Leccion 1
Leyes de las ordenes del amor

Tercera ley – Compensación
En una familia la pertenencia y el vínculo de amor efectúan una fuerte e irresistible necesidad de compensación. Así ocurre que en cada familia, la siguiente generación tiene parte en el destino de las generaciones anteriores y trata de conseguir una compensación para ellas. Esto hace que los hijos inocentes tengan que expiar asuntos como culpa, errores, enfermedades y desgracias de sus antepasados. Eso lo hacen con un amor ciego, inconsciente, con la mejor intención y con una buena conciencia. Además, ellos expresan internamente frases de las cuales no son conscientes.
Según Wibe Veenbaas, el vínculo nace de la profunda necesidad humana de unión física y emocional; el gran deseo de ser aceptado. La vinculación tiene su origen en la supervivencia. No puedes luchar contra ello, no tienes elección. El vínculo tampoco tiene que ver nada con la moralidad o con la idea de bueno y malo. No importa lo que pensemos respecto al vínculo, si es justo o no, no le podemos eliminar. El vínculo es algo real, pertenece a la vida, y es la base de nuestro afán de cercanía. El vínculo en la relación de padres e hijos es un hecho.
Durante el crecimiento, de una manera natural, el vínculo con los padres se hace más amplio y se convierte en una conexión. Pero un niño que ha sido abandonado o que no ha completado el movimiento amoroso hacia sus padres, estará vinculado sin conocer la posibilidad de avanzar y crecer.
A un adulto con esta historia personal le será difícil sentirse protegido y cercano en una relación. Él relaciona estos sentimientos con el vínculo que rechaza, porque no ha experimentado uno que crece y se expande, con una unión que abarca espacio e intimidad. Superficialmente, el cliente trata a menudo de distanciarse de este vínculo, pero a un nivel más profundo, no le es posible. La lucha contra el vínculo hace precisamente lo contrario, que se mantenga en su lugar. Bajo la furia y el resentimiento se encuentra el profundo deseo de sentirse amado. En este nivel tan profundo, el vínculo no puede desaparecer.
El cliente que se distancia de sí mismo y de sus sentimientos, parece poder vivir sin vínculo, pero inconscientemente el vínculo lo mantiene todavía mas atado. No es posible luchar contra él o ignorarlo, porque no es posible alejarnos de él.
Hellinger dice que una persona tiene tres opciones:
· Negar: oponerse a aceptar lo que es
· Recriminar: llenarse de rabia porque no es como queremos que sea
· Asentir: aceptar tal y como es
La última opción ofrece la mayor libertad. Al aceptar el vínculo se abre la posibilidad de avanzar y transformar el vínculo en conexión.
Mejor yo que tú
En las constelaciones familiares podemos observar la fuerza y lo trágico de este mágico, ciego e infantil amor, y las oraciones internas que crea. También sus consecuencias dolorosas y graves.
Ejemplo:
Juan (28 años) se siente a menudo deprimido. Quiere constelar a su familia. En la conversación preliminar con el terapeuta dice que tuvo un hermanito que nació antes que él y que murió tres días después de nacer. En la constelación, situado frente a su hermano muerto prematuramente, siente el amor profundo que les une. A través de este fuerte vínculo de amor, dice interiormente la frase “mejor yo que tú”, o la variante “quiero tomar tu lugar”. Estas frases exponen un amor mágico y ciego de niño. En la constelación se trabaja con la frase sanadora: “Fue mi destino morir pronto, tú me honras si lo dejas conmigo”. Aún cuando un niño crece, se hace adulto, y forma una familia, las constelaciones muestran que todavía existe una fuerte unión con aquel que tuvo un duro destino.
Este vínculo le aleja de su familia y lo atrae hacia aquellos que murieron prematuramente, a los que sufrieron enfermedades o vivieron infelizmente. Él quiere abandonar a su familia y se dice interiormente: “te sigo”.
La dinámica que entonces se presenta es que uno o más de un hijo se dicen también internamente la frase “mejor yo que tú”. El niño quiere con esto evitar que su padre abandone el sistema familiar, es decir, que se ponga enfermo, se suicide o tenga un accidente. El niño se entrega asimismo.
Él sacrifica su salud o su felicidad para mantener al padre en vida y dentro del sistema familiar. Se pone por así decirlo en su lugar y se entrega, por amor, como sustituto en la enfermedad, desgracia o muerte. El niño tiene una buena conciencia y se siente inocente. Su motivación profunda es el amor y su deseo de asemejarse para poder pertenecer.
El ayudante y el amor
Cuando nos encontramos con la dinámica arriba mencionada, el único camino hacia la sanación de este amor infantil y ciego es hacerlo consciente y respetarlo. Cuando el terapeuta no es consciente del profundo amor de esta relación, y no lo respeta, el cliente se retirará y no aceptará el proceso de concienciación y la posible sanación.
El cliente y su inconsciente motivación deben ser vistos, de lo contrario, él se aferrará cada vez más secretamente a su frase interior “mejor yo que tú” o “yo te sigo” y continuará, con una buena conciencia, abrigándose con su enfermedad o desgracia. No puede hacer otra cosa porque él cumple con lo que la conciencia colectiva le pide y quiere sacar a la luz lo que no ha sido superado. Mientras ese algo no asimilado no se hace consciente, el se sentirá como un traidor a su comunidad, si por ejemplo se sanase, o fuera feliz o desistiera de sus planes de suicidio. Sólo cuando ese amor profundo, la lealtad y el vínculo salen a la luz y se sienten, es posible para el cliente ser consciente de la ceguera y esperanza infantil. De esta manera, el cliente puede liberarse de ese vínculo de destino, y se hace posible la sanación. Sólo entonces podrá decir: “Padre (madre, hermano, hermana, o cualquier otro familiar) yo te honro con tu destino, y mírame con cariño cuando yo sigo viviendo” o “Mírame con cariño cuando tengo una vida feliz”. Así puede hacer una reverencia con todo amor ante el destino del padre, aceptarlo tal y como se presenta y dejarlo a quien le pertenece.
La víctima y el salvador
La conciencia de víctima viene de la idea de sentirse impotente; de creer que el mundo, las personas y la sociedad pueden hacer con nosotros lo que quieren y que no tenemos otra elección más que aceptar todo lo que nos viene. Es sentir que algo ajeno a nosotros puede hacernos daño sin que nosotros lo podamos impedir.
Las víctimas buscan a alguien que les ayude, pero “los salvadores” a menudo no saben “salvarse” a sí mismos por lo que se ocupan de ayudar a otros, sin ser realmente conscientes de que lo que hacen, de una manera indirecta, es satisfacer sus propias necesidades. Ellos necesitan a las víctimas para poder cuidarlas. Un salvador cree que los demás son débiles, sin fuerza y que necesitan ser ayudados por otros.
La transformación del consciente del salvador
La transformación de toda la desdicha del mundo empieza por dejar de negarla, verla, sentirla y saber que no estamos separados de ese dolor.
Muchas veces los salvadores no ven que ellos mismos están necesitados de ayuda. Están generalmente tan ocupados ayudando a otros que no ven su propio dolor. Cuando están a punto de sentir sus propios sentimientos, los ocultan haciéndose cargo de otros. Sería una buena idea que antes de ayudar a otros, los salvadores reconocieran que lo hacen para ellos mismos, aceptar que el dolor del otro es también su propio dolor. Centrarse, vaciar la cabeza de todas las ideas, conectar con ese punto de vacío y pedir ayuda al universo: “Universo, ayúdame a transformar esta situación.
Ayúdame a curarme a mí mismo para poder ser un canal de tu luz”. Al hacer esto no te enfocas exclusivamente en la otra persona sino que reconoces que tú también te sientes desamparado y que necesitas ayuda y dirección.
La transformación del consciente de la víctima
La gente deja de ser una víctima si no hay nadie dispuesto a ayudarles, o cuando echarle siempre la culpa a otros se hace tan doloroso que se deciden a cambiar.
Generalmente esto ocurre al mismo tiempo. Los otros empiezan a cansarse de tener siempre que ayudarle, justo en el mismo momento que tú te sientes harto de ser una víctima. Si tienes la sensación de que eres una víctima, el único remedio es ir inmediatamente al centro de tu ser y mirar. Pregúntate: “Universo, déjame ver lo que debo ver para poder curarme. Ayúdame a reconocer que tú eres mi fuente de fuerza”. Mantente abierta a las respuestas. La fuerza sanadora más importante para esta situación empieza a funcionar cuando las personas dejan de verse tanto a ellas mismas como a los otros como víctimas. Hasta acontecimientos que aparentan ser “casualidades”, son bienvenidos por estas personas para curarse de viejos patrones y convicciones.
EJERCICIO 1
· Haz una lista de todas las circunstancias en las que te sientes sin fuerza y en el papel de víctima.
· Empieza con la primera situación en tu lista, cierra los ojos y obsérvate en ella. Siente tu frustración, desamparo y desesperación. Tómate unos minutos.
· Imagínate ahora que estás furioso, verdaderamente furioso, porque tú mismo te has privado de la fuerza en tu vida. Deja que tu furia sea la que te ayude ahora a tomar la decisión de nunca más hacerte eso a ti mismo.
· Siéntete ahora poderoso, fuerte, creativo, brillante y lleno de espíritu. También te ves como alguien que tiene diferentes opciones. Cuando empiezas a ver y sentir todo esto, puedes pensar como te comportarías en las situaciones en las que hasta ahora te sentías tan débil. Acepta y da la bienvenida a todas las imágenes e ideas que te lleguen.
· Repite todos estos pasos con todas las situaciones de la lista.
EJERCICIO II
· Haz una lista de todas las situaciones en las que tú ayudas a otros.
· Cierra los ojos e imagínate a la persona o personas que tú ayudas, como muy fuertes.
Déjalas con sus propias fuerzas y con su propia conexión con el universo. Haz esto con todas las situaciones de la lista.
· Mira lo que tú necesitas en cada una de las situaciones, como debes cuidar de ti mismo, y que puedes hacer para sentirte pleno.
Hemos observado que cada miembro de la familia tiene derecho a su lugar y que también tiene igual derecho de participación. Y ahora bien, ¿quienes pertenecen al sistema familiar?
Lección 2
¿Qué son implicaciones?
Todo lo que en una generación se deja atrás sin ser asimilado, se presenta en la siguiente generación. Los niños incorporan de diversas maneras estos múltiples temas.

Un niño se siente más unido con la abuela que tenía graves problemas relacionales, otro niño se siente más unido a un tío que acabó en el psiquiatra y un tercer niño está estrechamente vinculado con el aborto que aconteció antes de que él naciera. Entonces decimos: “Estos niños están implicados”. Esto ocurre inconscientemente y por amor.
Hablamos de implicaciones cuando un miembro de la familia asume los sentimientos, actitud y estados de ánimo de otro miembro de la familia y los vive como propio. A menudo se trata de sentimientos, actitudes y estados de ánimo de un miembro de la familia de una anterior generación, consciente o inconsciente, que no se han asimilado o conflictos que no fueron resueltos. También cuando alguien no quiere o puede asumir su responsabilidad tiene como consecuencia implicaciones.
Es importante notar que los miembros de la familia se pueden implicar sin conocerse o saber algo de ellos entre sí. La implicación es generalmente aún más fuerte con miembros de la familia que han sido excluidos, no mencionados o evadidos.
También las personas que tenían la fuerte convicción de hacer “lo bueno” y que con el paso del tiempo se enteraron que era una atrocidad, ocasionan implicaciones. Esto sucede generalmente en la guerra. Debido al idealismo y las convicciones se hacen cosas tan atroces que en retrospectiva no se pueden comprender.
¿Qué conduce a las implicaciones?
Una de las más comunes causas es la parentalización: cuando un hijo lleva una carga de los padres o cuando ellos dependen emocionalmente de sus hijos.
Una muerte prematura es la más frecuente causa de implicaciones:
• de hermanos hasta la edad de 25 años
• de uno de los padres cuando los hijos son menores de 16 años
• un aborto espontáneo a partir del sexto mes del embarazo
• muerte de parto o como resultado de un parto.
Esto es aplicable también a los hermanos de los padres y de los abuelos.
Las implicaciones que se transmiten a través de varias generaciones son:
• abuso sexual u otro grave abuso
• asesinato u homicidio
• accidentes de coche o otros accidentes graves con muertes, invalidez o heridas de alto riesgo
• colaboración con el fascismo, participación en la primera y segunda guerra mundial u otros graves crímenes relacionados con guerras
• graves injusticias relacionadas con herencias
Las implicaciones surgen siempre que uno de los miembros de la familia sufre un destino muy duro. Generalmente tiene relación con exclusiones. Es importante tomar en cuenta por lo menos dos generaciones atrás.
Los ejemplos más importantes de un destino muy duro son:
• suicidio
• discapacitación mental o física
• víctimas de un crimen
• pacientes psiquiátricos
• encarcelamiento (cárcel o campo de concentración)
• exclusión de la familia
• bancarrota
• emigración
• nacimientos ilegítimos
• niños criados por padres adoptivos o familiares
• adopción
• alguien que fue enviado a un internado sin necesidad específica
• alguien que fue expulsado o tuvo que huir del lugar de nacimiento
• alguien con padres de diferentes nacionalidades
También es importante investigar si hay un secreto familiar o algo de lo que la familia no quiere hablar.
Parentalización
Parentalización o identificación con los padres surge cuando los hijos quieren o deben darle algo a los padres. Esto sucede cuando los padres buscan apoyo o consuelo de los hijos. Un ejemplo muy claro es el padre que quiere de la hija el cariño que no recibe de su mujer. O la madre que quiere hacer del hijo el hombre que pueda llenar su vacío interno. Durante los divorcios se observa claramente como los hijos son utilizados en los conflictos de los padres.
También esos casos tienen como consecuencia que los hijos se sienten emocionalmente obligados a hacer algo por sus padres.
Otra causa de la parentalización es la ausencia o muerte prematura de uno de los padres. Uno de los hijos sustituye al padre ausente. Si por ejemplo, fallece la madre, se considera que la hija mayor debe ocupar su lugar y sustituirla. De la misma manera, se considera que el hijo mayor se convierta en “el hombre de la casa”.
De esta manera se perturba de una manera muy grave el orden de dar y tomar.
El hijo no tiene otra opción. Se ve obligado consciente o inconscientemente y no se puede evadir. Tiene y debe ser obediente. De esta manera ocupa el hijo el lugar de uno de los padres y no toma de él. Esto tiene como consecuencia que la vida familiar se altera. Para el hijo, la carga es inaguantable. No puede hacer otra cosa que no sea fracasar. Aunque lo quiera hacer muy bien, un niño no puede llevar la carga emocional de un adulto. Tampoco puede un niño llenar el vacío emocional de los padres.
El hijo se queda con un sentimiento de impotencia que más tarde se puede convertir en una depresión.
La parentalización sucede casi automáticamente cuando los padres llevan cargas de sus familias que no han sido superadas. También a ellos les han impuesto la parentalización. De esta manera la transmiten a la siguiente generación.
A continuación, un clásico ejemplo de parentalización con ambos padres:
Paco (32 años) tiene una pareja y un hijo de 3 años. Últimamente siente que sus responsabilidades lo agobian. Se siente deprimido. En la constelación está frente a su padre. Está enfadado y se siente más grande que él. La madre dice: “No siento nada por mi marido pero amo mucho a mi hijo”. Con estas palabras mira a su marido de una manera denigrante y después le sonríe al hijo.
El terapeuta le pide al representante del hijo que le diga a su madre: “Tus problemas maritales y tu enfado con papá son parte de tu vida, yo sólo soy un niño.” El hijo se relaja, para él esta frase es correcta. Se hace consciente que ha sido utilizado. La madre asiente y dice: “Si, yo amo más a mi hijo que a mi marido.”
El terapeuta le pide a la madre que le diga al hijo: “Te he utilizado, lo siento.” Pero la madre dice: “No, yo realmente lo he utilizado y lo he instigado contra su padre.” A continuación, le pide el terapeuta a la madre que le diga a su hijo: “Yo te he utilizado y esa es mi responsabilidad, únicamente mía, lo siento.” El hijo asiente: “Si, así es. Me agrada mucho escuchar esto”.
El terapeuta sugiere al hijo también decirle a la madre: “Tus problemas con papá los dejo contigo, el utilizarme también. Lo dejo ahora todo contigo.” Paco se relaja aún más. Mira a su padre. Después de un rato dice: “Me siento mejor, pero siempre siento a mi padre muy débil.” El padre lo confirma y dice: “Sí, me siento débil, sufro mucho, muchísimo.” El terapeuta le pide que le diga a su hijo: “Todo este sufrimiento es mío. Yo lo puedo llevar. Yo soy el grande y tú eres sólo un niño.”
El hijo se relaja y dice: “Si, yo lo quise hacer por ti.” Entonces se le pide al hijo que le diga a su padre: “Todo lo pesado que tú llevas pertenece a tu vida y tu destino. Tú eres el grande, yo sólo soy un niño.”
Ahora introducimos a Paco en la constelación. A él se le pide que diga: “Querido papá, tú eres perfecto tal y como eres. Tú eres el grande, tú lo puedes llevar, yo sólo soy un niño.” Entonces sugerimos que Paco haga una reverencia hacia su padre. Esto emociona a ambos. Tanto el padre como Paco tienen lágrimas en los ojos. Paco quiere abrazar a su padre. Cuando lo hace empieza a llorar. El terapeuta le dice que le diga varias veces “querido papá” y que respire hondo, como por decirlo así, le inspire.
Otro ejemplo de una constelación con parentalización y lealtad:
Lola (36 años) tiene una relación muy complicada con su madre. No se llevan bien. La hija de Lola tiene 14 años y está enfadada con ella. Su crianza es dificultosa. Para la constelación escoge representantes para su madre y para su hija y ella misma toma un lugar en la constelación. Su madre no le presta ninguna atención, pero mira a su nieta con mucho amor. Lola siente mucha rabia hacia su madre. La enfurece observar que la madre no la ve y que sí siente amor por su nieta.
Introducimos una representante para la abuela de Lola. Esta observa a todas las mujeres y se siente muy unida con su nieta. Lola lo percibe también. La representante de la madre de Lola dice: “Yo estoy enfadada con mi madre, no me presta ninguna atención y es una sabelotodo.” La abuela dice asintiendo: “Sí. Yo lo sé todo mejor”. Con estas palabras le sonríe a Lola y ésta le responde a su sonrisa.
El terapeuta le pide a la madre de Lola que le diga: “Yo estoy enfadada con mi madre y tú lo puedes sentir.” La representante de la madre asiente y dice: “Sí así es.” Ahora le pide a Lola que le diga a su madre: “Yo soy como tú.” Y a la representante de su hija le pide que diga: “Estoy enfadada con mi madre y tú lo puedes sentir. Así somos en nuestra familia.” La hija sonríe y asiente.
Ahora le pide el terapeuta a la hija de Lola que le diga: “Yo lo sé todo mejor que tú, igual que todas las hijas”. Esta sonríe nuevamente y asiente. Lola le dice a su madre la misma frase y la madre a la abuela. Las mujeres se ven las unas a las otras y se sonríen. “Nos parecemos porque nos queremos”.
En ese momento se siente Lola una niña frente a su madre. La madre le dice: “Es mi responsabilidad haberte cargado con la rabia contra mi madre. Lo siento.” Lola le dice: “Yo sólo soy tu hija, tu rabia la dejo contigo.” Hace una reverencia hacia su madre y se deja abrazar por su madre. Respira profundamente y está conmovida.
Muerte prematura
Todo lo que no ha sido superado en una familia y que no tiene un lugar en el corazón de los miembros de la familia ocasiona una implicación. Esto es especialmente cierto para aquellos acontecimientos como el nacimiento de un bebé muerto o un niño que muere a una temprana edad. El dolor es reprimido muchas veces y cuando llegan más niños, ya ni se cuenta este hijo. Si el niño ha fallecido a la edad de un año y le siguen dos niños, generalmente sólo se habla de los dos vivos. Se dice: “Tenemos dos hijos.” Cuando en realidad son tres. Lo mismo es cierto para los abortos. El no contar con un hijo que se ha perdido es realmente una exclusión y da como resultado una implicación. Los hijos que le siguen no se encuentran en el lugar correcto, no están en el orden cronológico correcto. En el caso del primer hijo que no se cuenta, ocupa el segundo el lugar del primero y el tercero el segundo lugar.
Tanto los niños que nacen muertos como los que mueren muy pequeñitos y los abortos pertenecen a la familia. Son parte del destino familiar.
El efecto de una muerte tan prematura es muy profundo y automático para todo el sistema familiar. Estas consecuencias no se dejan regir por el control individual. Tiene efecto directamente en los niños que vienen después y también en los niños que ya pertenecían a la familia.
El sentimiento de culpa
En uno o más de los niños, con diferentes intensidades, se desarrolla un sentimiento de culpa porque ellos viven mientras que un hermano o hermana no pudo vivir.
Se sienten – inconscientemente – con una ventaja en referencia al muerto. Debido al dolor que acompaña a esta muerte, sienten que no pueden llevar una vida sana y feliz. De una manera completamente inconsciente quieren compartir el destino del hermano muerto.
TE SIGO
Vemos así que a menudo uno o más de los hijos nacidos después de esta pérdida no pueden encontrar su lugar. Muchos buscan la muerte participando en deportes de mucho peligro. También los conductores que aman la velocidad juegan con la muerte porque quieren seguir a un hermano muerto. El hijo quiere, con su comportamiento, sacar a luz lo que no ha sido superado en el sistema familiar. Encontramos detrás de este comportamiento la actitud de “yo tomo tu lugar”, “déjame hacerlo por ti” y “quiero estar contigo”.
En las constelaciones vemos que los hijos toman esta actitud interna por el amor ciego y por ese mismo amor viven esta actitud en sus vidas de adultos. A veces los padres – la madre generalmente – no pueden soltar a este hijo que han perdido. Se encuentran emocionalmente atados y tienen menos o ninguna fuerza para los hijos en vida. Este estado emocional conduce a veces al suicidio o a un suicidio encubierto a través de una enfermedad o adicción.
Ejemplo:
Ana, una mujer con períodos de depresión y sentimientos de no poder encontrar su lugar en la vida constela a su familia. Escoge a representantes para su madre, padre, hermano menor y para ella misma. Los coloca en el espacio. Todos los representantes se sienten deprimidos, un poco ausentes y se encuentran a mucha distancia de Ana. Las representantes de la madre y de Ana tienen la vista fijada en el suelo en el mismo lugar. Se le pregunta a Ana si uno de sus hermanos nació muerto. Se introduce un niño que nació muerto. Ana lo coloca en el lugar donde las representantes tienen fijadas sus miradas.
La madre empieza a llorar y dice: “Es demasiado doloroso, no lo quiero ver.” La hija se siente ahora mejor y unida con la hermanita que nació muerta. El terapeuta le pide que diga: “Déjame morir, yo quiero morirme en tu lugar.” Esta frase la relaja y dice espontáneamente. “Sí, así es, yo lo haría con mucho gusto por ella. La quiero. Prefiero morir antes que ella muera.” La hermanita muerta se siente incómoda al oír estas palabras.
Por eso se le pide a la representante de Ana que mire a su hermanita a los ojos y que le repita: “Déjame morir por ti.” La representante de Ana tiene ahora dificultad al decir esta frase. Ella ve y siente a la hermanita muerta como un individuo separado de ella. La hermanita tampoco quiere que Ana se muera en su lugar. Ella le dice a Ana: “Mi muerte prematura es mi destino y pertenece a mi vida. Me honras si lo dejas conmigo.” Esta frase tiene un efecto relajante para ambas. La hermanita se coloca frente a los padres y con las frases sanadoras se trabaja para darle un lugar en el corazón de los padres y entre sus hermanos.
Ahora toma Ana su lugar en la constelación. Ella también debe mirar a su hermanita muerta a los ojos. Empieza a llorar. La hermanita le dice: “Mi muerte es mi destino y pertenece a mi vida. Me honras si lo dejas conmigo.” Ahora se siente Ana relajada y el terapeuta le pide que diga: “Fue tu destino morir prematuramente. Es mi destino vivir un poco más. Te honro a ti y a tu destino”. Tienes siempre un lugar en mi corazón.” Estas frases la relajan y liberan. La hermanita le responde: “Me honras especialmente cuando tienes una vida sana y feliz.” Aquí termina la constelación y Ana se siente liberada de una enorme carga.
Darles un lugar a los muertos
Es importante, en este tipo de constelaciones, que quien quiere seguir en la muerte mire a esa persona que murió prematuramente a los ojos por algún tiempo y le repita las frases “déjame tomar tu lugar” o “yo prefiero morir en vez de ti”. Evidenciamos de esta manera al amor mágico y ciego y podemos ver y reconocer al otro como un individuo. Así tiene el muerto un lugar – su lugar. Esto pone muy claramente a la vista que ese lugar ya está ocupado. También clarifica que el fallecido tiene sentimientos amorosos y no quiere que nadie tome su lugar, lo haga por él o que le siga en la muerte. Vemos claramente que quién tiene un duro destino lo quiere y lo puede llevar él mismo. Cuando un destino muy difícil ha sido aceptado, se hace imposible para otros seguirlo. La actitud interna – inconsciente – “Prefiero ser yo en vez de ti”, “Déjame hacerlo por ti” o “Te sigo” no puede ser mirada por la persona con el duro destino. Cuando un niño ha fallecido, por un accidente o enfermedad, a una edad muy temprana, los padres a menudo no pueden aceptar este destino. En lugar de ser conscientes de su impotencia ante el destino, desarrollan la creencia que quizás podrían haber evitado la muerte de su hijo. Por esta actitud evitan el acceso al dolor que la muerte trae consigo. A veces se escapan del dolor sintiéndose culpables, haciendo acusaciones a su pareja o a si mismos.
Esto puede poner en peligro la relación de pareja.
A los hermanos que le sobreviven les es también difícil vivir una vida relajada y feliz. Esto representa una carga para el niño que ha muerto porque no puede ser libre mientras su destino no es aceptado y honrado.
En muchas constelaciones es evidente que los padres no tienen el control sobre el destino de sus hijos y podemos ver que los niños que mueren tan prematuramente siempre aceptan su destino.
Ellos lo aceptan y pueden descansar cuando sus hermanos y padres también lo hacen y amorosamente les dan un lugar en sus corazones.
Las frases sanadoras usuales, ante el niño muerto prematuramente en estas constelaciones, son para ambos padres:
“Tú eres mi hijo querido, te has muerto muy pronto. Yo honro tu destino. Vives siempre en mi corazón.”
Ambos padres se dicen: “Este dolor lo llevamos juntos”. Así surge el dolor profundo y la familia se puede relajar.
La muerte de un progenitor
La muerte de uno o ambos padres tiene un efecto similar en los hijos. Aquí también podemos observar el sentimiento de culpa y el deseo de morir. Ante tanta desdicha es a menudo imposible para los hijos ser felices.
Debido a la muerte prematura de los padres se interrumpe la atracción natural entre padres y hijos. El dolor del hijo es tan grande que se retira internamente y se cierra. Frecuentemente quiere también seguir al padre en la muerte y compartir el mismo destino. El comportamiento suicida, el uso de drogas y las enfermedades son los métodos que se escogen para alcanzar ese deseo.
También podemos observar que estos individuos no tienen la destreza necesaria para formar y mantener relaciones íntimas. El movimiento hacia los padres ha sido interrumpido.
A continuación, un ejemplo de una constelación con Bert Hellinger alrededor de este tema:
Silvia (24 años) es adicta al jarabe con codeína. Cuando ella tenía 12 años murió su madre. Falleció de cáncer de matriz a los 37 años. Silvia escoge a una representante para su madre. Se les pide que se estiren en el suelo una a la par de la otra. Hellinger le pide a Silvia que mire a su madre y le diga varias veces: “Mamá, yo me voy también.” Esto le trae alivio, pero también la entristece.
Hellinger le pide que le diga: “Sin ti no quiero vivir, yo te sigo.” Al decir esta frase siente el profundo amor hacia su madre. Luego le pide que le diga a su madre: “Podrías vivir a través de mi un poquito más, pero yo te sigo.” Esta frase la relaja y está menos triste. Hellinger le pregunta:
“¿Qué crees que le parece a tu madre que tú digas eso? Silvia empieza a llorar y responde: “Yo creo que a ella la hace feliz y que me quiere tener consigo.” Ahora responde Hellinger: “¿Te puedes imaginar tener hijos?” Ella responde: “Sí.” Él le pregunta, ¿cómo te sentirías si tu hija te dijera esto a ti?” Silvia dice: “No me gustaría.” Hellinger: “Exactamente. Dile: Mamá me quedo un poquito más de tiempo.” Poco después le pide que le diga a su madre: “Tú puedes estar contenta conmigo, no ha sido en vano, yo te honro.”
Este ejemplo nos demuestra como Bert Hellinger saca a la luz el amor ciego e infantil y a continuación cambia la situación (convierte a Silvia en madre y su hija la quiere seguir en la muerte). De esta manera puede la clienta sentir el amor infantil. Él dice lo siguiente: “ Este es un método para solucionar la identificación con una persona que ha fallecido. Cuando está frente a ella, el amor fluye y la intención secreta de este amor se hace consciente.”
Los partos difíciles
La dinámica que se ve durante estas constelaciones es que los niños que nacen con un parto difícil o con una cesárea, tienen miedo de tomar su propia vida y disfrutarla. Además del trauma del parto tienen el sentimiento de culpabilidad porque la madre tuvo que sufrir tanto y en especial cuando el parto dejó secuelas. Las frases sanadoras para el hijo son: “Yo tomo la vida por el precio completo que tú has pagado. Haré algo bueno con ella. Tu sufrimiento no será en vano.”
Muerte de parto
La muerte de la madre en el parto tiene mucho peso y tiene influencia en todo el sistema familiar a través de las generaciones. El efecto en los hombres de la familia es el sentimiento de culpa.
Siempre hay hombres que quieren pagar por ello.
Detrás de este sentimiento se vive una extraña fantasía. Esta fantasía tiene mucho que ver con nuestra actitud en relación con la sexualidad. Bert Hellinger dice que el acto sexual es el más profundo acto humano. Y este tiene el mayor riesgo. Tanto el hombre como la mujer lo saben.
Esto es lo que hace de la sexualidad algo tan especial y profundo. Las mujeres son conscientes del riesgo de muerte en el parto. Esto es parte de la feminidad.
Cuando una mujer muere en el parto, la fantasía y la reacción que le siguen son tales que su pareja se hace un serio reproche: su deseo sexual ocasionó la muerte de su mujer, la mató. Esta reprobación es injusta para la mujer y su dignidad. Es como que ella no tuviese deseos sexuales y no quisiera tener hijos.
De esta manera se reduce a un objeto y se le otorga el papel de víctima. Es naturalmente también injusto para el hombre. Esta fantasía, los reproches y acusaciones eluden sentir el dolor profundo y la impotencia ante un destino tan duro.
En una constelación con este tema se ve claramente que la mujer no tiene ningún reproche hacia su pareja. Tendrá únicamente paz cuando se le honre a ella y a su destino. El miedo que surge de una muerte de parto que no ha sido superada lo sienten muchas de las generaciones de mujeres que vienen después.
En las constelaciones encontramos mujeres que tienen un miedo tan profundo que no se permiten vivir su feminidad plenamente. Temen compartir el destino de las mujeres que han muerto de parto, por lo que en realidad excluyen a la que murió. O tienen partos con muchas complicaciones por la lealtad intensa. De esta manera no se permiten la felicidad de ser mujeres.
La frase sanadora en estas constelaciones es: “Yo tomo mi vida por el precio que tú has tenido que pagar. Yo haré lo posible para darle sentido a tu muerte.”
Muerte por aborto
Una mujer que muere a consecuencia de un aborto tiene una influencia similar en el sistema. Esto sucedía antes a menudo porque los abortos estaban prohibidos y se hacían en condiciones primitivas.
Ejemplo:
Pedro (46 años) quiere hacer una constelación porque sufre por el sentimiento de culpa con relación a su sexualidad. En la conversación antes de la constelación se hace evidente que su abuela materna se murió cuando abortaba. Ese aborto lo hizo el marido, su abuelo.
Durante la constelación se ve claramente que ni la madre ni el hijo tienen reproches. Ellos dicen que era su destino morir de esta forma. No creen que alguien tenga culpa. Ellos están unidos en ese destino.
El padre no es visto como perpetrador sino como una parte del suceso, sin ningún juicio. Tanto la madre como el padre conocían el riesgo y lo tomaron. Era su destino.
Lo que se confirma en la constelación es que todos los reproches conscientes o inconscientes son arrogantes y ofenden el honor de la madre, el hijo y el padre.
Cuatro semanas después de la constelación Pedro le dice al terapeuta: “Los veo tendidos juntos, muertos en amor y paz. Los dejo así. Y el sentimiento de culpabilidad que me ha oprimido tanto se ha disipado. Por ese sentimiento de culpabilidad y mi identificación con mi abuelo, el supuesto perpetrador, me he convertido en culpable. La responsabilidad por mis propios actos los puedo llevar yo mismo. Me siento mejor ahora.”
Miembros de la familia con una incapacidad

Cuando nacen niños en una familia con una incapacidad es con frecuencia difícil para los otros hijos permitirse ser felices.
La inconsciente necesidad de compensación, similitud e igualdad dificulta a los hijos sanos disfrutar plenamente de su “ventaja”. ¿Si ellos disfrutaran de esa ventaja, como se sentiría la persona que tiene una incapacidad? En su percepción sería aún más evidente la incapacidad. Así surge en los hijos sanos la culpabilidad porque ellos tienen una “ventaja”. Por este sentimiento de culpabilidad evitan ser felices y, aún peor, van en búsqueda de una vida llena de dificultades e infelicidad o se enferman.
La solución es que los hijos saludables le digan al hijo con la incapacidad: “Tú tienes una incapacidad y yo estoy sano. Yo tomo mi salud como la obtuve. Yo considero mi salud como un regalo y te permito compartirla. Cuando me necesites, puedes contar conmigo.” De esta manera el hijo sano puede mantener su ventaja y al mismo tiempo el incapacitado puede tener parte en la salud de su hermano.
Lo expuesto anteriormente también se aplica a la incapacidad como resultado de un accidente. En ese caso, se puede tratar de uno de los padres, hermanos y tiene efecto en los hijos cuando son menores de aproximadamente 26 años.
Homosexualidad
Los homosexuales, lesbianas y bisexuales son casi siempre excluidos debido al enorme tabú que existe alrededor de este tema. Afortunadamente ahora se empieza a observar un cambio ya que la sociedad está dispuesta a aceptarles.
Esta exclusión ocasiona implicaciones con extensas consecuencias para los descendientes. Los hombres y mujeres de los que se trata se representan en la siguiente generación por uno o más de los miembros de la familia. Esta es una de las dinámicas que acompañan la homosexualidad: un homosexual que ha sido excluido tiene que ser representado nuevamente en la familia.
Otra dinámica que se encuentra detrás de la homosexualidad es la identificación con el sexo opuesto. Cuando en una generación anterior, una mujer o una chica tuvo un destino muy difícil o insuperado, en las siguientes generaciones, cuando solamente hay hijos varones, uno de los hijos se identifica con el destino de ella. Decimos que él se identifica con el sexo opuesto. Debido a esa identificación tiene dificultad en aceptar su propia identidad sexual. Generalmente esto lleva a la homosexualidad y a veces hasta una psicosis. Esto es aplicable de igual manera a las hijas.
Una tercera dinámica es la de un hijo que no se debe o puede separar de la madre y tiene que rechazar a su padre. Así no le es posible encontrar su propia identidad sexual. Una constelación puede clarificar la manera en que están implicados los homosexuales, lesbianas y bisexuales. Ellos llevan consigo generalmente el sentimiento de ser excluidos lo que a veces tiene grandes consecuencias en sus vidas. Si la implicación se hace consciente y se transforma, es más fácil aceptar su destino y construir relaciones estables y llenas de amor. No tienen que esconderse porque alguno de una generación anterior lo hizo.

La identificación con el sexo opuesto
Una constelación puede también clarificar la situación de aquellas personas que tienen dificultad para aceptar su sexo y que no han construido un fuerte vínculo con su mismo sexo. Si ellos notan que están identificados con el sexo opuesto o que llevan el destino de un familiar homosexual excluido, pueden generalmente liberarse de la implicación. Esto les ayuda para aceptar su propio sexo.
Ejemplo
Isabel (24 años) es bisexual. Ha tenido relaciones con hombres y mujeres. Su tema es encontrar su lugar real en la vida. Cuenta que tiene una hermana menor y que antes de su nacimiento su madre tuvo un aborto espontáneo. Esto sucedió en el octavo mes del embarazo. El bebé no sobrevivió.
El terapeuta le pide que escoja representantes para sus padres, su hermana y para ella misma y que los constele en el espacio. La constelación da una triste impresión. La representante de Isabel tiene
ija la mirada en el espacio entre ella y su madre. El terapeuta le pide a Isabel que escoja un representante para el bebé. Ella escoge a un hombre y lo constela entre ella y su madre.
La representante de la madre empieza a llorar y la representante de Isabel quiere estar muy cerca del bebé. Con la frase “tú eres nuestro hijo que murió demasiado pronto, tienes un lugar en nuestro corazón y en el continúas viviendo” los padres pueden aceptar a su hijo. El padre y la madre se dicen: “Nosotros llevamos nuestra tristeza y dolor juntos.” Esto les permite acercase el uno al otro.
El terapeuta coloca al hijo sentado en el piso con su cuerpo apoyado contra las piernas de los padres. Ambos colocan una mano en la cabeza del hijo. El representante del hijo se relaja y dice:
“Esto me agrada mucho, al fin puedo estar entre vosotros.”
El terapeuta les pide a los padres que sientan y acojan por un buen tiempo a su hijo. Entonces le pide al hijo que tome su lugar como el mayor. También le pide a Isabel que tome su propio lugar en la constelación y la constela frente al hermano que murió muy pronto. Le pide que lo mire a los ojos. Isabel siente el amor por su hermano y llora.
El hijo dice a continuación, cuando el terapeuta se lo pide: “Era mi destino morir muy pronto, me honras si lo dejas conmigo.” Isabel le responde: “Yo quiero estar contigo.” Ella repite esta frase nuevamente y mira a los ojos a su hermano. Después de un tiempo él le responde: “No es posible. Tú perteneces a los vivos, yo a los muertos.”
El terapeuta también le pide que le diga: “El sexo masculino me pertenece. Yo soy hombre, tú eres mujer y me honras si dejas lo masculino conmigo.” Con esa frase Isabel toma un paso hacia atrás y empieza a llorar. Respirando por la boca profundamente, Isabel, recupera la calma. Entonces le dice a su hermano, “Yo honro tu destino, has fallecido muy pronto y yo continúo viviendo el tiempo que pueda como mujer.” Esta frase relaja al hermano, quien sonríe. También Isabel demuestra un gran alivio. Finalmente, el terapeuta les pide a los hijos que tomen de pie el orden correcto frente a sus padres. Isabel se siente bien entre su hermano y su hermana. Mira a ambos y les dice: “Sí, éste es mi verdadero lugar.” Después de unos instantes para observar la imagen y absorberla, se disuelve la constelación y los representantes salen de su papel.
Incesto
El incesto conduce a implicaciones que tienen efecto en diversas generaciones, por una parte, por lealtad y, por otra, por la exclusión del perpetrador. En su trabajo con las constelaciones, Bert Hellinger sacó a la luz una dinámica más profunda de la que estamos acostumbrados. Para comprender esta dinámica, tenemos que estar dispuestos a dejar a un lado nuestros prejuicios referentes a perpetradores y víctimas.
Cuando existe una víctima, en nuestra imagen mental pensamos que en la mayoría de casos se trata de una chica, aunque puede ser un chico. También el perpetrador suele ser un hombre. Él se considera como alguien que no sabe dominar sus impulsos y que cometió un exceso. Observamos con desprecio al perpetrador y con compasión a la víctima. En las constelaciones vemos algo diferente. Por una parte, observamos que la sexualidad e intimidad en las familias con incesto está alterada. Una mujer no quiere darse más a su marido. La hija toma su lugar y se da al padre en lugar de la madre.
O el equilibrio entre dar y recibir está tan alterado que la hija se da al padre o al padrastro. Este peligro se crea cuando el padrastro da o tiene que dar demasiado. Por ejemplo, cuando tiene que financiar los estudios de su hijastra o le da grandes regalos.
O cuando lo que el padre o padrastro le da a su mujer no es apreciado por ella. Entonces la hija lo hace en su lugar y se da al padre o padrastro.
En todos estos casos, el niño se ofrece por decirlo así para restaurar el equilibrio del sistema familiar.
Su motivación es el amor ciego e infantil. Éste sigue – inconscientemente – un impulso que no puede detener. Con esto es inocente y tiene una buena conciencia. Así podemos ver que detrás del incesto hay un desorden en todo el sistema familiar. Esto nos indica que tenemos que observar todo el sistema para encontrar una solución.
Bert Hellinger describe el primer paso de esta manera:
• “Primero tomo en consideración que se trata de una víctima y que mis esfuerzos se deben concentrar en ayudarla. Mi afán como terapeuta no puede ser el de perseguir al perpetrador. Porque esto no ayuda a la víctima. Cuando por ejemplo una mujer dice en el grupo que ha sido abusada sexualmente por su padre o padrastro, le pido que se imagine a su madre y le diga: ‘Mamá, por ti lo hago con gusto’. De repente nos encontramos en otra situación. Luego le pido que se imagine al padre y le diga: ‘Papá, por mamá lo hago con gusto.’ Inesperadamente, la dinámica oculta se revela y ya nadie se puede comportar como antes.”
Se trabaja en las constelaciones de la misma manera.
A continuación, un ejemplo:
Elena (52 años) ha sido abusada sexualmente por su padre en su juventud. Esto ha tenido consecuencias graves en su vida, para construir una relación duradera. No ha podido asimilar este trauma. Durante la constelación, su representante está situada frente al representante de su padre. La representante de su madre está de lado a la izquierda del padre.
El terapeuta le pide que le diga a la madre: “Yo lo he hecho por ti.” La madre le responde avergonzada: “Sí, no quería saber nada de tu padre, y estaba contenta de estar libre, sexualmente.” Después de unos momentos dice: “Así son los hombres, así lo era con mi padre, las mujeres tenemos que soportarlo.”
A continuación, le pide el terapeuta a Elena que le diga a su padre: “Yo lo he hecho por mamá.” El padre reacciona con una actitud de culpabilidad y responde: “Yo me siento culpable y me avergüenzo.”
Elena tiene que decirle: “Tú has abusado de mí, esa es tu responsabilidad. Tú culpabilidad y tu vergüenza las dejo contigo. Yo sólo soy una niña.” El padre asiente y dice: “Era mi responsabilidad.” Elena dice nuevamente: “Toda tu culpa, vergüenza y responsabilidad del abuso sexual lo dejo contigo.” Cada frase alivia a la representante de Elena más y más.
Elena, que sigue la constelación muy atentamente, le dice al terapeuta, con lágrimas: “Yo llevo toda mi vida la carga de la culpa y la vergüenza pero le corresponde a mi padre. Hasta eso he querido llevar por él.”
Ahora se introduce en la constelación y repite las últimas frases. El representante del padre lo confirma una vez más: “Era mi responsabilidad, tú eras inocente. Lo siento.” Esto tiene un profundo efecto en Elena.
Ahora el terapeuta le pide que mire a su padre y a su madre y le dice: “¿Querías salvar a tus padres, ¿verdad? Con esta pregunta fluye más la tristeza de Elena.
Momentos después dice que en ese momento pudo experimentar el amor – de una niña – por sus padres. Ella hubiese hecho todo para hacerles felices. También sintió entonces lo indefensa que era de niña.
La constelación finaliza con la frase de Elena a sus padres: “Yo dejo los problemas de pareja con vosotros. Yo sólo soy una niña.” Los padres asienten con la cabeza y Elena hace una reverencia hacia ellos. Se siente muy conmovida y necesita tiempo y tranquilidad para digerir lo que ha visto.
• La segunda etapa de Bert Hellinger es: Devolverle su dignidad a la persona. Para ello utiliza un poema de Johann Wolfgang en el que un pequeño corta una rosa. La rosa se defiende y lo pincha, pero no le sirve de nada. Y termina con el secreto: la rosa retiene siempre su buena fragancia.
• El tercer paso es: ayudar a la persona a liberar los sentimientos de culpabilidad cuando la vivencia del abuso ha sido acompañada de placer sexual.
Generalmente los niños no se atreven o no pueden admitir esto ante la madre o ante los asistentes sociales. Además de la indignación externa y los sentimientos de culpabilidad que genera, las personas tienen también sus propios sentimientos de culpa y mala conciencia.
Todo esto crea confusión y presenta la sexualidad como algo negativo.
Es importante que la persona sepa que es inocente y que ha actuado como un niño se comporta cuando experimenta algo que le causa curiosidad. Esto quiere decir que la responsabilidad de mantener la distancia es del adulto.
Bert Hellinger hace ver claramente a la persona que el incesto ha apresurado una experiencia que es natural y necesaria. Esto alivia.
• En cuarto lugar, la persona se ve más tarde reprimida en su desarrollo, ya que se creó un vínculo con el perpetrador como resultado del acto sexual. La persona no puede tener una nueva pareja sin valorar a la primera.
A la persona le resulta muy pesado cuando esta experiencia es desaprobada duramente y el perpetrador es perseguido. Pero cuando esta primera experiencia sexual y el vínculo se pueden aceptar, le darán menos problemas en las siguientes relaciones. Si la experiencia hubiese sido placentera o terrible, no deja de ser abuso. La responsabilidad y culpa tiene que quedar solamente con el perpetrador.
Únicamente así la persona puede ser libre. Mientras esté enfadada continuará unida al
perpetrador.
A veces las víctimas de abuso sexual en su vida de adultos continúan en la misma dirección ya sea en la prostitución o pueden convertirse en perpetradores y abusar.
De esta manera es como si le dijeran a sus padres: “Yo soy la mala, ustedes no deben preocuparse.”
La liberación se hace posible a través de las siguientes frases sanadoras:
“Yo lo he hecho por ti” (a la madre) y al perpetrador: “Yo lo he aceptado por amor, tú eres el grande, tú eres responsable, yo dejo la culpa y responsabilidad contigo” y “Yo sólo soy un niño.” Si estas frases se pueden decir sin afecto, ira o rencor, el hijo sabe que es inocente y se puede liberar de la implicación.
Es importante que el terapeuta que quiere utilizar el trabajo sistémico para ayudar a las víctimas de incesto comprenda que no se puede perder en juicios hacia el perpetrador.
Primero porque el perpetrador está implicado y en segundo lugar porque de otra manera se excluiría. Tiene que darle también al perpetrador un lugar en su corazón.
Por otra parte, el trabajo de las constelaciones no le quita la responsabilidad al perpetrador. El siempre es responsable de lo que ha hecho y también debe llevar esa responsabilidad. Así, a menudo pierde su `derecho ́ como padre. Al mismo tiempo es importante hacer notar que los aspectos terapéuticos y jurídicos difieren y que no se deben mezclar.
Asesinato y homicidio
Cuando un miembro de la familia comete un crimen, ese hecho lo une a su víctima. Esa unión es más fuerte que el vínculo familiar. El perpetrador tiene que seguir ese impulso y abandonar su familia. Si él no lo hace, un miembro de su familia en una siguiente generación compartirá ese destino ya sea cometiendo un crimen o abandonando a la familia para pagar por él la culpa, por ejemplo, suicidándose.
La pérdida de la pertenencia
El perpetrador debe voluntariamente compartir el mismo destino que la víctima ya sea por encarcelamiento o de una manera similar distanciándose de la vida. El perpetrador debe dejar a su familia y unirse a las víctimas.
Tiene que colocarse entre las víctimas como alguien que merece la muerte, para que acepte la muerte como la penitencia adecuada para su acto. Esto quiere decir que si el perpetrador todavía está en vida debe comportarse como alguien que ha perdido su pertenencia a los vivos y a su familia. El debe vivir como alguien que está muerto. De esta manera encontrará paz. En las constelaciones vemos que el perpetrador les tiene miedo a los muertos, que no les puede mirar a los ojos y que teme ser reconocido como su asesino. Hasta que no reconozca su crimen a las víctimas, no podrá honrarlos.
Entonces reconocerá que está unido a sus víctimas y que no puede escaparse de su destino. Él puede ahora como uno de ellas tenderse junto a ellas y convertirse en uno de los muertos.
También las víctimas encuentran la paz cuando el perpetrador se tiende junto a ellas y lo aceptan como uno más. De esta manera se vuelven hacia él y le dan un lugar en lo que comparten, la muerte. Las personas que están unidas por medio de la muerte pueden encontrar de esta manera paz.
Los descendientes del perpetrador tienen que dejarlo marchar de su familia y de su corazón. No debe quedar nada del perpetrador y no se debe heredar nada de él. También todo lo que les recuerde al perpetrador tiene que ser eliminado. De otra manera, un miembro de la familia, un descendiente inocente, tomará lo que le pertenece al perpetrador. Lo que significa que él incorporará la culpa o buscará la muerte. Dejar todo con el perpetrador y permitirle marcharse no significa que sea rechazado o excluido.
Si la familia lo hace, existe siempre la posibilidad de que la dinámica sea repetida en la siguiente generación en el sistema familiar y que sea representado haciendo lo mismo. Aunque parezca difícil, un perpetrador también debe ser aceptado y honrado. Únicamente de esa manera puede quedar su duro destino con él.

La víctima
En una constelación con un tema de este tipo la víctima se constela también. Observando la posición y reacción de los representantes se evidencia que el perpetrador tiene un fuerte vínculo con la víctima. Si el perpetrador no quiere o puede ver su responsabilidad, uno o más de sus hijos se sentirá muy unido con la víctima. Se sienten como si fuesen atraídos por la víctima y hacen lo que el perpetrador debería hacer. `Sentirse atraído por la víctima ́ significa que buscarán la muerte a través del suicidio, enfermedad o adicción.
El representante del perpetrador
Generalmente se le pide al representante del perpetrador que deje la habitación y espere fuera. El barómetro es la reacción de los otros representantes. Si ellos se relajan, es mejor para la familia que el perpetrador abandone a la familia. En ese caso, también el representante del perpetrador se sentirá mejor fuera de la habitación. Los familiares que están implicados le dicen al perpetrador:
“Yo te dejo marchar. Yo dejo la culpa contigo y honro tu destino.”
Con esa frase se libera al perpetrador y él puede seguir el impulso hacia la víctima. La familia se libera al mismo tiempo de la presión de repetirlo en las generaciones siguientes o hacer penitencia a través del suicidio, enfermedad o algo similar. En el homicidio la culpabilidad se hace evidente durante la constelación. Si hay culpa, se aplica lo mismo que para el asesino. Cuando solamente se trata de un sentimiento de culpabilidad, se puede también ver en una constelación y liberarlo.
Leccion 3
La guerra

Las guerras tienen una gran influencia en la conciencia familiar. Según Berthold Ulsamer, la influencia de la guerra en el sistema familiar es tan fuerte que todas las anteriores implicaciones se hacen insignificantes. Es también muy importante que antes de una constelación se aclare si hay una guerra en el pasado de la familia.
Los soldados
Con los soldados que únicamente cumplieron con su deber, vemos en las constelaciones una dinámica distinta a la de los que llevaban el mando o los fanáticos. Los simples soldados están unidos con sus camaradas y destrozados por la crueldad de la que han sido testigos. Se pueden difícilmente sobreponer y llevar su vida.
Los soldados que llevaban el mando o los fanáticos, generalmente cometieron excesos y tienen a menudo la misma dinámica que los asesinos. En las constelaciones se puede evidenciar la culpabilidad en la guerra trabajando con los representantes. Sus reacciones y el tipo de implicación de los descendientes la sacan a la luz.
Un soldado que cumple con su deber no es un asesino. Es parte de un gran movimiento. Cuando alguien ha abusado de la población civil, ha arriesgado la vida de sus subalternos o ha torturado a los prisioneros de guerra, ha cometido un crimen. Estos hechos lo hacen culpable. Si él no admite su culpa, las generaciones posteriores la llevaran por él.
Ejemplo:
Joaquín (47 años) se siente deprimido ya por mucho tiempo y un sentimiento muy grande de culpabilidad que no se puede explicar. En la conversación antes de la constelación dice: “Mi padre era colaborador de la Policía de Seguridad de los Nazis en la Segunda Guerra Mundial. Él era colaborador y por eso lo internaron en una prisión. Nunca habló de ello. Tuvo cuatro hijos. El primero murió un par de semanas después de su nacimiento. El segundo fue un aborto espontáneo. Luego nací yo y después mi hermana.” En la constelación el representante del padre está situado mirando hacia afuera y el representante de Joaquín directamente atrás de él. Por la posición del padre se hace evidente inmediatamente que él está unido con algo muy grave, por ejemplo, la muerte. Por eso escoge el terapeuta a dos representantes de las víctimas y las introduce en la constelación. Ellos se tienden en el suelo enfrente del padre.
El padre los ve y después dice: “Si, son víctimas. Esto es normal en la guerra.” Se les pregunta a
las víctimas como se sienten. El primero dice: “Yo me siento muy inquieto, estoy muerto, pero no he muerto fácilmente. Fue terrible.” El segundo dice: “Me torturó.” Mirando al padre dice: “Él cree que me tiene en su poder, pero sé que yo lo tengo en mi poder.” Y “A él le gustaba lo que hacía.” El padre responde: “Yo siento un poco de culpa.” El representante de Joaquín dice: “Yo me siento muy culpable.”
Ahora el terapeuta introduce en la constelación al hijo que se murió de bebé y al que fue abortado y les pide que se tiendan al lado de las víctimas. También ellos se sienten inquietos y muy unidos con las víctimas. El terapeuta les pide que miren a su padre y le digan: “Lo hemos hecho por ti.”
Ambos confirman que esta frase es correcta. El padre se enfada y dice: “No es necesario, no lo quiero.” El terapeuta le pide que mire a las víctimas y les diga: “Yo los he asesinado. Esta es mi responsabilidad. Yo he abusado.” Una de las víctimas le responde: “Los niños no deben estar aquí. Él debe estar aquí tendido. Únicamente él.”
Ahora le pide el terapeuta al representante de Joaquín que se tienda al lado de las víctimas. Él lo hace y esto lo relaja. Entonces dice su padre: “Esto me duele, no lo quiero.” El terapeuta le permite a Joaquín que mire a los ojos a las víctimas. Ellas le dicen: “Tú no debes estar aquí, tú lugar es con los vivos.”
El terapeuta deja pasar unos minutos permitiendo la asimilación de esta frase y a continuación le pide a Joaquín que tome su lugar en la constelación. Él empieza inmediatamente a llorar. Se siente fuertemente unido con las víctimas. Él tiene que mirar a los ojos a las víctimas. Uno por uno. Las víctimas repiten la frase: “Tu no debes estar aquí, tu lugar es con los vivos.” Joaquín necesita tiempo para alejarse las víctimas.
Cuando esto ha ocurrido, el terapeuta le coloca frente al representante de su padre y le pide que le diga: “Te dejo marchar con las víctimas. Dejo toda la culpa contigo. Yo sólo soy un niño.” El padre asiente y dice: “Así es.” El terapeuta le pide al padre que se tienda al lado de los muertos.
Ellos se relajan y encuentran paz. También para el padre es claro que ese es su lugar. Joaquín toma distancia. Está conmovido y aliviado.
Violencia y opresión
Todos los países con una historia colonial tienen mucha violencia y opresión en el pasado. Esta violencia le ha costado la vida a muchos soldados y ciudadanos. Podemos asumir que un pasado con guerra se encuentra en muchas familias, con implicaciones a través de varias generaciones como consecuencia. Trabajando con constelaciones salen estas implicaciones a la luz. Así vemos que los nietos son los que generalmente llevan la carga más pesada. Parece que es necesario dos generaciones para que el pasado lleno de cargas de la guerra salga a la luz.
Una explicación para este fenómeno no existe realmente todavía. Los nietos no saben porque tienen sentimientos de culpabilidad, son infelices o sienten una atracción con la muerte. Quizás es ésta la explicación para la enorme cantidad de adicciones que se ven en la segunda generación después de la guerra. Podría tener su origen en la crueldad y culpa de sus antepasados que no han sido asimiladas.
Las experiencias e investigaciones con el trabajo sistémico podrían en el futuro facilitarles a muchas personas la liberación de estas cargas tan pesadas.
Vergüenza
Para finalizar este párrafo, una respuesta muy característica de Bert Hellinger durante un seminario. Una participante le dice: “Yo comprendo que es muy importante reconocer nuestras raíces. Pero ¿qué sucede cuando uno se avergüenza de sus ancestros? Mis abuelos cometieron abusos. Yo me avergüenzo cuando pienso en ellos. Por eso evito volver a mis raíces.”
Hellinger respondió: Quien siente tal vergüenza, trata de evadir el destino de la comunidad. No es posible. Esa vergüenza viene de un sentimiento de superioridad. Es la misma actitud que los nazis tenían porque se sentían superiores a los judíos y a otros pueblos. Esta actitud nos une más con los perpetradores que con las víctimas. Sentir tristeza y respeto nos une a las víctimas. Estos son sentimientos opuestos a la vergüenza y son más apropiados en relación con las víctimas.
Extremistas de derecha
En Alemania existe un nuevo movimiento de extremistas de derecha. Los miembros son especialmente los jóvenes. Cuando observamos las familias de estos jóvenes notamos que las madres odian a los padres. Ellas se avergüenzan de ellos y sienten que son menos responsables que sus parejas de todo ese mal. Los hijos varones se sienten atraídos por el lado oscuro de sus padres, porque este no es reconocido.
Los radicales muestran un comportamiento muy masculino y despectivo. Éste es el resultado de un comportamiento feminista extremo. Estas mujeres crían a sus hijos de tal manera que ellos necesitan hacer valer y vengar a los padres porque las madres los desprecian.
No podemos situarnos por encima de los perpetradores y pensar que somos mejores. En un nivel más profundo tenemos que admitir que estamos unidos con ellos. En la muerte, vemos que todos somos iguales.
Culpa
En las constelaciones vemos diferentes formas de culpa. La más frecuente es la que es apropiada. Alguien se apropia la culpa de un miembro de la familia que, consciente o inconscientemente, ha hecho algo malo y éste no asume su culpabilidad.
Quizás alguien está orgulloso de su pasado en la guerra y glorifica su participación. O alguien es admirado porque ha adquirido millones por medio del fraude. O un padre que le prohíbe el matrimonio a su hija porque considera que su futuro marido no es bueno para ella.
Todo esto y más con lleva culpabilidad. Ya que el perpetrador que considera que no ha hecho nada malo, tampoco asume las consecuencias de su acción. La conciencia colectiva se encargará de que las siguientes generaciones lleven esa culpa.
Ejemplo:
María constela a su familia. Tiene tres hijos. El segundo es una niña. Ella es más débil que los otros y no quiere crecer físicamente. En la constelación se observa que ella lleva la culpa del abuelo. Él está muy orgulloso de haber ganado millones con asuntos fraudulentos. Su hijo (el marido de María) está orgulloso de él.
La niña dice: “Me siento muy atraída por el abuelo. Me da miedo. Le tengo mucho miedo. No quiero vivir.” El abuelo tiene que salir de la habitación. La representante de Maria y la niña sienten alivio y liberación. Se le pide al abuelo que regrese y se le pregunta como se siente. Él dice: “Me sentía mejor fuera. De repente me sentí culpable y no quiero que alguien lleve mi culpa. El terapeuta le pide que le diga a la representante de su nieta: “La culpa me pertenece. Es parte de mi vida. Me honras si la dejas conmigo.”
La niña se mostró agobiada cuando el abuelo volvió a la habitación, pero al escucharle se alivió. Se le pide que le diga al abuelo: “Dejo la culpa contigo. Es parte de tu vida y tu destino. Yo sólo soy tu nieta.” Se le pide al representante del abuelo que se gire y se coloque de espaldas a la familia.
Esto relaja y alivia a la niña.
Cuando se le pide a un representante que salga de la habitación y los otros representantes muestran alivio, esta reacción confirma que la familia está llevando la culpa de un familiar. En este ejemplo el representante del abuelo cuando está afuera siente su responsabilidad y está dispuesto a llevarla. A veces un miembro de la familia tiene que dejarla. Esto es únicamente necesario cuando se comete un acto muy grave como un crimen. En este ejemplo no era necesario.
Cuando el abuelo se gira y se aparta de la familia, se hace notar su culpa. Entonces es sólo su responsabilidad y la niña se libera de la obligación de llevarla por él.
La culpa que se apropia
Otra forma de apropiarse de culpa se origina con la idea de que podemos determinar cómo deben de ser las cosas. Por ejemplo, cuando un niño muere accidentalmente, los padres se sienten culpables, aunque fuesen completamente inocentes. Aquí podemos observar que el sentimiento de culpabilidad y los reproches que se hacen son únicamente una estrategia para evitar sentir el dolor que les ocasiona la pérdida de su hijo. Esta estrategia de escape conduce a implicaciones. También se observa el sentimiento de culpa cuando alguien, sin tener ninguna culpa, se ve involucrado en un serio accidente de coche. A continuación, un ejemplo:
Un hombre ocasiona un accidente. Accidentó a una señora y desde entonces se siente culpable y responsable de su muerte. Él dice: “Yo conducía en una calle amplia y llegué a un semáforo cuando este cambiaba a verde. Yo podía continuar conduciendo. En el carril derecho estaba un camión que esperaba el cambio de las luces a verde. De repente una mujer cruzó la calle por delante del camión. Ella no me vio porque miraba en otra dirección y aunque yo frené al máximo no la pude eludir. Yo pensé: ¿porque no me ve, porque mira a otro lado? Ya era muy tarde. La mujer falleció inmediatamente, fue algo terrible.”
En la constelación figuran los representantes de la mujer, sus tres hijos y el conductor (el constelante). La mujer dice: “Era mi destino morir así.” El representante del conductor pide perdón. Ella rehúsa y le dice: “No hay nada que perdonar, era mi decisión y con tu culpabilidad me quitas mi dignidad.”
Los hijos están todavía enfadados con el conductor. A ellos les dice la madre: “Era mi destino morir de esa manera, vosotros me honráis cuando lo dejáis conmigo.” Esto es difícil para los hijos.
Su ira es una reacción de defensa contra el enorme dolor por su pérdida. Esto es evidente en la constelación. Después de comprender que la muerte de su madre era inevitable, los hijos se pueden relajar y aceptar su destino. Al final la señora le dice al conductor: “Era mi destino morir de esta forma, yo llevo la responsabilidad.” El conductor responde: “Yo dejo tu parte de responsabilidad contigo y yo llevaré la mía. Yo honro tu destino. Mírame con buenos ojos si continúo viviendo un poco más.” Con estas frases se relajan todos los representantes y finaliza la constelación.
Cada uno lleva su propio destino
Las constelaciones familiares son el instrumento ideal para trabajar experiencias traumáticas y sentimientos de culpa y reproche. En el ejemplo del accidente se observa claramente que cada uno lleva su propio destino y los que mueren aceptan su destino. La actitud y la creencia de los que consideran tener el poder para evitar algunas cosas, son consideradas por las víctimas como arrogancia y falta de respeto a su destino.
Cuando alguien sobrevive a una catástrofe como un gran incendio, terremoto, etc. se siente a veces culpable. Este sentimiento de culpa es más fuerte cuando han habido muertos. Ellos se preguntan internamente: “¿Porqué he tenido yo la suerte de haber sobrevivido? No se permiten vivir plenamente. Un ejemplo muy claro es lo que le sucedió al actor Kirk Douglas. Él cuenta en una entrevista: “Yo quería volar de Fillmore a Los Angeles. Nuestro helicóptero se estrelló contra un avión que aterrizaba. Perdimos 15 metros de altura en la pista de aterrizaje. Dos personas murieron en el querosín que ardía.
Uno de ellos tenía 18 años. Desde ese día me siento culpable de estar con vida.” Este sentimiento de culpabilidad se manifiesta como un afán interior de tener una infeliz vida o enfermedad. A veces va tan lejos que surge el deseo de morir.
Ya sea siendo conscientes o no, cuando nos apropiamos la culpa de alguien o nos sentimos culpables de alguna situación, siempre tiene efectos negativos. El que se siente culpable, no encuentra su propia fuerza. Lo debilita, carga con algo que no le pertenece. El que lleva la culpa de alguien o se siente culpable por el destino de otra persona, no tiene suficiente fuerza para hacer lo bueno.
La propia culpa
La última forma de culpa es la propia culpa. Si la lleva el que la ha causado, esto le da fuerza. Con esta actitud si se puede hacer algo bueno. Cuando la culpabilidad no se acepta no se libera su fuerza y debilita. La persona se siente siempre culpable. Los sentimientos de culpa dejan de existir cuando se acepta la responsabilidad.
El perdón
Nos hemos tenido que liberar de este principio tan conocido espiritualmente debido a nuestra experiencia con las constelaciones como representante y terapeuta. Estábamos convencidos que el perdón era siempre noble y bueno. Las constelaciones nos han enseñado a ver realmente y observar profundamente. Por esto el buen principio del perdón se ha extinguido. Se muestra en muchos casos como falta de respeto hacia la víctima y el perpetrador.
Por esta razón no se pide perdón en las constelaciones. Cuando el perpetrador le pide a la víctima perdón, ésta tiene que hacer aún algo por el perpetrador, después de todo lo que ha sucedido, esto no es posible. Además de ser víctima, debería entonces también llevar la responsabilidad del perdón. Por el perdón se le hace difícil al perpetrador encontrar de nuevo el equilibrio consigo mismo y con su entorno. Con el perdón se le quita la culpa y la responsabilidad. Además, el que perdona se muestra superior ante el que es perdonado. Esto es apropiarse de algo que no le pertenece y alterar el equilibrio entre dar y tomar.
La frase sanadora que el perpetrador le dice a su víctima es: “Lo siento.” Cuando la comparamos con las frases “Discúlpame por favor” o “Perdóname por favor” podemos notar una gran diferencia. La persona a la que se le pide disculpas o perdón tiene que hacer algo y esta diferencia es notable para el alma. La frase “Lo siento” es un reconocimiento del hecho que alguien ha hecho daño y que lo siente. Esto hace posible una comunicación. Así la víctima puede sentir que es vista como tal. Este reconocimiento es necesario para una reconciliación.
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Leccion 4
Secreto familiar
En muchas familias existe algo de lo que no se puede o debe hablar. A veces porque se ha olvidado, pero también porque se encubre meticulosamente un secreto. Estos secretos salen a la luz en las constelaciones. El terapeuta tiene que estar alerta al respecto. Lo que sale a la luz es bueno y necesario para la solución de la constelación, no debemos ir más allá. No debemos investigar, buscar evidencias o hacer acusaciones. Esto haría más daño que bien para solucionar las implicaciones. Debemos respetar las razones que nuestros ancestros tuvieron para mantener el secreto, dejarlo descansar y olvidarlo. Para solucionar las implicaciones es únicamente necesario honrar los antepasados y observar que estas corresponden a sus destinos y sus vidas.
Un ejemplo:
Juana (28 años) tiene sentimientos de inferioridad. Dos años de terapia intensiva no han podido hacer un cambio significativo. En la constelación los representantes de su madre y su tío están al lado de la abuela, en el orden correcto. La madre es la primera. Ambos se sienten incómodos en sus lugares. Se les pregunta si están en el lugar correcto. Ambos responden negativamente.
Cuando se les pregunta que es lo que está sucediendo, la madre responde apuntando al espacio entre su madre y ella: “Aquí hace falta algo.” El terapeuta dice: “Vamos a hacer un experimento.”
Introduce a un nuevo representante en la constelación y le dice: “Tú eres un niño que ha sido olvidado o negado. Toma tu lugar.” La abuela reacciona inmediatamente, con miedo retira su mirada y dice: “Nadie lo debe saber.” La madre y su hermano (el tío de Juana) se sienten mejor y Juana se siente muy unida con el niño que se ha ocultado. Luego se observa que el niño probablemente ha sido abortado. La abuela se avergonzó mucho, se sintió muy culpable y nunca habló de ello. Es evidente que Juana se ha identificado con la culpabilidad y que forma la base de sus sentimientos de inferioridad. Después de la constelación se siente liberada y aliviada.
Si deseamos comportarnos con respeto, lo dejamos así, sin perturbar el pasado con fantasías, preguntas o investigaciones.
RELACION PADRES E HIJOS
Wibe Veenbaas cree que es muy evidente cuando un cliente está en paz con su sistema de origen y toma a sus padres tal y como son. Está en sintonía con todo lo que ha vivido. Su entorno siente que está enraizado y desprende una luz de autenticidad y unidad habiéndose convertido en ‘parte del entorno’. Veenbas continúa escribiendo:
Los siguientes patrones son dañinos para el amor entre los padres y sus hijos:
· Los hijos rehúsan tomar a sus padres tal y como son.
· Los padres dan a sus hijos algo que es dañino y los hijos lo toman por lealtad.
· Los padres toman de sus hijos y los hijos están dispuestos a dar a sus padres.
Los hijos que rehúsan tomar a sus padres tal y como son, han dejado de hacer un movimiento hacia ellos, a veces como resultado de un divorcio, adopción o abandono en un hogar de niños.
Cuando se trata de maltrato o incesto, los padres dan a los hijos algo que les daña; los hijos por ser niños pueden únicamente soportarlo. A veces los hijos dan a sus padres y los padres toman de ellos; los papeles están invertidos. Se crea una abertura cuando el hijo aprende a dejar entrar a los padres y los padres asumen su papel de padres nuevamente. Entonces el orden se recupera.
Tomar a los padres tal y como son
Veenbaas dice que no solamente es importante tomar a los padres como son, sino que es esencial para los hijos que tomen a sus padres tal y como son. En el trabajo sistémico se hace justamente hincapié en ello en detalle. Lo importante es que el hijo – ya adulto – comprenda y experimente que debe aceptar a sus padres tal y como son.
Cuando un hijo acepta a sus padres como son, el amor de los padres puede fluir libremente hacia los hijos. El hijo tiene un papel activo en este proceso de amor.
Un hijo no puede darle o quitarle algo a sus padres. Es importante que él se dé cuenta de que sus padres son los mejores y los únicos para él. Únicamente entonces el hijo puede tomar completamente la vida tal y como se le ha dado. La cuestión para el hijo es no ver críticamente lo que le ha sido dado o no dado por sus padres, sino tomarlo. Tomar la vida honrando a sus padres.
La testarudez hace que a veces un cliente rehúse honrar a sus padres, hacer una reverencia ante ellos. Si en realidad no acepta lo que son, continuará necesitando más de lo que no tiene. La carencia continúa existiendo internamente.
La aceptación de los padres como son, no se hace para hacerles un favor sino para darle una oportunidad al hijo de tomar la vida en su totalidad. Cuando un hijo toma la vida como es, entra en sintonía con el mundo, con su origen y con la enorme fuerza de la vida misma.
En el hijo los padres se unen. El hijo no puede vivir una vida completa cuando rehúsa a una parte de sus padres. A veces los hijos temen tomar a los padres.
El terapeuta puede sentir el pánico que tienen durante la constelación. Los hijos rehúsan aceptar a los padres por el miedo a su adicción, a su locura, a su depresión o a sus traumas. Pero justamente al aceptar a los padres de una manera selectiva es cuando se corre el riesgo de adoptar lo que internamente rechazan.
Cuando un hijo se comporta como el juez de sus padres, instala en sí mismo el patrón de persecución.
En la constelación el cliente le puede decir a sus padres:
‘Vosotros sois los únicos justos para mí.’
‘Yo tomo la vida tal y como la he recibido.’
‘Yo los tomo como mis padres, tal y como vosotros sois.’
‘Es exactamente lo bueno.’
‘Yo soy vuestro hijo.’
‘Vosotros podéis tomarme como vuestro hijo.’
‘Exactamente como soy.’
De acuerdo con Veenbaas el punto de partida para el terapeuta debe ser que no existen mejores padres que los padres que el cliente tiene. El terapeuta que respeta el origen del cliente no puede trabajar basado en una queja. Con el reproche el cliente se alinea con la carencia y no con el amor, la atención y la dedicación que ha recibido. El sentimiento básico es no hay nunca suficiente. La solución está más allá de la queja. Al empezar la constelación, el terapeuta debe notar que la pregunta esté enfocada al futuro. Una pregunta esencial apunta hacia una solución a un nivel profundo: la recuperación del vínculo.
Es importante que el cliente experimente que sus padres y abuelos le apoyan; esto le dará fuerza y el sentimiento de estar enraizado. El terapeuta que puede ver detrás del cliente a los padres y también a los abuelos, le percibe desde sus raíces. De esta manera se hace evidente la grandeza que envuelve al cliente y observamos una imagen completa. Al honrar a los padres y a los abuelos el terapeuta va más allá del cliente hasta llegar a los principios de padre y madre.
Movimiento interrumpido
Los hijos, de una manera natural, tratan de moverse en dirección a los padres. Esto significa que buscan contacto con los ojos, extienden sus manos hacia ellos para ser acariciados o ser tomados en brazos, están abiertos para entrar en contacto con ellos. Su confianza en el adulto no tiene limites. Los niños también necesitan confirmación de sus sentimientos y la protección de los padres.
Movimiento interrumpido significa que el niño no se dirige hacia el padre para obtener lo que necesita. Ha perdido la confianza básica en que el padre estará allí para darle lo que él necesita. El movimiento interrumpido es la consecuencia de experiencias traumáticas como un parto difícil o un ingreso en el hospital por lo que el contacto padre-hijo se interrumpió. Después de tal experiencia, la confianza en el padre debe ser recuperada.
Cuando los niños experimentan que los padres no tienen ‘alimento’ para ellos, por ejemplo, cuando se sienten descuidados, dejan de dirigirse a los padres.
Si los niños experimentan muchas veces que los padres están ausentes emocionalmente, lo que pueden notar a través del contacto con los ojos, no piden más lo que necesitan, retiran el contacto.
Visto a partir del orden sistémico los padres deben dar y los hijos tomar. Cuando el pedir del niño a los padres se interrumpe, se perturba este orden.
Recuperar el contacto
Un niño rompe el contacto con sus padres no porque lo quiera, sino porque lo asocia con una experiencia traumática y tiene una profunda desconfianza. Permitir nuevamente el contacto con los padres; es reparar el vínculo con la vida.
El terapeuta une la reparación del contacto con el momento de la interrupción en la niñez. La meta de entonces – el deseo de contacto – debe salir a la superficie. Es el niño de aquel entonces que desea ir hacia la madre y al mismo tiempo desea la madre de aquel entonces.
En el trabajo sistémico se puede trabajar de diversas maneras para reparar el movimiento Interrumpido:
• En la constelación el cliente se coloca enfrente de sus padres en la posición de hijo y les dice: “Por favor, abrazadme” y extiende sus brazos hacia ellos. La vida se constela simbólicamente, para que el cliente se haga consciente de su posición con respecto a la vida y pueda nuevamente conectarse con ella. El cliente puede experimentar lo que realmente significa abrirse a la vida.
• El terapeuta trabaja en una sesión separadamente con el cliente y utiliza generalmente la técnica conocida como ‘bonding’. Abraza al cliente fuertemente mientras este respira profundamente y le mira a los ojos. Este mirar – donde el cliente nuevamente como niño mira a los ojos al padre – es esencial para reparar el contacto al igual que el abrazo. Lo que se trata de conseguir con el ‘bonding’ es que la parte de niño del cliente aprenda a tomar nuevamente la vida. Bonding puede ser también una parte de la constelación. El cliente adulto, que en la realidad es independiente de sus padres para encontrar sentido a su vida, es emocionalmente dependiente de ellos para tomar la vida. Es importante que sea consciente de su independencia – al contrario del niño de aquel entonces. Entonces puede decidir nuevamente avanzar y tomar la vida tal y como es.
También un padre puede tomar parte en la reparación del acercamiento con un hijo si este rehúsa el contacto con él. En lugar de un acercamiento físico, los padres pueden formar una imagen de ellos mismos como padre o madre de aquel entonces junto con el hijo de entonces. Esta imagen se puede repetir muchas veces, por ejemplo, siempre a la hora de dormir. Este movimiento interno del padre tiene efecto en el alma del hijo.
Dentro del trabajo sistémico el acercamiento se hace de diferentes maneras. El cliente hace contacto con los ojos del padre y al mismo tiempo un gesto de acercamiento con las manos abiertas.
El vínculo con un padre que ha fallecido
Los padres que pierden a su pareja debido a la muerte prematura tratan con toda su fuerza de sustituir al progenitor que fallece. Tratan de ser padre y madre al mismo tiempo por el amor a los hijos y esta es una tarea imposible de hacer. Para el hijo es importante mantener una relación con el progenitor que ha fallecido. Esto se hace muy difícil cuando el progenitor que sobrevive trata de llenar el vacío que deja el que fallece.
El vínculo con un padre divorciado
Para un hijo de padres divorciados es muy importante que el progenitor que le cuida sea respetuoso con el otro. Únicamente entonces el hijo tiene la oportunidad de tomar a ambos padres completamente.
Si un padre no se respeta o inclusive se rechaza, al hijo no le queda otra opción que ser solidario con él. Al fin y al cabo es una parte inseparable de ambos. El hijo que escoge a la madre a nivel consciente, se identifica a nivel inconsciente con su padre porque no puede otra cosa. No puede ni quiere abandonar el 50 por ciento de sí mismo.
Cuando los padres no resuelven sus conflictos, estos terminan en los hijos. Entonces se ven las peleas entre hermanos y hermanas porque un hijo vive de acuerdo a lo que dice un padre y el otro hijo no puede debido a la lealtad al otro padre.
Vínculo con los padres biológicos
Los hijos adoptivos y de crianza tienen que darles un lugar a sus padres biológicos dentro del vínculo con sus ‘nuevos padres’ nuevamente. Los sentimientos iniciales de ira y de dolor, además del sentimiento de haber sido abandonados, deben de ser incluidos en este proceso. Sólo al reconocer a los padres biológicos los hijos adoptivos pueden tomar realmente el vínculo con la vida.
Una condición esencial para que la adopción tenga éxito es que los ‘nuevos’ padres sean conscientes del lugar que ocuparon y siempre ocupan los padres biológicos. El niño le debe a ellos su vida.
La adopción es una gran intervención en el orden entre padres e hijos. Sea cual sea la razón para la adopción – abandono, maltrato, abuso sexual – los padres adoptivos no pueden comportarse como jueces de los padres biológicos.
El amor es la única base entre los padres adoptivos y biológicos ya que el niño está unido por medio de una enorme lealtad a sus padres biológicos. Si se trata de abusos físicos o sexuales, el vínculo es aún más fuerte. El hijo se siente unido con sus padres como un eslabón en una cadena.
El hijo en el lugar del padre
De acuerdo a Wibe Veenbaas los hijos tienen que tomar el lugar de los padres para poder sobrevivir en su sistema familiar. Este desplazamiento en el orden familiar debe ser temporal para que el hijo pueda mirar después a su padre como tal.
El reemplazar a un padre puede ser una medida de emergencia que el hijo puede llevar por un tiempo, pero es insuficiente para el resto de su vida. Debido al cambio en el orden familiar, el hijo pierde su posición como hijo. Sólo cuando el padre está de nuevo en su lugar y el hijo en el lugar de hijo, el orden dentro del sistema se recupera.
Cuando un hijo se siente responsable de los actos de sus padres no está en su lugar. Por ejemplo, cuando ya adulto dice: “Yo he sido procreado accidentalmente, mis padres tuvieron que casarse para que yo naciera.” Esta responsabilidad es únicamente de los padres ya que ellos fueron los que hicieron esa elección.
Cuando se hace una violación en el orden entre padres e hijos, como es el caso del incesto o abuso, el hijo se hace a menudo cargo de las consecuencias y de la culpa con lo que exonera al progenitor responsable.
El hijo piensa inconscientemente que de esta manera puede recuperar el equilibrio en la familia y lo hace por amor. El hijo no puede ser juez de sus padres, no los puede juzgar. El hijo que hace de juez ante sus padres pierde su lugar como hijo.
Recuperación
Es importante que el orden natural del hijo en relación con sus padres se corrija internamente. Es la única manera de disolver la implicación. El hijo debe tomar nuevamente su lugar. En la constelación le puede decir a sus padres: “Lo he hecho por vosotros, era malo para mí y dejo las consecuencias con vosotros. Yo haré algo bueno con mi vida, a pesar de lo que sucedió.”
Cuando se trata de incesto o abuso no se soluciona nada cuando el cliente o el terapeuta señalan a un culpable. Es absolutamente claro que la responsabilidad es del adulto. Preguntarse el porqué alguien de la familia hace o no hace algo, es una pregunta a nivel consciente, mientras que aquí se trata de procesos inconscientes dentro de la dinámica del sistema.
Para el cliente se trata de tomar nuevamente su lugar como hijo y recuperar el orden del sistema, dejando atrás la posición de juez de sus padres. El usar las palabras correctas en la constelación es sumamente importante. Pequeñas diferencias en el tono, la manera de hablar o la postura determina si el hijo está en el lugar que le corresponde como hijo. Cuando un cliente no puede dejar con los padres lo que a ellos les pertenece, gana su derecho de acuerdo a su moral, pero pierde su lugar como hijo.
Cualquier tipo de pregunta de un hijo en referencia a culpabilidad o intimidad de sus padres es arrogancia. Cuando un progenitor toma a su hijo en confianza y comparte sus problemas con él, siempre tiene como consecuencia para el hijo la pérdida de su lugar. Cuando uno de los padres habla mal del otro padre, el hijo se siente culpable, especialmente cuando trata de investigar si lo que ha oído es verdad.
Para el hijo sólo hay una solución: debe tomar distancia. Debe olvidarse espiritualmente de lo que ha oído ya que no le corresponde. El propósito del olvido es que el hijo pueda tomar nuevamente su lugar de hijo. Es el único lugar que el hijo necesita para poder vivir su vida.
Demarcación
La autoridad de los padres era algo muy claro en las generaciones anteriores, había una demarcación muy evidente entre los padres y los hijos. Debido a esta demarcación exterior el hijo tenía respeto por sus padres. Hoy en día la relación entre los padres e hijos es de otra manera. Hay menos separación y más espontaneidad, pero dentro de este espacio debe continuar existiendo la demarcación entre los padres y los hijos.
Cuando los padres se convierten en amigos de sus hijos, el hijo pierde, a un nivel más profundo, a sus padres.
Cuando el cliente les dice a sus padres en la constelación: “Vosotros sois los grandes, yo soy el pequeño” la frase tiene un efecto muy profundo. Repitiéndose esto a menudo internamente después de la constelación le aporta a la frase cada vez un significado más profundo.
Pérdida de la paternidad
Wibe Veenbaas postula que la sexualidad está en primer lugar unida a la procreación y a la paternidad. Esto es aplicable también en la actualidad a las relaciones. Por esto cuando se pierde la paternidad por un aborto espontáneo o provocado, o por infertilidad, la relación corre peligro.
Un aborto es un ejemplo extremo de una situación en la que el hijo da y los padres toman. La decisión de abortar es la responsabilidad de ambos padres, aunque la posición de la mujer es diferente a la del hombre. El aborto pone a la pareja bajo una enorme presión. Emocionalmente deben empezar una nueva relación en la que la decisión de abortar, la culpa y la tristeza tienen un lugar. La mujer está a menudo a un nivel profundo muy herida porque ha actuado contra su principio de dar vida. Si su pareja no reconoce esto, se crea una gran distancia entre ellos. Ambos deben honran la vida que no pudo germinar y darle un lugar dentro del sistema.
Los abortos espontáneos pertenecen al destino, dentro del trabajo sistémico. Cuando los padres toman conciencia y se acostumbran a la idea de una nueva vida, el niño que aún no ha nacido ya forma parte del sistema. El significado y los sentimientos alrededor de este embarazo que no llegó a su buen fin pueden ser muy diferentes. Estos ayudan a determinar en la constelación si el niño debe ocupar el lugar que le corresponde en la posición de los hijos.
La infertilidad descarta la posibilidad de una paternidad natural. Esto significa que la pareja que desea tener un hijo, debe hacer nuevamente una elección consciente para continuar la relación. Es importante que la persona que es infértil le dé a conocer a su pareja que también en esta situación es libre de escoger. Él dice: “Yo sé que te puedes marchar. Gracias por quedarte. Yo te quiero.” El otro puede decir: “Yo me quedo contigo, aunque tenía la intención de marcharme.”
Regresar a casa
Wibe Veenbaas expone que los hijos siempre deben volver a su hogar. Puede ser que dure años antes que un cliente que le ha dado la espalda a su casa natal regrese a ella. Todo tiene su propio tiempo. Con frecuencia nos ponemos máscaras para protegernos y nos distanciamos de nuestros sentimientos y del dolor de nuestra infancia. Nos protegemos con ellas en las nuevas relaciones.
La máscara es una casa imaginaria. Puede llevarse mucho tiempo pero el movimiento interno requiere que se quite y se regrese a casa.
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Leccion 5
Las constelaciones familiares y los niños
De acuerdo a Indra Preiss las constelaciones tienen un efecto profundo y liberador en los niños con problemas de comportamiento. También para los padres es un alivio poder mirar que los problemas de sus hijos no se deben a que son malos o tontos sino a que están implicados con algo o alguien de la familia de origen. La razón de los problemas de comportamiento es el amor. Los padres con niños problemáticos se hacen a menudo muchos reproches, se sienten culpables o dudan de sus capacidades como padres.
En una constelación pueden mirar que ellos también, al igual que sus hijos, están implicados y comprender que no los podían criar de otra manera. La frase “Yo no lo sabía” les ayuda a asimilar su frustración y dolor. Cuando se hace consciente en las constelaciones pueden tomar su responsabilidad de una manera nueva y saludable.
Sieglinde Schneider escribe en Kindliche Not und kindliche Liebe: ‘Si como padres y maestros miramos a los niños únicamente como individuos y les atamos a las dificultades que tienen, convertimos a los niños en problemas. La tarea profunda del niño con su impulsividad y comportamiento destructivo es solucionar algo que no se mira o no se honra. En su lealtad hacia alguno de la familia y su destino, el niño no se puede dejar ayudar porque cualquier mejoría la sentiría como una traición a esa persona.
Esta es la razón por la que los jóvenes rehúsan terapia o sabotean la ayuda que se les ofrece cuando está dirigida únicamente hacia su mejoría. La sanación es únicamente posible cuando sale a la luz la relación con algo más grande y la profundidad del amor y la lealtad del niño es vista y respetada.
Lo que se ve a menudo es que los niños florecen cuando sus padres constelan sus problemas e integran las soluciones que encuentran en las constelaciones. Los niños acompañan las soluciones, se relajan y fluyen con la nueva energía. Los niños no necesitan estar presentes en las constelaciones ni saber nada al respecto. Esto es lo que mejor funciona hasta el comienzo de la pubertad después de esa edad es preferible que ellos estén presentes. Cuando ya han dejado atrás la pubertad, el efecto es más profundo cuando ellos mismos constelan.
Yo sólo soy un niño
Cuando la relación de pareja de los padres es buena y ambos son felices, a los hijos les va bien también. Esto es desdichadamente muy pocas veces la realidad. La mayoría de las relaciones tienen problemas.
Cuando la relación no es buena, los padres tienen peleas y problemas y los hijos quieren ayudarles. Ellos siguen una presión inconsciente. Esta presión surge también cuando los padres piden ayuda a los hijos.
De esta manera los hijos se encuentran en una posición de querer dar o querer hacer algo por ellos. Esto perturba el equilibrio de dar y tomar entre los padres y los hijos. En el lenguaje terapéutico se llama parentalización, como ya hemos visto.
El hijo lo hace por amor. Es su manera mágica e infantil de querer. En este amor mágico, el hijo cree que puede ayudar cuando toma o carga con las dificultades de los padres. Se imagina que puede aliviar el sufrimiento de los padres o de uno de los padres cuando él sufre también o a veces inclusive sufre más. Esto tiene consecuencias dramáticas para el hijo.
Así convierte su vida en sufrimiento. No tiene ninguna otra opción. Está unido por amor y lealtad y siente una profunda gratitud hacia sus padres porque de ellos ha recibido la vida. Por eso es que el hijo hace todo por sus padres y sigue la presión sistémica de la conciencia familiar. Así introduce el hijo nuevamente en el sistema familiar todo aquello que sus padres o ancestros no han asimilado todavía.
Las frases sanadoras que se usan en las constelaciones son: “Yo sólo soy un niño, dejo vuestros problemas con vosotros, vosotros sois los grandes, vosotros lo podéis llevar.” Los padres responden: “Nosotros somos los grandes, tú eres sólo un niño, nos honras si dejas nuestros problemas con nosotros.”
La situación es aún más difícil para el hijo en lo que Jay Haley llama “el triangulo perverso”. Este surge cuando uno de los padres tiene ira interna o rencor y utiliza al hijo como aliado para ventilar esos sentimientos hacia el otro padre. En esta situación el hijo no se puede resistir y empieza a reemplazar al padre y a expresar en su lugar los sentimientos al otro.
A menudo el padre tiene a la hija y la mujer al hijo como aliados utilizándoles contra el otro padre. Esto representa naturalmente para el hijo un problema sin solución. El equilibrio entre dar y tomar entre los padres y los hijos se altera totalmente y el hijo tiene después problemas serios con su pareja, debido a la lealtad, llevara consigo esta ira y rencor ventilándolos con su propia pareja.
Ejemplo:
Juan (28 años) tiene problemas de pareja, bebe mucho alcohol y usa drogas. En su constelación el representante de Juan está frente al representante de su padre. Juan está enojado con él, muy enojado. Mientras tanto, el terapeuta le pide al representante de Juan que mire al padre y a la madre. Se toma su tiempo y de repente se nota un cambio en él, comprende la situación. Mira a su madre, asiente con la cabeza y le dice: “Es tu ira y tu enfado.” La madre asiente y dice: “Sí, es mi ira, yo odio a tu padre.” El terapeuta le pide a Juan que le diga a su padre: “Estoy enfadado contigo, por amor a mamá.” El padre y Juan reaccionan con alivio y se relajan. La madre tiene que decirle a Juan: “Lo siento, te he utilizado.” Después le dice a su hijo: “Lo que hay entre tu padre y yo es nuestro asunto. Tú eres solamente un niño.” Esta frase relaja aún más a Juan que ha tomado su lugar en la constelación. Se dirige despacio hacia su padre. Su padre lo toma en brazos.
Ambos están conmovidos y lloran. Hay una reconciliación.
Gustavo (40 años) le dice al terapeuta lo siguiente respecto a la ruptura de su relación: “Yo tenía que actuar normal, era una verdadera prisión para mí. Cuando quería hacer algo diferente, como por ejemplo, dormir una noche en el bosque, subir una montaña a ver las estrellas o fumarme un porro, mi pareja se enfadaba conmigo.” Me decía entonces: “¿No puedes ser normal?” Después de hacerle diversas preguntas a Gustavo, sale a la luz que la madre de su ex-pareja es lo que se llama una ‘mujer salvaje’. Ella llevaba ropa muy llamativa, salía a menudo a bailar y tuvo varias relaciones extra-maritales. En la casa de sus padres había muchas peleas. El padre le reprochaba a la madre constantemente que no podía actuar normal. Aquí podemos observar que la ex-pareja de Gustavo carga con los reproches de su padre hacia su madre y que los proyecta en Gustavo (doble transferencia).
También por parte de los hijos surgen dificultades que les complican sus propias vidas.
Las razones de los problemas de comportamiento de los niños
Muchos de los problemas de comportamiento tienen una dinámica que sale a la luz en las constelaciones. Un buen ejemplo de ello son los niños que viven lo que no se ha asimilado de las anteriores relaciones de sus padres.
Cuando una relación se termina con resentimiento e ira reprimidos, esta situación crea una exclusión. Esto es aplicable a todas las relaciones intimas de los padres y en especial a la relación con su primer gran amor. Las parejas anteriores de los padres pertenecen al destino familiar porque ellos han hecho lugar para la pareja actual.
La presión sistémica de la conciencia familiar se ocupa de que la pareja que no se ha honrado sea representada por uno o más de los hijos. Lo más extraño es que los hijos no tienen que conocer a las parejas anteriores.
Por ese motivo ni los padres, ni los hijos, saben lo que les sucede o porqué ellos se comportan de una manera extraña. Así la hija se convierte en la rival de la madre y se enfada con papá porque el gran amor de su padre debe ser representado y el hijo se encarga de que haya muchas peleas en casa porque él representa al primer amor de su madre.
Ejemplo:
Verónica (25 años) tiene desde la pubertad grandes problemas con su madre. En la constelación se observa muy claramente su vínculo con la pareja anterior de su padre. Al final de la constelación ella le dice al representante de su padre: “Yo me quedo con mamá. Mi lugar es con ella. Yo sólo soy una niña. Con tu primer mujer no tengo nada que ver. Mírame por favor como tu hija, yo te miro ahora como mi padre.”
Entonces le dice a la representante de su madre: “Mamá, tú eres la correcta. Con la otra mujer no tengo nada que ver. Mírame como tu hija y yo te miro como mi madre. Yo te honro, querida mamá.” Esto la relaja y siente fluir libremente el amor a su madre de nuevo. La abraza y empieza a llorar. Después de haber respirado profundamente, mira nuevamente a mamá como la grande y ella vuelve a ser niña. El terapeuta le pide que le diga a su madre: “Tú eres mi madre y te agradezco el regalo más grande que me has dado, mi vida.” Verónica se siente mucho mejor después de la constelación.
Durante las constelaciones se ha comprobado que los siguientes puntos pesan mucho sobre los hijos:
• Cuando un niño es muy deseado. Hellinger dice al respecto durante un taller: ‘¿Saben ustedes que al hijo muy deseado siempre le va mal? Los hijos muy deseados vienen por los padres. Los niños que vienen por venir, son libres. Un niño muy anhelado lo pasa muy mal. Debe hacer algo. Es como si los padres dijeran que es malo cuando no desempeña el papel que los padres desean para él.
• Cuando las mujeres quieren tener un hijo sin tener una relación y sin pareja, cargan al hijo mucho. Primero que todo quieren un hijo, por lo que el hijo está primero. Por esto el hijo no está libre para tomar su propia vida. Igual que el hijo que es muy deseado, tiene que desempeñar un papel para los padres. En segundo lugar, cada niño tiene derecho a un padre.
Cuando se considera al padre como innecesario o problemático, esto significa una exclusión.
Así se garantizan los problemas de comportamiento del niño.
• También es agravante para los hijos cuando los padres mantienen con ellos una relación de amistad.
Los hijos necesitan padres. Los padres no son amigos o compañeros ni amigos de sus hijos tampoco. Los hijos buscan a los amigos en otras personas. Todos los asuntos de los padres como pareja, como por ejemplo los detalles íntimos de la relación, no deben ser compartidos con los hijos. Esto es muy importante. De otra manera, los hijos se sienten demasiado involucrados en los problemas de los padres. Esto es insoportable para los hijos.
Los conflictos de lealtad en las relaciones con problemas
La lealtad infantil hacia uno o ambos padres que viven en guerra, puede provocar en los hijos problemas de comportamiento o hiperactividad. Ellos conllevan – inconscientemente debido al amor – los problemas de la relación y los muestran en su comportamiento. Los hijos funcionan como si fuesen pararrayos.
A veces en las constelaciones se ven a uno o más de los hijos situados en medio de los padres. Esta es una posición insoportable para los hijos.
Cuando los niños son hiperactivos los padres dicen: “Estoy siempre al tanto de mi hijo o hija.” Cuando la historia familiar sale a la luz lo que se observa es que el hijo quiere tener ocupado a uno de los padres como distracción. “Si estás ocupándote de mi no te puedes marchar.” A menudo uno de los padres revela, en una consulta terapéutica o en una constelación, el deseo interno de dejar la relación o inclusive querer morir, pero se queda por los hijos.
También cuando hay muchas peleas entre los niños se ve a menudo que las peleas son para sustituir la tensión latente entre los padres. De esta manera los hijos sacan a la luz un conflicto en el sistema familiar.
Las constelaciones es una terapia apropiada para los niños con problemas de comportamiento. Es posible encontrar soluciones positivas y relajantes cuando los padres se encuentran dispuestos a admitir que hay conflictos velados en la relación.
El divorcio y los conflictos de lealtad
Cuando una familia se desintegra generalmente hablamos de un ‘bueno’ y un ‘malo’. El niño siguiendo su sentimiento de lealtad tiene que asentir con el ‘bueno’ y de esta manera se convierte en el objeto de las peleas y discusiones entre los padres.
Para los niños esta es una situación sin solución. Ellos deben entonces escoger aunque aman y necesitan a ambos padres.
Ejemplo:
Linda (39 años) está desesperada. Su hijo y hija pelean continuamente. Recientemente han roto el cristal de una ventana. Se ha divorciado cuatro años atrás y tiene muchos problemas con su ex-marido. En la constelación la hija se siente solidaria con la madre y el hijo con el padre. La madre y el padre furiosos se encuentran el uno frente al otro. Cuando ambos padres les dicen a los hijos:
“Nuestros problemas son nuestros, nos honran si los dejan con nosotros, nosotros somos los grandes, vosotros sois sólo niños”, los representantes de los hijos se muestran más relajados.
El terapeuta continuó trabajando con los padres. Entonces salió a la luz que Linda se sentía fuertemente vinculada con su madre. También ella tuvo una relación difícil con su marido, el padre de Linda (lealtad y doble transferencia). La hija era prisionera de la misma lealtad y tenía que defender a la madre ante el padre y el hermano. El hermano era leal a su padre y debía defenderle ante su madre y su hermana. Así se observó que la implicación continuaba de generación en generación.
El terapeuta les permitió a todos que devolviesen los sentimientos que habían tomado de otros.
También Linda le dijo a los hijos: “Vosotros podéis tener una buena relación con papá, él es el mejor padre para vosotros. Mis problemas con él sólo me pertenecen a mí. Yo soy la grande y yo los puedo resolver.” Entonces los hermanos se acercaron y se miraron con una sonrisa.
Un mes después de la constelación Linda llamó con buenas noticias. Las peleas entre los hijos habían disminuido considerablemente, ahora se podían comunicar normalmente. Con su ex-marido la comunicación también había mejorado.
Cuando los hijos son obligados a escoger entre sus padres se crea una división interna. Esta división es reproducida generalmente en relaciones posteriores.
También cuando debido a un divorcio se culpabiliza a uno de los padres de la ruptura o de todos los problemas en la relación, se hace una exclusión.
Una dinámica que sucede frecuentemente y que se revela en las constelaciones es que uno de los hijos representa a la pareja que ha sido excluida frente al otro miembro de la pareja, es decir, el que excluye. La consecuencia de esta implicación es un insuperable mal comportamiento.
La exclusión tiene a veces consecuencias muy graves para las siguientes generaciones: los hijos y los nietos. Ellos se ven obligados a representar este tema para hacer posible la asimilación dentro de la historia familiar.
Un hijo se siente vacío cuando, debido a cualquier razón, no debe o puede amar a uno de sus padres. Solo la madre o el padre no pueden satisfacer el corazón de un hijo.
Un ejemplo:
Elena (35 años) tiene un hijo de ocho años con problemas de comportamiento. En la constelación ella y el padre están situados uno frente al otro. Uno por uno le dicen a su hijo: “Los problemas de nuestra relación son nuestros, nosotros somos los grandes, podemos llevar todo el peso entre nosotros.” El niño se relaja y les dice: “Yo dejo los problemas de vuestra relación con vosotros. Vosotros sois los grandes, yo sólo soy un niño.” Entonces el niño le dice a su madre: “Mírame con buenos ojos cuando tengo una buena relación con papá.” A su padre le dice: “Mírame con buenos ojos cuando tengo una buena relación con mamá.”
Estas frases relajan a todos los representantes y se observa claramente que el amor nuevamente fluye.
El fin de la relación de los padres
Cuando la relación de una pareja se acaba, lo mejor es comportarse de una manera adulta. Mantener la relación por los hijos los carga en primer lugar a ellos. Los hace responsables del hecho de que los padres no pueden continuar sus vidas separadamente y abrirse a algo nuevo. Los pobres hijos son utilizados como la razón por la que dos adultos – infelizmente – se mantienen unidos. ¡De esta manera los hijos están automáticamente implicados!
Una separación o divorcio es naturalmente siempre una situación difícil para un hijo. Los padres pueden hacer mucho para que sea llevadera para los hijos. Es importante que el hijo pueda tener siempre contacto con ambos padres tanto al nivel físico como emocional, que pueda seguir amándoles igualmente.
También es liberador para los hijos cuando los padres continúan tomando las decisiones importantes juntos, sin agobiar a los hijos. Para los hijos es imposible y muy pesado tener que tomar decisiones por ellos, como por ejemplo con cuál de los padres quiere vivir.
Los hijos se encuentran mejor con el padre que honra y quiere más al otro padre. Cuando las relaciones se terminan muy a la ligera, se crean difíciles situaciones para los hijos. Por ejemplo, cuando uno de los padres rompe relaciones para evadir conflictos en la relación. La conciencia de la familia reacciona en estos casos como si fuese un gran delito. Esto ha salido a la luz trabajando en las constelaciones.
Los hijos se dejan llevar por la presión del sistema familiar y tienen que pagar las deudas de los padres. Este pago se manifiesta como un comportamiento fuera de lo normal y puede llegar a significar enfermedades graves y en casos más excepcionales, el suicidio.
Los niños de la nueva era
Pamela Kribbe escribe en su libro“Conversaciones con Jeshua” que la inspiración que nos mantiene a todos unidos tiene que ver con traer luz a la tierra, con la llegada del Nuevo Tiempo. Nuestra encarnación en el ahora en la tierra está fuertemente unida con la fase de transición en la que vivimos. Y ahora ha llegado una nueva generación de niños a la tierra que muestra otras cualidades de las que estábamos acostumbrados en el pasado. ¿A qué se debe esto, de dónde viene?
Para poder contestar esta pregunta tenemos que regresar atrás en el tiempo y observar que nosotros somos los que hemos preparado esta nueva ola de energía que estos niños traen consigo.
Hubo un tiempo en la tierra cuando la energía era muy pesada y densa, donde todo se regulaba a través de normas y autoridad y había poco espacio para la fantasía, la intuición, el juego y lo tierno. La tierra estuvo poseída durante siglos por esta pesada energía. La segunda guerra mundial determinó en este aspecto un momento de cambio ya que vemos que a partir de entonces aparece un nuevo período que conocemos como la revolución de los años sesenta. Esta fue una revolución espiritual. La energía del corazón surgió nuevamente y aunque esta energía era muy ligera e ingenua formó un avance hacia algo nuevo y anunció algo muy importante. Nosotros, los nacidos alrededor o después de esta guerra, somos los que preparamos el camino para la nueva era en la que ahora nacen una generación de niños que han tomado esa energía y la incorporan en sus vidas poniéndola en práctica.
Estos niños vienen con una energía interna más alta de lo que antes era normal. Más alta quiere decir que ellos pueden mantener intacta la energía de sus almas, su energía cósmica, al llegar a la tierra. Se podría decir que el velo entre este mundo y otras esferas es ahora más fino como consecuencia del trabajo de preparación que hemos hecho nosotros y muchos otros en el decenio después de la segunda guerra mundial.
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