya no puede negar su responsabilidad por los hechos pues los tiene delante de los ojos. Así se alcanza una meta importante de la condena: la confrontación con el crimen. Las constelaciones que he realizado hasta el momento en las prisiones confirman lo expresado anteriormente.  La profunda unión entre el criminal y su familia se torna visible.  El siguiente es un ejemplo de una reclusa condenada por reiteradas estafas.  En primer lugar, se consteló a la reclusa, a su familia y a una de sus víctimas de estafa.  La autora permaneció indiferente frente a la víctima.  La madre tuvo el sentimiento de motivar a su hija a la estafa.  (La reclusa comentó desde su lugar de observación que su madre le enviaba como niña a estafar a los comerciantes.)  La hija se sentía muy unida a su madre, pero no cambio nada en su distanciado sentimiento frente a la víctima. Recién se produjeron cambios cuando se ubicó a la madre de la madre.  La nieta se sintió especialmente unida con su abuela, a quien percibió como muy falsa y estafadora.  Finalmente se interpuso la madre entre ambas y dijo: “Yo soy la grande y acepto la culpa y la responsabilidad. Tú eres solo la hija.” Y agregó: “¡Qué termine de una vez!  La reclusa se sintió un poco más libre y pudo mirar a la víctima en los ojos y decirle: “Lo siento.” De esta manera, se manifiesta la violenta energía negativa que un determinado comportamiento puede ocasionar en una familia. De esta forma se revelaron y comenzaron a solucionarse el vínculo

enfermizo con la abuela y la compulsión interna que le obliga a estafar.  Solo así la reclusa pudo lamentar su acto criminal y disculparse frente a la víctima representada. ¿Qué efecto interior tiene la aceptación de la culpa? Esta y otras preguntas se plantean siempre en el caso de una gran culpa, por ejemplo, en un asesinato.  ¿Qué significa para el autor abandonar a su familia e irse por la puerta o inclusive acostarse al costado de los muertos?  ¿Tiene que cometer acaso suicidio? ¿No hay otra solución aparte de este abandono? ¿Qué significa esto en la práctica? Un aspecto de la solución de la culpa profunda se ve en la constelación que Bert Hellinger realizó en una cárcel de Londres hacia fines de 1998. El Consteladora mató a una persona en una pelea en un bar y ya había cumplido 12 años de condena. Se consteló solo a la víctima y al autor del hecho.  Yo fui el representante de la víctima.  No nos podíamos mirar a los ojos. Junto al sentimiento de que yo podría haber matado al otro y ser el autor del crimen experimenté una rabia asesina.  El autor comenzó a sollozar y se acurrucó llorando en el piso.  Yo tuve compasión y deposité mi mano en sus espaldas para consolarle.  Luego de un tiempo nos miramos a los ojos y pudimos finalmente abrazarnos. Luego decidí que era suficiente. Me paré y me retiré. Esta constelación muestra las condiciones fundamentales para que el autor reconozca y cargue con su culpa.  El autor mira en los ojos de la víctima, ve y reconoce lo que ha hecho.  De esta manera, toma responsabilidad sobre sus propias acciones.  Entonces, tal vez ya antes, se produce un dolor intenso que se debe tolerar.  Luego de un tiempo el dolor desaparece y se logra la fuerza necesaria para actuar bien. En este camino no hay atajos ni posibilidad de acelerar los hechos. El representante del autor mencionado anteriormente, el conocido terapeuta Juntar Weber, dijo luego de una constelación que el jamás había sentido semejante dolor.  El autor que observaba la constelación estaba visiblemente emocionado y dijo espontáneamente: “Así me sentí todos estos años.” Otra constelación aclaratoria para la dinámica en una cárcel fue una corta constelación organizadora con los empleados de una cárcel para jóvenes. El problema de origen se encontraba en un grupo de jóvenes curdos que se aislaban de los jóvenes alemanes presos y en el cual se producían reiteradamente exabruptos de violencia. Se buscaron representantes para los grupos juveniles    alemán y curdo y para los funcionarios de la cárcel y del servicio social, cuyo deber es lograr la resocialización y la reinserción.  Durante la constelación estaban ubicados frente a frente dos grupos de jóvenes y entre ellos, en la línea divisoria, los funcionarios de la cárcel y del servicio social también enfrentados. Los jóvenes se observaban como enemigos, el grupo alemán se sentía superior y despreciaba al grupo extranjero. Los funcionarios carcelarios percibieron una atmósfera de violencia reprimida y se sentían débiles como los del servicio social. Yo busque entonces una imagen ordenadora que fuese adecuada a esta situación carcelaria.  En primer lugar, ubiqué a los jóvenes alemanes junto a los curdos. A continuación, la tensión entre ellos se redujo.  Entonces ubiqué frente a ellos en el primer lugar al funcionario carcelario junto al representante del servicio social.  Es necesario lograr un ordenamiento en las constelaciones de familia u organizaciones cuando el encargado de la seguridad se encuentra en el primer lugar. El representante del funcionario pudo relajarse en ese lugar y tuvo la impresión que desde allí podía realizar un buen trabajo junto al servicio social. Los jóvenes también se sintieron bien con este ordenamiento. En cambio, el servicio social se sentía muy mal en su lugar.  La representante rechazó permanecer junto al funcionario carcelario.  Ella quería estar entre los jóvenes.  Cuando ella probó este lugar la tensión entre todos los participantes volvió a crecer.  En ese momento tuve que interrumpir la constelación, pues no se podía encontrar solución alguna.  Quien observa en forma imparcial al sistema carcelario ve por un lado a los presos y por el otro a los funcionarios estatales. Su deber es el cumplimiento de la condena, cuyo contenido y meta están prefijados por la legislación estatal.  El servicio social es también una parte del cumplimiento de la condena. La constelación muestra en forma ejemplar el conflicto interior de los empleados del servicio social al cumplir su función como encargados del estado.  Ellos sienten mayor solidaridad con los presos que atienden.  De esta manera se confunde en parte la realidad que indica que los trabajadores sociales se van a la noche a casa mientras que los presos quedan en prisión.  Estos ven dicha realidad y no pueden valorar la actividad altruista de sus encargados. En vez de ello, se aprovechan. En el fondo de este abuso, yace una provocación. En algún momento la mayoría de los trabajadores sociales alcanzan el límite de esta situación.  Los frentes y la realidad son claros cuando se niegan.

Estos conflictos internos y externos    y las dificultades de cercanía y limite hacen del trabajo social algo agobiante. Reiteradas veces aparecen síntomas de desgaste en los empleados. ¿Qué cosa es útil en este tipo de constelación? Ella muestra el trasfondo de conflictos estructurales y sus consecuencias.  La resolución de la trama personal es importante, pues un trabajo óptimo en conjunto de los diferentes grupos de empleados es la condición básica para un buen trabajo en el cumplimiento de la condena.

El tema “hombre-mujer” tiene    un contenido inagotable para las constelaciones familiares.  ¿Qué ocurre entre los hombres y las mujeres?  ¿Cuál es el fundamento para los ordenamientos que encontramos en las constelaciones?  Aparecen muchas variantes y al mismo tiempo los temas se repiten. Las constelaciones familiares son desde mi punto de vista caminos independientes para estudiar la realidad.  Bajo la rutina cotidiana se encuentran capas profundas de la realidad.  Normalmente, no somos conscientes de ellas. Las constelaciones conducen a estas capas y muestran una realidad que nos ilumina instantáneamente cuando le encontramos. La siguiente constelación tuvo lugar en la última hora de un curso de formación semanal.  Una participante dijo que en los últimos días había tomado conciencia de un miedo fundamental relacionado a los hombres.  Realicé entonces con ella una corta y simbólica constelación debido al poco tiempo del cual disponíamos.  La participante se cónstelo en primer lugar a sí misma, luego ubicó al miedo a sus espaldas, enfrente a un representante de “los hombres” y enfrentado a este una representante de “las mujeres”. Lo primero que hizo fue mirar a su miedo.  Ella se inclinó frente a él y le expresó su honra.  Esto no estaba de acuerdo con sus sentimientos. Recién tuvo mejoría cuando le dijo: “Yo no te honro y deseo que desaparezcas.”  Entonces observó a la representante de “las mujeres” y se sintió unida a ella. Cuando se ubicó frente a ella se sintió fuerte y bien. Esta representante le dijo: “El miedo forma parte de esto. Yo siento a veces miedo y también miedo frente a los hombres.”  Entonces se observaron los representantes de los hombres y las mujeres.  Cuando se le preguntó a la representante de las mujeres como se sentía, ella dijo: “Estoy fascinada y tengo un poco de miedo.” Yo sugerí que les diga esto directamente a los hombres: “Estoy fascinada por ti y tengo un poco de miedo.”  Entonces le sugerí al representante de los hombres que repitiese la misma frase a las mujeres. “Estoy fascinado por ti y tengo un poco de miedo.” Él lo dijo y estuvo de acuerdo. El hombre y la mujer son diferentes y por ello siempre se sentirán un poco extraños. Esto provoca la fascinación y el miedo al mismo tiempo. Quien tiene miedo puede volverse agresivo para protegerse. “El ataque es la mejor defensa”, dice el refrán.  A ello se suman las malas experiencias realizadas entre los hombres y las mujeres y los sentimientos traspasados de generación en generación.  De esta manera nuestras existencias como hombre o mujer están condicionadas por viejos caracteres. La hija de una familia suiza, de unos sesenta años de edad, realizó una constelación. Ella relató que no hay nada relevante en su familia. Como si fuese algo completamente insignificante, reveló que su madre antes del casamiento tuvo que sacarse los dientes por exigencia del futuro marido y de su familia.  El motivo:  ahorrar dinero.  Esta situación me dejo estupefacto y a continuación sugerí que el marido diga: “Yo quise que te saques los dientes y acepto mi responsabilidad por el hecho.” Pero él no puede pronunciar estas palabras.  Entonces ubiqué al abuelo quien dijo: “A las mujeres hay que arrancarles los dientes.  Yo tengo muchos hombres detrás de mí y somos de la opinión que las mujeres con dientes son muy peligrosas.  Su propia mujer permaneció en paz y dijo:  Yo podría ser peligrosa pero no lo deseo.” En la charla a continuación se comprobó que, en ciertas zonas de Suiza hace cuarenta años era aún normal extirpar los dientes de la novia antes del casamiento. También a la cliente, a los 18 años de edad, le extirparon 8 dientes, 4 arriba y 4 abajo sin motivo alguno y solo por el deseo paterno. En las relaciones se repite que cuando una de las partes de la pareja es agresiva, la otra permanece más bien pacífica y tolerante.  Sin embargo, algunas veces en el trasfondo se muestra una dinámica que indica que la agresión mayor se encuentra en quien permanece tranquilo en su exterior y que él que estalla en ira casi siempre es él más débil. Posiblemente esté actuando un mecanismo sano que permite que sólo una de las partes cargue con el polo agresivo.  ¿Cuál es la alternativa?  Otra constelación me mostró una situación en donde ambas agresiones aumentaban. 

La hija constela.  El padre había herido de gravedad con un cuchillo a la madre durante una pelea familiar. En la constelación están enfrentados y llenos de odio. Cada uno desea ser el más fuerte. Se demuestra que la mujer ha provocado al hombre en forma deliberada. La solución aparece recién cuando la hija saca de su corazón a sus padres y les deja con su responsabilidad. Ambos le dan la espalda a la familia. Entonces vuelve a estar todo más relajado. Cuando hombre y mujer se pelean hasta la última consecuencia sólo queda la elección: ¿Quién mata a quién? ¿Cuchillo o veneno? La película “La Guerra de las Rosas” fue una buena sátira sobre esta lucha exterminarte de una pareja. Ambos sexos conocen agresiones asesinas. Ellas pertenecen a la herencia colectiva y a nuestra formación personal. El potencial agresivo masculino lo vivimos en guerras y enfrentamientos a nuestro alrededor.  Da lo mismo en África, Palestina o Yugoslavia.  Su cercanía se ha vuelto algo rutinario.  Hombres asesinan a hombres y no pocas veces, también a mujeres y criaturas. En las violaciones masivas que se produjeron en Yugoslavia parece descargarse un odio común de los hombres por las mujeres. En las constelaciones me fue revelado que las mujeres pueden odiar también en forma asesina y que pueden cargar con una ira tan grande como la masculina.  En muchas mujeres dormita una extrema violencia frente a los hombres y apenas si son conscientes de ello. En lo superficial se observa que tienen poco respeto por los hombres y que los desprecian en reiteradas oportunidades. Al comienzo de un seminario aparece este odio en las primeras constelaciones en forma moderada. Luego de un día o más puede mostrarse con toda su intensidad. Una participante deseaba aclarar las dificultades que tenía en sus relaciones con los hombres. Ella se sentía incapaz y sospechaba que esto tenía relación con su padre. Ella cónstelo a siete hombres con los cuales tuvo relaciones durante seis meses y tres años y a su actual hombre. De los tres primeros se despidió con honra. Cuando se enfrentó a los otros descubrió que a partir de ese momento no percibía a los hombres en forma personal.  Podrían ser otros los que estaban parados allí.  El cuarto hombre expresó enojo y deseaba irse.  Repentinamente el ambiente se cargó de tensión. Ella dijo: “¡Si alguien se va, esa soy yo!”. Antes era ella la víctima de su incapacidad de relacionarse y ahora salió a la luz el conflicto con los hombres.  Entonces le sugerí que diga a su actual hombre: “Tú eres el siguiente.”    Ella lo dijo y confirmó la veracidad de la frase. Yo ubiqué a su madre a su costado, con la cual se sintió muy unida.  Le sugerí que señales a los hombres y le diga a su madre: “Mira, los maté para ti.” Ella lo dijo y percibió que era cierto Aquí se revela una ira antigua.  Una ira que se transmite de generación en generación.  No sirve de nada buscar las causas en la    vida actual, dado que la madre y la abuela también experimentaban esta ira. Ella viene de un tiempo en el cual se maltrataba y reprimía duramente a las mujeres. La ira también ha sido producida por el dolor, penurias y violencia vividos durante la guerra.    Durante las constelaciones   aparecen   mujeres   amargadas   en   las   generaciones   anteriores.   Dichas   mujeres reprimieron mucho dolor y se volvieron “malas”.  La presencia de la maldad es fuerte y se siente corporalmente.  La mujer vive su ira en el seno de la familia, pero en reiteradas ocasiones no es consciente de ello.  Ella tiene la impresión de estar solo reaccionando.  Las situaciones más insignificantes hacen estallar la ira y los otros son siempre los culpables.  No todas las agresiones en la relación de pareja tienen como meta la destrucción o la humillación del contrario.  En reiteradas ocasiones tienen otro motivo.  Esto se observa en el caso de una cliente durante la supervisión realizada por su terapeuta. La mujer sufre una enfermedad desde hace 15 años.  Aparte de los medicamentos pagados por la caja de seguros, recibe dinero de su marido para métodos alternativos de cura. De pronto aparece en el mercado    un nuevo y carísimo método alternativo de cura.  El marido dispone del resto de una herencia y quiere viajar a la China en vez de darle el dinero a su mujer para dicho método. El hombre está parado en la constelación enfrente de ella a gran distancia y mantiene los puños apretados. Una frase le viene desde dentro: “¡Si no me contengo te mato!” Él siente una ira asesina hacia su mujer.  La frase provoca solo indiferencia en primera instancia en la mujer.  Las frases que ella acepta como verdaderas son: “Estoy más allá de ti y tu ira.” “Yo no te honro y encima siento ira.” “Yo saqué y no di nada durante quince años.”  La solución aparece cuando el hombre dice: “Basta ya.” La mujer le sonríe y dice: “Por fin.” El hombre reconoce su parte en la escalación diciendo: “no me he comportado en forma honorable.”  Ella encuentra entonces la siguiente expresión: “Yo te provoco cuando deseo honrarte.”  Ambos pueden ahora acercarse y sonreírse. Acto seguido, él expresa una vez más: “¡Pero yo me voy a China!”.

Esta constelación muestra en forma ejemplar un patrón de conducta que aparece reiteradamente en las relaciones.  Las mujeres provocan al hombre para ver su ira.  Muchos hombres tienen gran dificultad para mostrar su ira en forma adecuada y la reprimen.  Cuando un hombre nunca se enfurece, está ocultando a su mujer una parte esencial de su fuerza. Las mujeres enfurecen cuando no encuentran la ira del hombre.  La necesidad de la mujer por ver esta ira es inmensa. Sin embargo, necesitan verle en forma de fuerza y no de violencia. El riesgo parala mujer es que el hombre no logra controlar su ira. En muchos casos se logra un efecto tranquilizante para las mujeres cuando el hombre expresa su ira sin violencia. “Por fin” dijo la mujer con alegría en la constelación anterior cuando el hombre puso un límite controlando la situación.  (Ella no diría “Por fin” si su ira se hubiese transformado en violencia en su contra.) Como Goldman describe, los hombres tienden a dejarse dominar por un fuerte sentimiento como la ira más que las mujeres.  La persona en esta situación pierde el control, no puede ordenar sus pensamientos y reacciona en forma primitiva.  Este desbordamiento se manifiesta cuando los latidos se aceleran en 10, 20 o 30 pulsaciones por minuto. Los hombres tienden a saltar de un leve enojo a un desbordamiento más que las mujeres en las relaciones. Estudios han demostrado que durante peleas familiares el pulso de los hombres aumenta más rápido que el de las mujeres.  Ellos son más afectados que ellas en este enfrentamiento.  Sin embargo, el pulso de los hombres baja cuando comienzan a cerrarse.  Este es un mecanismo de defensa para ambos. El dilema es:  al momento en que el hombre se tranquiliza, el pulso de la mujer se acelera.  Ahora sufren las mujeres el desbordamiento. Las agresiones entre hombres y las agresiones entre hombres y mujeres tienen diferentes motivos y metas en reiteradas ocasiones. (La agresión entre mujeres no tuvo relevancia hasta el momento en mis constelaciones.)  La agresión entre hombres es por esta razón más bien unidimensional. La hija constela. Su padre le confesó haber matado un hombre en África. Ella es la única que lo sabe y sufre por esta carga. Frente a esta situación, constelamos a los dos hombres y a la hija. El padre tiene miedo frente al otro hombre.  Este está dispuesto al combate y es superior.  Su frase fue: “Yo soy más fuerte.” Le sugerí entonces al padre que diga: “Pero yo te maté y fui más fuerte.” El padre corrigió: “… fui más rápido.” El contrario no puede aceptar el hecho de estar muerto y se siente aún muy fuerte. La tensión permanece. La solución se logra cuando ordeno a ambos que se inclinen simultáneamente.  Esto trae finalmente tranquilidad y honra entre los dos hombres. (Para la hija es importante que su padre confiese que no ha sido correcto de su parte haberle contado semejante secreto como niña.) En las agresiones entre hombres se esconde un ritual de comparación de fuerzas.  En estas luchas hay una relación subliminal.  El conflicto se interpreta más bien como algo deportivo y no como algo personal.  La inclinación simultánea, algo usual antes de comenzar la lucha en todas las artes marciales asiáticas, expresa perfectamente dicha comunión.  Esta inclinación también soluciona tensiones en las constelaciones. En las luchas deportivas se ritualiza también el fin. El vencido que se mantiene en el piso golpea tres veces en el piso y la lucha se termina. Pero cuando se trata de una lucha a vida o muerte, se acepta la muerte como resultado posible sin lamentos. En muchas constelaciones de soldados enemigos vi que nadie lamentaba haber baleado al otro. ¿Sería posible y adecuado inclinarse antes de una comparación de fuerzas entre hombre y mujer? Mi mujer y yo llegamos a una negativa respuesta luego de la constelación mencionada anteriormente. ¿Cuál sería un fin adecuado? ¿Golpear tres veces en el piso? El fin “adecuado” en una comparación de fuerzas “real” sería irse a la cama, en caso de que el hombre sea el vencedor. La condición previa es que ambos estén de acuerdo en medir sus fuerzas. Para evitar falsos entendimientos: no se trata de que un hombre obligue a una mujer a la lucha. ¡No se trata de una violación! Si en cambio la mujer es más fuerte, esta rechaza y desprecia al hombre.  Mi mujer recuerda episodios en los cuales venció emocional o intelectualmente a un hombre.  Ella recuerda el corto momento del triunfo en el cual el otro ya no era más “hombre”. Aún en forma más clara se encuentran estas formas arcaicas en la saga de los Nibelungos.  La invencible Brunilda fue vencida por el desconocido Sigifredo.  El Rey Günther usurpa su lugar y se casa con ella.  En la noche de bodas ella lo cuelga de la ventana.  Brunilda puede entregarse a Sigifredo, el fuerte y no a Günther, el débil. Para este solo hay desprecio.

¿De qué sirve en un plano arcaico esta comparación de fuerzas entre hombre y mujer? Su significado se encuentra en la etapa de propaganda. Sólo si el hombre es más fuerte puede ser pareja. De esta forma muestra que con él son posibles la seguridad y la pertenencia. Sólo así la mujer se le entrega.  De una comparación de fuerzas que exige esfuerzos, se producen honra  y respeto. Tanto al hombre como a la mujer les gusta ser exigidos.  Él se complica la vida si le hace la vida fácil a la mujer.  Le será difícil lograr la honra y no se logrará ningún vínculo. El hombre busca también una mujer que le exija. Ella puede honrarle y él puede vincularse de esta manera. Por esta razón, vencedores y vencidos no son términos adecuados para definir esta comparación de fuerzas entre hombre y mujer. Pues si se logra el vínculo no hay ni vencedores ni vencidos. Tampoco en el sexo hay vencedores y vencidos.  ¿Quién desea al final ser vencedor y quién vencido?  ¿El hombre? ¿La mujer? Vencedores y vencidos no es una descripción adecuada. ¿Qué ocurre luego de la etapa de propaganda cuando el vínculo comienza a establecerse?  Bert Hellinger dice al respecto: “La mujer sigue al hombre, el hombre sirve a lo femenino.” ¿Qué pretende decirnos? ¿Cuál es el significado de esta expresión? En las constelaciones se demuestra que el primer lugar le corresponde al responsable por la seguridad.  En nuestra cultura, fue el hombre quien se encargaba de la seguridad hasta ahora.  La imagen antigua era: el hombre se encargaba de la supervivencia. Su deber era proteger a su mujer e hijos (la “cría” en sentido biológico). Él es un luchador que rechaza todo tipo de amenazas. Debido a ello es tan importante que el hombre tenga la fuerza y energía necesarias. Los hombres poseen aún hoy esta función en su interior a pesar de no percibirla en la rutina cotidiana. Un amigo que trabaja con condenados me contó acerca de un asalto a un auto. Una pareja fue amenazada con una navaja. Para el marido se transformó en una situación traumática el no haber podido cumplir con su papel protector. Los sobrevivientes de los campos de concentración informan algo similar. La peor degradación para los hombres judíos fue ser humillados frente a los ojos de sus mujeres e hijos y no poder cumplir con su papel protector. El hombre se ocupa aparte de los medios para la subsistencia. Él carga con la responsabilidad sobre el mejor “nido” posible. Él es el nexo con el mundo exterior y es por ello que la mujer lo sigue. La mujer necesita apoyo y protección durante el embarazo y en los primeros años de vida del hijo. El hombre construye el nido donde los hijos crecen. La mujer trae los hijos al mundo, les da leche y se ocupa de ellos. Este es el contenido femenino que el hombre sirve. En la jerarquía entre la mujer y el hombre, la mirada siempre está puesta en los niños.  El hombre y la mujer atienden a estos con las mejores posibilidades. La jerarquía se adapta a la función y no tiene valoración alguna. Los siguientes ejemplos describen esta situación: La abuela falleció al dar a luz. Las nietas tienen miedo de tener hijos. Su muerte es para la familia un hecho gravísimo con consecuencias que atraviesan varias generaciones. El abuelo se siente culpable de su muerte pues él la había embarazado. Su mujer está parada frente a él en la constelación y le dice: “Es mi riesgo como mujer si muero dando a luz y yo lo acepto. Tú eres solo el hombre.” El hombre puede relajarse al oír esta frase y su sentimiento de culpa desaparece. Las mujeres arriesgan su vida durante el nacimiento de su hijo.  Antes que la medicina alcanzase el nivel técnico actual, fallecía un tercio de las mujeres al dar a luz.  ¿Corren los hombres algún riesgo similar a este? El padre de la cliente, acusado de ser guerrillero, murió en Bélgica en un campo de concentración. En la constelación, su mujer, la madre de la cliente, sufría sentimientos de culpa por no haber peleado a su lado. La solución vino con la siguiente frase del hombre: “Tú eres la mujer y yo soy el hombre. Las mujeres cargan con el riesgo durante el nacimiento y los hombres en la guerra.”  La mujer se relajó y el sentimiento de culpa desapareció. Ambos sexos tuvieron originalmente su función y cargan con su propio riesgo.  Las constelaciones reproducen los principios arcaicos.  Estos siguen vivos en nuestro interior a pesar de todos los cambios sociales ocurridos. Negándolos o reprimiéndolos no evitamos su existencia y consecuencias. Por lo contrario, sus influencias permanecen ocultas y desconocidas.  Sólo si reconocemos y honramos estos ordenamientos seremos un poco más conscientes, pues la toma de conciencia libera. Esto muestra el significado del primer lugar en una constelación familiar.  En algunas ocasiones está la mujer en primer lugar y el hombre en el segundo.  Quien está ubicado en el primer lugar es

responsable de la seguridad.  En ocasiones este ordenamiento es agradable y adecuado para la pareja y los hijos. Sin embargo, se produce un alivio para la mujer y los hijos cuando el hombre toma el primer lugar. Él se siente entonces más fuerte y responsable por su familia. La mujer y los hijos se relajan y se sienten más seguros. Los ordenamientos arcaicos que se reflejan hoy en día en las constelaciones parecen haber sobrevivido como algo superfluo. La cantidad promedio de niños en el mundo occidental es cada vez menor.  Ya no hay que educar a 10 o 15 hijos sino solo a 1 o 2 en la mayoría de los casos.  Con la píldora anticonceptiva se logró por primera vez en la historia humana un método anticonceptivo seguro y accesible para toda mujer. La inmensa fuerza que antes se usaba para educar y criar a 10 hijos se encuentra ahora en libertad.  En el hombre como sostén de la familia y aún más en la mujer como madre y parturienta. La cultura produce muchas posibilidades y alternativas. Se generan constantemente nuevos modelos. Sin embargo, los arcaicos programas de supervivencia yacen en el trasfondo. Ellos son la causa del inexplicable descontento producido en determinadas situaciones. Cuando la situación lo exige, entran nuevamente en actividad. Estos aparecen en forma sorpresiva cuando una mujer queda embarazada. Muchas cosas que antes eran claras y determinadas ya no lo son.  Una parte desconocida e inconsciente de la mujer sale a la luz y el hijo tiene la fuerza necesaria para derrumbar los planes tan ordenados de vida y carrera soñados por los padres.  En los noticieros de la televisión podemos ver que rápido se puede saltar de este “juego” cultural a una situación “seria”. Las guerras, ya sean entre naciones o civiles, reina en muchas partes del mundo. Ellas nos rodean y pueden infectar a nuestra sociedad en pocas semanas o meses. Esto ocurrió en el siglo pasado durante la primera y la segunda guerras mundiales, cuando millones de hombres fueron a la lucha. La técnica moderna logra en parte que estos programas de supervivencia arcaicos sean obsoletos. En muchas partes de la tierra (¡pero no en todas!) se ha superado la vieja imagen donde el hombre pelea “afuera” contra otros hombres para proteger a su familia, aldea o nación.  El ordenamiento antiguo no existe más. Ya no hay “afuera” pues la guerra está en todos lados. La población civil se ve envuelta en combates atroces.  Y mientras que en el pasado la búsqueda del hombre por un arma mejor era parte de su preocupación en lograr una mejor defensa, hoy en día dicha búsqueda es algo absurdo.  La cantidad de nuevas   y siempre más mortíferas armas aumentan el peligro   y la inseguridad. Por eso nos encontramos hoy en día entre un viejo y un nuevo ordenamiento.  El viejo funciona en forma limitada y el nuevo no está todavía a disposición. Las constelaciones nos ayudan a reconocer que elementos de los ordenamientos viejos cargamos todavía.

Las constelaciones familiares y la ética Nosotros vivimos en una era donde todo parece ser posible. Todo es realizable, hoy o mañana.  Las posibilidades ofrecen un amplio espectro.  En Der Spiegel leemos bajo el título „No hay más consistencia” la siguiente información: “Científicos norteamericanos han unido una célula humana con un óvulo vacuno y han aislado células madres inmortales de embriones”.  Los científicos hablan de una nueva era en la medicina.  Las precauciones de los escépticos se desvanecen y las comisiones éticas no logran mantener un consenso. El negocio de la inseminación artificial florece como nunca.  En USA es posible una forma de familia con cinco partes paternas:  la gran familia de la criatura está formada por los dadores de esperma y óvulos, la madre y los padres sociales que se encargan finalmente de la educación. ¿Es que hay aún limites?  ¿Si es que hay, quien tiene la autoridad de definirlos?  Estas preguntas continúan sin respuesta. Las constelaciones familiares ofrecen respuestas cuando en ellas aparecen estos nuevos temas. Ellas sugieren soluciones adecuadas para las nuevas preguntas. Bert Hellinger realizó en USA junto a Hunter Beaumont una constelación acorde al tema (véase Wii Liebre gelinita.) La segunda hija del cliente fue concebida mediante inseminación artificial con el esperma de un dador desconocido del cual solo se conocía su religión judía.  El matrimonio se separó al corto tiempo.  A continuación, una parte de dicha constelación: Hombre: me siento muy triste y aislado. No sé quién es quién… Mujer: siento agresividad frente al hombre y no siento ningún vínculo con mi hija Hija:  no tengo sentimientos.  Siento que me estoy cayendo de espaldas.  Cuando escuché que mi padre es judío sentí como una puñalada en la espalda… Hellinger: tú debes renunciar a tu padre. Tú no puedes tener padre. Tu madre te ha engañado acerca de él.

La representante de la madre asevera con un gesto. Hellinger a la madre: ¡Mírale!  La madre se ubica frente a la hija. Hellinger: Dile que tú le has engañado acerca de su padre. Mujer: Te he engañado acerca de tu padre. Ambas se observan durante un largo tiempo. Hellinger a la hija: ¿Cómo te sientes? Hija: Estoy triste Hellinger: Dile que tu aceptas también la vida de esa manera. Hija: Yo acepto mi vida también de esta manera. Y así está bien. Madre e hija se miran y hacen una reverencia. Antes, Hellinger al cliente: “Entre los sistemas hay un orden jerárquico.  El nuevo sistema está por encima del sistema anterior.  Por esta razón, cuando hay un hijo con otra pareja, la pareja anterior desaparece. Este es el caso. Cuando tú y tu mujer os decidisteis por una inseminación artificial con el esperma de otro hombre se acabó el matrimonio. Era una consecuencia inevitable”. Las constelaciones nos ponen en contacto con la instancia interior que no deja influenciarse con argumentos y justificaciones. El matrimonio se rompe. Sin embargo, para el hijo es importante aceptar la vida sin el padre. También otros temas que damos por sobrentendidos en nuestro mundo aparecen bajo otra luz gracias a las constelaciones.  El  siguiente  ejemplo de    una  trasplantación  de  riñón  extraído  de “Wu Debut huilte un Ohnmacht Frieden stiftet“. Rosemarie: Desde los 3 años de edad tengo una enfermedad crónica en los riñones. Cuando cumplí 21 años ambos riñones no funcionaban más. Mi padre donó un riñón que también dejo de funcionar luego de 4 años de realizada la operación. Hace alrededor de 6 años que hago diálisis. La cliente constela a ella y a su padre. Ella está ubicada atrás del padre. El padre tiembla.  Luego de unos minutos avanza un paso y se acuesta boca abajo.  Rosemarie se marea y está a punto de caerse. Bert Hellinger le indica que se acueste boca abajo junto a su padre. Rosemarie le dice: Yo exigí demasiado… Padre: Tengo el sentimiento de que la muerte no es suficiente. Debo irme…  Un rato más tarde. Padre: Te lo di con gusto, pero fue demasiado Luego de la constelación. Hellinger:  quiero decir algo acerca de las trasplantaciones:  el alma no las soporta.  El donar órganos no es un acto de amor. Rosemarie: Lo mismo sentí yo. Estuve contenta cuando no funcionaban… Especial en esta constelación es que el padre es el donante del riñón para su hija.  Para la hija es demasiado recibir un riñón de su propio padre. Hellinger dice acerca de las trasplantaciones: Tiene que haber una profunda comunión, amor y honra para que funcione.  El que recibe el órgano tiene que recibir la bendición del donante.  Entonces puede ser.  Pero yo no lo haría nunca.  Yo no donaría un órgano ni estoy de acuerdo en recibir uno. Esto está por encima de la condición humana. Estas    últimas palabras son también adecuadas como palabras finales para este capítulo sobre las constelaciones familiares y la ética: Lo que digo es una provocación y no deseo que esto sea interpretado como la última verdad.  Pero vale la pena pensarlo.

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